viernes, 5 de julio de 2013

Teresa Neumann: Éxtasis, Levitación, Estigmas, Bilocación, Milagros y Profecías (922)



Nació en 1898 (el 8 de Abril en Konnersreuth) y vivió nada menos que 36 años alimentándose exclusivamente de la hostia consagrada que comulgaba todos los días a las seis de la mañana. Mantuvo siempre su peso normal, 60 kilos. Era de tez sonrosada y su carácter bromista y alegre. Sus únicas excreciones eran el sudor y... la abundante sangre que manaba de los estigmas.

Era muy devota de otra Teresa, santa Teresita de Lisieux, doctora de la Iglesia. 

En su juventud sufrió dos graves caídas que la habían dejado inválida, pero justo en los días en que Santa Teresita era sucesivamente beatificada y canonizada, Teresa Neumanna, por sun intercesión era sanada.

En efecto, Teresa Neumann sufrió y padeció una extraña enfermedad provocada por una luxación en la espina dorsal cuando participaba en las tareas de extinción de un incendio en una fábrica cercana. Tenía veintiún años de edad y era el comienzo de todos sus padecimientos posteriores que la tuvieron postrada en la cama casi por toda su existencia. El día de la beatificación de Santa Teresa de Lisieux (24 de Abril de 1923) como después ocurriría con otra mística, Marthe Robien, tiene la aparición de la santa. Cinco días más tarde recobra la vista. El 30 de Septiembre vuelve a tener otra visión y comienza a caminar. El 7 de Noviembre tras un ataque de apendicitis ve cómo todo dolor remite tras una nueva aparición de santa Teresita. 

Desde las vísperas de la Pascua de 1926 y como Marthe Robin y Padre Pío, revivió en sus carnes, cada fin de semana, la Pasión de Cristo en forma de estigmas sangrantes. Durante la Pasión ocurrían fenómenos extraordinarios como pérdida de peso, que después recuperaba rápidamente, visiones premonitorias, bilocaciones, hablaba griego, arameo y latín de los interrogatorios de Cristo (confirmado una y otra vez por todos los lingüistas independientes que la visitaban a menudo) y luego de la abundante pérdida de sangre, una fulminante recuperación física que no se hacía esperar el domingo por la mañana. 

Su "dieta" diaria consistía en la sola Eucaristía (rechazando instintivamente la muchas formas no consagradas que le ponían delante para probarla). El obispo de Ratisbona nombró una comisión formada por médicos y religiosas bajo juramento y las muchas comisiones laicas que le hicieron seguimientos exhaustivos, confirmaron punto por punto que no había trampa alguna siendo absolutamente cierto que vivía exclusivamente de la eucaristía. 

Esto mismo fue confirmado por la misma burocracia del Tercer Reich. Fue cuando en 1939 estalló la II Guerra Mundial e impusieron a la población un racionamiento que acabaría durando hasta finales de 1947. A partir de aquel momento, todos los alemanes tuvieron que adaptar el ritmo de sus vidas a una cartilla anual... excepto una persona: Teresa Neumann, a quien - ante la evidencia de que ni bebía ni comía- le fue inmediatamente retirada la cartilla por las autoridades nazis. Sí obtuvo en cambio la asignación de doble ración de jabón, dada la cantidad de ropa ensangrentada que había que lavar tras sus azarosos fines de semana.. 

El 18 de Septiembre de 1962, tras una vida llena de fenómenos inexplicados relacionados en su mayoría con la estigmatización, fallece víctima de un ataque cardiaco. Curiosamente, tras cinco días de ser expuesta el cadáver no se descompone. Está en vías de beatificación.

Fuente principal:
Vittorio MESSORI. Los desafíos del católico. Planeta 1999



(Konnersreuth, 1898 - 1962) 

Debe su fama a que desde 1928 experimentó en visiones los sufrimientos de Cristo, y mostraba los estigmas de la pasión en su cuerpo. Era hija de padres campesinos, de profundas convicciones cristianas. Terminados sus años de educación básica, a partir de 1912, tuvo que trabajar como empleada en la granja de un vecino.

Para entonces ya había padecido una enfermedad que la dejó algo irritable y nerviosa y muy propensa a padecer ataques de vértigo. En marzo de 1918, la casa donde trabajaba fue presa de un incendio, lo cual aterrorizó a la joven Teresa; estaba ayudando a pasar baldes de agua para tratar de apagar el fuego, cuando de repente el balde se le resbaló de las manos y no pudo trabajar más: sus piernas se quedaron entumecidas y sintió como si algo se le clavara en el pecho. Aunque quedó muy débil, el granjero le obligaba a realizar arduas tareas, de tal forma que un día sus piernas se doblaron y su cabeza fue a golpear contra una piedra, después de lo cual regresó a su casa y se dedicó a ayudar a su madre en las tareas del hogar.

