martes, 5 de junio de 2012

Cine Anti-Masónico: Guerra Cristera en México (415)


Religión en Libertad
Pablo J. Ginés 
(1 junio 2012)
El 1 de mayo se estrenó en Estados Unidos "Cristiada". El director nos habla de su espiritualidad, su enfoque épico y los hombres que vivieron la persecución del laicismo más radical.

"Cristiada", con el título en inglés "For Greater Glory", es una película ambientada en la Guerra Cristera de 1926 a 1929, protagonizada por Andy Garcia, con la presencia también de Peter O’Toole, Eva Longoria, Karyme Lozano y Eduardo Verástegui. En sus dos primeras semanas en la cartelera mexicana "Cristiada" superó el medio millón de espectadores y fue la más vista en el fin de semana de su estreno.


"¿Puede un gobierno ordenar al pueblo que actúe contra su fe?": así resumía Andy García el tema de "Cristiada" en una entrevista con CNSNews.

Hemos hablado en profundidad con el director de la película, Dean Wright, un protestante asombrado por el coraje y la intensidad de la fe del pueblo católico mexicano en los años 20. También es, como él admite, un enamorado del cine épico (realizó los efectos especiales de "Crónicas de Narnia" y "El Señor de los Anillos") y está convencido de que "Cristiada" recoge esa épica.

-Señor Wright, ¿justifica esta película el uso de la violencia para lograr un fin político? Después de todo, no trata sólo de mártires desarmados sino de una lucha armada.

- En México, en los años 20, el Gobierno hacía algo mucho más grave que simplemente restringir el culto católico: confiscaron propiedades de la Iglesia y expulsaron a los clérigos extranjeros y prohibían casi todas las misas. Para los mexicanos la fe era su forma de vida, la parroquia era el centro de la vida en cada pueblo y abundaba la gente de confesión frecuente o comunión diaria. Las protestas al principio fueron pacíficas. Intentaron varias cosas: desobediencia civil, boicots a productos del gobierno federal, manifestaciones... Y la reacción de los federales fue enviar tropas a Guadalupe. Las tropas mataron cien personas en una misa porque era "ilegal". A partir de ahí, era difícil contener la violencia. La película no dice que la violencia sea el camino. Los personajes en la película, como en la vida real, dudan de si hacen lo correcto.

Lo asombroso es que el general de los cristeros, Gorostieta, estaba ganando la guerra a las tropas federales. Los embajadores extranjeros, movidos por razones económicas, presionaron al Gobierno y éste retrocedió y retiró la mayor parte de sus medidas antirreligiosas. La paz llegó cuando el Gobierno cedió. Los cristeros no participaron en las negociaciones: muchos volvieron a casa, otros fueron perseguidos o cazados. Pero sin su acción militar ¿se habría logrado esa libertad? Yo creo que no.

- ¿Cómo muestra la película la diferencia entre "fanatismo" y "fuertes convicciones"? El Gobierno federal presentaba a los católicos como meros "fanáticos".
- Los personajes de la película se hacen preguntas, tienen dudas, son humanos, cometen errores y hay momentos críticos en los que se dan cuenta. Cuando ves que se hacen preguntas reconoces que no son fanáticos.

- Usted busca dar un toque épico, hacer una película épica, pero esta no es una película fantástica, aquí mueren seres humanos. ¿Eso no entorpece el sabor épico?


- Me gusta el cine épico: he hecho los efectos de Titanic, de El Señor de los Anillos, de Crónicas de Narnia. ¡Quiero hacer épica! Pero en Cristiada no sólo mostramos las batallas, sino también sus consecuencias, el sufrimiento y la tragedia que trae la guerra. Eran hermanos matando a hermanos, como en la Guerra Civil americana, o la española. Como cineasta no puedo predicar y decir "esto no debió pasar": me limito a contar lo que pasó pero, sí, fue terrible y así lo muestro.

- En la película impresiona la escena de los cristeros ahorcados por federales en los postes de telégrafos. Está basada en una fotografía real, en Jalisco, ¿no?

- Sí, es una imagen icónica de esa guerra. No solo sucedió así, sino que la imagen tiene un gran simbolismo. De hecho, la película tiene muchas escenas así: históricas y simbólicas a la vez. No sólo me documenté, sino que viajé a los lugares de los hechos, hablé con las familias y descendientes de los protagonistas, del general Gorostieta, de algunos mártires.

- En la Guerra Cristera participaron adolescentes y niños y la película lo recoge.

- Evidentemente, no queremos fomentar el uso de niños soldado. Mostramos lo que pasó, con su mezcla de lo dulce y lo amargo, de lo inspirador y lo que nos rompe el corazón. José, uno de los chavales de 14 años que hace de niño cristero, lo expresa muy bien. Lo cierto es que los federales atacaban a familias enteras, entraban en casas y disparaban contra padre e hijos y violaban a las mujeres. Muchos niños, a veces huérfanos, huían al desierto, a la montaña, o intentaban llegar a Estados Unidos. Otros se sumaban a los cristeros. Era otra época, la gente maduraba joven. Pero en la película un personaje dice a su hijo, claramente: "no vayas a la guerra".

