viernes, 7 de junio de 2013

La COMUNIÓN ESPIRITUAL y los Santos (903)




Wikipedia: La Comunión espiritual es una oración con la que el fiel católico expresa el deseo de recibir a Jesucristo en la Eucaristía sin efectuar materialmente la Comunión sacramental, es decir, sin recibir la hostia consagrada. Se utiliza sobre todo como una preparación para la Santa Misa o en los casos en los que es imposible acudir a ella.

Esta práctica está bien establecida en la Iglesia católica y muy recomendable por muchos santos, de acuerdo con el Papa Juan Pablo II. Explicó que la práctica de este deseo constante de Jesús en la Eucaristía tiene su raíz en la perfección última de la comunión eucarística, que es el fin último de todo deseo humano.

Tradicionalmente se ha considerado la Comunión Espiritual como un premio de consolación: no puedo comulgar sacramentalmente, entonces hago una Comunión Espiritual. La Comunión Espiritual no es primordialmente una sustitución de la Comunión Sacramental, sino más bien anticipación y extensión de sus frutos. Según la doctrina católica, las Comuniones espirituales deben siempre tener la Comunión sacramental como meta.

La Comunión Espiritual puede repetirse muchas veces al día. Puede hacerse en la iglesia o fuera de ella, a cualquier hora del día o de la noche, antes o después de las comidas. Los que están en pecado mortal deben hacer un acto previo de contrición, si quieren recibir el fruto de la Comunión Espiritual. Un acto de comunión espiritual, expresado mediante cualquier fórmula devota, es recompensado con una indulgencia parcial.

El Sacro Concilio de Trento alaba mucho la Comunión espiritual, y exhorta a los fieles a practicarla.

La Comunión espiritual consiste, según Santo Tomás, en un deseo ardiente de recibir a Nuestro Señor Jesucristo sacramentalmente y en amoroso abrazo, como si se lo hubiera ya recibido.

Juan Pablo II: Es conveniente cultivar en el ánimo, el deseo constante del sacramento eucarístico. De aquí ha nacido la practica de la comunión espiritual.


Mariología: San Juan María Vianney, el Cura de Ars, decía: “Una Comunión espiritual actúa en el alma como un soplo de viento en una brasa que está a punto de extinguirse. Cada vez que sientas que tu amor por Dios se está enfriando, rápidamente haz una Comunión espiritual”.

Oración para Comulgar espiritualmente:

Jesús mío, creo que 
Tú estás en el Santísimo Sacramento; 
te amo sobre todas las cosas 
y deseo recibirte ahora dentro de mi alma; 
ya que no te puedo recibir sacramentalmente, 
ven a lo menos espiritualmente a mi corazón. 
Señor, no soy digno 
ni merezco que entres en mi pobre morada 
pero di una sola palabra 
y mi alma será sana, salva y perdonada. 
El Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad 
de Nuestro Señor Jesucristo, 
guarden mi alma para la vida eterna. 
Amén. 

Y como si ya te hubiese recibido, 
te abrazo y me uno todo a Ti. 
Tú no te ausentes de mí. 
Te suplico, oh Señor mío Jesucristo, 
que la ardiente y dulce fuerza de tu amor, 
embargue toda mi alma, 
a fin de que muera de amor por Ti, 
a sí como Tú te dignaste morir de amor por mí. 
Amén 

Sagrario de la Ermita de San Isidro (Madrid):

Yo quisiera, Señor, recibirte 
con aquella pureza, humildad y devoción 
con que te recibió tu santísima Madre; 
y con el espíritu y fervor de los santos.

Rahner afirma que “el lugar por excelencia de la comunión espiritual es la iglesia y su momento privilegiado es aquél en el que la persona está arrodillada ante el Santísimo sacramento”. (La comunión espiritual se puede hacer en cualquier momento del día y en cualquier lugar del mundo, pero, ciertamente, el momento más apropiado es el de la visita y adoración a Jesús sacramentado). Incluso, viajando o trabajando, podemos estar en adoración ante Jesús sacramentado.


Sobre esto, Santa Catalina de Siena tuvo una visión. Vio a Jesús con dos cálices y le dijo: “En este cáliz de oro pongo tus comuniones sacramentales y, en éste de plata, tus comuniones espirituales Los dos cálices me son agradables”.

Decía San Antonio María Claret: “Tendré una capilla fabricada en medio de mi corazón y en ella, día y noche, adoraré a Dios con un culto espiritual”.

Santa Teresa de Jesús recomendaba: “Cuando no podáis comulgar ni oír misa, podéis comulgar espiritualmente, que es de grandísimo provecho”.


Liturgia Católica: San Alfonso María de Ligorio: Porque en cada una de las siguientes VISITAS AL SANTÍSIMO, según Santo Tomás, en un ardiente deseo de recibir a Jesús SACRAMENTO ha de hacerse la Comunión espiritual, será bien explicar qué cosa sea y de cuánto provecho. 

La Comunión Espiritual consiste en ponerse en presencia de Jesús Sacramentado y en darle un amoroso abrazo, como si ya lo hubiéramos recibido.

Cuán agradable sea a Dios esta espiritual Comunión, y cuántas las gracias que por ella se nos conceden, lo manifestó el Señor a su sierva Sor Paula Maresca, fundadora del Monasterio de Santa Catalina de Siena, en Nápoles, mostrándole (como en su vida se refiere) dos vasos preciosos, de oro el uno y el otro de plata; y diciéndole que en el de oro conservaba sus comuniones sacramentales, y en el de plata las espirituales. 

Y a la beata Juana de la Cruz le dijo que cada vez que comulgaba espiritualmente, recibía la misma gracia que si hubiese realmente comulgado. Baste sobre todo saber que el Sacro Concilio de Trento alaba mucho la Comunión espiritual, y exhorta a los fieles a practicarla. Por eso todas las almas devotas suelen hacer a menudo este santo ejercicio de la Comunión espiritual. 

La beata Águeda de la Cruz lo hacía doscientas veces al día. Y el Padre Pedro Fabro, primer compañero de San Ignacio, decía que para hacer bien la Comunión sacramental, ayuda sobremanera el comulgar espiritualmente.

Estimúlese, pues, quien desee adelantar en el amor de Jesucristo, a practicar la espiritual Comunión, siquiera una vez en cada Visita al Santísimo Sacramento, y en cada Misa que oyere; aunque mejor sería repetirla tres veces en esta última ocasión , o sea al principio de la Misa, al medio y al fin. Es la tal devoción mucho más provechosa de lo que algunos juzgan, y al mismo tiempo facilísima. Decía la mencionada beata Juana de la Cruz, que la Comunión espiritual se puede hacer sin que nadie lo note, sin necesidad de ayuno o de permiso del director, y a la hora que nos plazca: con hacer un acto de amor, está hecha.

Acto para la comunión espiritual:

Creo, Jesús mío, 
que estáis en el Santísimo Sacramento; 
os amo sobre todas las cosas 
y deseo recibiros en mi alma. 
Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente,
 venid a lo menos espiritualmente a mi corazón. 
Como si ya os hubiese recibido, 
os abrazo y me uno todo a Vos. 
No permitáis, Señor, que vuelva jamás a abandonaros.

Fórmula breve:

Creo, Jesús mío, 
que estáis en el Santísimo Sacramento: 
Os amo y deseo. Venid a mi corazón. 
Os abrazo; no os apartéis nunca de mí. 

Se ganan 3 años de Indulgencia cada vez. Plenaria al mes haciéndola todos los días. 

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