martes, 30 de octubre de 2012

Debate Científico sobre el "Principio Antrópico" (605)

Emmanuel M. Carreira
Todo el universo esta hecho con número y medida
Todo está hecho con una finalidad
Que es: que pueda darse la vida humana

Parece que está de moda, en los medios de comunicación de masas, el decir una y otra vez que somos una especie de moho inconsecuente en una pequeña partícula de polvo cósmico que es la Tierra, y, que qué importancia podemos tener nosotros en el Universo. Pues bien, es curiosamente desde el punto de vista de la física y, de la astronomía desde donde se ha estado insistiendo una y otra vez, desde hace más de 40 años, en que nuestra existencia tiene tina relación tan íntima con las propiedades y la evolución del universo en su totalidad. que si uno quisiese cambiar cualquiera de esas propiedades en un grado a veces mínimo, pero digamos apreciable, no podríamos existir. Por tanto ni es posible decir que a nosotros nos bastaría para existir con que hubiese el sol y el planeta Tierra, ni se puede tampoco decir que puede haber otras formas de vida por ahí, por el universo, totalmente distintas que la nuestra aquí en la Tierra. No, el estudio de las leyes físicas. y el estudio de las propiedades de la materia indican que si uno dice que el universo pueda en algún momento llegar a permitir la existencia de vida inteligente, no hay prácticamente posibilidad de modificación alguna. Cómo lo ha expresado un científico moderno, podríamos decir que el universo está esperando que aparezcamos nosotros. durante miles y millones de años, que somos el resultado por lo tanto de un conjunto enorme de pequeñas cualidades, podríamos llamarles así, sin las cuales la vida inteligente no podría darse. Y entonces habría que preguntarse: ¿por qué tiene el universo esas propiedades? ¿Por qué es el universo tal que permite que existamos?

Naturalmente esta pregunta ya se sale de la física, porque la física y a toda ciencia de la materia la tenemos que limitar a preguntas que puedan tener una comprobación experimental. Esto es lo que define a la ciencia en el sentido técnico que tiene hoy día la palabra. Solamente se puede hacer una pregunta que responda a la metodología científica si hay una posible respuesta experimental. Por tanto no le es posible a la física contestar por qué existe el universo. Tampoco es posible contestar desde la física por qué tiene las propiedades que tiene, porque lo único que puede hacer la física es describir la actividad de la materia ya existente con las propiedades que experimentalmente se perciben en la materia.

Estamos pues pasando de física a metafísica cuando estarnos hablando de una relación que tiene que terminar siendo de tipo finalístico. ¿Es posible decir que la existencia de vida inteligente es la finalidad del universo? No hay ningún instrumento que pueda medir la finalidad, ni se puede medir la finalidad en una ecuación matemática, y sin embargo, para nosotros, es lo que más nos indica de lo que algo es. Cuando un arqueólogo encuentra un artefacto raro en una tumba antigua, no le basta que le diga un químico: está hecho de tales componentes y que le diga un físico que tiene tanta masa y tanta densidad o dureza, no. Dirá ¿para qué servía? Pues ese para qué no puede responderlo ningún experimento ni ninguna ecuación, y sin embargo la finalidad es parte obvia de nuestra vida diaria. Y ¿cómo nosotros llegamos a inferir una finalidad? Yo puedo tener por ejemplo un vaso en la mano. ¿Cómo puedo inferir para qué está hecho? No basta con que se lo dé a un físico. No puede jamás demostrar que este recipiente está hecho para con tener un líquido en lugar de estar hecho para servir de maceta o para poner bolígrafos en una mesa... ¿Cómo puedo yo saber la finalidad de algo? La única forma lógica de hacerlo es estudiar aquellas consecuencias de que esto exista, y qué ocurriría si no fuese así. Pues esto mismo es lo que han hecho físicos, y son físicos, no filósofos, los que se han preguntado acerca de las características del universo con relación al hombre.

