"Que nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la liturgia". No lo dice ningún jesuita ignaciano, ni el Opus, ni algún obispo gringo ultra: lo dice el Concilio Vaticano II.

"Que nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la liturgia". No lo dice ningún jesuita ignaciano, ni el Opus, ni algún obispo gringo ultra: lo dice el Concilio Vaticano II.
Eulogio López 28/04/24 

Cura: no toques la liturgia: te lo ordena el Vaticano II


Recuerden, todavía hay algo más tonto que un obrero de derechas: un varón feminista. Pero todavía hay algo más tonto que un feministo: un cura progre. Esto último es lo más tonto que puede darse.

Una de las manías de los curas progres consiste en modificar la liturgia de la Santa Misa. Por ejemplo, cambiar las palabras del canon eucarístico y, como si se tratara de una tentación irresistible, bordear el cambio de las palabras consagratorias. Lo primero es tonto, lo segundo es grave.

Lo curioso es que si alguien se atreve a recordarle al mosén que sería mejor que no cambiara la liturgia, te suelta, en el mejor de los casos, si no te manda a paseo, que qué sabes tú de eso y que dónde está eso: repito, hay que respetar la literalidad de la liturgia. Pues mire, por ejemplo en el Concilio Vaticano II. En concreto, en la Declaración Sacrosanctum Concilium, número 22, que dice así: "La reglamentación de la sagrada liturgia es de la competencia de la autoridad eclesiástica; ésta reside en la sede apostólica y, en la medida que determine la ley, en el Obispo... Por lo mismo, que nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la liturgia".

No es una cuestión tangencial. La desacralización es una de las claves de la crisis de la Iglesia actual, la más dura en 2.000 años de historia.

Cura: no toques la liturgia: te lo ordena el Vaticano II.

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Legítima defensa (2/2) Por Blas Piñar

Legítima defensa (2/2)
Por Blas Piñar 
 25/04/2024 España

D) La legítima defensa como deber. Para la opinión que estimamos más acertada, la legítima defensa que, en ocasiones, es, sin duda, un derecho heroícamente renunciable, en otras es una obligación a la que no es lícito renunciar. La legítima defensa, en tales supuestos, es un derecho-deber, sagrado y verdadero, como dice Carrara, o más bien, y para expresarle con mayor claridad, un derecho que nace de un deber. Tal sucede cuando, sin la pretensión de pagar con la misma moneda, el agredido rechaza la agresión, considerando que su muerte llevaría consigo la desgracia de quienes de él dependen, como su esposa e hijos. Tal sucede, también, con los casos del investigador que lleva adelante un descubrimiento científico beneficioso para la humanidad; del portador de un secreto decisivo, cuya sustracción perjudicaría a muchos; del jefe o cabeza de una agrupación, cuyo homicidio plantearía muy serios problemas.

León XIII

Como dijo León XIII, hay circunstancias en que «la resistencia es un deber». La legítima defensa será un derecho, como lo es, sin duda, ofrecer la otra mejilla, cuando sólo se ventilan intereses personales, pero la noción auténtica de la virtud quedaría falseada, como se ha escrito con acierto, si la renuncia a la defensa estuviera motivada por una debilidad pusilánime y una falta de corazón, que pretendiera enmascarar, con pretexto caritativo, una actitud de entrega y cobardía.

De todas formas, se trate de un simple derecho o de un derecho-deber, en la doctrina y en la práctica, se ha planteado el problema de si la legítima defensa tiene un carácter prioritario por absoluto, o subsidiario por relativo, es decir, si la legítima defensa -asumiendo la primera consideración- puede actuar de inmediato y con carácter represivo, o bien si -asumiendo la segunda- actúa en un primer tiempo preventivo, que sólo en caso de no tener éxito permite moralmente la acción represiva y con ella la muerte del agresor. En resumen, como dice el P. Pereda, S. J.: «¿Es o no subsidiario el derecho de legítima defensa? ¿Puede usarse siempre que haya ataque injusto o solamente cuando no haya otro remedio para salir de ese mal paso?» («La fuga en caso de ataque», en Rev. de D. esp. y americano, 1966, pág. 133 y s.). ¿Se puede acudir a la defensa represiva sin más? ¿No cabe distinguir, como lo hace Díaz Palos, entre defensa represiva en el caso de «necessitas inevitabilis» y de defensa evasiva en caso de «necessitas evitabilis»? («Legítima defensa», en Nueva Enc. jur. espl., Tomo XV, pág. 19 y s.).

El problema tiene una vieja raíz histórico-canóníca, pues se planteó al estudiar las irregularidades para recibir y ejercer órdenes sagradas. Si la irregularidad se producía en caso de homicidio, ¿había homicidio por parte del ordenado u ordenando «in sacris» si en legítima defensa se produjo un hecho materialmente homicida?

Ante el agresor, en efecto, cabe adoptar una postura meramente pasiva, dejándose matar, pero cabe también adoptar una postura activa de carácter preventivo y no represivo, que puede considerarse también como defensa legítima, pues con ella lo que se pretende es, sin duda, conservar la propia vida. Esta postura defensiva -evasiva-preventiva-impeditiva- puede manifestarse a través del «commodus dicessus», de las voces de auxilio, de la súplica y de la huida.

Por «commodus dicessus» se entiende la escapada cómoda, la conducta prudente que aconseja retirarse o no comparecer allí donde el ataque del injusto agresor puede producirse, como «quando quis videt inimicum suum a longe venientem». Las voces de auxilio no son más que peticiones a gritos, de socorro o ayuda ajena, con las que se aspira a atemorizar o alejar y hacer desistir al atacante de su propósito. La súplica es el ruego humilde que el agredido hace a su agresor para que se detenga y desista de su decisión criminal. La huida, por último, no es más que la fuga del propio agredido, que, como vulgarmente se dice, toma las de Villadíego o pone los pies en polvoroso.

De todas las manifestaciones del primer tiempo preventivo o evasivo de la legítima defensa -si es que realmente hay aquí defensa en sentido propiamente dicho-, la que ofrece más amplio y enconado debate ha sido y es la huida o fuga. ¿Hasta qué punto el agredido está obligado a huir? ¿Lo estará en todos los casos? ¿No lo estará en ninguno?

Frente al «nemo tenetur fugere» de Baldo se alza el «omnes fugere tenetur» de Grocio. ¿Cuál de ellos tiene razón? Si desechamos el «omnes fugere tenetur», porque «periculum famae aequiparatur periculo vitae», aún se podría distinguir, como lo hiciera la teología clásica, dentro de un casuismo quizá excesivamente minucioso y detallista, entre aquéllos para los cuales, por su condición social, la fuga no puede ser nunca deshonor, y aquéllos para los que, por ese mismo puesto social, la huida, al deshonrarlos, debe evitarse, ya que el honor también ha de considerarse y defenderse.

La distinción apuntada tiene, por un lado, un resabio clasista, y por otro, olvida que el honor es algo inherente a la persona, sin perjuicio del estamento social al que pertenezca. Si el honor es patrimonio del alma, como dijera Calderón, y la fuga se considera como deshonor –«pedes arma leporum»-, a cualquiera, como decía nuestro Vitoria, le «es lícito defenderse, ya que el huir es en si mismo una ofensa» que nadie está obligado a hacerse. Como dijo la Sentencia del Tribunal Supremo de 26 de octubre de 1944: «A nadie es exigible, ni la ley lo exige, pasar al estado poco decoroso de la huida ante una agresión no provocadas»

Por otro lado, y con independencia de las razones de honor que se alegan para no exigir la huida ante los agresores, se traen a colación -y no dejan de tener su importancialos de utilidad. La fuga -se dice en esta línea de pensamientoes un medio evasivo inseguro, ineficaz e infructuoso para el que en ocasiones no hay siquiera posibilidad material. La fuga puede ser, incluso, contraproducente, pues aumenta la audacia y agresividad del atacante, al que se irrita y enloquece, y, a la vez, aumenta el peligro que supone tropezar y caer en la huida y ser acometido por la espalda.

La estimación subsidiaria de la defensa legitima en su verdadero aspecto, que es el represivo, le arranca su carácter de derecho o de ejercicio legítimo de un derecho. El texto de las Partidas a que antes hicimos referencia proclama con toda perfección y nitidez que no hay formas de ejercicio a las que sea necesario acudir previamente, para que con carácter supletorio y subordinado la legítima defensa en tiempo represivo se configure como causa de justificación.