- ¿Cómo aborda la película el tema de los mártires, la gente que murió sirviendo a la Iglesia pero sin recurrir a las armas?

- Mostramos distintos tipos de personajes que rechazan la violencia. Uno de los pocos personajes ficticios de la película es Adriana, que representa lo que hicieron muchas mujeres mexicanas: marchar en las manifestaciones, recoger firmas... y ver como sus seres queridos van a la guerra. Ella se lo plantea. ¿Es lícito tomar las armas si te han prohibido la libertad y tu religión? ¿Cuánto aguantar sin alzarte? Alzarse en armas fue lo que al final causó que el Gobierno tuviese que pactar. Sin eso, creo que no habría habido acuerdo. El tema de fondo, en mi opinión, es la libertad: de religión, de comercio, de familia... Si pierdes eso, la gente se alza.

- ¿Trata la película el papel de la Masonería?

- No, no lo tratamos. Sé que se dice que el presidente federal, Plutarco Elías Calles, era masón. Pero en una película no hay mucho tiempo, hay que elegir los temas y nos centramos en otros asuntos.

- Polonia tiene ya películas sobre sus mártires del comunismo, como Popieluszko. Ahora la tiene México con sus mártires. Pero en 2014 se cumplirán 80 años desde los primeros mártires españoles, los de la Revolución de Asturias, y el cine español no ha hecho ninguna película sobre nuestros mártires.

- Bueno, esta historia mexicana no la cuenta un mexicano. La cuento yo, que soy un gringo presbiteriano. Mi padre es pastor presbiteriano, y yo cuento una historia de mártires católicos. Fueron unos mexicanos los que me explicaron esta historia y me dijeron que merecía ser contada. Y vi que era cierto. La pude contar con cierto distanciamiento. No lo hizo un mexicano, ¿quizá por una resistencia en el país? ¿Temían no hacerlo bien? ¿Temían presiones del Gobierno o la Iglesia? No sé.

La mayoría de los mexicanos no sabe nada de esa época, de lo que pasó. No se enseña en las escuelas. A mí, la resistencia de aquellas personas ante la opresión me pareció heróica, y conecté con la historia. Expliqué la historia de forma que también el público norteamericano lo entendiera, disfrutara con la historia y admirara a los mexicanos, quizá como nunca han hecho. Yo me conmoví con la historia de la cristiada.

Quizá una película sobre los mártires de España necesita a un director extranjero, alguien de fuera que se conmueva con las historias. Y que no haga una película de bandos muy buenos y muy malos, porque eso el público lo rechazará. Cristiada intenta reflejar los errores y las imperfecciones de todos los implicados.
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Blog Clavijo

La Masonería es la progenitora del Relativismo, de la Ilustración antropocéntrica y de las Revoluciones: norteamericana, francesa, socialista y neocomunista (ecologista, indigenista, populista, etc.)

La Masonería y su derivada actual, el Poder Supranacional en la Sombra pretenden el Gobierno Mundial por instigación del Maligno, el padre de la mentira.

El "Nuevo Orden Mundial" no es posible sin la anulación previa de la Iglesia Católica; la única institución, con dos mil años, que supera los mil millones de creyentes, defensora de la vida, la ley natural, la verdad, la justicia, la libertad y la dignidad del hombre.

México, la primera nación católica americana de habla hispana, no fué una colonia sino un virreinato de la Corona de España con soberanía en más de dos tercios del actual territorio de Estados Unidos (frontera en el río Misisipi en 1803).

México era la provincia más rica, vasta, próspera y culta de toda la América hispana; la Iglesia mexicana asombraba por sus valores espirituales gracias a la protección de la Virgen de Guadalupe, que se apareció en el cerro de Tepeyac (1531) dejando el testimonio de su bello rostro en el manto del indio Juan Diego. Su Santuario en Ciudad de México es visitado anualmente por más de veinte millones de peregrinos.

Cuando Fernando VII entregó España a Napoleón, los criollos mexicanos se rebelaron contra los españoles afrancesados al servicio del liberalismo masónico. El apogeo político de la Masonería española durante el trienio liberal (1920/3) favoreció la independencia de México casi sin traumas.

El ejécito español en Ámerica no pasaba de 25.000 soldados para la defensa del territorio que se extendía de Alaska a la Tierra del Fuego. Los rebeldes liberales se conjuraron en Quito (1819) contra el absolutismo del rey "felón" bajo el liderazgo de Simón Bolívar, masón de alto nivel al servicio del imperio británico. En 1823 el gobierno USA impuso la doctrina Monroe a los europeos, iniciando la tutela masónica sobre el continente americano.

