viernes, 13 de diciembre de 2013

DARWINISMO: La Paleontologia (Fósiles) y la Bioquímica (Células, Genes y ADN) contradicen a Darwin (1094)



InfoCatólica-Daniel Iglesias (23+24+25+26/10/2013):

1. ¿Qué es el darwinismo?


Todos los seres vivos (animales, plantas, hongos, protistas y bacterias) pueden ser clasificados en especies. Cada especie agrupa a todos los individuos que comparten determinadas propiedades básicas, las características propias de la especie. El evolucionismo es la teoría científica vigente acerca del origen de las especies. Afirma que las especies se originan las unas de las otras por un proceso de transformación: la evolución biológica. Por lo tanto, el evolucionismo sostiene la mutabilidad y el origen interdependiente de las especies.

La doctrina contraria al evolucionismo no es el creacionismo, sino el fijismo. El fijismo sostenía el origen independiente y la inmutabilidad de cada especie. Fue una teoría científica ampliamente aceptada hasta mediados del siglo XIX, cuando fue sustituida por el evolucionismo, sobre todo debido al éxito alcanzado por la obra de Charles Darwin (1809-1882).

Aunque a menudo “evolucionismo” y “darwinismo” son considerados sinónimos, sobre todo en el área anglosajona, en realidad se trata de dos conceptos diferentes. El darwinismo es un caso particular o específico de evolucionismo, una de sus muchas formas posibles. Al evolucionismo, entendido según la definición genérica ya indicada, el darwinismo agrega otros tres elementos, que pasaré a explicar.

El ancestro común universal. Darwin especuló que todas las especies que existen o han existido podrían provenir de un número pequeño de especies ancestrales, tal vez sólo una. Los darwinistas actuales afirman como una premisa fundamental que, a través de la evolución biológica, todos los seres vivos descienden de un único ancestro común universal; no sólo de una única especie ancestral, sino incluso de un único individuo unicelular.

Las variaciones graduales hereditarias. Darwin supuso que la evolución se produce a través de un proceso natural de “descendencia con modificación” y que las nuevas variantes biológicas son producidas por un mecanismo que genera variaciones aleatorias, pequeñas, sucesivas, hereditarias y acumulativas. Este mecanismo, desconocido para Darwin, fue identificado por los neodarwinistas con las mutaciones genéticas aleatorias. Una mutación genética aleatoria es un accidente molecular, un error en el proceso de copia de la información genética. Tanto para Darwin como para el neodarwinismo, la hipótesis de la gradualidad de los cambios es fundamental.

La selección natural. Darwin propuso que la clave de la evolución biológica es la selección natural, una competencia o lucha por la existencia entre las distintas variantes de una especie. A la larga esta lucha favorece la supervivencia de las variantes más aptas (las que dejan mayor descendencia) y produce la extinción de las variantes menos aptas (las que dejan menor descendencia). Según Darwin, la combinación de las variaciones graduales hereditarias y la selección natural, después de mucho tiempo y de muchos pasos intermedios, produce una nueva especie. Darwin no tenía ninguna evidencia de la selección natural, por lo que basó su teoría en gran parte en una analogía con los casos conocidos de selección artificial. Esta última se debe a la acción de agentes inteligentes.

En 1900 se produjo el redescubrimiento de las leyes de Mendel, que dieron origen a la ciencia de la genética. Por ese entonces el prestigio del darwinismo pareció eclipsarse. Sin embargo, entre 1920 y 1950 varios científicos, combinando el darwinismo con la genética, forjaron la teoría neodarwinista. El neodarwinismo es la versión actual del darwinismo. Pronto obtuvo un consenso muy amplio entre los biólogos y hasta hoy es la teoría dominante sobre la evolución biológica.

El neodarwinismo mantiene la teoría de Darwin sobre la selección natural e identifica el mecanismo que produce las pequeñas modificaciones graduales postuladas por Darwin con las mutaciones genéticas aleatorias. De los dos factores determinantes de la evolución, sólo uno de ellos (las mutaciones genéticas aleatorias) tiene un rol creativo, mientras que el otro (la selección natural) tiene un rol meramente destructivo. Es decir que todas las nuevas variantes biológicas son generadas mediante mutaciones genéticas aleatorias. El único rol de la selección natural es eliminar las variantes menos aptas, dejando en pie las más aptas. Esto significa que el azar es el único motor de la evolución.

La teoría darwinista no es una verdad indiscutible, demostrada por la ciencia, sino una de las muchas teorías científicas sobre la evolución. Aunque el neodarwinismo es la teoría evolucionista que hoy goza de mayor aceptación, el debate científico sobre la evolución continúa. Entre las teorías alternativas actuales cabe mencionar al neolamarckismo, el equilibrio puntuado, la endosimbiosis, la teoría de la complejidad o auto-organización y la teoría del diseño inteligente.

Antes de pasar a analizar las evidencias aducidas a favor de la teoría darwinista de la evolución, subrayaré dos puntos que debemos tener siempre en cuenta en esta discusión.

El primer punto es que, para probar la teoría darwinista, no basta la evidencia favorable a la evolución biológica, sino que se necesita también una evidencia de la “evolución darwinista”, es decir de la evolución biológica causada por lo que llamaré el “mecanismo darwinista” o “mecanismo mutación-selección”: una combinación de mutaciones genéticas aleatorias y selección natural.