No pararon ahí sus males y sufrimientos: su carácter se hizo melancólico e irritable, todo parecía molestarle, de forma que se volvió insoportable. Su familia la recluyó en un hospital, de donde volvió a las siete semanas sin experimentar mejora alguna. En 1919 perdió la vista, sufrió parálisis en un lado y perdió el oído izquierdo. En la Navidad de 1922 experimentó un violento dolor en la garganta, que la dejó imposibilitada para tragar alimento sólido. A menudo su cuerpo aparecía cubierto de llagas y abscesos. En noviembre de 1925 sufrió de apendicitis y un año después neumonía. Lo maravilloso en su vida es que, al parecer, de todas estas enfermedades se curó "milagrosamente", en un éxtasis en el que se le apareció Santa Teresita, de la que era muy devota.

La Cuaresma de 1926 marca una etapa nueva en la vida de Teresa: todos los viernes comenzó a tener éxtasis, durante los cuales se le mostraba la Pasión de Cristo con muchos detalles que no se relatan en los Evangelios; esas visiones se daban como en "estaciones", que podían durar de dos a quince minutos; después de las visiones quedaba en un estado en el cual su mente volvía a ser como de niño, y no comprendía las nociones más sencillas; luego seguía un estado de exaltación, durante el cual Teresa podía hablar en términos desconocidos para ella, comunicaba pretendidos consejos de Cristo o predecía el futuro.

A los éxtasis de los viernes les acompañaba la presencia de las llagas del Crucificado en las manos, en los pies y en el pecho. A esto hay que añadir que durante los cuarenta días de la Cuaresma no necesitaba comer; le bastaba con la con Sagrada Hostia. El conocimiento de estos hechos, naturalmente, suscitó enorme curiosidad en muchos ambientes cristianos, de forma que Konnersreuth se convirtió en un centro de peregrinaciones y la situación económica de la familia mejoró notablemente a causa de los donativos que los "peregrinos" dejaban.

La Iglesia se mostró muy cauta en todo momento. La recuperación maravillosa de la salud de Teresa pudo ser milagrosa, pero los signos que la acompañaron no se acomodaban a los criterios exigidos por la Sagrada Congregación de Ritos para declarar un milagro. Expertos teólogos, teniendo en cuenta los criterios de místicos experimentados en fenómenos extraordinarios como Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, analizaron los hechos y llegaron a la conclusión de que no había suficientes pruebas para hablar de milagros; las curaciones y las llagas en el cuerpo de Teresa, podían deberse a causas naturales.

Por otra parte, por más que la Iglesia propuso reiteradamente un detenido examen médico, éste nunca se pudo llevar a efecto, por oposición de la familia y por el excesivo recato de la enferma que no permitía que un médico se acercara ni siquiera a la cabecera de su cama. No siendo posible declararse en pro ni en contra de las estigmatizaciones, las autoridades eclesiásticas optaron por aconsejar a los fieles que se abstuvieran de acudir a Konnersreuth. Teresa, por su parte, se mantuvo siempre dentro de la más estricta ortodoxia católica.


Teresa Neumann ha tenido una vida completamente extraordinaria y afortunadamente bien documentada por quien fuera su párroco, el padre Naber; el Dr. Fritz Gerlich y numerosas fotos y grabaciones tomadas por Ferdinand Neumann, su hermano. Ella ha portado las estigmas de Cristo por más de 30 años pero además ha sido protagonista de increíbles milagros y visiones proféticas para nuestro caótico presente y futuro próximo. 

SU INFANCIA

El 8 de abril de 1898 era Viernes Santo y en Konnersreuth, un pueblo alemán de Baviera cerca de la frontera alemana con Checoslovaquia, nace Marie Therese Neumann, siendo bautizada dos días después, el Domingo de Pascuas. Paradójicamente estas dos fechas marcarían para siempre la vida de la niña. La familia siguió ampliándose y ella fue la mayor de once hermanos pertenecientes a una familia humilde, sustentada por la pequeña sastrería del padre y agricultura familiar. De 1904 a 1911, Teresa asistió a la escuela local concluyendo sus estudios brillantemente.

Siendo una niña tuvo una experiencia muy desagradable pero al mismo tiempo describe quizás su primer milagro, cuenta Teresa: “Cuando tenía 12 años y estaba en el séptimo año de la escuela, un día guardaba los animales en la finca Fockfeld. Mientras trabajaba, rezaba el rosario. De pronto, un empleado de la finca se me acercó, me tapó la boca con un pañuelo sucio y maloliente, me ató las manos y me tiró a tierra levantándome la falda. En aquel preciso momento, llegó el toro al galope y corneó al empleado. El toro se me acercó, pero no me hizo nada y esperó con paciencia que me liberase las manos y la boca; después inclinó la cabeza hacia mí, que estaba temblando. Yo me agarré a sus cuernos y él me levantó lentamente. Esperé, apoyada en él, a que se me pasara el susto”.