¿Qué ocurriría si el universo tuviese una masa notablemente mayor de la que tiene? Se escribe la masa del universo en términos físicos diciendo que hay aproximadamente 1056 gr de masa en el universo. ¿Qué ocurriría si en lugar de esto fuese 1057, o qué ocurriría si fueses 1055? Pues parece que poco nos importaría a los demás, excepto a los matemáticos. Pero cuando se calculan las consecuencias de ese cambio, se llega a una conclusión sorprendente: NO PODRÍAMOS EXISTIR.

Cuando estudio partículas elementales veo que un protón, que es la unidad de carga positiva, tiene la misma carga que el electrón, pero el protón es 1.836 veces más pesado que el electrón. ¿Por qué? ¿Qué ocurriría si en lugar de 1.836 fuese 2.000, o 1500? NO ESTARIAMOS AQUÍ.

En física se habla de 4 fuerzas, y sólo 4. Toda la física tiene que explicarse como la actividad de 4 fuerzas: la gravitatoria, la electrornagnética, la nuclear fuerte y la nuclear débil. Si yo comparo la fuerza electrornagnética con la fuerza gravitatoria me resulta que la fuerza electrornagnética entre 2 electrones, que se repelen, pero que se atraen por fuerza gravitatoria, es aproximadamente 1040 veces más intensa la repulsión que la atracción. La fuerza electrornagnética es increíblemente más potente que la fuerza gravitatoria. ¿Podría cambiarlo y que fuera 1041 o 1039? NO ESTARÍAMOS AQUÍ.

Y una vez que hemos hablado de las propiedades de la materia en lo más grande: la masa del universo, de la fuerza gravitatoria que es la que estructura las galaxias. Y hemos hablado de la fuerza electrornagnética que es la que produce átomos, moléculas, estructuras vivientes, y comparo esas fuerzas con la fuerza nuclear, que es la que permite que haya elementos corno el carbono, el oxígeno, el hierro, el calcio, todos los cuales necesarios para la vida, me pregunto por el planeta Tierra y la estrella sol. El Sol es una estrella un poquito mayor que la mayor parte de las estrellas. Pero, ¿qué ocurriría si fuese un 10% más de masa? NO ESTARÍAMOS AQUÍ. ¿Y si fuese un 10% menos de masa? Tampoco estaríamos aquí. ¿Y si el planeta Tierra estuviese a una distancia del sol un 10% más cerca o más lejos? Tampoco estaríamos aquí. ¿Y si el planeta Tierra tuviese un 10% más masa o menos? Tampoco estaríamos aquí. ¿Y si no hubiese Luna? No estaríamos aquí.

De modo que ya ven la cantidad de cosas que hay en el universo que llevan a decir: realmente estamos aquí porque todo a un cuidado extraordinario.

Hace unos 15 años un científico soviético que había escrito un libro con el título "Vida inteligente en el universo" y que había sostenido entonces que debía haber millones de planetas habitados con inteligencia sólo en la Vía lactea, en un congreso en la todavía entonces Rusia Soviética dijo que: "habiendo estudiado con más cuidado la cantidad de coincidencias inesperadas que habían permitido que existiese vida inte1igente aquí en la Tierra, había llegado a la conclusión de que era un milagro, y que probablemente somos caso único en el Universo. Muchas veces cuando se trata el tema hay alguien que me dice: ¡pero el universo es tan enorme, puede haber otros sitios donde se hayan dado las mismas circunstancias para que tengan también vida inteligente y su evolución! Sí., es posible, las ley es físicas no lo impiden, y les doy un ejemplo: si yo dejo caer un bolígrafo, ¿es posible según las leyes físicas que se me quede sobre la punta? Sí, es posible, no hay ninguna ley física que lo prohíba, Pero, ¿es probable?.... Pues aplíquenlo al caso de la vida. Y así terminamos con una frase deEinstein en los últimos años de su vida: "A mi ya no me interesa el espectro de un elemento o de otro, lo que yo realmente quiero saber es si el creador tuvo alternativas cuando creó el mundo".Y son los físicos los que hoy dicen: si se pone como condición al creador que debe permitir que exista la vida inteligente, se puede decir que hay alternativas. El universo tuvo que ser creado con un ajuste finísimo, hasta el decimal 50 de algunas de las constantes, de algunas de estas propiedades de la materia.

