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“¡Y aún ha osado bendecirnos!”, exclamó uno de los que asesinaron al mártir Manuel Borrás, obispo auxiliar de Tarragona. Hoy, 77 años después, su sucesor a cargo de esta archidiócesis, don Jaume Pujol, explica a Misión el sentido de reconciliación de la beatificación de 522 mártires del siglo xx en España, que tendrá lugar el 13 de octubre.
Será la beatificación más numerosa de la historia de la Iglesia. Nada más y nada menos que 522 mártires, que fueron asesinados por odio a la fe durante los años 30 en nuestro país, serán proclamados beatos en una gran ceremonia el próximo 13 de octubre. Cada una de estas historias de martirio son “un ejemplo de fidelidad y fortaleza”, que, según nos explica el arzobispo de Tarragona, don Jaume Pujol, nos impulsa a buscar una “mayor coherencia entre vida y fe a fin de convertirnos en testigos del Evangelio y semilla para una reevangelización de nuestra sociedad”.
¿Qué relato le ha conmovido de forma especial de entre los mártires que van a ser beatificados?
Resulta muy difícil destacar algún caso en particular, puesto que todos tienen aspectos remarcables. De todas maneras, me inclinaría por el del doctor Manuel Borrás, obispo auxiliar de nuestra archidiócesis. Tras diecinueve días de cautiverio en la prisión de Montblanc, donde sufrió todos los abandonos y todas las angustias de Cristo en Getsemaní, fue finalmente asesinado en Coll de Lilla la tarde del 12 de agosto de 1936. La noche de aquel día memorable, uno de quienes le habían dado muerte exclamaba: “¡Y aún ha osado bendecirnos!”... Impresionante, ¿verdad? ¡Qué mejor comentario que el de su propio verdugo!
¿Tuvieron los mártires la tentación de renunciar a su fe para salvar la vida?
Su firmeza y su valentía residen en Jesucristo. ¿Momentos de debilidad? Qué duda cabe de que los hubo, sobre todo, cuando muchos de ellos fueron asesinados de la forma más indigna imaginable, tras haberles hecho sufrir todos los tormentos del infierno. Un mártir no es un héroe de una sola pieza, no es un personaje sobrehumano, sino que es un hombre o una mujer como todos nosotros. Lo importante es que, pese a todo, perseveraron hasta el final.
No son mártires de la guerra
(Editor del blog: Son mártires de la persecución religiosa causada por las idelogías anticatólicas liberal-masónicas y marxistas internacionalistas de los siglos XIX y XX, que explotan en España con la Revolución socialista de 1934 y la Contrarevolución católica de 1936, cuyo precedente fue la Guerra Cristera de México en 1926)
Después de mil beatificaciones, todavía hoy existe confusión. Díganos, ¿por qué son “mártires del siglo xx en España” y no “mártires de la guerra civil”?
Numerosos estudiosos del tema sostienen que, cuando se denomina a las víctimas –en el caso que nos ocupa– “mártires de la guerra civil”, se están manipulando los términos. La guerra civil es el contexto sociopolítico en el que se produjo la muerte de la mayoría, pero ellos son víctimas no de una guerra civil, sino de una persecución religiosa, dos conceptos totalmente diferentes.
Un argumento a favor de la tesis antes expuesta la constituye la beatificación de unos hermanos de la Salle de Turón (Asturias), asesinados en Oviedo en 1934. En aquellos tiempos no había guerra civil, sino una persecución religiosa: quema de conventos y de iglesias, asesinatos de personas por su fe, etc., con la anuencia y, por tanto, responsabilidad moral de quienes toleraron aquellos hechos. El término “mártires de la guerra civil” se presta a manipulación, de manera que se prefiere la expresión “mártires del siglo xx en España”.
¿Cómo debe la Iglesia transmitir el sentido de esta beatificación para evitar malinterpretaciones políticas?