Llegó el día de su primera comunión y fue ese día la primera vez que vio a Jesús“el Salvador” (como ella lo llamaría) y como cualquier niño no se preocupó en ocultar su exaltación. Pero el padre Ebel lo consideró “una distracción” y la castigó frente los demás niños. Esto no detuvo a Teresita que a partir de esa experiencia comenzó a acudir a la iglesia a diario.

Fue en esos años donde manifestó su deseo de ser religiosa misionera, marchando a África, pero estalló la primera guerra mundial (1914-1918) y su padre fue llamado al frente de batalla. Por este motivo y dado que era una niña sana y fuerte, se puso al servicio de un campesino, donde desarrollaba con esmero duros trabajos para ayudar en su casa (cargaba sacos de más de 50 kilos a la par de los hombres).

Su padre, en uno de los permisos de visita que tuvo durante la guerra, le trajo de Francia una estampa de la carmelita Sor Thérèse Martin de Lisieux conocida como “Sor Teresita del niño Jesús”. A Teresa le encantó la estampita y que se llamara igual que ella, por lo que a partir de ese momento le tuvo mucha devoción y la consideraba “una amiga”.

PARÁLISIS, CEGUERA y SORDERA

Su padre finalmente regresó de la guerra el 9 de marzo de 1918 y en ella reverdecieron los sueños de irse como misionera a África. Pero es evidente que Dios tenía otros planes para ella, porque al día siguiente, el 10 de marzo de 1918 se incendió la granja vecina y Teresa fue de las primeras en llegar para ayudar. Subida sobre un taburete de pie, alzaba cubos de agua de un peso de 10 a 15 kg desde su sitio a una altura de 2,70 m. Después de dos horas de trabajo mojada y debilitada, sintió subitamente un dolor punzante en la espalda y el cubo se le cayó de la mano. Podía andar solamente encorvada y con fuertes dolores.

En el mismo año siguieron otros graves accidentes. Al principio de abril 1918, al subir una escalera del sótano con un saco de papas, cayó sobre el suelo de piedra. De nuevo se cayó en agosto, esta vez hacia atrás desde una escalera a una altura de dos metros y quedó en el suelo desmayada. A consecuencia de este accidente se agravó su estado de salud.

Ese mismo año tuvo repetidos centelleos delante de los ojos y en marzo de 1919 la ceguera total. Un par de semanas más tarde siguieron zumbidos en los oídos, perturbaciones auditivas y finalmente sordera. Padecía dolores atormentadores, calambres y como si esto fuese poco, debido a estar postrada le habían aparecido numerosas llagas malolientes. Los médicos de la época ya no creían en una recuperación para su parálisis y aseguraban que sólo un milagro podría devolverle la visión.

Ella, que siempre había sido fuerte y expeditiva, estaba ahora, a sus 21 años de edad, convertida casi en un vegetal. Pero lo que realmente le atormentaba era ser una carga enorme para su familia que la acogió en la casa y la tuvo a su cuidado por largos años.

LA MILAGROSA CURACIÓN

“ La santidad no consiste en decir cosas hermosas, ni consiste siquiera en pensarlas o en sentirlas… consiste en sufrir y en sufrir toda clase de sufrimientos. ¡La santidad hay que conquistarla a punta de espada! Hay que sufrir… hay que aguantar” (Sta. Teresa de Lisieux).

Al cabo de un tiempo entendió que su papel era el de misionera orante y sufriente. Aceptando así el plan de Dios pasó largos años de inmovilidad total en los que creció espiritualmente rezándole a su amiga de la estampita “Sor Teresita del niño Jesús”. El 29 de abril de 1923, el día en que el Papa Pio XI anuncia la Betificación de Teresa de Lisieux, nuestra Teresa Neumann tiene un sueño en el cual siente que alguien toca su almohada, se despertó y vio unas flores blancas que adornaban su habitación. ¡Había recuperado su visión!

Pero este era un pequeño paso, ella sólo podía estar acostada de espaldas, lo cual le había ocasionado numerosas úlceras. Los médicos temían que hubiese que amputar el pie izquierdo debido a supuraciones que no cicatrizaban. Ella tomaba su destino con una fe y entrega notables. Decía: “…el buen Dios puede hacer conmigo lo que quiera. Si me quiere curar, bien está; si me deja 50 años más sufriendo en mi cama, también está bien para mí; si vuelve a quitarme la luz de los ojos, eso es también cosa suya; si me deja morir, sería mi alegría mayor. A veces tengo mucha añoranza del Cielo, pero quizás tengo todavía que subir muchos escalones en mi empinado vía crucis”.

