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sábado, 29 de febrero de 2020

La MASONERÍA pretende destruir la Iglesia CATÓLICA. Comentarios a documentos y encíclicas papales que condenan a masones y colaboradores con la excomunión

La MASONERÍA pretende destruir la Iglesia CATÓLICA
Santiago Clavijo
29-febrero-2020
Fuente: Internet

1. Definición de Masón
La palabra "Masón" viene de la lengua francesa, de la palabra "Maçon" proveniente del término latino "Machio" o "Matio", que significa albañil o cantero. La palabra Francmasón empezó significando albañil de superior habilidad, y posteriormente albañil que gozaba de libertad y de los privilegios de los gremios. Esta acepción puede considerarse derivada de la frase inglesa "feestone masón" en oposición al cantero de piedras ordinarias. En el nuevo diccionario inglés de la Sociedad Filológica de Oxford, la palabra "Francmasón" significa artesano emancipado "Estos francmasones formaban un gremio independiente que usaba todo un sistema de signos y contraseñas, merced de los cuales cada artesano admitido en el gremio, después de haber demostrado su competencia, podía ser admitido y reconocido por sus compañeros. "Es por ello, que se puede ver como estas acepciones son anteriores a la fundación real de la Masonería, y se encuentran a partir del 1375. Estas personas no eran masones activos ni arquitectos, los llamados masones geománticos, se unieron con los masones activos en sus logias, pero no en una masonería moderna.

La Masonería, tal y como se conoce hoy, entró en la Historia cuando se estableció la Gran Logia de Inglaterra en 1717. Evidentemente la masonería antigua (1347) de la moderna (a partir de 1717) se diferencian en su organización y sus fines.
Para conocer la masonería actual, hemos preferido hilar en los siguientes apartados, declaraciones y testimonios de Papas, de refutados autores, y de fuentes masónicas (los grandes maestros) sin comentario alguno, ya que ellos por si solos lo explican todo de una forma más exacta.

2, Doctrina de los PAPAS
  • "Bastante claro aparece qué sean y por dónde va la secta de los masones. Sus principales dogmas discrepan tanto y tan claramente de la razón, que nada puede ser más perverso. Querer acabar con la Religión y la Iglesia fundada y conservada perennemente por el mismo Dios, y resucitar después de 18 siglos las costumbres y doctrinas gentílicas, es necedad insigne y audacísima impiedad" (León XIII, Encíclica "Humanun Genus").
  • "Secta satánica que tiene por única ley la mentira, por su dios al demonio, y por culto y religión lo que hay de más vergonzoso y depravado sobre la faz de la tierra" (Pío VIII, Encíclica "Tradite").
  • "Todo lo que ha habido en las sectas y herejías más criminales de sacrílego, vergonzoso y blasfemo, ha pasado a las sectas secretas y por ende, a la francmasonería" (Gregorio XVI, Encíclica "Mirari vos").
  • "La Francmasonería, en consecuencia, pugna no sólo contra el Catolicismo y el Cristianismo, sino con todo sistema religioso de carácter sobrenatural" (Enciclopedia americana).
3. Objetivos de la MASONERÍA
  • "La base granítica de la futura política (en la masonería) debe ser la guerra contra el Catolicismo sobre toda la superficie del globo" (H. Petrucelli de la Gatina).
  • "Tenemos un cadáver en el mundo, de cuerpo presente. Este cadáver es el Catolicismo. Tal es el cadáver que hay que echar a la fosa, uniendo al efecto en un sólo esfuerzo todas nuestras energías, para que se haga cuanto antes" (P. Van Humbech, Soberano Gran Comendador masónico del rito escocés en Bélgica).
  • "La Masonería, por la plenitud de su organización, ritos, símbolos y ceremonias, se halla en capacidad de rivalizar con su grande enemigo, la Iglesia Romana. Sí, queremos la guerra y guerra a muerte contra la Iglesia". (Globet D’Aviella, Gran Maestro Nacional masónico de Bélgica).
  • "La batalla empeñada entre el Catolicismo y la Masonería es batalla a muerte, sin tregua ni cuartel. Es menester que allí donde se presente el hombre negro, acuda el Francmasón. Es menester que allí donde en primero levante la Cruz en señal de dominio, despliegue el otro el estandarte masónico. Los dos campos están perfectamente deslindados. El campo de DIOS y el campo de Satanás, según dice el Papa León XIII. Ya no hay vacilación posible; contra la Iglesia o contra nosotros". (H. G. Desmons, Miembro del Supremo Consejo Masón de Francia).
  • "Es preciso hacer trizas a la Iglesia. ¿A qué fin tolerarla por más tiempo? ¿Que servicios ha prestado a la humanidad? No reconozcas ya el hombre el poder de la Religión, y deje de inclinarse ante la soberanía de la Iglesia". (H. Feuri, Del Consejo Supremo Masón de Francia).
4. Estructura y Funcionamiento de la Masonería
  • "La nota característica de la organización de la Masonería especulativa es el sistema de la ‘Gran Logia’ establecido en 1717. Cada Gran Logia o Supremo Consejo en el rito escocés, o gran Oriente en el sistema mixto, constituye un cuerpo soberano e independiente con poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Se compone de las logias o cuerpos inferiores de su jurisdicción o de sus representantes legalmente reunidos, y los grandes dignatarios a quienes ellos eligen.
  • Una logia debidamente constituida ejerce los mismos poderes que la ‘Gran Logia’, pero con menor amplitud. Los dignatarios indispensables de una logia son: En Venerable Gran Maestre, los Guardianes antiguo y nuevo y el Portero. El Maestre y los guardianes son generalmente ayudados por dos Diáconos y dos Mayordomos en los trabajos ceremoniales y de hospitalidad, y por un Tesorero y un Secretario. Muchas logias tienen un capellán para las ceremonias y discursos religiosos. Los mismos dignatarios en gran número y con títulos pomposos (Adorabilísimo Gran Maestro, Soberano Gran Comendador, etc.) existen en las grandes logias.
  • Como los gastos de los miembros son pesados, sólo las personas acomodadas pueden ingresar en la institución, siendo además restringido el número de candidatos, por diferentes condiciones y por normas que requieren unanimidad en la votación secreta para la admisión.
  • De este modo, a pesar de la pretendida universalidad, la Masonería resulta una sociedad exclusivista, tanto más cuanto que es secreta y enteramente cerrada al mundo profano. En la práctica, ello es cierto, las prescripciones concernientes a las calificaciones morales de los pretendientes no se cumplen con mucha escrupulosidad... Muchos se inscriben para mejorar sus condiciones económicas,...,para abrirse camino a ciertos círculos sociales, como si se tratase de un asunto comercial, o que se vieron obligados a inscribirse, porque todos los de su círculo lo hacían. Hay además el tipo de los que ingresan movidos por la curiosidad o porque alguien, de quien dependen, pertenece a la Masonería". ("American Enciclopedia")
  • "Por lo que toca a la unidad, las autoridades masonas afirman unánimemente que la Masonería no es más que ‘una’ en todo el mundo y que todos los masones forman en realidad una sola logia, ya que la multiplicidad de logias sólo existe en obsequio a la comodidad, y por lo tanto, cualquier masón en uso de sus derechos tiene que ser recibido en cualquier logia del mundo como hermano y el de ser ayudado por sus correligionarios cuando se encuentre en necesidad.
  • La buena inteligencia de los masones de los diferentes países es fomentada por la comunicación personal y por la correspondencia sostenida especialmente entre la oficina del Gran Secretario y la oficina internacional permanente establecida en Neuchâtel (Suiza), por decreto del Congreso Internacional Masónico de 1903". ("Chronicle", 1907, II, 119).
5. Secreto y Simbolismo de la Secta
  • "Desde el principio hasta el fin, dice Pike, la Masonería es toda actividad. El así llamado secreto masónico es la obra ritualista interna y secreta mediante la cual los masones se forman para el trabajo exterior. Los masones se forman por medio de tres ceremonias: Iniciación (primer grado), Pasos (segundo grado) y Elevación (Tercer grado).
  • Los símbolos que en esta ceremonia se usan, explicados de acuerdo con los principios masónicos y con los indicios ofrecidos en los rituales y discursos de los otros grados, constituyen el manual de instrucción masónica. La educación así empezada se completa con toda la vida ordinaria de la logia, en la que cada masón debe tomar parte activa, asistiendo a las reuniones ordinarias con regularidad y sacando partido según sus aptitudes.
  • El simbolismo de la Masonería, dice Pike, en una carta a Gould, fecha 2 de diciembre de 1888, es el alma de la institución, y Boyd, el gran orador de Missouri, confirma esta información diciendo que la Masonería es ‘toda símbolo, símbolo y símbolo’" ("Chronicle", 1902, I, 67).
  • "Las ventajas principales de este simbolismo, que no es por cierto peculiar a la Masonería sino que se refiere a los misterios y doctrinas de todas las edades y de todos los factores de la civilización, son entre otras:
  1. Se adapta a todas las opiniones, doctrinas y gustos, atrae al candidato y fascina al iniciado;
  2. Conserva la unidad neutral de la masonería, a pesar de las profundas diferencias de religión, raza y tendencias individuales;
  3. Ejercita al masón en considerar las instituciones políticas y sociales como fases transitorias de la humana evolución;.
  4. Permite a la Masonería ocultar sus verdaderos fines a los ojos de los profanos y aun a los de no pocos de los mismos iniciados, que son incapaces de apreciar dichos fines en el sentido en que la secta los persigue.
La Masonería, dice Pike, guarda celosamente sus secretos y con toda intención conduce por sendas descarriadas a intérpretes desorientados. Parte de los símbolos son exhibidos al iniciarlos, pero intencionalmente se le desvía de su recta apreciación, por medio de falsas interpretaciones. Los iniciados son pocos, aun cuando a muchos se dirijan las palabras rituales: ‘<no se explica de una vez el significado de los símbolos... os hacemos sólo insinuaciones generales, para que vosotros lo averigüéis con vuestro esfuerzo; incumbe a cada masón el descubrir los secretos de la sociedad>‘". ("American Enciclopedia).