Muchas veces se habla de la evolución como un fenómeno que ocurre porque las formas antiguas no sobreviven, y las mejores son las que sobreviven. No es verdad. Cada uno de nosotros todavía tiene en el aparato digestivo más microbios que habitantes ha habido cii la Tierra en toda su historia. Y los seres que tienen esqueleto externo tampoco desaparecieron cuando aparecieron los vertebrados. Pero una vez que tenemos vertebrados aparecen reptiles y ellos son los reyes de la Tierra, con los dinosaurios durante 150 millones de años. ¿ Por qué no duraron otros 60? La única razón de que hace unos 65 millones de años les cayó encima un peñasco de unos 10 Km de diámetro que causo primero una onda de altísima temperatura con incendios de estado planetario, y luego cuando chocó con la superficie, llenó la atmósfera de polvo y humo, de tal manera que durante años no llegó la luz del sol; las plantas se murieron, se murieron los animales y el 80% o más de todos los seres vivientes de la Tierra desaparecieron. Y esa es solamente la última de 5 grandes extinciones, en algunas de ellas se perdieron más del 90% de todos los seres vivientes. Y de no haber habido esas extinciones. NO ESTARÍAMOS AQUÍ.

Una vez más, ¿puede uno predecir que en algún sitio ha de ocurrir todo esto así? Cuando aparecen ya los mamíferos en el peligro de los dinosaurios, son los primates los primeros que llaman la atención por su desarrollo. y tenemos hace 3,5 millones de años las huellas de un primate que caminaba sobre dos patas en el centro de África. Pero finalmente tenemos que buscar una indicación de que hay inteligencia.

¿Cuándo'? Cuando hay un ser que se preocupa por algo que no tiene valor alguno para la supervivencia Porque una cueva protege a uno del frío igual si está decorada que si no lo está. Y un hacha corta lo mismo si el mango es muy bonito o si no lo es. El hombre tiene necesidad de buscar VERDAD. BELLEZA Y BIEN, aunque no tenga valor alguno para la supervivencia.

Y siguen sobreviviendo muy bien contemporáneos de los dinosaurios, desde las tortugas a los insectos. De modo que no hablemos en términos de una especie de progresión que se basa sólo en la supervivencia, no.

Termino: creo que lo dicho es suficiente para dar una base muy sólida a la afirmación de que todo esta hecho con número y medida. Que todo está hecho con una finalidad, que es que pueda darse la vida inteligente.

¿Y por qué es el universo así? ¿Por casualidad? El decir que es por casualidad es lo mismo decir que es porque sí. La casualidad en ciencia solamente tiene una manera de calcularse: se calculan las probabilidades de diversas maneras de ocurrir algo y entonces se dice que ocurre por casualidad de una forma u otra con mayor frecuencia. Cuando sólo hay un caso, como es el Universo, (porque hablar de otros universos es hablar de ciencia ficción), cuando sólo hay un Universo uno no puede hablar de puede hablar de casualidad. Entonces. ¿qué queda? El universo es como es por una decisión finalística en que el Creador que es responsable de que el Universo exista crea con un fin, porque todo aquel que actúa inteligentemente actúa por un fin, y el fin lo podemos inferir precisamente de toda esa serie de ajustes que permiten que nosotros existamos.

¿Por qué es el Universo como es? 
PORQUE ESTA HECHO PARA EL HOMBRE.

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Cuando el hombre contempla con los medios científicos actuales la grandeza del universo, se siente abrumado. La Tierra es uno de los 9 planetas alrededor de la estrella Sol. Por su parte, el Sol es una de las cien mil millones de estrellas que forman la Vía Láctea. Y, por último, al alcance de nuestros telescopios hay unas cien mil millones de Vías Lácteas.

Sabemos hoy que esta inmensidad del universo está todavía en expansión. Hace 15.000 millones de años toda la masa del universo estaba en un único punto, tal vez más pequeño que un átomo; de forma que tuvo lugar una tremenda explosión desde la que se ha formado el universo. Esta teoría del Bing-Bang, ya no es discutida por nadie. Se considera suficientemente probada. También sabemos que por mucho que el universo sea inmenso, es finito, y que terminará siendo una gran burbuja de vacío, oscuridad y frío; ya que todas las estrellas terminarán por apagarse.