El segundo punto es que el término “evolución” se suele aplicar a dos cosas muy diferentes entre sí, a las cuales, para evitar confusiones, distinguiremos señalándolas como “microevolución” y “macroevolución”. La microevolución se refiere a los cambios dentro de la frontera de la especie, mientras que la macroevolución es la evolución propiamente dicha, que genera nuevas especies. A su vez, la microevolución puede ocurrir por selección artificial o por selección natural. La selección artificial puede llevarse a cabo mediante los métodos tradicionales de cría de razas de animales o los modernos métodos de ingeniería genética. La teoría darwinista abarca tanto la microevolución por selección natural como la macroevolución por selección natural.

2. La evidencia directa


Se han observado directamente varios casos de microevolución: especies de bacterias que se vuelven resistentes a un antibiótico, especies de insectos que se vuelven resistentes a un insecticida, etc. La teoría darwinista (con base en el mecanismo mutación-selección) es capaz de explicar adecuadamente algunos de estos casos.

Vale la pena detenerse a analizar tres casos que son citados con frecuencia como evidencias de la evolución darwinista: las polillas moteadas, los pinzones de Darwin y las moscas de la fruta de cuatro alas.

La polilla moteada se da en varias tonalidades de gris. Antes de la revolución industrial, la mayoría de las polillas moteadas de Inglaterra eran de color claro; sin embargo, durante la revolución industrial las proporciones de polillas moteadas claras y oscuras se revirtieron. Por ejemplo, hacia 1900, cerca de la ciudad inglesa de Manchester, más del 90% de las polillas moteadas eran de color muy oscuro. Este fenómeno fue llamado “melanismo industrial”. En los años ’50 del siglo pasado el biólogo inglés Kettlewell realizó varios experimentos para probar que el melanismo industrial se debía a la selección natural. 

Actualmente los experimentos de Kettlewell son muy cuestionados. Además, se debe tener en cuenta que, incluso si la explicación del fenómeno se atribuye a la selección natural, no queda demostrado que ésta haya creado una nueva variedad de polillas moteadas. Las formas claras y oscuras existieron desde un principio y sólo cambiaron sus proporciones respectivas. Más aún, después de que la contaminación se redujo en Inglaterra debido a las normas de protección ambiental, las polillas moteadas claras volvieron a predominar.

Durante su viaje alrededor del mundo en el navío Beagle, Charles Darwin estudió las numerosas especies de pinzones de las Islas Galápagos. Aunque esas aves no tuvieron mucha importancia en la formación de la teoría de Darwin, posteriormente surgió la leyenda de que habían sido una de sus grandes fuentes de inspiración. En los años ’70 del siglo XX, Peter y Rosemary Grant fueron a las Islas Galápagos para observar la evolución en acción. Los Grant comprobaron que, después de la sequía de 1977, el tamaño promedio del pico de los pinzones se incrementó en un 5%. Los darwinistas suelen afirmar que, dado que un solo año de sequía puede impulsar ese cambio evolutivo, si las sequías ocurren en las islas aproximadamente una vez cada diez años, una nueva especie de pinzón podría surgir en tan sólo 200 años. Sin embargo, por lo común ellos ocultan que el tamaño medio del pico de los pinzones volvió a la normalidad pocos años después de la sequía y que el cambio evolutivo de largo plazo fue nulo. Al igual que en el caso de las polillas moteadas, se trata de una mera oscilación de los porcentajes de variantes preexistentes en una población local.

La selección artificial mediante experimentos de laboratorio con moscas de la fruta sí ha logrado producir nuevas especies, pero éstas siguen siendo moscas de la fruta, con algunos cambios menores. En la vida silvestre, la mosca de la fruta parece no haber cambiado desde tiempos muy remotos. La naturaleza ha tenido mucho tiempo a su disposición, pero no ha hecho lo mismo que los experimentadores. No es correcto considerar los resultados de la selección artificial (debida a agentes inteligentes) como prueba de la capacidad creativa de la selección natural darwinista, que es un mecanismo “ciego” (sin diseño inteligente). El resultado más llamativo de los citados experimentos de ingeniería genética es una nueva especie de mosca de la fruta que tiene cuatro alas. Las moscas de la fruta de cuatro alas deben ser criadas artificialmente y sus alas adicionales carecen de músculos. Estos mutantes discapacitados no son una materia prima apta para la evolución.

En resumen, la teoría darwinista explica bien algunos casos de microevolución por selección natural, pero es preciso hacer dos salvedades importantes: a) no es necesario concluir que toda microevolución natural ocurre mediante el mecanismo mutación-selección; b) la validez de la teoría darwinista con respecto a la microevolución no implica su validez con respecto a la macroevolución. No prueba que la macroevolución haya ocurrido mediante el mecanismo mutación-selección, lo cual no impide que éste haya intervenido en el fenómeno, como un factor entre otros.