De todas formas, el examen exhaustivo de la legítima defensa no concluye aquí, pues queda por estudiar su extensión y requisitos. De aquéllas y de éstos, aunque sólo a esquemáticamente, nos ocupamos a continuación.

La defensa legítima, en cuanto a su extensión se refiere, ha de contemplarse en dos planos: el subjetivo y el objetivo.

Desde el punto de vista subjetivo, cabe distinguir la defensa propia o autodefensa y la defensa de otros o defensa ajena, tal y como reconoce el art. 8, núm. 4, del Código Penal español. Entre los terceros defendibles se hallan el «nasciturus», en tanto en cuanto tiene derecho a la vida. Desde el punto de vista objetivo, la defensa legítima, propia o ajena, abarca no solamente lo que se es, sino también lo que se tiene o «yo ampliado», es decir, como el artículo citado del Código Penal español señala, la persona o los derechos y, por tanto, no sólo la vida, sino la integridad física («ab tutelam corporis»), la libertad (contra el rapto y el secuestro), el honor y la honestidad, el domicilio y los bienes materiales («invasio rei»).

La doctrina, analizando la legítima defensa en su plano subjetivo, entiende que, con relación a terceros, pueden ser objeto de la misma los intereses jurídicamente protegidos de las personas jurídicas, e incluso, en situaciones muy excepcionales, el propio Estado. Tal sucedería con la muerte dada por un ciudadano al espía que, habiéndose adueñado del plan de defensa de su nación, tratase de pasar la frontera. De igual modo, y ya en el plano objetivo, se discute acerca de si en el supuesto de «invasio rei» es necesario o no que, además del patrimonio, haya o no peligro para la vida del propietario o del encargado de su custodia, entendiendo unos que este requisito es imprescindible, mientras que otros aseguran que la defensa de los bienes patrimoniales, con todas sus consecuencias, incluida la muerte del agresor, puede realizarse en atención a ellos mismos, toda vez que su destrucción o daño puede ser irreparable o no compensable, porque los mismos sean imprescindibles para el propio sustento o el de la familia, y porque no resultaría justo presenciar pasivamente el robo ante la esperanza, con escaso o nulo fundamento, de una posible indemnización. Por lo que respecta al llamado homicidio «honoris causa» Díaz Palos (ob. cit., pág. 25) estima que no puede quedar amparado por la legítima defensa cuando se trata de honor conyugal «in rebus veneris», porque el honor mancillado es el del cónyuge adúltero y no el del cónyuge inocente, al que la ley concede y reserva otro tipo de acciones para conseguir la reparación oportuna. Fuera de este caso, la defensa legítima y privada del honor viene admitida por la Jurisprudencia de nuestro Tribunal Supremo, a partir, sobre todo, de la sentencia de 1 de mayo de 1958, que, con notable acierto, dijo que el ataque verbal injurioso y grave se equipara a la agresión material.

Apuntada la doble extensión subjetiva y objetiva de la defensa privada, hay que precisar sus requisitos legitimadores. El «consensus» aquí es absoluto y, de acuerdo con el mismo, el núm. 4 del art. 8 del Código Penal español enume ra las siguientes: agresión, necesidad y falta de provocación.

Agresión: Precisada, hace un instante, que esta agresión, como «prius», puede ser tanto material como moral, se exige que la misma sea actual o inminente (requisito ontológico) y además injusta (requisito formal) (no lo sería, por ejemplo, la del agente de la autoridad en ejercicio de su ministerio). La injusticia de la agresión, a su vez, puede producirse por razón del bien agredido (agresión sustantivo) o por la con ducta brutal del agresor, con independencia de la importan cia de dicho bien, que pudiera ser mínimo (agresión adjetiva). La agresión puede partir de personas perturbadas o ebrias, ante las cuales la defensa sigue siendo legítima, pues el agredido se defiende contra el agresor, con independencia de su culpabilidad. La pena se excusa si la culpabilidad no existe, pero la legítima defensa es medida de protección tan sólo, pero nunca pena. Como precisa, con admirable sagacidad Díaz Palos (ob. cit., pág. 3 l), no es necesario esperar el comienzo de la lesión, bastando la «laesio inchoata». La agresión, de otro lado, puede ser repelida en tanto continúa (caso de secuestro, como delito permanente), pero no cabe legítima defensa en los casos de agresión de futuro o de agresión acabada, es decir, en los que existe lo que se llama «mora interpositio», como sucede en la pacífica «retentio rei» de lo robado.

Necesidad: La «necessitas defensionis» lleva consigo, conforme a la pauta de Santo Tomás, la añadidura, fruto de la templanza, que se expresa así: «moderamine inculpae tutelae», que se efectúa a través de la racionalidad del medio empleado para impedir o repeler la agresión. Esta racionalidad, como ha precisado la Sentencia del Tribunal Supremo de 29 de septiembre de 1984, requiere, a su vez, «la proporcionalidad entre la acción agresiva y la reacción defensiva (que) ha de medirse no con arreglo al criterio subjetivo del que se defiende, sino con arreglo al criterio valorativo que la recta razón dicte al juzgador», y que no es otro, a juicio de los expertos, que el marcado por lo que en tal situación haría un hombre razonable. La racionalidad-porporcionalidad que contempla la adecuación e idoneidad del medio empleado conjuga aquella agresión sustantivo (bien agredido) o adjetiva (peligrosidad de la agresión) para decidir, por ejemplo, y en un caso límite, y tratándose de la primera, que la «necessitas defensionis» no autoriza para matar al muchacho que roba la fruta.

Es verdad que la situación sociológica en que se encuentra el agredido puede ofuscarle y conducirle al quebranto de la racionalidad-proporcionalidad. Ello da origen al exceso, extensivo o intensivo, de la defensa. El exceso extensivo se produce cuando la agresión ha sido imaginada o deja de existir. El exceso intensivo cuando, aun existiendo la agresión, su rechazo, como dijimos, resulta desproporcionado o se prolonga, a pesar de que el acto agresivo se frustró.

El llamado exceso extensivo puede dar origen a la defensa putativa, es decir, a la reacción violenta contra una agresión imaginada, que, como ha ocurrido en la realidad de los hechos, motivó una broma «iocandi causa». En tales supuestos, así como en los de exceso intensivo, no entra en juego la legítima defensa como causa de justificación o ejercicio de un derecho, pero sí puede apelarse, como causa de no culpabilidad, completa o incompleta, al miedo insufrible o al error esencial e invencible.

Falta de provocación: El «pretextus defensionis» postula que la agresión no haya sido provocada por el agredido.

Nuestro Código Penal habla, por ello, de «falta de provocación suficiente por parte del defensor» (art. 8, 4.11, e). Esta provocación, al dar origen a la conducta agresiva del atacante y actuar como su resorte movilizador, convierte, de algún modo, al agredido en responsable, e ilegitima por ello la autodefensa, descalificándola jurídicamente.


Para Arbil

Los judíos de Stalin. Por Cortar Plocker

Los judíos de Stalin
Por Cortar Plocker
 24/04/2024 

No debemos olvidar que algunos de los mayores asesinos de los tiempos modernos fueron judíos.

He aquí una fecha histórica particularmente triste: Hace casi 90 años, entre el 19 y el 20 de diciembre de 1917, en medio de la revolución bolchevique y la guerra civil, Lenin firmó un decreto pidiendo el establecimiento de la Comisión Extraordinaria Panrusa para la Lucha contra la -Revolución y Sabotaje, también conocida como Cheka.


En poco tiempo, la Cheka se convirtió en la organización de seguridad del Estado más grande y cruel. Su estructura organizativa cambiaba cada pocos años, al igual que sus nombres: de Cheka a GPU, más tarde a NKVD y más tarde a KGB.

No podemos saber con certeza el número de muertes de las que fue responsable la Cheka en sus diversas manifestaciones, pero la cifra seguramente es de al menos 20 millones, incluidas las víctimas de la colectivización forzada, el hambre, las grandes purgas, las expulsiones, los destierros, las ejecuciones y las muertes masivas. en los gulags.

Se eliminaron estratos enteros de la población: agricultores independientes, minorías étnicas, miembros de la burguesía, altos funcionarios, intelectuales, artistas, activistas del movimiento obrero, «miembros de la oposición» definidos de forma completamente aleatoria e innumerables miembros del propio Partido Comunista.