Dos años después, el 17 de mayo de 1925, Teresa estaba sola en su cuarto rezando el rosario cuando se le presenta un luz blanca, bella y brillante. Ella se asustó y lanzo gritos que atrajeron la atención de todos quienes estaban presentes en la casa. Teresa había entrado en éxtasis y una voz dulce comenzó a hablarle:

Voz: “¿Te alegrarías si pudieras hoy levantarte y caminar?”.

Teresa: “me alegro de todo lo que viene del buen Dios. Me alegra todo: las florecillas, los pájaros y hasta un nuevo sufrimiento. Lo que más me alegra es mi querido Salvador”.

Voz: “¿Te gustaría valerte por ti misma?”

Teresa: “yo siempre tengo alegría en todo”

Voz: “Al Señor le agrada tu entrega. Ahora puedes vivir también una pequeña alegría. Pero tendrás que sufrir todavía mucho y largo. Yo siempre estoy a tu lado y seguiré ayudándote. Ningún médico puede ayudarte. Ahora puedes sentarte, pruébalo, yo te ayudaré…”

De repente, Teresa, tras 7 años de inmovilidad, se incorporaba y daba sus primeros pasos.

Voz: “Hermana mía, los comienzos de tu apostolado están marcados por el sello de la cruz. El Señor te trata como a una privilegiada, pues prefiere reafirmar su reinado en las almas por el sufrimiento más que por predicaciones brillantes. Esto ya lo he escrito antes”

El padre Naber buscó quien había dicho esto antes y se trataba nada menos que de “Sor Teresa del niño Jesús” y para despejar cualquier duda acerca de quién era la voz que hablaba con Teresa Neumann, ese mismo 17 de mayo de 1925, el Papa Pio XI anunciaba la Canonización de “Sor Teresa del niño Jesús” siendo ahora Santa Teresa de Lisieux.

El 11 de junio de ese mismo año 1925, Teresa acudía a la iglesia nuevamente tras siete largos años de postración. Su padre la llevaba del brazo debido a la debilidad de sus piernas. Medio pueblo se había reunido para ver tamaño milagro, pero esto sería sólo el comienzo.

Pero 5 meses después, en noviembre, fuertes dolores abdominales la obligan a llamar al médico que diagnostica apendicitis con riesgo de perforación y ordenó su internación inmediata para operarla de urgencia. La madre de Teresa, considerando la debilidad de su hija, teme que no pueda soportar la operación y llora desconsoladamente. Teresa se conmueve y en su habitación reza a su amiga Santa Teresa y pone sobre su zona dolorida la reliquia de la Santa que llevaba siempre atada al cuello. De repente, y como en aquel 17 de mayo, la luz se le aparece y la voz le dice: “Me alegra tu entrega completa y tu alegría en el sufrimiento. Para que el mundo conozca que existe una intervención superior, no necesitas operarte ahora, pero enseguida debes alabar y dar gracias al Señor”.

Era ya de noche y el párroco hizo abrir la iglesia para que Teresita pudiese agradecer lo más pronto posible como se le había indicado. Por la noche la muchacha eliminó gran cantidad de pus a través del intestino y al encuentro siguiente el médico quedó sorprendido al no encontrar rastro alguno de la enfermedad.

COMIENZAN LOS ESTIGMAS

En la noche del jueves 4 de marzo de 1926, vio Teresa a Cristo arrodillarse en el huerto de los Olivos y lo oyó orar. Jesús la miró fijamente y en ese momento ella sintió en la región del corazón un dolor tan vivo que creyó morir, “como si una espada puntiaguda me hubiera atravesado el corazón”. Al mismo tiempo le fluyó sangre caliente de esa zona que continuó saliendo hasta el mediodía del día siguiente.

En la noche del Jueves Santo (2 de abril) de ese año 1926, Teresa revivió la Pasión de Cristo y dijo: “La visión de Cristo y su agonía es tan inenarrable que ya no puedo ser como los otros mortales. Me dedicaré a sufrir por él… por lo que sufrió por nosotros”. Ese día aparecieron por primera vez las llagas cuadradas en la parte externa de las manos. El día de Pascua, Teresa estaba radiante de felicidad, viendo a Jesús resucitado.


Durante la vivencia de la Pasión de los viernes, Teresa asistía a todo el proceso que atravesó Jesús desde el huerto de los Olivos hasta el momento de Su muerte en la cruz. Ella, no solo veía cómo vestía la gente o cómo eran las casas o los paisajes de Palestina. Sentía el calor, el frío y los olores del ambiente. Además oía a los personajes hablar en su lengua original: el arameo. Por ello el padre Wutz, famoso orientalista y muy amigo de Teresa, pudo reconocer muchas palabras dichas por Jesús como auténticas, incluso en la manera de pronunciarlas. Muchas de las visiones que tuvo a lo largo de su vida se referían a escenas del Antiguo o del Nuevo Testamento o a las grandes fiestas de la Iglesia.