Pero más allá de los fríos datos científicos, nos plateamos legítimamente la pregunta por el sentido del universo. Algo así ocurre cuando el arqueólogo encuentra en una tumba antigua un artefacto desconocido. No le basta con que el estudio químico le explique sus componentes, o el físico le defina su masa, densidad o dureza; sino que inevitablemente se preguntará el “para qué” de ese artefacto. Y bien, ¿qué sentido tiene el universo? ¿Para qué existe algo tan grandioso que luego termina en nada? ¿Cuál es su finalidad? Sin duda alguna la fe nos da respuesta a estas preguntas, pero la ciencia también nos presta una gran ayuda para contestarlas, en base al conocido como principio Aantrópico@.

La palabra Aantrópico@, viene de la palabra griega Aanthropos@, que significa Ser humano@. Y el principio antrópico viene a responder a la pregunta sobre la relación que hay entre la enormidad del universo y nuestra existencia. Y lo que afirma es que, por los datos y cálculos de la física, la conclusión más lógica es que “hay universo para que se dé la existencia humana”. Cualquier cambio en los parámetros de la materia o de las condiciones iniciales y desarrollo de la evolución hubiese tenido como consecuencia que no hubiera habido vida humana.

Hubo un momento en el que estuvo de moda afirmar en los ambientes científicos que el hombre es una partícula de polvo sin importancia alguna en el universo. Sin embargo, como decía Louis Pasteur "Un poco de ciencia aleja de Dios, pero mucha ciencia devuelve a Él". Y en el momento presente una buena parte de la clase científica se maravilla al comprobar que todo parece estar pensado para que la vida humana haya sido posible en la evolución.

Manuel Carreira, doctor en Ciencias físicas, teología, filosofía y reputado astrofísico, señala que si la masa del universo en vez de ser 10 exp 56 hubiese sido 10 exp 57 o 10 exp 55 ; las consecuencias
hubiesen hecho imposible la vida humana. Y si la relación entre la carga positiva y negativa del protón y el electrón fuese distinta a la que es; es decir, si el protón no fuese 1836 veces más pesado que el electrón, entonces no estaríamos aquí. Y si la interacción de las fuerzas electromagnéticas y las
gravitatorias fuese distinta a la actual; es decir, si dejase de ser la electromagnética 10 exp 40 mayor que la gravitatoria, entonces también dejaríamos de existir. Y si el Sol fuese un 10 % mayor o menor de lo que es, no estaríamos aquí. Ni tampoco sería posible la vida humana si la Tierra estuviese un 10%
más cerca o lejos del Sol, o si la Luna no estuviese en torno a la Tierra a la distancia y con la masa con la que está.

Por limitarnos a un ejemplo concreto, la incidencia del planeta Luna en la vida humana es del todo fundamental, ya que sin ella, la Tierra giraría mucho más rápido sobre sí misma, y se originarían unos vientos huracanados que harían imposible la vida humana. La gravedad de la Luna sobre la Tierra provoca que el eje de giro de la Tierra no sea perpendicular al plano de su órbita, lo que provoca las cuatro estaciones -primavera, verano, otoño e invierno- con la consiguiente renovación de la naturaleza, y se distribuye el calor del sol de una forma mucho más uniforme en toda la superficie terrestre. Si no existiese la Luna, y la Tierra tuviese en consecuencia el giro vertical, habría una franja central abrasada de calor y dos franjas extremas heladas impracticables para la vida humana; lo cual sería incompatible con la evolución vital. Sin embargo, la Luna actúa como balancín, y mantiene la inclinación del eje de la Tierra a 23'5 grados, justo lo necesario para que las condiciones de vida sean posibles.

Es decir, el mundo ha sido creado con un ajuste finísimo en su parámetros, hasta el decimal 50 de algunas de las constantes que definen las propiedades de la materia, para que haya sido posible que en la Tierra haya aparecido la vida inteligente. Einstein afirmaba en los últimos días de su vida, que para él la gran pregunta era si el Creador tuvo alternativas cuando creó el mundo, o si una vez que tomó la decisión de crearlo, tuvo que hacerlo exactamente como lo ha hecho, para que la vida humana fuese posible.