En su nuevo y muy elogiado libro «La guerra del mundo», el historiador Niall Ferguson escribe que ninguna revolución en la historia de la humanidad devoró a sus hijos con el mismo apetito desenfrenado que la revolución soviética. En su libro sobre las purgas estalinistas, el Dr. Igal Halfin, de la Universidad de Tel Aviv, escribe que la violencia estalinista fue única porque estaba dirigida internamente.

Lenin, Stalin y sus sucesores no habrían podido llevar a cabo sus actos sin la cooperación a gran escala de «funcionarios terroristas» disciplinados, crueles interrogadores, soplones, verdugos, guardias, jueces, pervertidos y muchos corazones sangrantes que eran miembros del progresismo occidental. Se fueron y fueron engañados por el régimen de horror soviético e incluso le proporcionaron un certificado kosher.

Genrikh Yagoda

Todas estas cosas son bien conocidas hasta cierto punto, aunque los archivos de la antigua Unión Soviética aún no se hayan abierto completamente al público. ¿Pero quién sabe sobre esto? Dentro de la propia Rusia, muy pocas personas han sido llevadas ante la justicia por sus crímenes al servicio de la NKVD y la KGB. El discurso público ruso hoy ignora por completo la pregunta: «¿Cómo pudo habernos pasado esto a nosotros?». A diferencia de las naciones de Europa del Este, los rusos no ajustaron cuentas con su pasado estalinista.

¿Y nosotros, los judíos? Un estudiante israelí termina la escuela secundaria sin siquiera escuchar el nombre de «Genrikh Yagoda», el mayor asesino judío del siglo XX, subcomandante de la GPU y fundador y comandante del NKVD. Yagoda implementó diligentemente las órdenes de colectivización de Stalin y es responsable de la muerte de al menos 10 millones de personas. Sus diputados judíos establecieron y gestionaron el sistema Gulag. Después de que Stalin ya no lo veía con buenos ojos, Yagoda fue degradado y ejecutado, y fue reemplazado como jefe del verdugo en 1936 por Yezhov, el «enano sediento de sangre».Kaganovich

Yezhov no era judío pero fue bendecido con una esposa judía activa. En su libro «Stalin: Corte de la Estrella Roja», el historiador judío Sebag Montefiore escribe que durante el período más oscuro del terror, cuando la máquina asesina comunista trabajaba con toda su fuerza, Stalin estaba rodeado de hermosas y jóvenes mujeres judías.

Entre los colaboradores cercanos y leales a Stalin se encontraba el miembro del Comité Central y del Politburó Lazar Kaganovich. Montefiore lo caracteriza como el «primer estalinista» y añade que las muertes de hambre en Ucrania, una tragedia sin paralelo en la historia de la humanidad, aparte de los horrores nazis y el terror de Mao en China, no conmovieron a Kaganovich.

Muchos judíos vendieron su alma al diablo de la revolución comunista y tienen las manos manchadas de sangre por la eternidad. Mencionaremos sólo uno más: Leonid Reichman, jefe del departamento especial del NKVD y principal interrogador de la organización, que era un sádico particularmente cruel.

En 1934, según las estadísticas publicadas, el 38,5 por ciento de los que ocupaban los puestos más altos en los aparatos de seguridad soviéticos eran de origen judío. Por supuesto, ellos también fueron eliminados gradualmente en las siguientes purgas. En una fascinante conferencia en una convención de la Universidad de Tel Aviv esta semana, el Dr. Halfin describió las oleadas de terror soviético como un «carnaval de asesinatos en masa», «fantasía de purgas» y «esianismo del mal». Resulta que también los judíos, cuando quedan cautivados por la ideología mesiánica, pueden convertirse en grandes asesinos, entre los más grandes conocidos por la historia moderna.

Los judíos activos en los aparatos oficiales de terror comunista (en la Unión Soviética y en el extranjero) y que en ocasiones los dirigieron, no lo hicieron, obviamente, como judíos, sino más bien como estalinistas, comunistas y «pueblo soviético». Por eso, nos resulta fácil ignorar su origen y “hacernos el tonto”: ¿Qué tenemos que ver con ellos? Pero no los olvidemos. Mi propia visión es diferente. Me parece inaceptable que una persona sea considerada miembro del pueblo judío cuando hace grandes cosas, pero no considerada parte de nuestro pueblo cuando hace cosas sorprendentemente despreciables.

Incluso si lo negamos, no podemos escapar del judaísmo de «nuestros verdugos», que sirvieron al Terror Rojo con lealtad y dedicación desde su establecimiento. Al fin y al cabo, los demás siempre nos recordarán su origen.

Para ynetnews.com

El mejor rey de España fue una mujer: se llamaba Isabel. La cruz en la mano derecha y un niño indio en la izquierda, los dos signos de grandeza de Isabel I de Castilla.

El mejor rey de España fue una mujer: se llamaba Isabel. La cruz en la mano derecha y un niño indio en la izquierda, los dos signos de grandeza de Isabel I de Castilla.
Eulogio López 21/04/24 

La industria del bulo, mejor, la lucrativa industria de la denuncia del bulo, de la que tanto listillo está viviendo últimamente, de la que tanto estafador está forrándose últimamente, asegura que Internet es la reina de la mentira. Yo digo que la mentira ha estado presente con la misma intensidad, en el mundo analógico que en el digital. La diferencia es que en el mundo digital todo camina más deprisa: lo bueno y lo malo. Y todo es más grande: lo bueno y lo malo.


El Nuevo Orden Mundial (NOM) está utilizando la gran mentira de la presunta lucha contra el bulo en las redes sociales para cercenar la libertad de expresión y a uno de sus retoños: la libertad de prensa

Y digo también que no hace falta ninguna lucha contra el bulo por dos razones:

1.La verdad de una noticia no necesita de ningún Newtral, de ningún Maldita, de ningún Facebook ni de ningún Google. Necesita de la inteligencia del lector y de su ausencia de prejuicios para captar la coherencia, o incoherencia, interna del relato, que ahí es donde se ve la verdad de una crónica, de un relato o de una tesis. Además, la mentira tiene las patas cortas y una vida efímera, como la de una mosca.

2.El peligro que corremos ahora mismo, en la sociedad de la información, no es el bulo sino los buscadores de bulos. Corremos el tremendo peligro de lo políticamente correcto, el peligro real, y grave, consiste en que el Nuevo Orden Mundial (NOM) está utilizando la gran mentira de la presunta lucha contra el bulo en las redes sociales para cercenar toda libertad expresión y a uno de sus retoños: la libertad de prensa. Obsérvese cómo son los poderosos, no la audiencia, no el pueblo, quien se rasga las vestiduras contra la plaga de ‘fake news’ que presuntamente nos asola.


Una buena manera de resumir su obra la ofrece la película 'Hispanoamérica' por boca del historiador Marcelo Gullo: Isabel animaba a españoles e indios a casarse entre sí: así nació la raza hispana. Nota: no existe la raza anglo-india

Pues bien, digo que por las redes sociales me ha llegado este cartel. Es la foto de una escultura de Isabel la Católica, Isabel I de Castilla, sita en la ciudad africana de Melilla. A lo largo de nuestra geografía hay otras esculturas del mejor rey que ha tenido España, que fue una mujer, pero ninguna de cuantas conozco refleja su espíritu como lo hace ésta, con la cruz en la mano derecha y un niño indio en la izquierda, los dos signos de grandeza de Isabel I de Castilla: defensora de la cruz y defensora de los indígenas, porque sabía que, a pesar de todas sus barrabasadas, como los sacrificios humanos y el canibalismo, eran Hijos de Dios. Por tanto, no deberían ser exterminados, como hicieron los ingleses: debían ser respetados y civi
lizados.