En definitiva, en lo referente a la macroevolución, la teoría darwinista no tiene sustento empírico, y se basa en una extrapolación infundada desde la microevolución hasta la macroevolución. No hay ninguna prueba de que el mismo mecanismo mutación-selección, que puede hacer cambiar las proporciones de polillas claras y oscuras en una población local, también puede transformar un pez en un anfibio.

3. La evidencia fósil. Desafíos al darwinismo desde la paleontología

Según la teoría darwinista de la evolución, el registro fósil debería conservar enormes cantidades de formas de transición entre especies. Sin embargo, este requisito no se cumple ni siquiera remotamente. El propio Darwin concedió que el estado de la evidencia fósil era la más obvia y grave objeción que podía ser instada contra su teoría, pero esperaba que los abundantes fósiles con formas de transición fueran descubiertos más adelante. 150 años después, esos fósiles siguen siendo demasiado escasos, por lo cual sólo muy difícilmente se puede mantener la postura esperanzada de Darwin. Los escenarios gradualistas para el desarrollo de sistemas complejos son especulaciones. Por ejemplo, las alas de pájaros y murciélagos aparecen en el registro fósil ya desarrolladas, y nadie ha confirmado mediante observaciones o experimentos que la evolución aleatoria y gradual de alas es posible.

Una frase famosa del paleontólogo darwinista Stephen Jay Gould Gould resume bien el problema: “la extrema rareza de las formas transicionales en el registro fósil es el secreto profesional de la paleontología”. Esta sorprendente situación ha sucedido porque el darwinismo disfruta del status de verdad a priori. Así, la franca oposición de la evidencia fósil a las predicciones darwinistas se convierte en el problema de cómo la evolución darwinista ocurrió generalmente de una manera que escapa a la detección.

A continuación describiré varias características del registro fósil que son inconsistentes con el darwinismo.

Los fósiles muestran un patrón consistente de aparición súbita de las especies. En palabras de Gould: “En cualquier área local, una especie no surge gradualmente por la transformación constante de sus ancestros; aparece súbitamente y “completamente formada”.” Los darwinistas ortodoxos pretenden explicar esta aparición súbita ateniéndose a la tesis tradicional de Darwin: la existencia de brechas en un registro fósil incompleto. Pero a medida que transcurre el tiempo y se descubren más y más fósiles sin que el patrón básico cambie, este problema se hace cada vez más grave para el darwinismo.

Además, la aparición súbita de una especie es seguida generalmente por un largo período de estabilidad. Escuchemos de nuevo a Gould: “La mayoría de las especies no exhiben un cambio direccional durante su permanencia en la tierra. Ellas aparecen en el registro fósil luciendo muy similares a cuando desaparecen; el cambio morfológico es usualmente limitado y sin dirección.”

La extinción de las especies ha sido causada predominantemente por catástrofes, más que por la obsolescencia gradual exigida por la teoría darwinista. Según Darwin: “Si miramos a cada especie como descendiente de alguna otra forma desconocida, tanto la progenitora como las variaciones de transición habrán sido generalmente exterminadas por el propio proceso de formación y perfección de la nueva forma.” Dos catástrofes en particular sobresalen entre las varias extinciones masivas ocurridas en la historia de la tierra: la extinción pérmica, que hace 245 millones de años acabó con más del 90% de las especies, y la famosa extinción K-T, que hace 65 millones de años exterminó a los dinosaurios y a muchas otras especies. Las actuales explicaciones de las extinciones con base en catástrofes guardan cierta semejanza con el catastrofismo de Cuvier, una teoría científica vigente antes del éxito de la teoría de Darwin.

En general, la historia de la vida es una historia de variaciones alrededor de un conjunto de diseños básicos, no de mejoras acumulativas. El patrón básico de aparición súbita seguida por estabilidad no se da sólo en el nivel de las especies, sino en todas las divisiones del mundo biológico (reinos, phyla, clases, órdenes, etc.). En todos los niveles predomina la discontinuidad, con muy pocos tipos intermedios.

Para intentar superar estas dificultades Gould y Eldridge propusieron una nueva teoría llamada “equilibrio puntuado”. Ésta supone que la historia de las especies contiene largos períodos de estabilidad y breves períodos de cambios grandes y rápidos, impulsados por macromutaciones aleatorias. La enorme mayoría de esas macromutaciones serían perjudiciales. Siguiendo a Darwin, los darwinistas ortodoxos, con razón, reprochan a esta teoría que las macromutaciones aleatorias favorables son completamente inverosímiles, algo así como “milagros sin Dios”.

Quizás el mayor desafío que el registro fósil plantea al darwinismo es la explosión cámbrica (llamada “el Big Bang biológico”). Este fenómeno ocurrió hace unos 540 millones de años. Durante un período breve (en términos geológicos) y en una etapa temprana de la historia de la vida, la mayoría de los phyla (o divisiones) animales aparecieron sin relaciones conocidas entre sí y sin ninguna traza de los ancestros que el darwinismo requiere, y luego se mantuvieron sin mayores cambios. La imagen general de la historia de la vida es así una explosión de planes corporales básicos seguida por algunas extinciones. Esto contradice totalmente el modelo darwinista de la evolución (“el cono de la diversidad creciente”). Los darwinistas no han dado una solución satisfactoria al problema de la explosión cámbrica.