EL CUERPO DE CRISTO COMO ÚNICO ALIMENTO

Prometió entonces que no probaría más alimento sólido en su vida y sólo se limitaba a ingerir unas pocas cucharadas de agua luego de comulgar. Los médicos la previnieron de que era imposible mantener el cuerpo y el alma juntos con semejante dieta. Pero ella aseguró que “Dios la mantendría viva”.

El 15 de abril de 1927, las llagas se hicieron visibles también en la parte interna de manos y pies. Los médicos intentaron con todos los medios posibles tratar de curarlas, pero cuanto más le ponían ungüentos y vendas, más dolor sentía y más se le hinchaban las manos y pies. De modo que terminaron por dejarla tranquila, pues, sin curaciones, las llagas no se hinchaban ni supuraban. A lo largo de ese año recibió también en distintas ocasiones las llagas de la corona de espinas alrededor de su frente.

En septiembre de 1927 aumentó aún más la austeridad de su vida y se negó a tomar las cucharadas de agua. Todo su alimento consistía en la hostia y el vino que tomaba en la consagración una vez a la semana. El Padre Naber, quien le dio la Comunión todos los días hasta el día en que Teresa murió, escribió: “en ella se cumple a la letra la palabra de Dios: `mi Carne es verdadera comida y mi Sangre es verdadera bebida´”.

Las autoridades eclesiásticas realizaron numerosos controles para verificar el ayuno de Teresa. El obispo de Ratisbona instituyó una Comisión compuesta de médicos y de cuatro religiosas enfermeras que se turnaron de dos en dos durante quince días en la casa de la propia Teresa para no dejarla nunca sola.

Cuando empezó el control pesaba 55 kg. El día en que revivió la Pasión de Cristo, perdió cuatro kg y pesaba 51. Al día siguiente ya pesó 52,5 kg. Y los pocos días ya recuperó su normal peso de 55kg. Las hermanas enfermeras que la vigilaron escribieron su testimonio, asegurando bajo juramento que en ningún momento de los 15 días de vigilancia había tomado alimento ni bebida alguna.

Teresa por fin había dejado atrás tantos años de enfermedades y nuevamente, como había sido siempre, se ponía al servicio de su comunidad. Una foto de la época la muestra colaborando en tareas de construcción con una vitalidad envidiable:

OTROS MILAGROS: 
Visitas al Purgatorio, Bilocación, Levitación...

Con frecuencia se le aparecían almas del purgatorio a pedir ayuda y después venían a agradecerle cuando iban al cielo. Ella las llamaba “gatitos mendicantes”. El padre Naber escribe en su Diario: “El 2 de noviembre de 1928 Teresa visitó dos veces, por la mañana y por la tarde, el purgatorio. Contempló allí a las almas como figuras luminosas que todavía no estaban totalmente purificadas. Vio a muchos conocidos, algunos de los cuales se le acercaban para pedirle ayuda”.

El 29 de marzo de 1929 recibió por primera vez las llagas de la flagelación, que se reproducirían luego cada año. A estas llagas hay que añadir las lágrimas de sangre que vertía en los éxtasis de los viernes; especialmente de Cuaresma. Los exámenes médicos no podían reconocer ninguna causa justificada para estas lágrimas de sangre, pues no había ninguna erosión en sus ojos.

En diciembre de 1930 se produce otro milagro en la vida de teresa Neumann: la bilocación. Escribe el padre Naber: “La semana pasada estuve en Berlín por un asunto urgente. Por dos veces ha seguido Teresa mi misa en Berlín. De ello me ha hablado inmediatamente después de mi regreso… Ha hablado atinadamente de las dimensiones de la iglesia y especialmente de su altar. Me ha dicho cómo yo, de primeras, no podía abrir el sagrario y que el acólito tuvo que darme algunas instrucciones. Y que la segunda vez me había ayudado a dar misa un señor párroco”.

La misma situación ocurrió al año siguiente. Narra el padre Naber en su Diario el 8 de mayo de 1931: “Alguien, a quien no conocía en absoluto, me contó ayer que el sábado pasado había pensado en quitarse la vida por dificultades morales y económicas que le eran insoportables. Entonces se le había aparecido de repente Teresa y le había amonestado con lo que evitó el suicidio. Ella contó que el sábado había sufrido mucho y que su ángel había tomado su figura y había amonestado a aquel hombre”.