6. Principales estrategias de la masonería para alcanzar sus objetivos
  1. Destruir radicalmente, a base de una persecución descarada, a la Iglesia o aniquilar, por un fraudulento e hipócrita sistema de separación entre ella y el Estado, toda la influencia social de la Religión, llamada insidiosamente clericalismo, y hasta donde sea posible, destruir la misma Iglesia y toda religión que sea algo más que un culto vago de la patria y de la humanidad;
  2. Secularizar por un sistema igualmente hipócrita y fraudulento de neutralidad religiosa, toda la vida pública y privada, sobre todo la instrucción y la educación popular. Es de notar que la neutralidad, conforme se la entiende en la circular citada al Gran Oriente de Francia, no es más que un sectarismo anticristiano, anticatólico, ateísta, positivista y agnóstico disfrazado de neutralidad.
  3. La libertad de pensamiento en los niños debe ser desarrollada sistemáticamente en las escuelas infantiles, protegiéndola en todo lo posible contra la influencia contraria, no sólo de la Iglesia y de los sacerdotes, sino también de los mismos padres de familia, y eso aun por medios compulsorios, morales y físicos, si fuere preciso. El gran Oriente considera esto como indispensable e infalible, para llegar al establecimiento de la república universal y de la tan deseada paz del mundo". (Chaîne d’Union, 1889, 134, 202 ss. Compte Rendu du Congrès International Maçonnique de París, 16-17 Julio 1889. "Revista Masónica" , 1888 y 1910).

7. La IGLESIA condena la MASONERÍA
Desde los inicios de la Masonería moderna (1717) hasta nuestros tiempos, la Iglesia ha condenado en más de 200 documentos este movimiento. En todos ellos se condena la Masonería como contraria a la justicia y a la moral natural, así como supone una esclavitud, una inmoralidad, una traición y una apostasía.
No interesando nombrar por razones de espacio los más de 200 documentos emanados de la Santa Sede en los cuales la Iglesia ha prohibido, reprobado y condenado la Masonería, nombramos algunos por su importancia:

Documentos princiales:
  • "IN EMINENTI" del Papa Clemente XII, 28 de abril de 1738.
  • "PROVIDAS" del Papa Benedicto XIV, 18 de mayo de 1751.
  • "ECCLESIAM" del Papa Pío VII, 13 de septiembre de 1821.
  • "QUO GRAVIORA" del Papa León XII, 13 de marzo de 1825.
  • "APOSTOLICAE SEDIS" del Papa Pío IX, 12 de octubre de 1869.
Encíclicas:
  1. "TRADITI" del Papa Pío VIII, 21 de mayo de 1829.
  2. "MIRARI VOS" del Papa Gregorio XVI, 15 de agosto de 1832.
  3. "QUI PLURIBUS" del Papa Pío IX, 9 de noviembre de 1846.
  4. "QUANTA CURA" del Papa Pío IX, 8 de diciembre de 1864.
  5. "ETSI MULTA" del Papa Pío IX, 21 de noviembre de 1873.
  6. "DIUTURNUM ILLUD", del Papa León XIII, 1881
  7. "ETSI NOS" del Papa León XIII, 15 de febrero de 1882.
  8. "HUMANUM GENUS" del Papa León XIII, 20 de abril de 1884.
  9. "AB APOSTOLICI" del Papa León XIII, 15 de octubre de 1890.
  10. "PRAECLARA GRATULATIONIS" del Papa León XIII, 18 de marzo de 1902.
En todos estos doscientos documentos se hace un estudio serio de la Masonería, de los fines que persigue, de los medios que emplea, de sus objetivos, y de la postura de cualquier católico ante este movimiento. Vamos a profundizar en alguno de ellos extractando partes de ellos.
El Papa Clemente XII, 21 años después de la aparición de la Gran Logia de Inglaterra indica cuidadosamente las razones por las que las asociaciones masónicas deben ser condenadas desde el punto de vista de la moral, la política y la sociología cristianas y católicas, a saber:
  1. "El carácter peculiar aconfesional (anticristiano y anticatólico) y naturalístico de la secta, per medio del cual teórica y prácticamente mina la fe cristiana en sus adeptos (los de la Masonería) y por medio de ellos, en el resto de la sociedad, produciendo la indiferencia religiosa y el desprecia de la ortodoxia y de la autoridad eclesiástica;
  2. El inescrutable secreto y el disfraz insidioso e inmutable de la asociación masónica y de su obra, por medio de la cual los hombres de su calaña irrumpen como ladrones en casa y como raposas tratan de arrancar de raíz el viñedo, pervirtiendo los corazones de los hombres sencillos y arruinando su felicidad espiritual y material;
  3. Los Juramentos de fidelidad a la Masonería y a la obra masónica, que no pueden ser justificados en su finalidad, en su objeto, ni en su forma; ni pueden por tanto inducir obligación alguna moral. Dichos juramentos son condenables porque la finalidad y el objeto de la Masonería son malos y condenables, y el candidato, en la mayoría de los casos, ignora la importancia y extensión de las obligaciones que asume, y el dicho juramento resulta un abuso, por lo inmoral, absolutamente reprensible...Además, los únicos objetos esenciales del secreto de la secta acerca de los cuales versan los juramentos, no son otra cosa que las conspiraciones políticas o antirreligiosas que consta han sido fraguadas en el seno de las logias especialmente en los países latinos. Tales secretos,... ; hacen el juramento todavía más inmoral y por lo mismo nulo e irrito; de donde se sigue que los juramentos masónicos son no solamente sacrílegos, sino abusivos y contrarios al orden público, que necesita del juramento solemne y de la obligación sagrada que impone, como medios para sostener la veracidad, por lo que es inmoral y antisocial el envilecerlos y caricaturizarlos.
  4. El peligro que tales asociaciones envuelven para la seguridad y tranquilidad del Estado y para la salud espiritual de las almas; de donde se sigue una oposición entre dichas sociedades y el derecho eclesiástico y civil".
8. Comentarios
Clemente XII, en la Constitución apostólica expresa con toda rotundidad: "Hemos resuelto y decretado condenar y prohibir ciertas sociedades, asambleas, reuniones, convenciones, juntas o sesiones secretas, llamadas Francmasónicas o conocidas bajo alguna otra denominación. Las condenamos y las prohibimos por medio de esta Constitución, la cual será considerada válida para siempre. ‘Recomendamos a los fieles abstenerse de relacionarse con dichas sociedades... para evitar la excomunión, que será la sanción impuesta a todos aquellos que contravinieren ésta Nuestra orden".(Constitución Apostólica "In Eminenti" de Su Santidad el Papa Clemente XII, 28-abril-1738).

Trece años después, el Papa Benedicto XIV, en su documento "Providas", reafirma la censura de la Masonería y de otras sociedades secretas hecha por su antecesor, esta censura era pena de Excomunión Latae sententiae reservada de especialísimo modo al Papa.

El Papa León XII en su Bula "Quo Graviora" recuerda los anatemas pronunciados contra la francmasonería, desde Clemente XII, declara a esta institución enemiga abierta de la Iglesia Católica, diciendo: "Poneos en guardia contra las seducciones y los discursos lisonjeros que se emplean para haceros entrar en estas sociedades. Convenceos que nadie puede enrolarse en ellas sin cometer un pecado gravísimo"...."Aunque no hay costumbre de exhibir lo que existe mas digno de censura a la vista de los que no han llegado a los grados eminentes, está, sin embargo, manifiesto que la fuerza de estas sociedades, tan peligrosas para la Religión, se aumenta con el número de los que ingresan".(Bula Quo Graviora, del Papa León XII, 13-marzo-1825).