Una buena manera de resumir su obra la ofrece la película Hispanoamérica, por boca del historiador Marcelo Gullo: Isabel animaba a españoles e indios a casarse entre sí: así nació la raza hispana. Nota: no existe la raza anglo-india 

domingo, 21 de abril de 2024

Linaje LORENZANA: Historia, Heráldica y Genealogía de san Vicente Mártir, Lorenzo Gutiérrez de Osorio, Lope Rodríguez de Lorenzana, Marqués de Lorenzana, Lucas García-Lorenzana y Cardenal Lorenzana

LEÓN: Real Colegiata de San Isidoro-Panteón de los Reyes
El Reino de León 
1. Picos de Europa
2. Heráldica 
1. Picos de Europa
Último Baluarte Celtíbero contra ROMA (19 aC)
Cuna de ESPAÑA
Torre Llambrión desde Valdeón
Naranjo de Bulnes (2519 m): ladera norte
Peña Vieja (2619 m): desde Fuente De 
Peña Santa de Castilla (2596 m)desde Soto de Sajambre
1. Reino de LEÓN
2. Linaje Lorenzana
3. Linaje Osorio
4.. Quiñones-Lorenzana-Osorio
5. Osorio-Castro
6. Reyes Católicos de Trastámara
7. España: Constitución de 1978
21. Reino de LEÓN
Progenitor de ESPAÑA en la Reconquista
LEÓN Rampante de la Victoria
Color ROJO de Sangre
(el color morado es republicano)
22. Linaje Lorenzana
Leones Sedentes, símbolo de vasallaje al rey,
y bordura de ocho eslabones de cadena
por apresamiento de ocho reyezuelos moros.
Otorgado por Ordoño I a Lorenzo Gutiérrez de Osorio
por las victorias de Clunia a los vikingos (944) 
y de Clavijo (959) a los moros
23. Linaje Osorio-2 Lobos Pasantes
Linaje leonés de los Condes de Lemos, 
Marqueses de Astorga y Condes de Trastámara
24. Quiñones-Lorenzana-Osorio
Suero, hijo de Lope Rodríguez de Lorenzana
Señor de Riolago de Babia (1467) con Enrique IV
25. Quiñones-Neira-Lorenzana-Osorio
Álvaro Quiñones y Neira, II marqués de Lorenzana.
Sobrino de Álvaro Quiñones, Osorio y Lorenzana, 
Gobernador de Guatemala y Panamá.
Marqués de Lorenzana (1640) con Felipe IV
26. Osorio-Castro
Lobos Pasantes (2) y Roeles (6)
 Pedro Álvarez de Osorio, III conde de Luna y Trastámara, 
II marqués de Astorga, primer conde de Lemos. 
Recibe en León (1493) la visita de Fernando el Católico
por el traslado desde Tánger de los restos de San Marcelo
27. Reyes Católicos de Trastámara
León, Castilla, Navarra, Aragón y Granada
Águila de San Juan, Yugo y Flechas

3. Historia del reino de León 
VIRGEN MARIA visita a Santiago en Zaragoza (año 40)
MARÍA ayuda a Pelayo: Victoria de Covadonga (722)
Catedral de Oviedo: Santo Sudario y Cruz de la Victoria
San Isidoro: Santo Cáliz de la infanta Urraca


Real Colegiata de San Isidoro: Sancha y Fernando I de León (1063)
San Isidoro: Panteón de los Reyes de León-Cripta
San Isidoro: Pantocrátor en Panteón de los Reyes
Santiago de Compostela: Catedral de Fernando II de León
Santiago en el Pórtico de la Gloria de la Catedral 
Santiago en Altar Mayor de la Catedral de Compostela
Catedral de Fernando III el Santo y Alfonso X el Sabio
Joyas de la Catedral  de León: Vidrieras
San Marcos-Monasterio renacentista de Fernando el Católico
Sede de la Orden de Santiago
N. Sra. del Mercado-Virgen del Camino, la antigua
Procesión del Viernes de Dolores desde siglo XVIII
Santiago Apóstol en la batalla de Clavijo (859)
4. Linaje Lorenzana
1. San Vicente Mártir (año 580)
2. Lorenzo Gutiérrez de Osorio (859)
3. Lope Rodríguez de Lorenzana (1430)
4. Marqués de Lorenzana (1640)
5. Lucas García-Lorenzana (1690)
6. Cardenal Lorenzana (1789)
7. Santo Toribio de Mogrovejo(1581)

41. San Vicente de León, Mártir
Abad Benedictino de San Claudio de León
San Vicente perteneció al linaje Osorio de León. Fray Atanasio de Lobera, en su “Crónica de los linajes de Galicia” relata el origen del apellido Lorenzana a raíz de la batalla de Clavijo (año 859) en la persona de Lorenzo Gutiérrez de Osorio, pariente de Alfonso II el Casto, y también relata la vida del glorioso san Vicente mártir, abad del insigne monasterio de san Claudio en León: "Vicente fue un constante perseguidor de la secta arriana, honrador y amador de la fe de Jesucristo, que por defender la una y perseguir la otra entró en batalla y perseveró en ella hasta perder la vida. No se halla otra noticia de sus cosas más de lo que se contiene en las lecciones propias que el día de su fiesta se leen, en su monasterio de san Claudio y en el breviario de las iglesias de León y Oviedo".
Hacia el año 584 Leovigildo, el arriano rey de los visigodos, levantó una cruel persecución contra los cristianos, después de ejecutar a su hijo y heredero Hermenegildo por haberse bautizado. Por su mandato muchos recibieron la corona del martirio. Leovigildo hizo asimismo celebrar Concilio en la ciudad de León, para mejor introducir, apoyar y autorizar su falsa secta. Sabiendo que fray Vicente, abad del monasterio de san Claudio (fundado fuera de las murallas de la ciudad), hacía resistencia a su doctrina, envió a llamarle y habiendo venido le dijo: ¿Eres tú Vicente, destruidor de nuestra doctrina?. A estas palabras respondió el santo abad: "aquella doctrina creo y confieso, que enseñaron los santos apóstoles san Pedro y san Pablo, y después defendió san Atanasio".
Oyendo el tirano esta respuesta mandó que azotasen al santo abad hasta que se le viesen las costillas. Ejecutóse su mandado con tanta crueldad que quedó el cuerpo del santo despedazado. No contento con esto el tirano, mandó que lo metiesen en una oscura cárcel, y que la cerrasen por fuera y sellasen con su anillo. Pero, como está Dios al lado de sus siervos en las tribulaciones, para sacarlos de ellas con honra y gloria, no faltó en ésta al abad Vicente. Porque envió un ángel que lo consoló y curó todas su llagas y golpes. Al día siguiente lo mandó el rey sacar a audiencia. Estando en ella comenzó el santo abad a hablar del alto y profundo misterio de la Santísima Trinidad. Refirió entre otras aquellas palabras del símbolo de san Atanasio: «Ninguna cosa hay primera ni postrera, ninguna mayor ni menor. Todas las tres personas son eternas e iguales».
Oído esto, arremetieron con grande furia los presentes a él, pretendiendo quitarle la vida. No dio lugar el rey a que esto se ejecutase en su presencia, mas mandó que fuese llevado a su monasterio y delante de las puertas muriese. Iba por el camino el santo abad confesando a voces el misterio de la igualdad de las tres personas de la Santísima Trinidad, según la determinación del santo concilio Niceno. Llegado a la puerta de su monasterio fue martirizado. Salieron de noche sus monjes y llevaron su santo cuerpo y lo pusieron arrimado a la pared de la iglesia justo en donde estaban los de los 12 santos mártires Claudio, Lupercio. Victorico,... (los hijos del centurión san Marcelo y santa Nonia mártires). En una piedra que está en un pilar de la iglesia de este monasterio, ha más de trescientos años que se puso allí, se refiere algo de lo que dejamos dicho en unos versos harto faltos de medida y buen latín.
El cuerpo del glorioso abad y mártir san Vicente fue trasladado a Asturias en la general destrucción de España por los infieles mahometanos. Está presente en la Cámara santa de la iglesia catedral de Oviedo, en una rica y grande arca de plata. Trajeron el uno de sus brazos a su monasterio de san Claudio en León, para que su casa y patria no careciesen de la reliquia de tan grande santo. En lo alto de su tumba están escritas estas palabras: “Esta obra mandó hacer el maestro García, arcediano de esta santa iglesia, a honra de san Vicente mártir, abad que fue del monasterio de san Claudio, en la ciudad de León, cuyo cuerpo se enterró en este arca, en la era de mil trescientos” (Es año del nacimiento de nuestro Redentor de mil doscientos sesenta y ocho).
Los Osorio pueden enorgullecerse de contarse entre las familias de nobleza más antigua de cuantas forman la nobleza española actual. De ellos dice Piferrer que la Real Casa y Sangre de los Osorio es tan antigua que aunque no se diese noticia de su origen, quedaría bien condecorada. Y Sandoval escribe que la antigüedad de su linaje es tal que eran condes y duques y de tan alta sangre, que los reyes casaban con sus hijas y ellos con las hijas de los reyes.
Fuente;
Eloy Díaz-Jiménez y Molleda (Instituto Leonés de Cultura): "Historia del Real Monasterio Benedictino de San Claudio de León". Es el único códice (siglo XVII), reproducido hoy por primera vez y en toda integridad, que narra la historia del Monasterio benedictino más antiguo de León, y acaso de España.