4. La evidencia molecular. Desafíos al darwinismo desde la bioquímica

En tiempos de Darwin se sabía muy poco acerca de las células; y aún a principios del siglo XX, cuando comenzó a elaborarse la síntesis neodarwinista, la bioquímica no existía. En la segunda mitad del siglo XX el progreso de la bioquímica hizo crecer espectacularmente el conocimiento de la estructura interna de la célula. La teoría darwinista debe ser reconsiderada a la luz de los avances de la bioquímica. Para ser válida, ella debería dar cuenta de la estructura molecular de la vida; pero el darwinismo ha fracasado en el nivel molecular. No hay explicaciones darwinistas detalladas de la evolución de ningún sistema bioquímico fundamental, sino sólo una variedad de especulaciones ilusionadas. Nadie ha explicado jamás de un modo detallado y científico cómo el “mecanismo mutación-selección” podría haber construido las intrincadísimas estructuras de ninguno de los muchos sistemas bioquímicos complejos contenidos en las células.

El bioquímico Michael Behe ha analizado una categoría de sistemas biológicos que plantean un desafío poderosísimo a la evolución darwinista: los sistemas con complejidad irreducible. Behe define la complejidad irreducible de la siguiente manera: “Por irreduciblemente complejo me refiero a un solo sistema compuesto de varias partes bien coordinadas que interactúan entre sí, contribuyendo a la función básica, en donde la eliminación de una cualquiera de las partes hace que el sistema efectivamente cese de funcionar.”

En su famoso libro “La caja negra de Darwin”, Behe analiza detalladamente varios sistemas biológicos irreduciblemente complejos: el cilio, el flagelo bacteriano, la coagulación de la sangre, el transporte intracelular y el sistema inmunológico. También analiza un fenómeno que, aunque estrictamente no presenta complejidad irreducible, plantea problemas inmensos a la evolución darwinista: la biosíntesis de moléculas complejas.

En principio existen sólo tres formas concebibles en que se podría resolver el problema del origen de un sistema irreduciblemente complejo desde el punto de vista naturalista, pero las tres son muy poco creíbles: 1) que el sistema surja por una vía directa y gradual, sin cumplir su función hasta alcanzar el grado de complejidad irreducible; 2) que el sistema se forme por una vía indirecta y gradual; 3) que el sistema surja entero, como una unidad integrada, de un solo golpe.

La primera solución (la vía directa y gradual) viola una premisa básica de la teoría darwinista porque la selección natural, que asegura la supervivencia de las variantes biológicas más aptas, sólo puede favorecer a los sistemas que cumplan una función útil. Pero, por definición, nuestro sistema, antes de alcanzar el grado de complejidad irreducible, no cumple ninguna función, por lo que la selección natural debería descartar las variantes dotadas de las versiones incompletas del sistema.

La segunda solución (la vía indirecta y gradual) es la preferida por los darwinistas. Plantea que las distintas partes del sistema irreduciblemente complejo podrían tener otras funciones (ajenas a las de ese sistema) antes de integrarse en él. Esta solución es metafísicamente posible, pero estadísticamente muy inverosímil. La probabilidad de esta solución cae precipitadamente a medida que aumenta la complejidad de los sistemas considerados. En esta perspectiva, las vías indirectas de formación de los sistemas con complejidad irreducible deberían volverse cada vez más tortuosas, hasta un grado inimaginable. Ningún científico darwinista ha presentado jamás una explicación completa y detallada del origen de ningún sistema biológico irreduciblemente complejo.

Tampoco la tercera solución (la vía directa y súbita) es darwinista, porque implica renunciar al postulado del gradualismo, absolutamente central para Darwin y los darwinistas ortodoxos. El célebre darwinista ortodoxo Richard Dawkins lo explica así: la evolución “debe ser gradual cuando está siendo usada para explicar la venida a la existencia de objetos complicados y aparentemente diseñados, como los ojos. Porque si no es gradual en estos casos, ella deja de tener todo poder explicativo. Sin gradualidad en esos casos, estamos de vuelta en el milagro, lo cual es simplemente un sinónimo de la total ausencia de explicación.” (Continuará).

5. Desafíos al darwinismo desde la teoría de la información

Los cuerpos animales están repletos de órganos que requieren una coordinación muy ajustada de partes complejas para poder cumplir sus funciones. ¿Cómo tales órganos pueden haberse formado mediante una enorme cantidad de variaciones aleatorias pequeñísimas, cada una de ellas favorable para la especie? Por ejemplo, ¿para qué sirve el 5% de un ojo? Richard Dawkins respondió que puede servir para tener un 5% de visión. Pero es una falacia suponer que el 5% de un ojo implica un 5% de visión normal.

La teoría darwinista implica una enorme sucesión de hechos improbabilísimos. Lo menos que se puede decir es que el cálculo de probabilidades arroja muy serias dudas sobre esa teoría. En 1967, un encuentro en Filadelfia entre biólogos darwinistas y matemáticos dio lugar a una agria confrontación acerca de la plausibilidad de la evolución darwinista. Matemáticos como Ulam y Schützenberger concluyeron que el tiempo disponible desde el origen de la vida no era ni remotamente suficiente para que la evolución darwinista pudiera haber tenido lugar. La respuesta de los darwinistas fue dogmática: dado que la evolución darwinista de hecho ocurrió, las dificultades matemáticas se resolverán de un modo u otro.