A través de la bilocación Teresa asistió a importantes eventos como la apertura del Año Santo en Roma, a la proclamación del dogma de la Asunción de María el 1 de noviembre de 1950 y a solemnidades en los santuarios marianos de Lourdes, Lisieux o Fátima. Del mismo modo asistió al Congreso eucarístico internacional de Munich en 1960. Cada año el domingo de Pascua iba a la plaza de san Pedro, a Roma, en bilocación, para recibir la bendición papal. Siempre pudo dar detalles de lo ocurrido que asombraban a quienes habían estado allí de cuerpo presentes.

Otros milagros eran parte de la vida cotidiana de Teresa Neumann, algunas veces experimentó levitación durante el éxtasis, reconocía inmediatamente las verdaderas reliquias religiosas y objetos consagrados de los que no lo eran e identificaba a las personas que habían comulgado recientemente.

LLEGA EL RÉGIMEN NAZI

Teresa Neumann opuso una valiente resistencia al régimen nazi, reuniendo personas afines a su pensamiento, para las que llegó a ser una estimada consejera. Entre ellas encontramos al Dr. Fritz Gerlich, quien en 1932 recibió la siguiente carta del incipiente movimiento:

“Nosotros levantaremos una hoguera donde pondremos las cruces de los cristianos y todas las imágenes de ese Cristo que nació de una mujer pública judía… Cuando el fuego de la libertad se levante en el cielo, comenzará la hora del nacimiento de la nueva religión. El pueblo alemán agradecerá de rodillas al solo Dios que existe sobre la tierra, Adolfo Hitler, que nos librará de la peste judeo-cristiano-marxista”.

Estas declaraciones levantaron mucha resistencia entre los habitantes. Las elecciones de 1932 fueron desastrosas para el partido nazi, pero más tarde llegaron al poder e hicieron algunas consultas populares, Teresa siempre votó contra ellos. En una de estas elecciones había decidido no ir a votar por su mal estado de salud. Pero vinieron a buscarla los mismos nazis en un auto. Ella aceptó el reto y fue a votar, pero levantando en alto la cédula de votación y ante el asombro de los electores presentes, dijo: “Quisiera, señores, asegurarme de haber escrito NO”.

Por eso, no es de extrañar que los nazis decidieran eliminarla. Pero su salvación vino de donde menos se esperaba: del mismo Hitler. Él la tomó bajo su protección y tomó las medidas necesarias para que no se atentara contra su vida ni la de su familia. Parece que Hitler creía en sus poderes sobrenaturales y le temía.

Sabiendo que Teresa no comía no le concedieron el racionamiento de comida impuesto en Alemania durante la guerra. A cambio se le dio doble cantidad de jabón para lavar su ropa, que se teñía de sangre cada semana. La Gestapo controlaba toda la correspondencia que recibía y habían bautizado a su pueblo Konnersreuth como “Das schwarze Nest” (El antro negro) y a Teresa como “Die bestie” (la bestia).

Lo peor llegó cuando, al final de la guerra, las derrotas del ejército hizo que el prestigio de Hitler cayera de plano y Alemania empezara a ser invadida por los aliados. Entonces, varios nazis ya no hicieron caso a Hitler y quisieron vengarse de ella. El 20 de abril de 1945 una sección de tanques de las SS irrumpió en Konnersreuth y fueron a su casa, buscándola por todas partes pero no la encontraron, porque estaba oculta en un refugio subterráneo.

Finalizada la segunda guerra mundial, muchos soldados norteamericanos (incluso no católicos) acudían a verla y varios se convirtieron al cristianismo. Hay un relato excepcional que cuenta:

Los soldados americanos se agrupaban alrededor del lecho sencillo y limpio. Atardecía… y como todos los jueves se sabía lo que iba a pasar. La mujer de 47 años yacía en el catre. Sus ojos hundidos con enormes ojeras. “Yo no creo en nada de esto… aquí hay truco” dijo un cabo americano pequeño y rubio. No terminaba la frase cuando la mujer daba un nuevo alarido. La sangre brotaba en espesas gotas de su frente, en una línea de puntos rojos. Se abrían heridas en la piel ante los ojos de todos. El cabo no sabía qué decir. Estaba más pálido que la mujer. De allí en adelante, durante el resto de la noche, al fragor de los lejanos cañonazos comenzaba uno de los mayores misterios del mundo sobrenatural… LOS ESTIGMAS. “Miren… está cayendo en trance” susurró uno de ellos. De repente alguien comenzó a rezar en voz alta. Muy pronto todos los soldados, hombres que habían peleado y asesinado en nombre de la guerra, rezaban juntos. Una especie de vacío místico en medio de la violencia y la maldad. La sangre fluía de nuevas heridas que se abrían. La piel sencillamente se rajaba. El líquido rojo y espeso brotaba a raudales. Las manos, los pies, el costado; la frente… toda ella era un mar de sangre denso, opaco y continuo. “No llega a mañana por la mañana con ese desangramiento”comentó un médico militar. Todos estuvieron de acuerdo. Ya era noche cerrada. Sus gritos aumentaron. Teresa se revolvía sobre el lecho empapado en la sangre. A cada nuevo grito la sangre fluía con mayor fuerza. Calladas y silenciosas campesinas se ocupaban de limpiar la preciosa sangre, para eso colocaban trapos inmaculadamente limpios en contacto con las sabanas. Cuando los trapos se impregnaban del rojo líquido los quitaban guardándolos como si fueran tesoros. “Cada casa en este lugar guarda uno de los trapos ensangrentados como objeto de veneración” explicó el capellán que marchaba con los soldados…