42. Lorenzo Gutiérrez de Osorio 
Héroe legendario de la batalla de Clavijo
Año 859: Santiago Matamoros en Batalla de Clavijo
1. Alfonso II el Casto, nació en 759, rey Astur-leonés (791-842). Peregrinó a Compostela. donde fue hallado el sepulcro del Apostol Santiago el Mayor en el año 829 (Sánchez Albornoz). Edificó una basílica.  En 808, su sobrino Bernardo del Carpio (na.770) -con ayuda de los cristianos de Pamplona- rechazó a los franceses de Carlomagno en la 2ª batalla de Roncesvalles (Ibañeta) cuando pretendía incorporar los reinos hispanos al Sacro Imperio Romano Germánico, como había hecho con la Marca Hispánica.
2. Gutierre Osorio, conde del Bierzo, pariente de Alfonso II el Casto, nació aproximadamente (na.) en el año 790.
3. Lorenzo Gutiérrez Osorio (na. 820), hijo de Gutierre Osorio (primo de Alfonso II el Casto (791-842). Rechazó a los normandos (vikingos daneses) cuando desembarcaron en Clunia-Coruña en 844* y combatió a los moros al sur del rio Miño durante el reinado de Ramiro I (842-850). Fue premiado por el rey con un señorío en las tierras de Mondoñedo. Capitaneó** el ejército astur-leonés de Ordoño I (850-856), apoyado por los vascones de García Íñiguez de Pamplona, en la batalla de Monte Laturce-Clavijo en 859*, venciendo al rey Muza II de Tudela-Zaragoza. El Apóstol Santiago*** sobre un caballo blanco decidió la batalla milagrosamente y Ordoño I le otorgó título de Conde de Lorenzana con escudo de armas: dos leones sedentes (victorias sobre vikingos y moros) y bordura de ocho eslabones de cadena (jefes moros apresados).
Fuentes:
*Claudio Sánchez Albornoz en "Orígenes de la Nación Española" (Sarpe 1985-páginas 203 y 236).
**Margarita Torres Sevilla-Quiñones de León en la revista "Historia de Iberia Vieja" (nº 8, página 47) recoge la tradición de un Lorenzana en la batalla de Clavijo como Alférez o Lugarteniente del Rey.
***Luis Suárez Fernández en "Historia de España antigua y media" (Rialp 1976).
4. Osorio Gutiérrez (na. 850), conde de Coimbra, II conde de Lorenzana, hijo de Lorenzo. Sirvió a Alfonso III el Magno (866-910) en la doble batalla del Esla (878) que tuvo dos escenarios próximos a León: Polvoraria (Benavente) y Valdemora de los Oteros. Su hermano Alonso se avecindó en León porque su mujer Blanca se negó a trasladarse a Galicia.
Año 878: Batalla de Polvoraria-Valdemora
5. Gutierre Osóriz (na. 880), III conde de Lorenzana, hijo de Osorio, cuñado del rey Ordoño II de León (914-924), participó en las batallas de San Esteban de Górmaz (917) y Valdejunquera (920) contra Abderramán III, califa de Córdoba.
6. Rodrigo Osorio, hijo de Alonso Gutiérrez y Blanca, nieto de Lorenzo. Fundador de la rama leonesa del linaje Lorenzana durante el reinado del rey García (910-914), que inició el traslado de la corte  de Oviedo a León.
Fray Atanasio de Lobera: el conde Santo
7. Osorio Gutiérrez (na. 920-1015), IV conde de Lorenzana, Conde Santohijo de Gutierre. Participó en la batalla de Simancas (939) con Ramiro II de León (931-951). Asistió con su padre Gutierre Osóriz a la gran Asamblea de nobles y obispos celebrada (950) por Ramiro II en su palacio de León. A la vuelta de su peregrinación a Tierra Santa (969) profesó hasta su muerte en el Monasterio de San Salvador de Villanueva de Lorenzana por él fundado.
8. Gómez Vela Osorio, nieto del "conde Santo", conde de Trastamara, antepasado del marqués de Astorga. Cedió la iglesia de Santo Tomé al Monasterio de Villanueva de Lorenzana.
9. Condesa Elvira, nieta de Osorio Gutierrez, IV conde de Lorenzana. En 1064, el obispo Suero de Mondoñedo pleiteó con el infante García, hijo de Fernando I por la herencia de la condesa Elvira.
Monasterio de San Salvador de Villanueva de Lorenzana (Lugo) 
Fuentes:
  1. Rodrigo Ximénez de Rada. Arzobispo de Toledo. Cita en la crónica "De rebus Hispaniae": Las tropas cristianas pidieron ayuda al apóstol antes de la batalla de Clavijo. Y la victoria, al grito ¡Santiago, cierra España! sobre 60.000 mahometanos, dió origen al apodo "Santiago Matamoros" y al "Voto de Santiago": ofrenda anual en la catedral de Compostela, diezmos de lo reconquistado a los moros.
  2. Fray Atanasio de Lobera. Cita al Pedro Feijóo, que ofrece la etimología de Lorenzana, en “Crónica de los linajes antiguos de Galicia”: Había un valiente caballero llamado Lorenzo, hijo de Gutierre de Osorio (conde del Bierzo y .primo de Alfonso II). Venció a los moros en Portugal y a los vikingos daneses en Clunia-Coruña (844), por lo que Ramiro I (842-850) le concedió las tierras de Mondoñedo (Lugo) y le señaló por armas “dos leones echados con ocho eslabones alrededor”. Casado con Ana Ponce, edificó su casa en el valle, a una legua de Mondoñedo, que los gallegos llamaron Valle de Lorenzana (Lorenzo y Ana). Un hijo de Lorenzo y Ana se llamó Alonso y fue capitán General del rey Ordoño. Alonso fue el primero que se quedó en León por causa de su mujer Blanca que se negó a vivir en Galicia, su hijo Rodrigo es el fundador de la rama leonesa del linaje".
  3. José Luis López Sangil. Cita en "La fundación del monasterio de san Salvador de Cines": "Retrocedamos para hablar de la ascendencia del conde don Aloito Gutiérrez, el cual era hijo del conde don Gutierre Aloítez y doña Elvira. Sus hermanos fueron importantes personajes como don Hermenegildo Gutiérrez, conde de Tuy y de Oporto desde el año 873, conquistador de Coímbra en el 878, y Mayordomo real de Alfonso III Magno (866-910). Estuvo casado con doña Ermesinda Gatóñez, hija del conde don Gatón y doña Egido, prima de Alfonso III. Hijos de don Hermenegido y doña Ermesinda fueron don Gutierre Menéndez, casado con doña Ilduara Eiriz, hija de don Ero Fernández y doña Adosinda; conde don Arias Menéndez, casado con doña Ermesinda Gundesíndez; doña Elvira Menéndez, reina por ser esposa de Ordoño II (914-924); doña Aldonza Menéndez, esposa de don Gutierre Osóriz, conde de Lorenzana e hijo del conde don Osorio Gutiérrez”.
  4. Claudio Sánchez-Albornoz. Cita en Una ciudad Hispano-Cristiana hace un Milenio (1947): El clérigo portador del mandato trae la noticia de que ha habido un incidente en palacio cuando se despide el conde Osorio Gutiérrez, hijo de Gutierre Osóriz, pariente y gran amigo del rey Ramiro II (898-951). Plano de la ciudad de León.
  5. José Luis Sampedro y Escolar. Cita en "El linaje Tejada, un señorío superviviente en el siglo XXI": En la batalla de Clavijo (844?) junto a Santiago, patrón de España, se encuentran el rey Ramiro, Gutierre de Osorio, antepasado del marqués de Astorga, y Sancho Fernández de Tejada.