Consideremos el número que el matemático William Dembski denomina “límite de probabilidad universal”. El valor que Dembski dio originalmente a ese límite es de 1 en 10 exp 150. Ese número es el inverso del producto de las siguientes cantidades aproximadas:

• 10 exp 80, el número de partículas elementales en el universo observable.
• 10 exp 45, la máxima tasa por segundo a la cual pueden ocurrir las transiciones en los estados físicos (es decir, el inverso del tiempo de Planck).
• 10 exp 25, mil millones de veces más que la edad estimada típica del universo en segundos.

10 exp 150 = 10 exp 80 × 10 exp 45 × 10 exp 25. Este valor representa un límite superior del número total de eventos físicos posibles de la historia cósmica, es decir de los eventos que podrían haber ocurrido desde el Big Bang.

El descubrimiento más comprometedor para las teorías materialistas o naturalistas de la evolución (como el darwinismo) es que los sistemas biológicos contienen información. La información biológica está contenida fundamentalmente en las moléculas de ADN (Ácido Desoxirribo-Nucleico). El ADN almacena las instrucciones para ensamblar proteínas, que constituyen el principal componente de las células. Esta información está representada bajo la forma de un código de cuatro caracteres: A, G, C y T, que corresponden respectivamente a la adenina, la guanina, la citosina y la timina, cuatro sustancias llamadas “bases”. El genoma de un virus puede estar compuesto, por ejemplo, por unas 20.000 bases. La cantidad total de permutaciones posibles de 20.000 bases es 4 exp 20.000, que equivale aproximadamente a 10 exp 12.041. Por su parte, el genoma humano está compuesto por unos 3.000.000.000 de bases, por lo cual la cantidad total de permutaciones posibles es 4 exp 3.000.000.000 = 10 exp 1.806.180.000 (aproximadamente). Más allá de estos dos ejemplos, las cantidades totales de permutaciones posibles de las bases del genoma de cualquier especie son números inconcebiblemente inmensos.

Comparando esos números con el “límite de probabilidad universal” podemos intuir fácilmente que la probabilidad de que esta información biológica (tan genial como la información contenida en una obra maestra literaria) sea únicamente producto del azar (por medio de mutaciones genéticas aleatorias) es tan abismalmente baja que debe ser despreciada. Es importante tener en cuenta que tanto en el caso de la información literaria como en el caso de la información genética, la cantidad de permutaciones “inútiles” supera enormemente a la cantidad de permutaciones “útiles”; y también que, en general, las distintas permutaciones “útiles” forman algo así como “islas” separadas por grandes océanos dentro de los respectivos espacios probabilísticos. A partir de aquí se puede inferir que afirmar que el azar es la única causa positiva del origen del genoma, a la manera neodarwinista, requiere una credulidad casi ilimitada. La reflexión acerca de estos datos de la ciencia contemporánea fue la razón fundamental que impulsó al filósofo británico Antony Flew (1923-2010), uno de los principales defensores del ateísmo, a cambiar de idea y anunciar que creía en la existencia de Dios, el Creador del mundo, de la vida y de la información genética contenida en los seres vivientes.

El mismo Dembski ha propuesto un criterio de detección del diseño inteligente basado en lo que él llama “información compleja y especificada” o “complejidad especificada”. La complejidad especificada está presente en un sistema o configuración si éste cumple las siguientes dos condiciones: a) es complejo, es decir: tiene una probabilidad de ocurrencia suficientemente baja, menor que el “límite de probabilidad universal”; b) es especificado, es decir: puede ser descrito por medio de un patrón especificado de forma independiente del sistema o configuración considerado.

Los siguientes ejemplos de Dembski ilustran este concepto: “Una sola letra del alfabeto es especificada sin ser compleja. Una frase larga de letras aleatorias es compleja sin ser especificada. Un soneto de Shakespeare es a la vez complejo y especificado.”

Según la experiencia humana universal, todos los sistemas con información compleja y especificada tienen causas inteligentes (no hay “falsos positivos”). En cambio el mismo criterio puede dar “falsos negativos”: algunos sistemas diseñados por agentes inteligentes no exhiben complejidad especificada; por ejemplo, porque un agente inteligente puede simular la acción de una causa no inteligente.

El criterio de la “complejidad especificada” fue planteado por Dembski en 1998 en una monografía titulada “La inferencia de diseño”. Dembski constata que diversas ramas de la ciencia (por ejemplo, la medicina forense, la arqueología, la criptografía, la inteligencia artificial, la búsqueda de inteligencia extraterrestre, etc.) son capaces de detectar un diseño inteligente. La teoría de la complejidad especificada justifica esos esfuerzos científicos sobre una base más general.