Su Santidad Pío IX, en una alocución del 25 de septiembre de 1865, hizo diversas advertencias sobre la Masonería, y entre otras cosas dijo: "Desgraciadamente, estas advertencias no han tenido el éxito deseado, y Nos hemos mirado como un deber condenar nuevamente esta sociedad, en atención a que, por ignorancia, podría quizás surgir la falsa opinión de que ella es inofensiva, que solo tiene por fin la beneficencia y que, por consecuencia, no podría ser un peligro para la Iglesia de Dios"..."Nos condenamos esta sociedad masónica -y las demás sociedades del mismo género que, bajo diferente forma, tienden al mismo fin- con las mismas penas señaladas en las Constituciones de Nuestros predecesores; y esto afecta a todos los cristianos de cualquier condición, rango o dignidad y por toda la tierra".

El Papa León XIII en su Encíclica "Dieturum illud", denunció especialmente la creciente audacia de las sectas y definió de nuevo la postura condenatoria de la Iglesia frente a la Masonería. La justificación doctrinal de esta postura la hace el mismo León XIII en 1884 con su Encíclica "Humanum Genus". El núcleo central de este documento está constituido por un análisis de la Masonería considerada en sí misma y por un juicio crítico condenatorio de esta. Su Santidad el Papa León XIII no hace distinciones: no existe una Masonería buena y otra mala; toda secta que profese los principios masónicos y acepte total o parcialmente sus prácticas entra dentro de la condenación pontificia.

El juicio fundamental sobre la masonería está incluido en la afirmación de que "la masonería es contraria a la justicia y a la moral natural". La base para justificar este juicio condenatorio reside en las conexiones totales que unen a la Masonería con los principios del Naturalismo. La Masonería es la proyección social y política del Naturalismo filosófico.

¿Cuáles son estos principios naturalistas que acepta la Masonería? En primer lugar, el dogma de la soberanía absoluta de la razón y de sus consecuencias: negación de la Verdad Revelada e indiferentismo religioso. Este es sin duda un error teológico de la Masonería. Pero el Papa León XIII no solo considera esto, sino que además en esa misma Encíclica "Humanum Genus" muestra otra serie de errores masónicos. Por la importancia de esta Encíclica les recomendamos su cuidadosa lectura

Otra de las Encíclicas de León XIII, la "Praeclara gratulationis" en uno de sus capítulos entra a considerar el peligro masónico, y en ese documento el Papa califica a la Masonería como una de las asechanzas a la Fe Católica. En este mismo documento el Papa atribuye a la Masonería la ambición de lograr el control político de todos y cada uno de los Estados. Por eso el Papa e esa Encíclica advierte: "Otro peligro grave para la Unidad, es la Masonería, potencia temible que oprime desde hace ya tiempo a las naciones, y sobre todo a las naciones católicas. Orgullosa hasta la insolencia por su fuerza, sus recursos y sus éxitos, pone por obra todo lo que es menester, favoreciendo las turbulencias que agitan nuestra época para consolidar y extender por todas partes su dominación. Desde las ocultas tinieblas en que conspiraba, irrumpe hoy en los Estados, mostrándose a la luz del día; y, como lanzando un desafío a Dios, ha establecido su sede en la misma urbe, capital del mundo católico. Pero la mayor desgracia de todas es que, dondequiera que la masonería pone su pie, se infiltra en todas las clases sociales y penetra en todas las instituciones del Estado para llegar, si fuera posible, a constituirse árbitro soberano de todas las cosas. La mayor desgracia, decimos, porque tanto la perversidad de sus principios como la iniquidad de sus propósitos son cosas evidentes. Con el pretexto de reivindicar los derechos del hombre y reformar los sacramentos, todas las realidades augustas, como simples supersticiones; se esfuerza por descristianizar el matrimonio, la familia, la educación de la juventud, todo el conjunto de la vida pública y de la privada, así como también por hacer desaparecer en el alma del pueblo todo respeto a la autoridad divina y a la autoridad humana. El culto que la masonería prescribe es el culto de la naturaleza humana; y son también los principios de la naturaleza humana los que propone como única medida y única norma de la verdad, la bondad y la justicia. De esta manera, como es evidente, se incita al hombre a tener una moral y una conducta casi paganas, si no es que el crecimiento y el refinamiento de las seducciones lo hacen descender más abajo todavía.
Aunque en esta materia Nos hemos hecho ya en otras ocasiones advertencias muy serias, nuestra vigilancia apostólica nos obliga a insistir en este punto y a decir y repetir una y otra vez que, frente a un peligro tan acuciante, toda medida defensiva será siempre insuficiente. ¡Ojalá la clemencia divina burle los propósitos de la masonería! Pero es necesario que el pueblo Cristiano comprenda que hay que sacudir de una vez para siempre el yugo infamante de la masonería, y que deben poner una mayor energía en esta labor todos aquellos que son más duramente oprimidos por este yugo. Nos ya hemos dicho cuáles son las armas que hay que emplear y cuál es la táctica que hay que seguir en este combate; la victoria no es dudosa con un jefe como Aquel que pudo decir un día: Yo he vencido al mundo (Jn. 16,23)." (Encíclica "Praeclara Gratulationis" de Su Santidad el Papa León XIII, 18-marzo-1902).

Muy dura también es la condena de la Masonería, que realiza el Papa Benedicto XV en el Derecho Canónico de 1917, en donde se dice: "Los que dan su nombre a la secta masónica o a otras asociaciones del mismo género que maquinan contra la Iglesia o contra las potestades civiles legítimas, incurren ‘ipso facto’ en excomunión simplemente reservada a la Sede Apostólica." (Derecho canónico de 1917, canon 2.335):

  • A los clérigos que han cometido el delito de que se trata en los cánones 2334 y 2335, debe castigárseles, además de con las penas establecidas en los citados cánones, con la suspensión o privación del mismo beneficio, oficio, dignidad, pensión o cargo que puedan tener ven la Iglesia.
  • Los clérigos y los religiosos que den su nombre a la secta masónica o a otras asociaciones semejantes, deben además ser denunciados a la Sagrada Congregación del Santo Oficio" (Derecho canónico de 1917, canon 2336).
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Glorias de España en la conquista de América: Colón, Cortés, Pizarro, Narváez...


Glorias de España
 21/02/2020 
Alejandro Magariños Cervantes 
(Uruguay 1825-1893) 

Mucho mal han dicho nacionales y extranjeros de la conquista y población de América: esta época, no obstante, presenta una faz verdaderamente poética y grandiosa, al que la examina con cuidado, exento de preocupaciones, y con la calma indispensable para hacerla pasar, sin mutilarla, por el crisol de la crítica y la verdad. Es decir, para no creer sino lo que está probado, o se pueda probar con la historia, y lo que dicta la razón apoyada en el conocimiento de los hechos. Nosotros encontramos esa faz poética y grandiosa, que, a juicio nuestro, no ha sido bien apreciada todavía, donde quiera que volvemos los ojos siguiendo la huella trazada por el carro victorioso de Cortés y Pizarro; huella que como una faja de luz, circunvala el continente americano, y que ha dejado escrito en caracteres indelebles el nombre español, en las llanuras, en los ríos, en los bosques, en los valles, y en las más encumbradas montañas; allí, donde solo el cóndor levanta su gigantesco vuelo.

Remontémonos al fin del siglo XV, y en medio de los himnos gloriosos que celebran el triunfo de la cruz, cuya sombra desde los minaretes de Granada, se extiende ya hasta tocar las opuestas orillas del Atlántico, sigamos al través de las encrespadas olas las fugitivas velas, donde el genio más grande de aquella época lleva el victorioso estandarte de Castilla, que flameará en breve con el signo del Redentor sobre las áureas playas de un nuevo hemisferio. La sombra de Colón, grande como los Andes, majestuosa e imponente como el Océano, se levanta del seno de las olas, extiende una mano hacia la Europa y con la otra se apoya en la sien del Chimborazo. El mar que brama a sus pies, apenas da una ligera idea de las luchas, pesares y contratiempos que amargaron su borrascosa existencia, y el cielo diáfano y rutilante que se eleva sobre su cabeza, las nubes de carmín, de ópalo y oro que ciñen su frente como una aureola, son una imagen descolorida de los sublimes pensamientos que le asaltaron y el gozo inefable que inundó su alma, al ver convertidas en realidad sus esperanzas, y al oír el himno universal con que la tierra cantaba su apoteosis, al mirarle regresar triunfante a las costas ibéricas. El genio no tiene personificación más alta que Colón; y después de Jesucristo, difícilmente encontrará el artista un hombre cuyos hechos encierren más poesía y sublimidad.

Poco trabajo nos costará demostrar lo que avanzamos, sin necesidad de invocar el auxilio del célebre escritor y poeta que tan elocuentes páginas ha consagrado a la memoria del inspirado genovés; pero en el plan que nos hemos trazado, apenas podemos dedicar algunas cortas líneas a cada uno de los personajes que figuran en esta breve reseña: de lo contrario escribiríamos un libro, y no un artículo de periódico. Después de Colón, la figura más grande que columbramos en América, es la del conquistador de Méjico, quemando sus naves, guiando su reducida hueste en las calzadas de la ciudad imperial, en aquella infanda noche triste en que otro capitán menos experto y valeroso hubiera sucumbido; y derribando con su invencible espada el ídolo de Huitzy-lopoztli en el templo de Tenochtititlam.