Es evidente que el contexto mayoritario del martirio de los nuevos beatos fue la guerra de 1936, una que nunca hubiera debido estallar. Todas las guerras son execrables. Es decir, que una beatificación no se hace jamás en contra de nadie, de modo que proclamar la bienaventuranza de nuestros hermanos no es proclamar, de ninguna de las maneras, la maldición o la condena de los otros. Por desgracia, toda guerra tiene víctimas inocentes. Son muchas las lágrimas de madres que lloraron la muerte de sus hijos en uno y otro bando. Toda muerte inocente es respetable y digna de compasión... Luego, alguien puede preguntarse: ¿Por qué se beatificará a esas personas y no a otras? La respuesta es muy sencilla: serán beatificadas como víctimas de una persecución religiosa y por considerar que la violencia sistemática ejercida contra los miembros de la Iglesia católica lo fue por esa condición. Los mataron in odium fidei (por odio a la fe), por el solo hecho de ser católicos, ya fueran religiosos o laicos, y porque no quisieron apostatar de su fe para salvar la vida. En una contienda o en una revuelta mueren muchas personas, pero no todas fallecen por su creencia religiosa. Ahí está la diferencia.
¿Es posible dilucidar, sobre todo en el caso de los laicos, que una persona ha sido asesinada por su fe y no por otras posibles razones ideológicas?
Una causa de beatificación es, en general, un procedimiento largo y complejo. Es preciso contrastar muchos testigos, pruebas, etc., dado que se trata de un asunto muy serio que, como manda el Derecho, debe llevarse a cabo con el máximo rigor. [En Beatificacion2013.com se puede consultar cómo procede una Causa]
Cuando la Iglesia proclama la bienaventuranza de quienes han muerto por causa de Jesucristo no pretende, de ninguna manera, tomar partido ideológico. No honra a unos para con-denar a otros. Ni tampoco hace ningún juicio histórico acerca de un acontecimiento tan doloroso como es una guerra que enfrentó a hermanos contra hermanos. No sería correcto que alguien pensara eso. Demostrar que un laico ha muerto exclusivamente por odio a la fe es más difícil que en el caso de un sacerdote o religioso.
Hubo más mártires cristianos en el siglo xx que en el conjunto de los anteriores siglos de historia de la Iglesia. ¿A qué puede deberse este aumento desorbitado de las persecuciones religiosas, que llega incluso a nuestros días?
Pienso que todo ello tiene su origen en que, en el caminar de la Iglesia por esta vida, el cristiano sabe que siempre habrá una desproporción entre lo que cree y los poderes de este mundo, que quieren ahogar la llamada a la trascendencia y le harán ver como ilusoria su esperanza. Los cristianos tendrán que sufrir la tentación de dejar de creer en Dios y en Cristo en un mundo muchas veces no solo profano, sino profanado por las fuerzas ocultas que denigran a las personas bajo el imperio del pecado, cuya es la fascinación por el poder y la riqueza y por una visión materialista de la vida y de la historia, unos poderes que llevan a las sociedades a no amar la vida, a la alienación de la condición humana y al sufrimiento de los más pobres.
Con estos 522 mártires, ¿cerramos ya la etapa del siglo xx en España?
Hay todavía numerosas causas que están en su fase diocesana y otras que, pese a haberla superado, se hallan más o menos avanzadas. Téngase en cuenta que se trata de un procedimiento riguroso y minucioso, lo cual conlleva la dedicación de mucho tiempo. Nada se hace alegremente y, en ocasiones, determinar si una muerte se produjo in odium fidei no es precisamente fácil.
Más: info: www.beatificacion2013.com
Las cifras del martirio
Ya se ha beatificado a 1001 mártires de la II República Española, 11 de ellos son santos:
-6 obispos (Almería, Guadix, Teruel, Barbastro, Cuenca y Ciudad Real) 75 sacerdotes diocesanos
-9 miembros de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Sagrado Corazón de Jesús
-854 miembros de institutos de vida consagrada
-1 diácono
-1 diácono
-1 subdiácono
-1 seminarista
-1 seminarista
-54 laicos (38 de Acción Católica)
En octubre se beatificará a otros 522 mártires
-3 obispos (Lérida, Jaen y Tarragona)
-82 sacerdotes diocesanos
-3 seminaristas
-15 miembros de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Sagrado Corazón de Jesús
-412 consagrados
-7 laicos