Dembski demuestra que los mecanismos naturales de la ley física (la necesidad) sólo pueden conservar o perder información, pero no producirla; y también muestra que el azar puede producir información compleja y no especificada o información simple y especificada, pero no información compleja y especificada. Por último, demuestra que la necesidad y el azar, trabajando juntos, tampoco pueden generar información compleja y especificada. A través de este proceso de eliminación, Dembski concluye que la complejidad especificada sólo puede ser debida a la inteligencia y es por lo tanto un indicador confiable de diseño. Dado que la complejidad especificada es una propiedad observable en los seres vivos (por ejemplo en el ADN), se infiere que los seres vivos no pueden haber surgido por medio de una evolución “no guiada”, sino que son el resultado de un diseño inteligente. (Continuará).

6. Críticas filosóficas al darwinismo

Karl Popper, uno de los principales filósofos de la ciencia del siglo XX, planteó una objeción grave contra el darwinismo desde el punto de vista de la epistemología. Según Popper la característica principal de las teorías científicas es su falsabilidad, es decir su posibilidad de ser refutadas por medio de datos empíricos. En una ocasión Popper sostuvo que el darwinismo es una pseudociencia por no ser falsable. Esto significa que no hay ningún hecho concebible que pueda refutar la teoría darwinista. Ocurra lo que ocurra, a posteriori el darwinista podrá decir que eso es lo que tenía que ocurrir en virtud del mecanismo mutación-selección y podrá ofrecer conjeturas ideadas ad hoc para intentar explicar lo ocurrido. Posteriormente Popper suavizó su crítica al darwinismo, pero siguió sosteniendo que éste podía hacer una sola predicción: la gradualidad de los cambios.

También desde la filosofía aristotélica y tomista se puede plantear objeciones muy serias al darwinismo, pero el tratamiento de ese tema rebasa las dimensiones de esta presentación.

Es necesario cuestionar las premisas filosóficas de las que proviene el darwinismo. Considerando la falta de evidencia directa que respalde la teoría darwinista y los desafíos insuperables que la paleontología, la bioquímica y la teoría de la información plantean hoy al darwinismo, podemos preguntarnos, con Phillip Johnson, lo siguiente: “¿Por qué otras personas, incluyendo expertos cuya inteligencia e integridad intelectual respeto, piensan que la evidencia de fluctuaciones locales de poblaciones confirma que la selección natural tiene la capacidad de obrar proezas de ingeniería, de construir maravillas como el ojo y el ala?” La respuesta de Johnson es que, en último análisis, la teoría darwinista no es una mera hipótesis científica, sino que es vista por sus propulsores como una necesidad filosófica.

La Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos ha declarado que la característica más básica de la ciencia es la “dependencia de explicaciones naturalistas”, en oposición a “medios sobrenaturales inaccesibles al entendimiento humano”. Así se clasifica como científicamente inaceptable (por definición) la idea de que Dios de algún modo dirige la evolución. Si la ciencia ha de tener alguna explicación de la complejidad y la diversidad biológicas, debe arreglárselas con lo que queda después de haber excluido lo considerado inaceptable. El darwinismo es probablemente la mejor de las alternativas restantes. En esta situación algunas personas deciden que el darwinismo simplemente debe ser verdadero. Para ellos no hay necesidad de comprobar la teoría misma, porque no hay ninguna alternativa respetable.

Si no se requiere una confirmación positiva de la potencia creativa del “mecanismo mutación-selección”, hay poco peligro de que la teoría sea refutada por evidencia adversa. Los darwinistas han desarrollado un conjunto de conceptos subsidiarios (la selección de grupo, la selección de parentesco, la selección sexual, la pleiotropía, etc.) capaces de proveer una explicación al menos verbal de casi cualquier eventualidad concebible.

Por otra parte, a menudo los darwinistas emplean argumentos filosóficos a favor del darwinismo. El principal de ellos es el argumento de la imperfección. Lo presentaré bajo la forma de dos silogismos:

Silogismo 1

• Premisa mayor: Ningún diseñador realiza diseños con imperfecciones.
• Premisa menor: La característica Y de la especie X es una imperfección. 
• Conclusión: Ningún diseñador hizo la especie X.

Silogismo 2

• Premisa mayor: Toda especie no hecha por un diseñador fue producida por la evolución darwinista.
• Premisa menor: La especie X no fue hecha por un diseñador. 
• Conclusión: La especie X fue producida por la evolución darwinista.

Podemos hacer tres objeciones graves a este razonamiento. La primera y principal objeciónconsiste en cuestionar la premisa mayor del Silogismo 1: que ningún diseñador comete o admite imperfecciones en sus diseños.

Es obvio que a veces los diseñadores cometen errores. Los darwinistas no suelen tomar esto en cuenta porque generalmente consideran sólo a Dios (un Ser omnisciente y omnipotente) como posible diseñador de los seres vivos. Pero desde un punto de vista lógico no se puede descartar a priori otros posibles diseñadores; por ejemplo, seres extraterrestres, como sostienen los partidarios de la teoría de la panspermia dirigida.