Hernán Cortés
Nuñez de Balboa
Dejemos a Cortés ganando un laurel imperecedero en Otumba, y volvamos la vista al otro lado del istmo. Allí Vasco Núñez de Balboa y sus compañeros escalan la terrible cordillera de los Andes, abriéndose camino por medio de dificultades y peligros, que solo aquellos hombres de hierro sabían arrostrar y vencer, según una bella frase del señor Quintana. Contemplemos a este valiente cuanto infortunado adalid, al acercarse a la montaña, término de sus afanes, ordenar a su gente que se detuviese, y correr él solo a la cumbre, tender sus ojos hacia el Mediodía y mirando el mar del Sur, caer de rodillas embargada la voz y alzar las manos al cielo, como si quisiera poner bajo su salvaguardia el insigne descubrimiento con que galardonaba su esfuerzo, como si orase por la redención de América. Pequeña pero esforzada cohorte avanza en columna cerrada… ¿A dónde va? Al Perú, y gime el aire, y retiembla el suelo, y el firmamento se oscurece, al verla descender de las montañas, rápida y tremenda como el rayo mensajero de la cólera de Dios.

Francisco Pizarro
Francisco Pizarro marcha a su frente, el mismo indomable caudillo que en medio de sus soldados, ya postrados por tan largos sufrimientos, próximos a abandonarle, sacó su espada, y trazando una línea en el suelo, marcóles de un lado la senda de la gloria y la riqueza, y del otro la de la oscuridad y miseria; y ahora los lleva a conquistar un rico y floreciente imperio, donde hay soles e imágenes de oro en los templos, y fuentes y cañerías de plata maciza; donde el Inca para calmar la sed de esos preciosos metales que devora a los conquistadores, cubrirá de ellos el pavimento de su vasta prisión hasta la altura de un hombre.

Y no solo para los capitanes célebres hemos de reservar el tributo de nuestra admiración y aplausos: también otros que no alcanzaron tan alto renombre, merecen ser inscriptos con letras diamantinas en el templo de la gloria, por humilde y oscuro que sea su nombre. Ercilla ha inmortalizado la heroica lucha sostenida por los araucanos, y el intrépido Fajardo y sus compañeros han encontrado un historiador digno de narrar sus proezas en el consumado literato don Rafael María Baralt.

Esto en lo que se refiere a Chile y Venezuela: en cuanto a Méjico y el Perú, los recomendables trabajos de Washington Irving y William Prescott, han puesto a buena luz los insignes hechos de armas que honrarán eternamente el nombre español en aquellos remotos climas. No ha cabido igual suerte al Río de la Plata, cuando quizá en ninguna parte de América, incluso el mismo Chile, han encontrado más obstáculos los españoles, ni hecho tal vez hazañas más dignas de celebrarse, cuando su rey no les daba honores, sueldos, armas ni municiones, ni aun vestuarios ni cosa alguna. Y no obstante, un geógrafo que alcanza grande aceptación, puesto que sirve de texto en las aulas de España y América, afirma paladinamente que la conquista de aquel gran territorio costó poco, porque los indígenas eran de condición pacífica, o porque carecían de patriotismo no teniendo pueblos fijos.

Para desmentir las gratuitas suposiciones de Mr. Letronne, y de los que repiten con distintas palabras lo que ven en el primer autor que les cae a la mano, no hay más que echar una rápida ojeada sobre la historia del argentino río desde su descubrimiento hasta los últimos años de la dominación española. El primero que puso el pie en él, Solís, murió en una emboscada a manos de los charruas que le devoraron (1515), en una isla llamada de San Gabriel, frente a la colonia del Sacramento. Nuño de Lara perece con todos sus compañeros en el fuerte de Sancti-Spiritus, fundado por Gaboto sobre el Paraná, sorprendido alevosamente por los indios, y después de matar con su propia mano a su caudillo Mangora, Mangoré o Marangoré.

Terribles son las circunstancias que acompañaron a esta espantosa carnicería: el castillo fue incendiado mientras dormían los españoles, y en medio de las llamas, trabose un combate desesperado en el que estos fueron impíamente inmolados uno a uno por los indios. Más feliz Oyolas, resiste solo con cincuenta soldados por espacio de quince días en la fortaleza de Corpus Christi, a más de dos mil salvajes que le atacan sin tregua y renuevan el asalto con más furor cada día, siendo constantemente rechazados, hasta que los cadáveres de los que sucumben forman alrededor del muro una especie de parapeto que cierra el paso y llena de terror a los mismos infieles.

En Buenos-Aires los indios disputan el terreno palmo a palmo a los conquistadores, y en breve los reducen al estrecho recinto que abarca la ciudad: don Pedro de Mendoza se embarca desesperado para España, y los soldados que allí deja se ven reducidos a tal extremo de hambre y miseria, que llegan a comer carne y hasta excremento humano. Asimismo salen de sus atrincheramientos y libran sangrientas batallas: su arrojo y heroísmo superan a la constancia de los salvajes en defender el nativo suelo. Algún tiempo después, la defensa de Córdoba por Castañeda, en el sitio que puso a dicha ciudad el cacique Juan Caschaquí, recuerdan los gloriosos episodios de Sagunto y Numancia, de Zaragoza y Gerona. Hasta las mujeres toman parte en esta heroica defensa, y hacen prisionera en una salida a la hija del mismo cacique.

Al hablar de Córdoba, involuntariamente se nos viene a la memoria el acto caballeresco que precedió a su fundación. El caudillo español (Cabrera) hace formar en cuadro a su gente en el sitio destinado a la edificación de la nueva ciudad, y antes de abrir sus cimientos manda anunciar por tres veces en los cuatro costados, y a son de trompa, su intención de ocupar aquel punto, provocando a sus legítimos poseedores, si los había, a producir y sostener sus derechos. Nadie se presentó, y entonces Cabrera puso la primera piedra declarando que fundaba aquella ciudad a nombre y bajo los auspicios de Felipe II. Otro ejemplo más bello y notable del espíritu caballeresco que animaba a los hombres de aquel siglo nos ofrece el fundador de Corrientes. He aquí como lo refiere el señor don Pedro de Angelis en su erudito Apéndice a la Argentina de Rui Díaz de Guzmán.

Juan Vera de Aragón
«Juan de Vera de Aragón, adelantado de estas provincias, sale de la Asumpcion con veinte y ocho (otros dicen sesenta) individuos, y en el punto más poblado de la costa, planta la cruz, como desafiando a las hordas salvajes que la ocupan. Cargan los indios de todas partes para rechazarlos, y no pudiendo vencerlos por la fuerza, los atacan con las llamas. Los españoles, encerrados en una cerca de fuego, sin víveres, y a veces sin agua, en las orillas de dos grandes ríos, resisten muchos días, renovando los prodigios de valor de los compañeros de Godofredo en Palestina. Por fin triunfan completamente, y alrededor de esa misma cruz, que habían defendido con tanto arrojo, abren los cimientos de la nueva ciudad que la adoptó por su emblema.»

Rasgos semejantes se reproducen a cada paso, y justifican el merecido título de valiente entre los valientes, que en todos tiempos y países ha sabido conquistar el esfuerzo castellano. Juan de Garay, aquel intrépido adalid de quien decía el escritor de la conquista con tanta verdad como poesía: «…fortuna Si el espitan Garay viera tu rueda Bien con su lanza audaz la clavaría!»

ataca en sus propias, inaccesibles guaridas a las innumerables huestes de Oberá, ¡sólo con ciento treinta hombres! El teniente Bazán atraviesa el Chaco de un extremo a otro, nada más que con cuarenta soldados; el Chaco, ese inmenso desierto, poblado hoy mismo de numerosas tribus, tan guerreras como feroces!

Hernando Arias de Saavedra
Finalmente, don Hernando Arias de Saavedra, lucha cuerpo a cuerpo y vence en singular combate, a presencia del ejército hispano y el infiel, al jefe de este último, bárbaro agigantado, de robustas fuerzas y terrible aspecto, que vino a desafiarle proponiéndole de este modo resolver la contienda. Así triunfa la causa de la civilización; así los bosques sombríos ceden su lugar a ciudades populosas que se levantan de sus cenizas; así la raza española avanza por diferentes senderos, arrojando en su camino las semillas fecundas del progreso. El soplo de Dios la empuja, y ella, irresistible como el destino, sigue adelante, arrollando en su veloz carrera cuanto intenta detenerla.

La multitud de sus contrarios, los rigores del clima y los peligros siempre renacientes que la rodean, parecen oponer a su anhelo una barrera insuperable; pero el hierro, el plomo, el fuego, aniquilan o dispersan la muchedumbre; sus músculos de acero resisten las nieves de los Andes y el sol abrasador de los Trópicos; su audacia y superior inteligencia evitan los peligros o encuentran en ellos nuevas ocasiones de poner a prueba el vigor de su brazo y el temple de su alma. No de otro modo el cóndor, sorprendido en el llano por aleves cazadores, remonta su majestuoso vuelo, y envuelto entre una nube de flechas, de balas y de humo, cabalga tranquilo y sereno sobre el abismo que ruge en torno suyo, hiende la argentina sábana que forma al caer la inmensa catarata, y ya en la altura, ensordece con un grito de gozo la montaña, pliega las alas, y contempla con insolente desdén a sus menguados enemigos que en vano pugnan y se desesperan por llegar con sus dardos donde él está.