  6. Enrique Cal Pardo. Cita el pleito por la herencia de la condesa Elvira -nieta de Gutierre Osorio, conde de Lorenzana- en Episcopologio Mindoniense (página 72)
  7. WIKIPEDIA. Osorio Gutiérrez, el Conde Santo
Caballero Cruzado de la Orden de Santiago
43. Lope Rodríguez de Lorenzana
Re-fundador del linaje Lorenzana
1. Don Lope recuperó el patronímico Rodríguez de su antepasado Rodrigo Osorio y el toponímico Lorenzana de la villa y monasterio de San Salvador de Lorenzana en Lugo, con motivo de la estructuración de la nobleza realizada por Enrique IV. Casó con María de Quiñones, sobrina del primer conde de Luna y prima de don Suero de Quiñones (1409-1456), el del “Paso Honroso" (1436). Los sepulcros de los descendientes de Lope están en Iglesia de Santa Ana de León, Catedral y Real Colegiata de San Isidoro. Es antepasado de: Santo Toribio de Mogrovejo, arzobispo de Lima; Marqués de Lorenzana. gobernador de Guatemala y Panamá y Francisco Antonio de Lorenzana, arzobispo de México y cardenal de Toledo.
Año 1436: Don Suero de Quiñones, último Caballero Andante
2. Don Suero de Quiñones, hijo de Diego Fernández de Quiñones, primer conde de Luna (1462). Diego era hijo de Pedro Suárez de Quiñones, Merino (Magistrado) mayor de las Asturias y de León, uno de los nobles más poderosos del reinado de Juan II de Castilla. Pedro era nieto de Álvar Pérez de Quiñones, primer señor de Alcedo y de Luna (Babia).
Don Suero fue educado en la corte de Juan II de Castilla y León, padre de Isabel la Católica. Combatió al lado de su protector y amigo, el Condestable de Castilla Álvaro de Luna, en la sangrienta batalla de Higueruela (1431), donde treinta mil infieles granadinos quedaron sobre el campo.
Don Suero desafió a todos los caballeros, peregrinos al sepulcro del apóstol Santiago, a rendir homenaje a su dama secreta o a romper lanzas bajo el puente del río Órbigo. Presidió el torneo don Fadrique, almirante de Castilla: ciento treinta y seis caballeros entre españoles y extranjeros aceptaron el desafío entre en 12 de Julio y el 9 de Agosto del año Santo 1436.
Murió a manos del señor de Villagarcía que quiso vengar una herida leve en el desafío del Órbigo. Está enterrado en el monasterio de San Francisco de León y no en el panteón de la familia Quiñones en la Real Colegiata de San Isidoro de León.
Fuente: Luis Alonso Luengo "Don Suero de Quiñones" (Madrid 1943)
Peña Ubiña desde Riolago de Babia
Palacio del señor de Riolago de Babia y marqués de Alcedo
Escudo Quiñones, escoltado por los de Lorenzana (izq) y Osorio (dcha)
3. Suero de Quiñones Lorenzana y Osorio, hijo de Lope Rodríguez de Lorenzana, casado con María Álvarez de Rabanal, primer señor de Riolago de Babia y de Alcedo (1467) por la merced de Enrique IV. Dió origen a cuatro marquesados: Montevirgen, Villasinda, Villapadierna y Lorenzana. Hijos de Suero: Velasco Pérez de Quiñones y Osorio, casado con Leonor de Gabilanes, es antepasado de los marqueses de Alcedo y San Carlos. Su otro hijo Alonso Álvarez de Quiñones y Osorio dió origen al marquesado de Lorenzana.
4. Álvar Pérez de Osorio, IV conde de Villalobos, II conde de Trastámara, duque de Aguiar y primer marqués de Astorga por merced del Rey don Enrique IV (1454-1474). También fué Capitán General de Galicia y Asturias. Casa solariega en Valderas (León). Contrajo matrimonio con doña Leonor Enríquez (hija de Fadrique Enríquez, almirante de Castilla, y de doña Teresa de Quiñones, cuñada del primer duque de Alba), naciendo de esa unión: Pedro Alvarez Osorio e Isabel Osorio, esposa de Bernardino de Quiñones, II conde de Luna.
Escudo Castro-Osorio: Palacio-Parador de Monforte de Lemos
5. Pedro Álvarez de Osorio, primer conde de Lemos, II marqués de Astorga y III de Trastamara. Recibe en León (1493), con el almirante de Castilla y Francisco Fernández de Quiñones y Osorio, III conde de Luna, la visita del rey Fernando el Católico, con motivo del traslado, desde Tánger a León, de los restos de San Marcelo, recuperados por el rey Alfonso de Portugal.
León: Iglesia románica Nuestra Señora Mercado en Camino de Santiago
6. Bernardino Rebolledo Villamízar y Lorenzana, conde de Rebolledo. Bautizado (1597) en Nuestra Señora del Mercado de León. Murió (1676) soltero. En la batalla de Simancas (939), el rey Ramiro II recompensó a su antepasado leonés, que tuvo que defenderse con una rama de roble (rebollo), con el escudo de armas: roble coronado de trece estrellas en orla (caudillos moros vencidos). Otro Rebolledo estuvo con Pedro I en los campos de Montiel (1369) contra el regicida Enrique de Trastamara.
Desde los 14 años sirvió contra el turco y los piratas berberiscos como alférez de infantería de marina en las galeras españolas de Nápoles y Sicilia. Participó en la toma de Mantua por los imperiales, herido de un arcabuzazo en el brazo derecho compone elegantes versos sobre las hazañas de los tercios españoles. Felipe IV le nombra (1630) gentilhombre de su hermano el cardenal Don Fernando. Representó a España en las negociaciones del emperador alemán con los protestantes siendo recompensado (1638) con el título de Conde del Sacro Romano Imperio. En 1640 asciende a Maestre de Campo de un Tercio de la Infantería Española en el Palatinado. Capitán general de artillería en la frontera de Luxemburgo hasta la paz de Westfalia (1648) que pone fin a la guerra de los “Treinta años” entre Francia y el Imperio. Consejero militar de Federico III de Dinamarca en el sitio de Copenhague por Carlos X de Suecia. Ministro supremo de Guerra en 1662.
Fuente: Policarpo Mingote “Varones ilustres de León”.
León: Castillo de Valencia de don Juan (antigua Coyanza)
7. Marqués de Villasinda (1635). Palacio en calle Ancha (antiguo hotel Paris), esquina a la calle del Cid. Escudos en fachada: Osorio, Quiñones, Lorenzana, Quirós y Guzmán. Descendiente de Leonor de Quiñones, hija de Diego Fernández de Quiñones, primer conde de Luna. nieta del del primer conde de Alba. Casada con Pedro de Acuña, hijo de Martín Vázquez de Acuña y Portugal, primer conde de Valencia de don Juan, y de la hija del infante Juan de Portugal. Juan, I duque de Valencia de Campos, era hijo de Pedro I de Portugal el Justiciero, casado con Inés de Castro, que reinó después de morir (1365). Hermana del cardenal Quiñones y fundadora en 1512 de las Concepcionistas de León. Dama de doña Isabel la Católica (1491). "Por codicilo, su madre doña Juana Enríquez, deja a su hija Leonor toda su herencia, para fundar en su Casa Palacio de León (1515) un Convento dedicado a María Inmaculada.