Pero además, incluso si consideramos sólo a Dios como posible diseñador, la premisa en cuestión no es un hecho objetivo, sino una mera opinión subjetiva. Es un hecho que a menudo los diseñadores no buscan la perfección técnica. Al respecto Michael Behe da dos ejemplos interesantes. En primer lugar, menciona la “obsolescencia incorporada” de muchos productos industriales. En segundo lugar, da un ejemplo personal: “No doy a mis hijos los juguetes mejores y más elegantes porque no quiero echarlos a perder y porque quiero que aprendan el valor de un dólar.” El argumento de la imperfección pasa por alto que el diseñador podría tener múltiples motivos, y que a menudo la excelencia ingenieril queda relegada a un rol secundario. El problema básico de ese argumento es que “depende críticamente de un psicoanálisis del diseñador no identificado. Sin embargo las razones por las que un diseñador haría o no haría algo son virtualmente imposibles de conocer a menos que el diseñador te diga específicamente cuáles son esas razones.” (Behe).

Yo agrego que es muy ilógico que los darwinistas pretendan conocer mejor la psicología de Dios (el Ser infinito, inabarcable para nuestra inteligencia finita) que la psicología de los demás diseñadores reales o posibles (seres humanos o extraterrestres). Pienso que esto es un ejemplo de su fuerte tendencia a refugiarse en una mala teología para ocultar las debilidades científicas de su teoría.

La segunda objeción consiste en cuestionar la premisa menor del Silogismo 1: que la característica Y de la especie X es una imperfección. Muchas veces las supuestas imperfecciones no son tales. Por ejemplo, que no hayamos descubierto la utilidad de una estructura biológica no significa que esa utilidad no exista. Se ha descubierto la utilidad de muchos órganos antes considerados vestigiales (como el apéndice y el cóccix). Otro ejemplo muy notable: recientemente se ha descubierto que el llamado “ADN basura” cumple funciones muy importantes y complejas.

Francis Crick, uno de los descubridores de la estructura de doble hélice de las moléculas de ADN, enunció esta regla, y la llamó Segunda Regla de Orgel: “La evolución es más lista que tú".El filósofo darwinista Daniel Dennett la explica así: “Una y otra vez evolucionistas, biólogos moleculares, biólogos en general, ven algún aspecto de la naturaleza que les parece inútil o tonto o que no tiene demasiado sentido –y luego descubren que es de hecho un diseño exquisitamente ingenioso, una brillante pieza de diseño–; eso es lo que Francis Crick quería decir con la Segunda Regla de Orgel.”

La tercera objeción consiste en cuestionar la premisa mayor del Silogismo 2: que toda especie no hecha por un diseñador fue producida por la evolución darwinista. Esta afirmación es más que dudosa por lo que, incluso si las dos premisas del Silogismo 1 fueran ciertas, no quedaría demostrado que la especie X surgió por medio del mecanismo mutación-selección.

7. La crítica teológica del darwinismo

El Magisterio de la Iglesia Católica nunca se ha pronunciado sobre el darwinismo, sino sólo sobre el evolucionismo en sentido amplio. Concretamente, ha rechazado el evolucionismo materialista o naturalista y ha condicionado la aceptación del evolucionismo al respeto de algunas verdades esenciales de la fe católica (como por ejemplo la creación inmediata de cada alma humana por parte de Dios). Por lo tanto la cuestión de si el darwinismo es o no es compatible con el cristianismo es en estos momentos una cuestión opinable y discutida entre los teólogos católicos.

Para abordar esa cuestión, es necesario determinar la relación del darwinismo con el naturalismo metafísico (o filosófico). Éste consiste en sostener que en nuestro universo material no ocurre ni puede ocurrir nada sobrenatural; por lo tanto, todo lo que ocurre en él es en principio susceptible de ser estudiado y explicado por la ciencia. Generalmente el naturalismo metafísico está asociado al cientificismo, la doctrina que sostiene que sólo el conocimiento científico es verdadero conocimiento. Así el cientificismo rechaza tanto a la teología como a la filosofía.

El naturalismo metafísico existe en dos variantes, que yo llamo “fuerte” y “débil”. El naturalismo metafísico fuerte consiste en afirmar que la naturaleza (es decir, el mundo) es todo lo que existe. Dado que el mundo no es Dios, normalmente este naturalismo conduce al ateísmo, la doctrina que niega la existencia de Dios. Empero, existe también una “variante mística” de este naturalismo que conduce al panteísmo, la doctrina que identifica a Dios con el mundo o naturaleza. Dadas las afinidades y debilidades del ateísmo y el panteísmo, no es raro que algunas mentes oscilen entre ambas doctrinas. Cuando el ateo reconoce la necesidad de que exista un Ser Absoluto, a menudo pasa a ser panteísta; y cuando el panteísta reconoce que es absurdo que el Ser Absoluto sea contingente como el mundo, a menudo pasa a ser ateo. Además, generalmente el Dios del panteísmo no es un Ser personal, sino una fuerza impersonal, por lo que, según la terminología y la doctrina del monoteísmo, no es Dios, simplemente hablando. El panteísmo es la idolatría del mundo. En resumen, tanto el ateísmo como el panteísmo niegan la realidad de un Dios trascendente, por lo que suelen coincidir en la práctica.