Esa es la historia de los conquistadores del Nuevo Mundo, y en cualquiera dirección que sigamos su marcha los veremos, guiados por un instinto invencible, impelidos y sostenidos por un poder sobrenatural, derramarse, como la lava de un volcán, por todas las regiones que alcanzan sus ojos, luchando do quiera, ya con los elementos conjurados, ya con la encarnizada resistencia de los indígenas, celosos de su salvaje libertad, ya con la codicia extranjera, que repetidas veces intenta en vano arrebatarles aquel suelo fertilizado con el humor de sus venas. Aquel puñado de valientes, desprovistos totalmente de recursos, vence innumerables ejércitos, conquista imperios, domina a la misma fortuna, y deja impreso en todas partes el sello de su poder y fortaleza. E

sa es la historia de los conquistadores, repetimos, y los que los acusan de crueles, avaros y sanguinarios, no ven o no quieren ver al reverso de la medalla. La misma clase de gente que en los primeros tiempos pasó al Nuevo Mundo, –la escoria de la Península y de Europa,– su escaso número, la necesidad de mantener en obediencia a los indios por un vínculo tan violento como el terror, su fanatismo, y las ideas dominantes entonces, pesan tanto en la balanza como la crueldad y codicia de los que por desgracia se abandonaron a tan criminales excesos; excesos que se han visto antes y después en todas las colonias europeas, y que jamás justificaremos; pero que tampoco nos impiden reconocer lo que hubo de verdaderamente grande y glorioso en la conquista de América bajo el aspecto militar. Ocupémonos ahora de otros hechos análogos, aunque de diversa índole, en el orden religioso, político y social, y que todo el que sienta correr sangre española por sus venas, recordará siempre con placer, con entusiasmo y orgullo.

Al mencionar rápidamente algunas de las hazañas que tanto lustre dieron a las armas españolas en el hemisferio de Colón, hemos pasado por alto los combates sostenidos en mar y tierra contra los piratas y filibusteros, azote de América largo tiempo; las guerras con las potencias extranjeras; la eterna lucha con Portugal, motivada por las continuas usurpaciones de los gobernadores y virreyes del Brasil; el célebre levantamiento de los guaranís a mediados del siglo XVIII; el no menos famoso, en el reinado de Carlos III, del indio o mestizo José Gabriel Tupac-Amaru, último descendiente de los Incas del Perú, que llegó a reunir bajo sus banderas hasta cuarenta mil rebeldes, y que ya entonces puso a dos dedos de su ruina el poder de España en América. Así en próspera como en adversa fortuna muchos y merecidos laureles ganaron los españoles en esos diversos combates; y si hubiéramos de enumerarlos todos, especificando las circunstancias que los realzan, este artículo se haría interminable.

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Santiago de Liniers
Por la misma razón, nada diremos de la heroica defensa y reconquista de Buenos-Aires por el esforzado general don Santiago Liniers. Las mejores tropas inglesas, doce mil veteranos, fueron vencidos y obligados a deponer las armas, en las calles de aquella capital, por algunos centenares de paisanos y milicias improvisadas.

Poco después estalló la guerra de la independencia; guerra terrible y sangrienta, en la que, por más que se diga, combatieron heroica y desesperadamente los compatriotas de Cortés y de Pizarro: y si sucumbieron fue porque así estaba escrito; fue porque ya era imposible encadenar el torrente de las ideas desbordado; fue porque los insurgentes peleaban animados por el santo amor de la patria, y marchaban a su cabeza jefes como Bolívar, Artigas, Belgrano y San Martín.

Asimismo allí se vio a un teniente (Sáenz), solo con sesenta y cuatro infantes, hacer retroceder a mil cuatrocientos jinetes! Allí se vio a un general (Latorre) y a sus soldados, exponerse a morir sofocados entre el torbellino de humo y fuego de las sábanas abrasadas de las llanuras de Caracas, metidos en un gran pantano, con el fango hasta la cintura, antes que entregar su espada! Allí se vio a Rodil y su tropa capitulando en el Callao, cuando la mayor parte de sus heroicos soldados apenas podían sostener el fusil con que se defendían! Allí se vio a un comandante (Sinosiain) en una terrible sorpresa en un desfiladero, entre Saldiá y Chillan, en que fueron completamente arrollados y deshechos los realistas, arrojarse valerosamente con su escuadrón desde la retaguardia, acuchillar y dispersar a los vencedores, y abrir paso a toda una columna que le debió su salvación! Allí se vio a este mismo intrépido español, cuando ya todo se había perdido, cuando el hosanna triunfal resonaba de un confín a otro el suelo americano, cuando ya ni siquiera era razonable abrigar la más remota esperanza, seguido de ciento cincuenta hombres, refugiarse entre los indios de las montañas de Arauco; y allí, privado de todo, en la más completa desnudez, sin más alimento que la carne de yegua y de caballo, atemperándose a las costumbres de los indios, hacer una resistencia tan desesperada como tenaz y gloriosa por espacio de sesenta y nueve meses! Detengámonos…

Los hechos y las ideas se agolpan y crecen a medida que los vamos relatando, y ya hemos dicho que no caben en los estrechos límites que nos hemos trazado. La gloria de España sería incompleta, si al lado de sus timbres militares no pudiese ostentar otros de más precio a los ojos del pensador y el filósofo. Los laureles guerreros siempre van teñidos en sangre: deslumbran, admiran, suspenden el ánimo; pero rara vez dejan profunda huella en el corazón. Plácenos recordar a los piadosos misioneros que, en medio de los horrores que producen siempre las pasiones desencadenadas, se interponían entre sus compatriotas y los indefensos indios ya vencidos.

Entre ellos descuella el venerable obispo de Chiapa, Las Casas, a cuyo celo y religiosa piedad se debió la reparación de no pocos males. Otro tanto diremos de los jesuitas, de esos eminentes varones, en nuestro concepto, más calumniados que culpables. En las dos Américas vióse a los más feroces montaraces, humildes a su voz, cambiar el arco y las flechas por el arado, y prestarse sin murmurar a los más duros trabajos. Suyas eran las florecientes misiones del Uruguay y Paraguay, y mucho les debe la civilización en el vasto territorio que se extiende desde el Uruguay a los confines del Brasil, y desde el Plata hasta
las faldas de los Andes.

Nos faltan expresiones para encomiar la conducta de los primeros misioneros del Paraguay, víctimas de su cristiano celo, y la de sus compañeros, lanzándose en frágiles piraguas, sin más armas que un Crucifijo y la Biblia; arrebatados, sin saber donde iban, por las corrientes de los grandes ríos que atravesaban; resignados a una muerte al parecer inevitable, pero fuertes con la fortaleza del Dios que invocaban, haciendo estremecer las selvas con sus cánticos sagrados, y atrayendo así a las orillas del río millares de salvajes, que atónitos y embelesados con la majestad y dulzura de sus acentos, no se atrevían a impedirles que clavasen la cruz en medio de ellos… mientras ellos, los misioneros, caían de rodillas en torno al leño sagrado y alzaban un himno al Todopoderoso, suspensa sobre su cabeza la espada de Damocles. Escenas semejantes dejan en las almas sensibles y cristianas una impresión más agradable que el relato de las más cruentas batallas. Y si de la altura a que este espectáculo sublime remonta el espíritu, descendemos a consideraciones de otro género, ¡qué bello e ilimitado horizonte se ofrece a nuestras miradas!

No es solo la guerra y la desolación lo que llevan los españoles a América: también surcan el Océano, importando de otras regiones innumerables especies de animales y plantas, no solo útiles y de primera necesidad, como el trigo, el arroz, el plátano, …, sino algunas de tanta importancia, que hoy constituyen el principal ramo de riqueza de aquellos países, como la caña de azúcar y el café, en las regiones tropicales, los yerbales en el Paraguay, y los ganados vacunos y caballar en el Plata.

El rápido y asombroso incremento de estos últimos, atendido el escaso plantel que les dio vida, bien merece le consagremos algunas líneas y apuntemos aquí algunas curiosas noticias que hemos recogido sobre el particular en los cronistas e historiadores de aquella parte de América. A siete vacas y un toro introducidas por los hermanos Goes, deben su origen, según Rui Díaz de Guzmán, los innumerables rebaños del Paraguay. Lo mismo cuenta, sin especificar número ni persona, Guevara, aunque conviene que fue porte de la gente de Salazar. Azara dice terminantemente que el capitán Juan Salazar trasportó siete vacas y un toro desde Andalucía a la costa del Brasil, de donde los condujo por tierra hasta el Paraná, y llegaron a la Asunción en 1546, y que este fue el origen de todo el ganado del Paraguay.