44. Marqués de Lorenzana
Gobernador de Guatemala y Panamá
1. Álvaro de Quiñones Osorio y Lorenzana, primer marqués de Lorenzana (1640). Casado con Francisca de Castro Neira. Caballero de Santiago. Presidente de la Audiencia de Guatemala. Gobernador Guatemala y Panamá.
Genealogía del Marqués
Hijo de Diego Pérez de Quiñones y Lorenzana, y Francisca Osorio.
Nieto de Alfonso Álvarez de Quiñones y Lorenzana, y María Vázquez de Miranda.
Nieto 2º de Suero Pérez de Quiñones y Lorenzana, y María Álvarez de Ravanal, señora de Riolago de Babia.
Nieto 3º de Lope Rodríguez de Lorenzana (de la Rua de León), y María de Quiñones.
Nieto 4º de Velasco Pérez de Alcedo, señor de Alcedo.
Nieto 5º de Suero Pérez de Quiñones.
Nieto 6º de Arias Pérez de Quiñones.
Nieto 7º de Pedro Álvarez de Quiñones, Merino mayor de las Asturias y Señor de Luna, casado con Violante Ponce de León.
Fuentes: 
-Antonio Valladares de Sotomayor: "Semanario erudito de Avisos" (Volumen XXXI, 30/4/1641, Página 50): "S.M. ha creado Marqués de Lorenzana a Álvaro de Quiñones Osorio y Lorenzana, caballero de Santiago, señor del Valle de Riezo y Coladilla, Presidente de la Audiencia de Guatemala. Es descendiente de la casa de los Condes de Luna, incorporada hoy a la de Benavente, a la que perteneció Lope Rodriguez de Lorenzana, de la Rua de León, de cuya casa fué San Vicente, Abad de San Claudio y primer Mártir benedictino en España (año 522). Casado con Francisca de Castro Neira. Su hijo Diego de Quiñones Neira es el 2º marqués de Lorenzana.
-Luis Villar y Pascual: "Diccionario histórico, genealógico y heráldico de familias ilustres (1859)" (Página 20): Álvaro de Quiñones Osorio y Lorenzana, casado con Francisca de Castro. Primer Marqués de Lorenzana, del Consejo real de Felipe IV, Contador mayor del Reino, Gobernador, Capitán general y Presidente de la real Audiencia de las provincias de Panamá y Guatemala
Palacio de Álvaro Quiñones y Neira en c/ Serranos nº 9-León
Escudo del II marqués Lorenzana: Quiñones-Neira-Lorenzana-Osorio
2. Álvaro Quiñones y Neira, II marqués de Lorenzana. sobrino del primer marqués. Hijo de Isabel de Quiñones y José de Neira. Caballero de Santiago. Palacio en León (c/ Serranos nº 9) con escudo de 4 cuarteles: Quiñones-Neira-Lorenzana-Osorio.
3. Fernando Quiñones y Lorenzana, marqués de Montevirgen. Palacio sin escudo en plaza Torres de Omaña. Casado con Antonia de Abaurre.
4. Juan Manuel Quiñones-Abaurre y Lorenzana (1749 - 1803). Marqués de Montevirgen. Su hija María Victoria casó con Ignacio García-Lorenzana Cienfuegos de Villasecino de Babia (Tataranieto de Lucas, no tuvo hijos).
5. Federico Castañón y Lorenzana (1770-1836). Nació en Vegamián (Riaño-León). Perteneció al cuerpo real de “Guardias de Corp” (1794 - 1808), su bautismo de sangre tuvo lugar en “la guerra de las naranjas” contra Portugal que supuso la conquista de Olivenza (1801).
Aunque toda la guarnición de Madrid estaba acuartelada el 2.Mayo de 1808, tomó parte con Daoiz y Velarde en la lucha contra los franceses del general Murat. La Junta de salvación y defensa de la ciudad de León le nombró Comandante general de la quinta división. Tomó parte activa, con soldados leoneses bisoños, en la batallas de Rioseco, Logroño, Albelda, Tudela (coronel con Castaños) y Zaragoza (1809, 2º sitio) donde perecieron 50.000 españoles antes de la honrosa capitulación. Castañón se fugó con otros oficiales llegando a León en estado lastimoso. 
El general García, que mandaba la cuarta división de Astorga, dió el mando de un batallón de tropas ligeras “Tiradores de León” al atrevido guerrillero Castañón. Durante casi dos años operó en terreno ocupado por el enemigo francés al abrigo de las montañas, desde Camporredondo a La Robla. Desde Astorga atacó al general Waltó que muere y sus tropas se dispersan después de tres brillantes cargas a la bayoneta. En el combate del Puente de Orbigo mandó la división de vanguardia. Para proteger la división de Asturias tuvo que rebasar el puerto de Leitariegos en pleno invierno. En la decisiva campaña de 1813 con Wellington (100.000 hombres) peleó con el grado de general de la primera Brigada de la cuarta División. En Vitoria ocho mil franceses no lo contaron. En el sitio de San Sebastián recibió dos balazos, en el brazo izquierdo (quedó manco) y en la cadera, teniendo que retirarse de la milicia. En 1821 fue nombrado gobernador de Zamora. Al año fue desterrado a Sevilla por los liberales. Después de desempeñar la inspección del Ejército de Galicia volvió a León como Delegado de Policía. En mayo de 1833 fue nombrado Capitán general de Vascongadas, muriendo en 1836 cuando preparaba el viaje a Baleares para tomar posesión de la Capitanía general. 
Fuente: Policarpo Mingote
6. José María Quiñones de León y Lorenzana (1788-1853). Marqués de Montevirgen. Ministro de Hacienda de Fernando VII.
7. Cayo Quiñones de León (1818-1898), hijo de José María. Embajador en París. Marqués de San Carlos. Diputado Conservador (1858 y 1876).
8. Fernando Quiñones de León, hijo de Cayo (1858-1931). Señor de Riolago de Babia. Marqués de Alcedo, Montevirgen y San Carlos. Grande de España. La II República elimina los títulos nobiliarios.
Fuente: Marqués de Alcedo: "Quiñones de León" (1918)
9. José Quiñones de León, sobrino de Cayo. Amigo íntimo de Alfonso XIII. Embajador en París y en la Sociedad de Naciones. Fue homenajeado (1929) en León con asistencia del general Miguel Primo de Rivera, presidente del gobierno. El homenaje fue organizado por Miguel Zaeradiputado cofundador de Unión Patriótica, vicepresidente de la Diputación de León y director del proyecto "Granja-Escuela Agro-Pecuaria".