Por su parte, el naturalismo metafísico débil no niega en principio la existencia de Dios, pero niega que Dios actúe en nuestro mundo. La definición de naturalismo metafísico que indiqué al comienzo corresponde en realidad a su variante débil, pero abarca lo que las dos variantes (fuerte y débil) tienen en común: quizás Dios exista (según la variante débil) pero, como no actúa en nuestro mundo, la ciencia puede prescindir de Él tanto como si no existiera (según la variante fuerte). Normalmente el naturalismo metafísico débil conduce al agnosticismo, la doctrina que niega que el ser humano pueda conocer si Dios existe o no. Empero, existe también una “variante mística” de este naturalismo que conduce al deísmo, la doctrina que afirma que Dios creó el mundo en el principio, pero no se interesa por el mundo ni interviene en él. También la frontera entre el agnosticismo y el deísmo es porosa: si el Dios del deísmo no actúa en nuestro mundo, entonces su existencia está más allá de la capacidad de conocimiento de la razón humana, como sostiene el agnosticismo. Y si el posible Dios del agnosticismo existiera (recordemos que el agnóstico contempla esa posibilidad), sería similar al Dios del deísmo, un Dios indetectable e incognoscible para la razón humana, e irrelevante para la vida humana. En resumen, tanto el agnosticismo como el deísmo niegan la realidad de un Dios providente y de la divina revelación, por lo que también suelen coincidir en la práctica con el ateísmo.

La doctrina contraria al naturalismo metafísico consiste en sostener que en nuestro mundo ocurren o pueden ocurrir hechos sobrenaturales. Normalmente quienes sostienen esto se adhieren al teísmo o monoteísmo, la doctrina que afirma la existencia de un Dios personal, inmanente y trascendente, creador, inteligentísimo ordenador y providentísimo gobernador del mundo. El cristianismo es una de las religiones monoteístas. Empero, también se oponen al naturalismo metafísico algunos no creyentes que buscan la verdad en materia religiosa y están abiertos a la posibilidad de la existencia del Dios del monoteísmo.

En mi opinión, el darwinismo presupone el naturalismo metafísico, pues considera a la evolución biológica como un proceso puramente aleatorio, no planificado ni guiado por inteligencia alguna. No sólo prescinde metodológicamente de toda finalidad o propósito en la naturaleza, sino que niega su existencia. Por lo tanto, el darwinismo es un caso particular del evolucionismo naturalista rechazado por la Iglesia.

La inviabilidad de un hipotético “darwinismo cristiano” se puede apreciar planteando la cuestión del diseño inteligente. Que Dios ha creado y diseñado inteligentemente todos los seres vivos no es una afirmación opcional para un cristiano, sino una parte irrenunciable del depósito de la fe. Pues bien, simplemente, un darwinismo cristiano con diseño inteligente no sería darwinista; y un darwinismo cristiano sin diseño inteligente no sería cristiano. Y, según el principio lógico del tercero excluido, no hay otra posibilidad.

Termino con una aclaración importante. Mi rechazo del darwinismo no implica un regreso a concepciones fijistas ya superadas por la ciencia y la teología, sino una apertura a las nuevas corrientes de pensamiento que procuran poner de relieve que la evolución biológica se ha desarrollado conforme a un plan inteligente. (Fin).

Daniel Iglesias Grèzes

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Ciencia y FE


SUMARIO
1 Dios Creador: Big bang y Linaje Humano.
2 Hipótesis: Etapas de la Creación
3 Creacionismo Evolutivo
4 Darwin: Fraude científico
5 El Hombre en el Catecismo
6 Las cuatro Evoluciones: 
Física-Química-Biológica-Humana
7 Ciencia y FE (UNAV: Mariano Artigas)
EVOLUCIONISMO: Encíclica de Pio XII
  
A mis hijos, nietos y amigos:

DIOS Creador:
Big bang y Linaje Humano

DIOS-infinito creó de Nada-cero el Universo 
a la vez que las Leyes de la 
Evolución de la Materia y de la Vida

Antes del Big-bang no existía el Tiempo 
ni el Espacio ni la Energía ni la Materia

La Creación se inicia con la explosión 
de una partícula super-concentrada de energía 
¿Bosón de Higgs?

El AZAR es el Efecto-Suma de todas las
Causas cuyas Leyes divinas de la Naturaleza
(Físicas, Químicas y Biológicas)
todavía desconoce la Ciencia

No existe el Azar 
sino la Ignorancia del Hombre 
y la Voluntad de DIOS Todopoderoso

El Universo tiene un número de planetas del orden de mil trillones (21 ceros) en base a diez planetas por sistema solar, cien mil millones de estrellas por galaxia y mil millones de galaxias

La voluntad omnipotente de Dios Creador completó su obra con la Creación del linaje humano a su imagen y semejanza. La Encarnación de Jesucristo, el Hijo de Dios como Mesías Redentor de la humanidad en el planeta Tierra, apoya la hipótesis de que el género humano está sólo en el universo. 

La opinión pública, según las encuestas, es mayoritariamente favorable a la existencia de extraterrestres, por influencia de los medios de comunicación de obediencia social-masónica, especialmente el cine y la televisión (Guerra de las Galaxias, Expediente X, Avatar, etc..).

La Conspiración masónica-luciferiana del "Nuevo Orden Mundial" está cambiando los paradigmas de nuestra civilización cristiana y trata de conseguir: un gobierno mundial totalitario con apariencia democrática bajo el control de una élite super-plutocrática y una religión mundial única (Nueva Era-New Age).

Texto completo en blog Clavijo

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