En cuanto al ganado caballar, escribe Rui Díaz: «que los primeros pobladores de Buenos-Aires parece que dejaron en aquella tierra cinco yeguas y siete caballos, los cuales el día de hoy (el autor escribía a principios del siglo XVII) han venido a tanto multiplico en menos de setenta años, que no se pueden enumerar, porque son tantos los caballos e yeguas, que parecen grandes montañas, y tienen ocupado desde el Cabo Blanco hasta el fuerte de Gaboto, que son más de ochenta leguas, y llegan adentro hasta la Cordillera.». En la relación inédita del P. Rivadeneyra, perteneciente a la colección del Sr. Muñoz, se lee:

«… hay grandísima suma de caballos que se quedaron allí desde el tiempo de don Pedro de Mendoza que ha 45 años, i 44 caballos y yeguas que han multiplicado, cosa extraña, y en todo este tiempo no los han visto los españoles, más de la fama que dan los indios, que dicen que cubren las llanadas que es cosa de admiración.»

Aunque parezcan exageradas estas relaciones, son sin embargo exactísimas: todavía a principios de este siglo se veían tropillas de caballos salvajes que ascendían a 10.000; y los hacendados pagaban por que les matasen estas inmensas manadas de bagüales que infestaban sus estancias, y cuyas correrías ahuyentaban el ganado; y en cuanto al vacuno había tanto, al decir de Ulloa que las vacas y novillos eran del primero que se tomaba el trabajo de apoderarse de ellos. Hay motivo para dudar que esta asombrosa multiplicación deba su origen a un número tan reducido de animales como el que nos presentan la tradición y los primitivos historiadores.

En el Índice geográfico e histórico de la Argentina de Guzmán, notablemente adicionado por Angelis, este escritor afirma, sin manifestar los datos y autoridades en que se apoya, como suele con harta frecuencia, que el adelantado don Juan Torres de Vera y Aragón, en cumplimiento de las obligaciones contraídas por su padre político Juan Ortiz de Zárate, introdujo de Charcas 4.000 cabezas de ganado vacuno, 4.000 ovejas, 500 cabras y otras tantas yeguas y caballos, y añade que esta introducción de animales, muy considerable por aquel tiempo, fue lo que levantó el coloso de prosperidad del país. Este hecho habría adquirido doble certeza y desvanecido cualquier duda, si el señor Angelis hubiera querido indicar la autoridad en que se apoyaba. Nada le costaba haber dicho que Azara le suministró esta noticia; y decimos que habría adquirido doble certeza y desvanecido cualquier género de duda, porque el autor declara que tomó dicha noticia de una copia del archivo de Buenos-Aires.

En el tomo V de la Historia general del Perú, o sea Comentarios reales de los Incas (Madrid 1800), puede verse además, desde el capítulo XXXIII al LXVII inclusive, una relación detallada de los cuadrúpedos y volátiles, vegetales, plantas y arbustos que los españoles introdujeron en América y que no eran conocidos antes de la conquista. Allí se encuentran pormenores muy curiosos sobre los primeros introductores, el precio exorbitante de estos artículos y la manera asombrosa como se fueron propagando, hasta el extremo de venderse en 1559 a 17 duros las vacas y novillos que en 1554 valían 100, bajando a 5 en 1590. Títulos son estos a la gratitud de los americanos: si España se llevaba el oro y la plata de sus minas, en cambio arrojaba en sus desiertos campos, el germen fecundo de una riqueza más sólida y duradera.

El genio de la destrucción solo pudo arrasar gran parte de Méjico, al Cuzco, a Quito y alguna otra ciudad importante, pues el resto de América estaba poblado por tribus nómadas, o miserables rancherías diseminadas en una vasta superficie; y los españoles levantaron de sus escombros magníficas ciudades, pueblos y villas, con excelentes fortificaciones, calzadas, acueductos, etc., que nos han legado al espirar su dominio. Según los cálculos de Weis y Moreau de Jonnés, la población de América solamente costó a España sobre treinta millones de habitantes. Es indudable que una gran parte de los males que la han abrumado, los debe al descubrimiento y colonización del Nuevo Mundo; pues estas dos causas influyeron muy poderosamente en la triple decadencia de su agricultura, industria y comercio, que comenzó bajo el reinado de la casa de Austria, y cuyos funestos resultados todavía se palpan en nuestros días.

Tales son los beneficios que América debe a España, prescindiendo de las leyes que en el orden de cosas existentes, eran buenas (aunque a la distancia perdían su fuerza); de la instrucción que dispensaba a las clases acomodadas, (aunque la índole del sistema colonial hacía casi inútiles sus ventajas); y de las demás disposiciones de que siempre se encontraron animados los monarcas de Castilla respecto de sus colonias, desde Felipe II hasta Carlos III, príncipe generoso y magnánimo, verdadero padre de sus pueblos, que tantas y tan útiles medidas de conveniencia pública llevó a cabo, deseoso de mejorar la condición física y moral de sus súbditos de Europa y ultramar.

Hoy que por fortuna han desaparecido completamente las causas que nos llevaron a la arena del combate, y vemos a los hijos de la joven España, fraternizando con la causa de la civilización y de la libertad, combatir a nuestro lado, verter su sangre entremezclada con la nuestra en las murallas de Montevideo, participar de nuestras alegrías e infortunios y sostener dignamente el nombre que con tanto heroísmo ganaron en aquella región sus mayores, sentimos un verdadero placer en recordar lo que estos hicieron por nosotros. Y al pensar en aquellos tiempos y en los tristísimos que alcanzamos, rodando en alas del huracán, empapados en sangre y lágrimas, sin saber donde asentar el pie; al desnudarnos de rancias preocupaciones y de ese americanismo mal entendido de que algunos hacen gala; al considerar en su conjunto los hechos citados y otros que la falta de espacio nos obliga a callar, nos consuela un tanto y sentimos un secreto orgullo en deber nuestro origen a una nación semejante.

Entonces no podemos menos de venerar la tradición histórica que eslabona nuestro presente a su pasado, nuestra vida a su vida; entonces no podemos menos de confesar con íntima satisfacción, con la noble arrogancia de un hijo que lleva un nombre ilustre y se ve en el caso de hacer valer los antecedentes de su padre, que a pesar de todo, sean cuales fueren nuestros mutuos errores y desaciertos, jamás como hombres de progreso y de corazón, como americanos hijos de la Europa y no de los infelices indios, debemos renegar nuestra nacionalidad de raza, ni olvidar nunca que es española la sangre que corre por nuestras venas! La razón de este sentimiento, (si es que los sentimientos se explican), ya la hemos dado en otra parte.

Aun cuando nuestros ascendientes no fuesen españoles, parécenos que siempre España tendría nuestras simpatías, porque España es el país clásico en grandes acontecimientos, y el pueblo en cuyo suelo privilegiado se han resuelto desde remotos tiempos, todas las grandes cuestiones políticas de la Europa, disputándose en su recinto el imperio del mundo Roma y Cartago, Julio César y Pompeyo, y la cruz y la media luna, la reina de los mares y el capitán del siglo… Y el pueblo que con el descubrimiento y conquista de América abrió una nueva era a la humanidad y legó otro mundo virgen al cristianismo, a la política, a la filosofía, a la historia, al comercio, a la industria, a todas las profesiones, ciencias y artes; el pueblo que elegido entre ciento por la mano invisible del Altísimo tuvo la indisputable, imperecedera gloria de iniciar ese gran movimiento socialista y humanitario, para marchar a su frente y empujar al nuevo y viejo mundo en una nueva senda tan dilatada e inmensa; tan superior a todo cálculo y previsión, como la perfectibilidad y el progreso de que es susceptible la humanidad en el girar de los siglos; ese pueblo ha hecho más por la civilización y el porvenir de la Europa y del mundo, que todos los que se han engrandecido con sus despojos, con su oro, con su sangre y su inteligencia! Seamos, pues, fieles a esas venerandas tradiciones, y no reneguemos jamás de nuestra nacionalidad de raza, no olvidemos jamás que es española la sangre que corre en nuestras venas.

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La masonería, la "bestia negra" del papa Francisco. Sandro Magister: "Bergoglio es profundamente hostil a la masonería"

La masonería, la "bestia negra" del papa Francisco
el conflicto detrás de su rechazo al embajador libanés
24/10/2017

La noticia huele a rancio, a la Edad Media, a otros tiempos: el diario italiano Il Messaggero informó que el Papa rechazó la designación del diplomático libanés Johnny Ibrahim como embajador en el Vaticano porque es masón. Se lo informó el propio Francisco al primer ministro Saad Hariri, en un encuentro privado que mantuvieron hace diez días. Aunque Ibrahim reconoció indirectamente su pasado en la masonería ("ya no formo parte de ella"), la decisión de Francisco destapó una histórica controversia que nació en el siglo XVIII y el paso del tiempo no ha podido zanjar.