Muchos de ellos habían hecho apuestas: “No llega a las tres de la madrugada…”, “No llega a las cinco…”. Pero con los primeros rayos del sol las heridas desaparecieron. Esa es la palabra correcta… DESAPARECIERON. Allí en donde segundos antes había sangre, carne abierta y palpitante sólo quedaba la piel limpia y blanca. Incluso las sábanas estaban blancas, completamente limpias. Ni un rastro, ni una gota de sangre en parte alguna. La mujer abrió los ojos… sonrió débilmente y elevó la mano haciendo la señal de la cruz sobre los presentes. Todos los soldados, sin excepción, cayeron de rodillas ante lo incomprensible.

Teresa vivió los dolores de la Pasión unas 700 veces en su vida, comenzaba los jueves, día en que Jesús inició su Pasión, perdiendo sangre de los estigmas hasta el domingo, día de la Resurrección. Ella ofrecía su sufrimiento a Dios, para interceder en favor de los pecadores que pedían ayuda. Esto dio como resultado que enorme cantidad de peregrinos, curiosos y todo tipo de personas viajaran desde remotos lugares para ver a “la mujer que sangra como Cristo“. Muchos viernes desfilaban ante su lecho miles de personas. Algún Viernes Santo llegaron hasta 10.000 personas. Pasaban de 10 en 10 y sólo durante uno o dos minutos para verla en éxtasis.

El 15 de setiembre de 1962 sufrió un ataque de "angina pectoris". Este ataque al corazón le hizo sufrir fuertes dolores. No podía estar echada y debió permanecer sentada entre almohadones en la cama hasta el 18 de setiembre, día en que murió a la avanzada edad de 88 años. Al morir Teresa, fue colocada en una sala de la planta baja de la casa. Miles de personas desfilaron ante su cadáver los días siguientes hasta el día de su entierro. Ese 22 de septiembre se celebraron los funerales en la iglesia y, al terminar, se cerró el ataúd.Antes de cerrar, tres médicos (doctores Engelbert Ernst, doctor Eduard Stuchlik, y la doctora Elisabeth Stuchlik) comprobaron que, pese a los cuatro días pasados desde su muerte, no se percibía ningún indicio de corrupción ni olor a cadáver.

Teresa murió en olor de santidad y permanecio con las estigmas en su cuerpo. Está enterrada bajo “La Cruz Monumental”, obra de un escultor renano, que había obtenido la curación de su enfermedad por medio de Teresa. La cruz mide más de cinco metros de altura y tallada en granito negro pesa siete toneladas y media.

PROFECÍAS: LA EDAD DE CAÍN (1999 – 2017)
(Nota Clavijo: Detectada alguna contaminación Nueva Era)

Pero Teresa Neumann no sólo nos dejo un ejemplo de vida en su fe y entrega. También dejó visiones proféticas para esta época tan determinante para la humanidad. Las abordaremos desde el las propias palabras del investigador Pier Giorgio Caría:

FECHAS:

Dijo Teresa: “la gran llaga se abrirá en el 1999 y sangrará por dieciocho años: será este el tiempo de Caín”. Teresa indica el máximo poder y dominio de las encarnaciones satánicas en un período que ella llama “la edad de Caín”, que comprende los años entre el 1999 y el 2017. Dieciocho años son la suma del número de la bestia, es decir, 6+6+6=18, develado por el apóstol Juan en el libro del Apocalipsis.

De hecho, según los Mayas el actual ciclo temporal comenzó en el 3113 A.C. y culmina precisamente este año, en la fatídica fecha del 21 de diciembre del 2012, pero el último período de este ciclo, iniciado con el eclipse de 1999, es definido como “el salón de los espejos”. En este periodo, dicen los Mayas, los eventos mundiales serían cada vez más acelerados y sorprendentes, y pondrían al hombre frente a tremendos efectos de sus descabelladas elecciones, como ser la energía nuclear en primer lugar. Dijeron: “En esta lucha aquel que alcance los altos valores morales y que luche a favor del bien, será apoyado por los señores de las estrellas y por la energía espiritual del Universo”.