Desde el punto de vista de la fe, el principio antrópico se entiende a la perfección. El hombre es la cumbre de la creación; todo el universo fue creado a su servicio. Y cuando la evolución alcanzó el grado de desarrollo necesario, Dios sopló el aliento de vida, es decir, creó e infundió el alma espiritual para que podamos ser lo que somos: personas humanas con la dignidad de ser imagen y semejanza de Dios.
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FLUVIUM
Apasionante tema de debate entre los científicos

Por fuerza la cosmología conduce a cuestiones fronterizas entre ciencia experimental, filosofía y religión. No es solo el caso de los sabios antiguos. También los físicos de hoy se plantean preguntas de esa clase, sobre todo a propósito del llamado “principio antrópico”. A partir de los conocimientos actuales, este principio señala que las leyes y magnitudes físicas fundamentales parecen cuidadosamente afinadas para que la formación y el desarrollo del universo pudieran dar lugar a la vida en la tierra.


ACEPRENSA
Octavio Rico 
(162/03) 

Al revés de lo más convencional

El término “principio antrópico” fue propuesto por Brandon Carter en el transcurso de una célebre conferencia que este cosmólogo pronunció ante la Unión Astronómica Internacional en 1974. La idea de Carter (expresada durante dicha conferencia) se resume en pocas palabras: “Aunque nuestra situación [en el universo] no es necesariamente central, es necesariamente privilegiada en algún grado”. Según dicho principio, la vida en la Tierra y la presencia del hombre guardan una estrecha relación con el origen del universo, con su mucha edad y su enorme tamaño. En pocas palabras: el universo es como es porque el hombre existe. En su Historia del tiempo, Stephen Hawking lo dijo escuetamente así: “Vemos el universo de la forma que es porque si fuese diferente no estaríamos aquí para observarlo”.

Gran parte del revuelo que produjo, sobre todo en medios científicos, este planteamiento, se debe a una razón: el principio antrópico “razona al revés” de como lo hace, por ejemplo, la biología evolutiva u otras ciencias positivas. En efecto, en vez de decir que la vida en la Tierra apareció porque ciertas condiciones, como la temperatura o la composición de los océanos primitivos, fueron favorables, este principio mantiene que la existencia de seres inteligentes en la Tierra puede ser utilizada para explicar por qué el universo es como es y por qué las leyes físicas son como son.
Sería un fundamentado principio

Huéspedes privilegiados

Naturalmente, esta clase de razonamientos ha sido y sigue siendo objeto de intensos debates. En cualquier caso, y a pesar de que ha sido muy combatido por la corriente materialista, el principio antrópico ha supuesto un acercamiento del hombre al universo, hasta el punto de que algunos científicos han llegado incluso a hablar del universo como de un hogar para el hombre. Tal es el caso del famoso físico relativista John A. Wheeler, uno de los más destacados defensores del argumento antrópico.

Según el principio antrópico, el universo está adaptado al hombre, como si hubiese sido expresamente diseñado para que él lo habitase. Este principio, que en su forma débil es aceptado por los cosmólogos, dada su evidencia, viene a decir: las cosas en la Tierra son como son, porque en el universo fueron como fueron. Y si no hubieran sido como fueron, nosotros no existiríamos.

En términos más científicos, en dicha forma débil, el principio antrópico fue enunciado así por Barrow y Tipler en 1986: “Los valores observados de todas las cantidades cosmológicas y físicas [del universo] no son igualmente probables sino que aparecen restringidos por el requisito de que existan lugares donde pueda surgir vida basada en el carbono y por el requisito de que el universo posea bastante edad para que ello haya sido ya así”. Ambos autores lo calificaron como “uno de los más importantes y bien fundados principios de la ciencia”.
Como única explicación de la vida humana

Una inteligencia superior

Algunos destacados científicos, de entre los que se confiesan más bien poco afines a los planteamientos teleológicos –como es el caso, por ejemplo, de Stephen Hawking, quien en su Historia del tiempo dedicó varias páginas al principio antrópico–, se han expresado también en términos favorables en relación con dicho principio. En este sentido, cabe recordar también aquí al astrónomo Fred Hoyle, quien al reflexionar sobre las resonancias nucleares que tuvieron lugar al sintetizarse los núcleos atómicos en el interior de las estrellas –y sin las cuales la vida en el planeta hubiera sido infinitamente menos probable–, afirmaba: “Una interpretación razonable de los hechos es que una inteligencia superior ha jugado con la física, con la química y con la biología, y que no existen fuerzas ciegas en la naturaleza”.