León: Ciudad romana entre los rios Bernesga y Torio
"La Granja": Proyecto-Realización de  Miguel Zaera
10. José Jaraquemada y Quiñones, XIV marqués de Lorenzana. Su hijo Mateo Jaraquemada y Guajardo-Fajardo (1907-1984), XV marqués de Lorenzana, donó (1982) el Palacio de Trujillo para sede de la Academia de las Artes y las Letras de la comunidad de Extremadura.
Palacio Lorenzana en Trujillo
11. María del Pilar de Casanova y Barón, hija de María Dolores de Barón y Osorio. XXV Marquesa de Astorga con Grandeza de España, Duquesa de Maqueda.
Osorio-Marqués de Astorga: Lobos pasantes
Boda de la Marquesa de Astorga
Presidió en 2013, el homenaje de Astorga al Estandarte de la batalla de Clavijo (859); rindiendo honores el Regimiento de Artilleria Anti-Aérea.
2013: Homenaje militar al Estandarte de la batalla de Clavijo
María del Pilar es descendiente de Rafael de Casanova, héroe español del 11/S/1714 en la guerra de Sucesión a Carlos II (Fecha de la Díada secesionista de Cataluña por falseamiento de la historia). 

45. Lucas García-Lorenzana
Señor de Villasecino de Babia
Caballero de Santiago
Valle de Villasecino de Babia en León
Peña Ubiña de Babia en León (2411 m.)
Peña Ubiña desde Villasecino de Babia
1. Lucas García-Lorenzana (1660-1727) perteneció a la Orden de Santiago, unió los dos apellidos principales de Villasecino de BABIA: García de su padre y Lorenzana de su madre. Fundó el mayorazgo García-Lorenzana y edificó la casa solariega con dos torreones y capilla adosada. "De García arriba, nadie diga" reza uno de los dos escudos de la fachada del palacio. Su madre pertenecía probablemente a la rama Quiñones-Lorenzana de los señores de Riolago de Babia y marqueses de Alcedo. El sepulcro de Lucas está en la capilla dedicada a la Virgen de la iglesia parroquial de Villasecino.
1700: Casa-solariega de Lucas con Torreones, Capilla y Escudos
2. Fernando García-Lorenzana, nació (1712) en la casa-solariega de su abuelo Lucas, donde se conserva su gran retrato, firmado en 1743. Fue gran devoto de la Virgen y se consagró a la Iglesia. Caballero de la Cruz de Oro. Prior de Santa María del Texo (Burgos).
1743: Fernando García-Lorenzana de Villasecino 
3. Ignacio García-Lorenzana (1735), bisnieto de Lucas, casado con María Manuela Cienfuegos. Hospedó al ilustrado político Jovellanos, amigo del Cardenal Lorenzana, en su viaje por León para inspeccionar las carreteras. Su hijo Ignacio García-Lorenzana Cienfuegos se casó con María Victoria Quiñones Lorenzana: no tuvieron hijos.
Fuentes:
-Melchor Gaspar de Jovellanos: "Viaje por León en 1792"
-Luis Mateo Díez, premio nacional de Literatura: "Relato de Babia". Espasa Calpe-Austral (1991)
6. Cardenal Lorenzana
Arzobispo de México y Toledo
Caballero de la Orden de Carlos III
Francisco Antonio de Lorenzana y Buitrón nació en León (1738) de un antiguo linaje que han hecho grande los santos Vicente de León Mártir (+580) y Toribio de Mogrovejo, arzobispo de Lima (+1606). Arzobispo de México (1766) y Toledo (1772), Cardenal de la sede primada de España (1789). Desterrado (1800) por Godoy, favorito de la reina y responsable de la entrega de España a Napoleón. Protegido y amigo del papa Pío VII, enterrado (1820) en un mausoleo de la basílica de la Santa Cruz de Roma, su epifacio reza “aquí yace el padre de los pobres”. Su retrato se encuentra en la sala capitular de la catedral de Toledo. El altar de mármol de su capilla mozárabe es una donación del cardenal. Concedió indulgencias al que rezara un “Ave María” ante la imagen de Nuestra Señora del Mercado, antigua del Camino, que se venera en la iglesia románica más antigua de León.
Donó su biblioteca personal y la arzobispal a la ciudad de Toledo, hoy es la segunda más importante de España y está instalada en el Alcázar del emperador Carlos, arruinado por el Frente Popular de la II República (1936) y reconstruido por Franco. Gran liturgista, historiador y humanista, supo conjugar la teología, la ciencia y los intereses sociales. Fundó hospicios para huérfanos y la Universidad de Toledo. Recuperó los primitivos autores cristianos toledanos y parte de la obra de Maimónides, el gran filósofo judío cordobés y médico del sultán Saladino de Alejandría. En colaboración con el padre agustino Enrique Flórez de origen babiano escribió la Historia eclesiástica de España (29 volúmenes).
Es el último Inquisidor general, perdonó al hereje y masón Pedro de Olavide y Jáuregui, amigo de Voltaire y Casanova. Colaborador del ministro Aranda en su escalada al poder después del motín de Esquilache. En palacio de León (Plaza Torres de Omaña) se conserva el escudo de armas del linaje Lorenzana.
Fuente: Policarpo Mingote
Palacio del cardenal Lorenzana en plaza Torres de Omaña de LEÓN
Escudo en palacio del Cardenal Lorenzana
Ascendientes del Cardenal 
Padres: Jacinto Manuel María Rodríguez de Lorenzana Buitrón y Varela (León 1686), Alcalde mayor de los Hijosdalgo de León y Regidor perpetuo de la ciudad; y María Josefa Irauregui y Salazar (Castro Urdiales).
Abuelos paternos: Pedro Francisco Buitrón Lorenzana y Nieto Osorio (León 1665), Capitán del Regimiento de España y Corregidor de Carrión de los Condes; y Beatriz María Varela y Sotomayor (Chantada).
Bisabuelos paternos: Manuel Rodríguez de Lorenzana (León 1641), regidor perpetuo de León; y María Nieto Osorio (León). Diego Varela y Beatriz Sotomayor.
La hidalguía de los Lorenzana leoneses quedaba atestiguada casi en cada muro de la ciudad al igual que su prestigio y poder social. De cara a la sociedad de la corte, el cardenal incorpora informaciones que completan el perfil de su nobleza:
-Antepasados que ejercieron el cargo de Alcalde de los Hijosdalgo de León
-Mayorazgo de la Casa de Lorenzana, cuyo solar está desde 1540 en la plaza de las Torres de Omaña
-Pertenencia a la Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro
-Pertenencia a la Cofradía de Caballeros Hijosdalgo de León
-Enlaces de la Casa de Lorenzana con estirpes de la primera nobleza: condes de Luna y marqueses de Villasinda a través del apellido Quiñones
-Sepulturas dotadas y honorables en: Conventos de san Francisco y de Santo Domingo de Guzmán de León, Real Monasterio de san Claudio, Crucero y capilla del Dado en la Catedral de León, Parroquia de santa Ana de León
-Pruebas de hidalguía y limpieza de sangre de sus ancestros
-Santos y beatos de la estirpe: San Vicente Mártir y Venerable Padre Marcial de Lorenzana
-Pedro de Lorenzana, hermano del Cardenal, poseedor de los mayorazgos y señoríos de la Casa de Lorenzana
-Otros antepasados directos: Andrés de Lorenzana, caballero de Santiago y canónigo de san Marcos de León. Diego Riaño Lorenzana, caballero de Santiago.
Parientes de calidad y nobleza probada 
-Diego Rodríguez de Lorenzana, mayordomo del principe Felipe IV. Caballero de la Orden de Malta.
-Alonso Rodríguez de Lorenzana, caballero de Santiago y capitán de Caballería en Nápoles.
-Luis de Santisteban Lorenzana, capellán de honor de su Majestad.
-Francisco de Aguirre Lorenzana y Ambrosio Varela Lorenzana, canónigos de la Catedral de León y arcedianos de Mayorga.
Durante la Baja Edad Media, la estirpe del Cardenal desempeñó oficios de Regidores de León sin renunciar al comercio y posteriormente elevaron su nivel originario de burquesía urbana al rango de nobleza de linaje mediante Matrimonios con nobleza de sangre y Creación de mayorazgos.
Otro de los rasgos que reflejan el prestigio de una estirpe es la recreación de leyendas y genealogías  que se remontan hasta los tiempos heroicos de la Reconquista de España.
Conclusión: Los siglos XVI y XVII consolidan el poder de los Lorenzana, Con el Cardenal el linaje se aúpa a los primeros puestos de la nobleza española.
Casa condal gallega, origen del linaje Lorenzana
-Gutierre de Osorio, c/ Elvira, coetáneo de Ramiro I
-Osorio Gutiérrez (890-920), hijo de Gutierre, conde de Lorenzana
-Hermenegildo Gutiérrez (+912), hijo de Gutierre, c/ Ermesinda Gatóniz
-Gutierre Osóriz, hijo de Osorio, conde c/ Ildonza, hija de Hermenegildo Gutiérrez
-Elvira Menéndez, hija de Hermenegildo Gutiérrez, c/ Ordoño II de León
-Osorio Gutiérrez, hijo de Gutierre Osóriz, Conde fundador del monasterio de San salvador de Villanueva de Lorenzana (Lugo)
-Adosinda, hija de Gutierre Osóriz, c/ Ramiro II de León
-Ramiro II, hijo de Elvira Menéndez y Ordoño II
Origen documentado de los Lorenzana leoneses
Durante el reinado de Juan II, encontramos como jefe de la familia leonesa a Lope Rodríguez de Lorenzana "el de la Rua", junto a su cuñado el caballero don Suero de Quiñones, durante las querellas entre los Lorenzana y los Quiñones con los Guzmanes de Toral.
En 1521, el comendador Diego Rodríguez de Lorenzana fue comisionado por la ciudad de León para presentar excusas al emperador Carlos V por haber tomado parte en el levantamiento de las Comunidades.
En 1642, otro pariente del cardenal, Álvaro de Quiñones Osorio y Lorenzana. gobernador de Guatemala es premiado con la dignidad de Marqués de Lorenzana por Felipe IV.
Fuente: Margarita Torres Sevilla-Quiñones de León
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Por su madre y su cuñado el general Francisco de Quiñones, desciende de la rama Quiñones de Sena, una escisión de los Álvarez de Asturias, Merinos Mayores de León y Asturias, Adelantados Mayores y señores de Luna, Alcedo, Sena,... Enrique IV concedió el título de conde a la línea primogénita de los Quiñones de Luna, que es considerada la primera en prestigio, alianzas, señoríos y sangre de los linajes leoneses. Sus redes de parentesco, hábilmente tejidas por Diego Fernández de Quiñones y su esposa María de Toledo, padres del célebre Suero de Quiñones, el de la hazaña del "Passo Honroso", enlazan a los Almirantes de Castilla, condes de Benavente, marqueses de Astorga, condes de Valencia de Don Juan,
Suero de Quiñones Lorenzana y Osorio, hijo de Lope Rodríguez de Lorenzana, casado con María Álvarez de Rabanal, primer señor de Riolago de Babia (1467) por la merced de Enrique IV, dió origen a cuatro marquesados: Montevirgen, Villasinda, Villapadierna y Lorenzana. Hijos de Suero: Velasco Pérez de Quiñones y Osorio, casado con Leonor de Gabilanes, es antepasado de los marqueses de Alcedo y San Carlos. Su otro hijo Alonso Álvarez de Quiñones y Osorio dió origen al marquesado de Lorenzana.
Fuentes:  
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