SUCESOS

Dijo Teresa: “veo volcar sobre la Tierra una cesta llena de serpientes que se arrastran sobre las ciudades y los campos, destruyendo todo” … “He visto dejar el mundo en manos de bestias horrorosas, con la cabeza de asno y el cuerpo de serpiente”…“En aquel tiempo, demasiados leones tendrán el corazón del asno y se dejaran engañar”. 

Quiere decir que los jefes que dominan el mundo hoy son personas feas como serpientes pero son estúpidos porque tienen la cabeza de burro y sus elecciones que parecen en algunos ámbitos quizás de estrategia política internacional o en el ámbito económico parecen grandes actos de personas de comando pero en realidad son elecciones estúpidas que van a llevar a la humanidad a un destino muy feo. Será en esta era de Caín cuando triunfarán “la ignorancia, el desprecio por la cultura, la arrogancia, la soberbia, la violencia, el materialismo”. 

DESENLACE

Dijo Teresa: “en el trono más elevado he visto sentarse a la serpiente de las serpientes”.

Aquí Pîer Giorgio nos conecta con el mensaje recibido por Giorgio Bongiovanni (2010): 

“ÉSTE YA HA TOMADO CUERPO Y ESTA PRESENTE Y OPERATIVO EN LA TIERRA A LAS ORDENES DE SU PADRE SATANAS-LUCIFER. ÉL ES LA CUMBRE PIRAMIDAL DE UNA COMISIÓN INTERNACIONAL YA OPERATIVA DESDE HACE DECADAS EN VUESTRO MUNDO QUE TIENE EL COMETIDO DE ESCLAVIZAR, SOMETER Y ANIQUILAR LA ESPECIE HUMANA. SU FUERZA: EL DINERO. SUS ARMAS: LA GUERRA, EL HAMBRE, LA CONTAMINACION Y EL ENGAÑO TEOLOGICO. ESTAN DOTADOS TAMBIEN DE INSTRUMENTOS MUY EFICIENTES Y DESPIADADOS (CRIMINALIDAD ORGANIZADA). EL ANTICRISTO. EL PRINCIPE DE LAS TINIEBLAS. ENGAÑARA A MUCHOS Y SE PROCLAMARA MESIAS Y SALVADOR DEL MUNDO". 

Del mensaje recibido por Giorgio Bongiovanni, se puede inferir que Neumann se refería al trono que representa hoy el máximo poder que domina las masas. Y ese poder lo tiene el dinero. Por consiguiente Arimane, según lo que dice el mensaje, se ha encarnado como jefe de esta súper comisión internacional cuya fuerza está representada por el dinero, su propaganda ideológica son las grandes agencias de noticias y su brazo ejecutor son los ejércitos de los países con gobiernos al servicio de esta organización. VER VIDEO BILDERBERG CLUB

EL FINAL

Dijo Teresa: “llegará un momento en el que el hombre y la tierra estarán sucios y corruptos hasta tal punto que no habrá otra solución aparte que la de una limpieza general, de un diluvio. Pero esta vez será un diluvio de fuego”.

Recordemos los mensajes de la Virgen en Fátima. El mismo Papa Benedicto XVI en su viaje a Fátima, en Mayo del 2010, concedió importantísimas declaraciones que matian lo que él mismo había afirmado en el 2000, cuando era aún el Cardenal Joseph Ratzinger. En ese entonces, de hecho, pasó el mensaje de que la profecía de Fátima se había concluido con el atentado al Papa Wojtyla mientras, durante la misa celebrada el 13 de Mayo, en el Santuario Mariano portugués, en presencia de 500.000 fieles, el mismo Papa Ratzinger amonesta “Se engañaría el que piense que la misión profética de Fátima se haya concluido” y dice que es un mensaje contra “los avaros egoísmos de nación, raza, ideología, grupo, individuo”.

Es decir que el Papa admite que todavía el Tercer Mensaje de la Virgen de Fátima debe cumplirse, lo cual, razonando en base a lo que ha afirmado Neumann, podría suceder antes del año 2017.

Hay numerosos informes que anticipan que una llamarada solar más fuerte que lo habitual podría causar enormes daños en nuestras telecomunicaciones, y también se contempla cuan poco resistente sería la atmósfera terrestre ante la furía del Astro Rey. En sintonía con lo anticipado por Teresa Neumann (y la mayoría de los videntes) hay un mensaje canalizado por la vidente Luz de María el 4 de julio de 2012 que abre con las palabras de la Virgen María advirtiendo:“Amadísimos, el sol inesperadamente lanzará su fuego causando gran desgracia en la Tierra. El hombre de ciencia y aquellos que la han endiosado se sentirán derrumbarse. El hombre ha avanzado en la tecnología para detrimento de la humanidad”

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