En esa misma línea, el físico John A. Wheeler, en el Prefacio de El principio cosmológico antrópico, escribía: “No es únicamente que el hombre esté adaptado al universo. El universo está adaptado al hombre. ¿Imagina un universo en el cual una u otra de las constantes físicas fundamentales sin dimensiones se alterase en un pequeño porcentaje en uno u otro sentido? En tal universo el hombre nunca hubiera existido. Este es el punto central del principio antrópico. Según este principio, en el centro de toda la maquinaria y diseño del mundo subyace un factor dador-de-vida”.

Carter también enunció el principio antrópico fuerte, según el cual “el universo debe tener aquellas propiedades que permitan el desarrollo de la vida en él, en algún periodo de su historia”. Este, al ser menos evidente que el principio antrópico débil, ha tenido menor aceptación entre los cosmólogos. De hecho, la corriente materialista buscó enseguida el modo de neutralizarlo con las teorías de los universos múltiples. De estas teorías, entre otros temas, se trató en la conferencia que, con el título El futuro de la cosmología, tuvo lugar del 10 al 12 de octubre en la Universidad Case Western Reserve (Cleveland, Estados Unidos), en la que se dieron cita un buen número de especialistas en la materia.
No queda otra alternativa

¿Física o filosofía?

Alguno de los participantes en la citada conferencia de Case Western Reserve, como John Peacock, cosmólogo de la Universidad de Edimburgo, se declararon abiertamente a favor del principio antrópico, rechazando la idea relativamente extendida de que este principio representaba un paso atrás frente a la física. Otros, en cambio, hablaron de ese principio como de una idea más filosófica que científica. Tal es el caso del astrofísico Lawrence Krauss, de la Case Western Reserve, quien caracterizó el principio antrópico como “una forma de matar el tiempo” cuando los físicos no tenían una idea mejor. Durante uno de los debates, el mismo Krauss se mostró crítico con aquellos razonamientos antrópicos que se hallan en consonancia con la idea de que Dios había creado el universo sólo para nosotros.

Steven Weinberg, quizás el más destacado científico de los que participaron en la conferencia, suele ser citado como uno de los teóricos que ha aceptado el principio antrópico a regañadientes, como una especie de trágica necesidad para explicar el problema más complejo de todos: es –afirmaba en su conferencia, refiriéndose al principio antrópico– “el tipo de materialización histórica que los científicos se han visto obligados a realizar de vez en cuando…”. De hecho, en su disertación comparó la situación con la de una persona que, en un torneo de póquer, recibe una escalera real a la primera. “Podría ser casualidad…”, dijo Weinberg.
Del todo improbable casualidad

Del cosmos al tapete

La probabilidad de recibir casualmente una escalera real a la primera es del orden de una entre casi cien millones de jugadas posibles diferentes. De modo que, como dijo Weinberg, “podría ser casualidad”; aunque hay que reconocer que se trataría de una casualidad prácticamente milagrosa.

Otros grandes científicos piensan de manera bien diferente. Así, Carlo Rubbia, premio Nobel de Física (1984), en el curso de una entrevista se expresaba así: “Cuando observamos la naturaleza quedamos siempre impresionados por su belleza, su orden, su coherencia (…). No puedo creer que todos estos fenómenos, que se unen como perfectos engranajes, puedan ser resultado de una fluctuación estadística, o una combinación del azar. Hay, evidentemente, algo o alguien haciendo las cosas como son. Vemos los efectos de esa presencia, pero no la presencia misma. Es este el punto en que la ciencia se acerca más a lo que yo llamo religión” (El País, 20-VII-1985).