En 1829 la República de México, dirigida por masones controlados por el embajador norteamericano, decretó la expulsión de todos los españoles, desmantelando los territorios y misiones del Norte. Desde la anexión de Florida (1819), USA practicó la infiltración de colonos anglosajones al norte del río Grande.

En 1835 el general Houston proclamó la independencia de Texas, patrocinada por un cónclave de masones mexicanos y norteamericanos. El general López de Santa Ana con 2.000 soldados eliminó la resistencia de los invasores en El Álamo pero fue derrotado en la batalla de San Jacinto.

En 1846 Estados Unidos ocupó Nuevo México, Arizona y California; el vicepresidente masón de México Gómez Farias esquilmó a la Iglesia para financiar la guerra contra Estados Unidos que finalizó a los dos años con la firma del humillante tratado de Guadalupe Hidalgo por el que México perdió más de la mitad del territorio heredado de España.

El régimen liberal-masónico degeneró en la etapa de Porfirio Díaz después del trágico intermedio imperial de Maximiliano, impuesto por Napoleón III, jefe supremo de la Masonería europea continental.

En 1908 apareció un semanario satírico de gran influencia, muy crítico con el régimen porfirista, dirigido por Francisco Madero, que practicaba el espiritismo y pertenecía a la masonería dependiente de los Estados Unidos. Madero asumió la presidencia (1911) e inició la etapa de la Revolución mexicana que aún perdura. El 1% de la población poseía el 97% de a Tierra (menos de 900 hacendados gratos al régimen).

El general Huerta, gobernador de la capital, pactó con los oligarcas sublevados y derrocó a Madero que fue asesinado.
La revolución alumbró tres caudillos:

-Villa, guerrillero en el Norte.
-Carranza, apoyado por el general Obregón, dominador de la región occidental y protegido de los norteamericanos.
-Zapata, el iluminado alzado en el Sur.

En 1915 Obregón tomó la capital y acabó con la anarquía. El presidente Carranza promulgó la Constitución Revolucionaria (1917) de ideología masónica, ferozmente anticlerical, que prohibió la enseñanza religiosa y nacionalizó los bienes de la Iglesia.

En 1919 Obregón asesinó a Zapata y obligó a huir a Carranza que se llevó el Tesoro público y un harén. Murió asesinado también (1929), había ganado las elecciones por abrumadora mayoría y protegido a todos los enemigos de la Iglesia: liberales-radicales, marxistas, anarcosindicalistas y comunistas, que se conjuraron bajo inspiración masónica contra la fe multisecular del pueblo mexicano.

En 1924 subió a la presidencia el general Elías Calles, demagogo prevaricador que recrudeció hasta el paroxismo la persecución contra la Iglesia y los católicos, a los que pretendió aniquilar con vesania masónica; incluso intentó crear una iglesia apóstata y cismática. Provocó la reacción en varios estados: Jalisco, Zacatecas, Guadalajara, Michoacán. La rebelión contra la tiranía anticatólica se conoce como:

“Cristiada” 
Guerra Cristera (1926/9).

La Cristiada es un conflicto de origen masónico e importancia mundial, además de un clarísimo precedente de la Guerra civil española (1936/9) consecuencia de la Constitución masónica (1931) y la Revolución socialista (1934), cuando fueron asesinados 13 obispos y 7.000 eclesiásticos.
La intolerable persecución del gobierno de Calles y Obregón provocó la reacción de los católicos, con dos millones de firmas contra la violación de las leyes más elementales de la convivencia. Finalmente el Episcopado mexicano decretó el “interdicto”, pena canónica que suspendía el culto público en toda la nación.

Nunca se había visto una guerra popular de tal envergadura desde el alzamiento (1793) de la Vendée contra el ejército de la Revolución ilustrada y masónica de Francia que provocó el genocidio de 350.000 católicos.

Los rebeldes mexicanos se llamaron “cristeros” y entraban en combate al grito de “Viva Cristo Rey”. Las jóvenes pelearon también heroicamente en las brigadas Juana de Arco.

El gobierno respondió con decenas de sacerdotes asesinados, profanación de iglesias, atentados y violaciones por militares. Juan Pablo II ha beatificado (1992) a 22 sacerdotes y 3.000 seglares víctimas del odio a la fe en la guerra cristera.

Asesinado Obregón, asumió la presidencia Portes, marioneta del general Calles, bajo el patrocinio del embajador Monroe de los Estados Unidos. El Partido Nacional Revolucionario monopolizador del poder durante dos décadas cambió su nombre por el de Partido Revolucionario Institucional (PRI) que es la ficción democrática más escandalosa del mundo, de inspiración masónica.

Fuente:
Ricardo de la Cierva. “Las puertas del infierno” (2006).

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