Por su pasado jesuita y su disposición a promover el diálogo interreligioso, los masones esperaban algo distinto de Jorge Bergoglio. En efecto, poco después de su asunción como Papa, la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones emitió un comunicado en el que saludó su designación y lo definió como un "hombre de vida austera y consagrada a sus devociones".

Sandro Magister, experto en el Vaticano, colaborador de la revista italiana L'Espresso y crítico de Francisco, concluyó en un artículo publicado hace unos meses que "Jorge Mario Bergoglio es profundamente hostil a la masonería".

Según Magister, el Papa solo habló dos veces en público sobre los masones. Y ambas tuvieron una connotación despectiva. La primera, en el avión en el que regresó de Brasil el 28 de julio de 2013, cuando se refirió al "lobby de los masones" como algo negativo, y lo puso a la altura del "lobby político", el "lobby de los avaros" y el lobby gay". La segunda, en Turín, casi dos años después, en un encuentro con jóvenes. "En esta tierra a fines del siglo XIX estaba la masonería en pleno, incluso la Iglesia no podía hacer nada, estaban los anticlericales, también estaban los satanistas… Era uno de los momentos más difíciles y uno de los lugares más feos de la historia de Italia. Pero buscad cuántos santos y cuántas santas nacieron en aquel tiempo. ¿Por qué? Porque se dieron cuenta de que debían ir a contracorriente respecto a esa cultura, a ese modo de vivir", sentenció.

Sin embargo, Magister asegura que en privado Francisco ha vuelto sobre este argumento a menudo. "La masonería es su bestia negra desde que vivía en Argentina. No tolera que se infiltre en la Iglesia, y está más que convencido de que está presente en la Orden de los Caballeros de Malta y que hay que extirparla", advirtió.

Nicolás Orlando Breglia fue gran maestre de la Gran Logia Argentina hasta hace cuatro meses. Luego de aclarar a Infobae que su opinión es estrictamente personal y que lo hace como estudioso de la historia de los masones, reflexionó: "La masonería no tiene ningún problema con la Iglesia. El problema es de ellos con nosotros".

"Los masones no estamos en contra del pensamiento religioso, pero salimos del sectarismo, porque estamos en contra de los dogmas absolutos. Creemos que todos tienen una cuota de verdad; creemos en las verdades relativas, no absolutas. Por eso, un masón para un dogmático es peligroso", insistió Breglia, antes de recordar que "los masones, sus mujeres y sus nietos" fueron perseguidos por la Inquisición y el franquismo.

El ex gran maestre ubica el inicio del conflicto con la Iglesia en el siglo XVIII, con la transición de la masonería operativa a la especulativa, que deja de tener como objetivo la construcción de templos materiales, para aspirar al perfeccionamiento individual y de la humanidad. Es justamente en esa época, en la Bula Papal In Eminenti, cuando el papa Clemente XII realizó una de las primeras condenas a la masonería. También lo hizo León XIII, al definir a la organización como un "enemigo astuto y calculador". Así las cosas, el Código de Derecho Canónico de 1917 explícitamente dispuso que "los que dan su nombre a la secta masónica (…) incurren ipso facto en excomunión".

En un trabajo de 1995 muchas veces citado, el ensayista Federico R. Aznar Gil recuerda que el Concilio Vaticano II abrió un diálogo entre masones y católicos, que se prolongó hasta principios de los 80 y se rompió definitivamente en 1983, con la promulgación del nuevo Código de Derecho Canónico. Un día antes de su entrada en vigor, el cardenal Joseph Ratzinger, entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se apresuró a aclarar que nada había cambiado con respecto a los masones.

Y nada parecería haber cambiado desde entonces. "La masonería es inconciliable con la fe cristiana", le habría dicho Francisco al premier libanés, según Il Messaggero. Hasta ahora el Vaticano se mantuvo en silencio, pero se espera que Beirut presente un nuevo candidato, lo que será una confirmación del rechazo de la Santa Sede. Las normas del pasado siguen orientando el presente. Son dogmas. Los cambios en la Iglesia, se sabe, son lentos. Pero en este caso ni siquiera se han despertado. Las esperanzas de los masones, al menos por ahora, no verán la luz.

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Juicio por Rebelión en CATALUÑA y Políticos NOM, más o menos Masones

Los recursos a la sentencia del ‘procés’
Camino muy angosto
16/10/2019
Cabe recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional y, después, ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Los expertos coinciden en las pocas probabilidades de éxito de los recursos. Los magistrados del Tribunal Supremo sostienen que no han vulnerado ningún derecho fundamental.

A pesar de que el Tribunal Supremo es la más alta instancia judicial de España y sus sentencias son firmes en cuanto se comunican a las partes, contra ellas aún cabe librar una batalla alegando vulneración de derechos fundamentales y humanos. Un camino que, sin embargo, se antoja muy angosto en el caso de la sentencia del procés, en la que el alto tribunal, anticipándose a esa vía, se ha cubierto muy mucho las espaldas al poner de manifiesto durante cerca dos centenares de páginas de su resolución que no se vulneró ningún derecho humano recogido en el Convenio Europeo de Derechos Humanos (CEDH) ni fundamental recogido en la Constitución española (CE) de los doce acusados.

“La sentencia es meticulosamente respetuosa con la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) en materia de protección de derechos humanos”, han señalado a este periódico fuentes jurídicas, que reconocen la escasa probabilidad de que prospere cualquier recurso en el tribunal con sede en Estrasburgo.

Si el Gobierno decide indultar a los políticos presos, Marchena deberá posicionarse y mostrarse a favor o en contra.

¿CUÁL ES EL RECORRIDO?
Antes de llegar a Estrasburgo, las defensas deben agotar por completo las instancias nacionales, para no incumplir el principio de subsidiariedad. De este modo, lo primero que tienen que hacer es interponer un incidente de nulidad ante el Tribunal Supremo.

Este es un escrito que, excepcionalmente, plantean los legitimados para interesar la nulidad de las actuaciones cuando la resolución dictada, en este caso por unanimidad de los siete magistrados que conforman la Sala de lo Penal del TS, haya puesto fin al recurso y no sea susceptible de uno nuevo.

Son causas de nulidad la vulneración de cualquier derecho fundamental y los defectos de forma en el procedimiento que hayan causado indefensión, siempre que no se haya podido hacer valer la denuncia en un momento anterior.

Teniendo en cuenta que es el propio tribunal sentenciador (que ha acordado condenar por sedición a penas de entre 9 y 13 años de prisión a nueve de los doce acusados por el desafío secesionista catalán) el que debe pronunciarse sobre el incidente de nulidad, todo apunta a que éste será desestimado.

TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Agotada por completo cualquier alegación en el Tribunal Supremo, el último resquicio posible en la esfera nacional se encuentra en el Tribunal Constitucional, donde las defensas de los líderes catalanes pueden interponer un recurso de amparo.

Este recurso tiene como objeto la protección frente a las vulneraciones de los derechos y libertades reconocidos en los artículos 14 a 29 y 30.2 de la Constitución. Unos derechos que, sin embargo, el Supremo ha querido dejar patente en todo momento que ha respetado de forma escrupulosa y, por tanto, las oportunidades que tiene ese recurso de amparo de prosperar se antojan remotas.

TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS
Solo después de haber finiquitado por completo en las instancias judiciales españolas pueden las defensas dirigirse al Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Este no puede pronunciarse sobre el tema que ha sido objeto de mayor controversia de la resolución del Supremo, es decir, la apreciación de un delito de sedición en lugar de la rebelión que solicitaba el Ministerio Público, sino que su ámbito de actuación se limitará, en todo caso, a la vulneración de derechos humanos durante del proceso.

La conexión entre el PSOE y Unidas Podemos se resquebraja por momentos. Tras vivir un convulso verano de negociaciones infructíferas que han dado lugar a unas nuevas elecciones, ahora ha sido la sentencia del procés la que ha vuelto a mostrar las diferencias ideológicas entre ambos partidos.El p...

Una vulneración de la que la Sala de lo Penal del TS, bajo la tutela del juez Manuel Marchena, se ha cuidado en profundidad de no cometer y dejar amplia constancia de ello en la sentencia. En el texto, de casi medio millar de páginas, los magistrados sentencian que no han violado ninguno del puñado de derechos que las defensas sostenían no habían respetado.

Estos son, entre otros, derecho al juez imparcial, derecho de defensa, derecho a un proceso con todas las garantías, derecho a la presunción de inocencia, derecho a la tutela judicial efectiva, derecho a la integridad física y moral y un largo etcétera.

En el remoto caso, según coinciden ampliamente los expertos en la materia, de que el tribunal de Estrasburgo diera la razón a los condenados, España estaría obligada, como firmante del convenio del propio tribunal, a acatar la sentencia y cumplirla.

OTROS RECURSOS PARA EVITAR UNA SALIDA PREMATURA DE PRISIÓN
En otro orden de cosas, la Fiscalía podría optar por interponer otro tipo de recursos para evitar un tratamiento privilegiado de los presos por parte de Instituciones Penitenciarias, cuya competencia está cedida en Cataluña desde 1983 al gobierno autonómico.

Habida cuenta de que al frente de ese Ejecutivo está el independentista Joaquim Torra y de que el Tribunal Supremo rechazó la petición del Ministerio Público de incluir en su sentencia un periodo de cumplimiento obligatorio de los condenados antes de pasar al tercer grado, los presos podrían estar en la calle mucho antes de lo que dictan sus penas.

Para evitar la aplicación del tercer grado (un régimen de semilibertad) o permisos ordinarios demasiado temprano, la Fiscalía ya ha anunciado que presentará “todos los recursos oportunos” ante el juzgado de vigilancia penitenciaria y ante el tribunal sentenciador si considera inadecuado el régimen penitenciario propuesto para los condenados.

NOTICIAS POLÍTICAS






























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FAMILIA: El peor enemigo es la MASONERÍA y no el Comunismo, desde Voltaire, Rousseau o Montesquieu, que están en el origen del comportamiento político de la derecha liberal pagan

El enemigo de la Familia 
No es el comunismo sino el liberalismo progre
Javier Paredes 
9/02/20
Me he quedado sorprendido de que el cardenal Rouco Varela en la presentación de su último libro haya encontrado en Lenin el origen y la destrucción de la familia, porque ese es un argumento propio de la ética perlática.

Rouco Varela en la presentación de su último libro 
La familia ante el reto de la secularización

Tiembla la moral afectada de perlesía porque ya no es moral, y se ha transformado en ética perlática, que es lo que se lleva ahora. Los temblores de la ética perlática, que cuando no hacen temblar el alma la paralizan, han desterrado los conceptos de moralidad e inmoralidad para juzgar los actos humanos.

¿Quién dijo moralidad e inmoralidad? Eso ya son antiguallas pasadas de moda, que han sido sustituidas por otras nuevas medidas de comportamiento. Para los unos, como la personificación del mal es Franco, todo lo que sea antifranquista es bueno y, a su vez, será malo cualquier comportamiento tachado de franquista. Para los otros, la encarnación del mal es Lenin o Stalin, que para el caso tanto da. Y con estos nuevos parámetros y una historia manipulada a conveniencia, por desconocimiento de la misma o por manipulación interesada, se levanta la edificación de la ética perlática, la de los unos y la de los otros.

El pensamiento de Voltaire, Rousseau o Montesquieu, está en el origen del comportamiento político de esa derecha pagana y hasta de esos católicos tan modernos, demócratas y dialogantes como lo fue Íñigo Cavero 

Y por eso me he quedado sorprendido de que el cardenal Rouco Varela en la presentación de su último libro haya encontrado en Lenin el origen y la destrucción de la familia, porque ese es un argumento propio de la ética perlática. Por lo demás, bastaría con fijarse en que los orígenes de los recientes ataques a la familia en España no los ha proporcionado ningún marxista leninista, sino un personaje al que el cardenal Rouco tuvo que conocer muy bien, por tratarse de uno de los católicos oficiales más destacado de la Transición, como Íñigo Cavero, que fue el que impulsó la ley de divorcio en nuestra patria, para que acabara rematando en el BOE Fernández Ordóñez. 

No, no puede ser cierto, y por lo tanto sospecho que todo se deba a una mala interpretación del plumilla que cubrió el acto de la presentación del libro del que fuera titular de la sede arzobispal de Madrid, porque no es posible que la ética perlática se haya inoculado en el pensamiento del cardenal Rouco, siendo todo un doctor en Derecho Canónico, príncipe de la Iglesia Católica y académico numerario de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, aunque tampoco esto último puede ser tomado como un referente, pues tan académico como Rouco de esa Real Academia es el mismísimo Rodolfo Martín Villa.

Las causas de la calamitosa situación actual de la familia son anteriores a Lenin y hay que buscarlas en la entraña de la ideología liberal progresista, elevada a categoría de verdad social y política por la Revolución Francesa. E incluso se puede retroceder en el tiempo y rastrear sus precedentes, porque el mismo Montesquieu que aportó lo de la división de poderes al Nuevo Régimen, consideró el divorcio como una necesidad natural en sus Cartas persas. Por su parte, Voltaire participa de la misma idea de Montesquieu y la expone en su Dictionnaire philosophique, concretamente en la voz “Adultère”. Y Rousseau en su concepción del “estado natural” del hombre, reduce el matrimonio a la unión libre entre los esposos y por lo tanto lo pueden constituir o disolver cuando lo deseen. En consecuencia, en los fundamentos ideológicos de nuestro mundo contemporáneo, el matrimonio ya no es el fundamento de la familia y por lo tanto la fidelidad de los esposos deja de tener sentido y el adulterio debe ser respetado.

Más tarde, a toda esta ideología disolvente de la familia los revolucionarios franceses, con la ayuda de las logias masónicas, la pusieron patas políticas, y la echaron a andar. Así es que con estos mimbres, reducido a mero contrato civil y secularizado el matrimonio, los revolucionarios franceses aprobaron la ley de divorcio en el país vecino el 20 de septiembre de 1792.

La mencionada ley francesa reconocía tres motivos para el divorcio. En primer lugar, el incumplimiento de las obligaciones conyugales que se concretaban en los siguientes casos: condenas en juicio a penas corporales, injurias graves, desorden notorio en las costumbres, abandono del domicilio de uno de los cónyuges, la emigración y la locura. En segundo lugar, también se podía solicitar el divorcio cuando uno de los dos alegara “antagonismo de humor”, o como ahora se lo denomina “incompatibilidad de caracteres”. Y en tercer lugar, se podía llegar al divorcio por mutuo acuerdo. A diferencia del primer caso en el que el divorcio era inmediato, el procedimiento era más largo en los dos últimos, pero nunca su prolongación podría durar más de un año.

En los fundamentos ideológicos de nuestro mundo contemporáneo, el matrimonio ya no es el fundamento de la familia y por lo tanto la fidelidad de los esposos deja de tener sentido y el adulterio debe ser respetado 

El carácter anticatólico de esta legislación francesa, se refuerza con la disposición de que solo los ayuntamientos podrán registrar las partidas de nacimiento, matrimonio y fallecimiento. Por lo tanto, desaparecen los libros parroquiales en todas las iglesias. Bien entendido, que en ese momento los párrocos que rigen las iglesias de Francia únicamente son los curas juramentados, los que han jurado la Constitución Civil del Clero, se han separado de Roma y están excomulgados por el papa, porque los sacerdotes refractarios, los que se han negado a jurar la Constitución Civil del Clero, por seguir fieles a Roma, o se han exiliado, o viven en la clandestinidad, o están la cárcel o están bajo tierra porque los han ejecutado. O sea, libertad, igualdad, y muchísima, pero muchísima fraternidad…

En esta situación, ¿cómo se casan los franceses por la Iglesia? Pues no quedan más que dos más maneras. O se juegan la vida los contrayentes, si les descubren casándose en la clandestinidad ante un sacerdote refractario. O se casan por la Iglesia Constitucional ante un cura juramentado. Pero en este caso queda prohibido ir a la presencia del cura antes de pasar por el ayuntamiento; de manera que solo una vez casados por el alcalde, podrán ir a recibir la bendición del sacerdote juramentado.

En este segundo caso, al dar por válido el matrimonio realizado en el respectivo Ayuntamiento, el sacerdote no podrá preguntar a los contrayentes si están divorciados y ni siquiera si están bautizados. De este modo, los revolucionarios franceses han reducido a la Iglesia Constitucional a una máquina expendedora de bendiciones posteriores al matrimonio civil.

¿Cómo se casan los franceses por la Iglesia? Pues no quedan más que dos más maneras. O se juegan la vida los contrayentes, si les descubren casándose en la clandestinidad ante un sacerdote refractario. O se casan por la Iglesia Constitucional ante un cura juramentado 

A la vista de esta situación, el historiador Ludovic Sciout en su libro L’Eglise sous la Terreur et le Directoire (La Iglesia bajo El Terror y el Directorio) escribe con toda la razón: “Uno es libre de casarse delante de un cura, pero el cura no es libre para no casar, aún en el caso de que su religión se lo prohíba formalmente”.

Mediante estas disposiciones, la secularización del matrimonio invade las naves de los templos. Nunca antes se había alcanzado tan alto grado de secularización, y ni siquiera después de la Revolución Francesa se ha llegado tan lejos, incluido Lenin. Y como el libro que ha presentado el cardenal Rouco, se titula precisamente “La familia ante el reto de la secularización”, convendría tener en cuenta todos estos precedentes secularizadores.

Situar todo el origen de los males de la familia en Lenin es conceder un mayor protagonismo al rojerío del que ya le corresponde. Y no vaya a ser que cargando la mano solo contra los de un lado, los del otro lado sigan absueltos y campando a sus anchas según la doctrina del matrimonio trazada por Voltaire, Rousseau o Montesquieu, cuyo pensamiento está en el origen del comportamiento político de esa derecha pagana y hasta de esos católicos tan modernos, demócratas y dialogantes como lo fue Íñigo Cavero.

Javier Paredes
Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá.
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