viernes, 25 de abril de 2014

El problema catalán, o sea, español, es: el concierto vasco, o sea las Autonomías (1337)




El Alcalde de Zalamea-Blas Piñar Pinedo (24/4/2014): Cuando alguien quiere demostrar que es superior suele empezar por remarcar sus diferencias. Ser diferente suele asociarse con ser mejor, porque nadie quiere distinguirse para quedar por debajo del resto. No está mal para el marketing, para vender cosas o para buscar trabajo, al contrario: es una estrategia elemental. Pero cuando esto se refiere a la cuestión política, por ejemplo al enfermizo separatismo de todo nacionalismo, la cosa es venenosa. Ya no importa ni la igualdad ante la ley ni la dignidad de las personas que no admiten el pensamiento único que se impone.

El caso es que estoy algo impresionado: en una reunión de negocios cerca de Barcelona, un extranjero preguntaba al cliente –representado por un catalán, un importante directivo de una enorme multinacional- sobre la situación de permanente queja de Cataluña: ¿qué os pasa a los catalanes cuando España –decía- es un país tan privilegiado, tan bonito, tan variado en el que se vive tan bien? Me llegan noticias muy preocupantes, pero quiero saber lo que piensa la gente de aquí… 

Pensando que la respuesta del directivo catalán sería políticamente correcta –había varias personas de diferentes lugares del mundo y yo de Madrid- mi sorpresa fue mayúscula cuando comencé a escuchar el típico discurso repetido por los líderes separatistas: España nos roba, Cataluña financia al resto de España, en el resto del país tienen servicios que aquí no tenemos, no nos comprenden, somos demasiado solidarios con Andalucía y Extremadura, somos diferentes desde hace siglos, están intentando acabar con nuestra cultura y nuestra lengua… Hasta esto llega la inoculación del virus: un directivo de alto nivel, que viaja por el mundo, habla varios idiomas, que tiene estudios superiores incluido un MBA, ha hechos suyas esas consignas tan simplonas del separatismo. Es el poder de los medios del Poder.

Quise salir de allí para explicar a todos –con alguien repite consignas no tiene sentido entrar a un debate serio-, ya sin el sectario delante, las trolas del listado de argumentos separatista. Y lo hice en cuanto nos fuimos a comer: Cataluña es una región quebrada con 50.000 millones de euros de deuda que sin el resto de España no podría sostenerse, que ha sido privilegiada desde hace siglos protegiendo su industria, que en estos últimos años se lleva la mitad del Fondo de Liquidez Autonómico, que necesita 2000 millones de euros del Estado cada año para poder pagar sus pensiones, que no cumple las sentencias de los tribunales que obligan a respetar la libertad de los padres para elegir el idioma en la educación de sus hijos, que multa por rotular en castellano los negocios, que vende el 80% de su producción en el resto de España, que alrededor del 50% de su habitantes tienen como lengua materna el castellano y alrededor del 60% no son separatistas a pesar de 40 años de adoctrinamiento y que el gran robo a los catalanes es el perpetrado por CiU, estafando más de 3500 millones de euros durante sus gobiernos.

Para remate del tema –ya insoportable- y volviendo al inicio: todo esto surge por un falta de principios democráticos básicos: imperio de la ley e igualdad ante ella. Así, en esa España precipitada y aturdida de la Transición, se coló por la puerta de atrás un modelo político para mantener el poder de los que mandaban, sencillamente trastocando el fondo ideológico del sistema. Ahora, el nuevo régimen, necesitado de un pacto permanente con la izquierda y el separatismo para sostenerse, debe satisfacer las ansias imperialistas de cualquier nacionalismo. Y así es como se despreció a la ley y al principio sagrado de la igualdad ante la misma. El café para todos, cocinado a prisa, no sólo no podía saciar a todos, sino que los envenenaría poco a poco. Así, la Transición, volviendo a todos los errores políticos de nuestra historia, rescató instituciones y privilegios propios de antiguas épocas que no pudieron ser modernizados y surgieron, poco a poco, divisiones entre los españoles. Por eso, el problema catalán es un problema muy español: tenemos falta de una verdadera democracia, un régimen que no garantiza ni el cumplimiento de la Ley ni la igualdad de todos ante la misma y una sociedad desinteresada de la política y por todo ello nos sobran los políticos dispuestos a aprovecharse de nosotros.

La única solución es que no haya café tan perjudicial para nadie. Porque si no hubiera concierto vasco ni Autonomías, tampoco habría tal problema catalán. Los progresistas que tanto miran a Francia olvidan el centralismo francés, la defensa férrea de su unidad y la negación –ahí sí- de cualquier atisbo de regionalismo. Pero en una España a las puertas del XXI la clase política ignorante y malvada nos llevó de nuevo a la Edad Media, impuso conciertos de privilegios y divisiones peligrosas, una cesión constante ante los enemigos de la unidad y una financiación sin límites de su causa que es la verdadera aspiración del separatismo egoísta: una independencia disimulada y un chollo económico, esto es, una separación de hecho pero financiada por el resto de España, tal y como ya la disfruta el PNV –ellos, tan callados- gracias a los poderes que mandan desde el 75. Por eso, de una vez, debe imponerse el mismo régimen fiscal a todos los españoles -pagan las personas no las regiones- y suprimirse las Autonomías –el auténtico Estado del Bienestar de los políticos y ruina de los ciudadanos- y que todos, todos los españoles, seamos iguales ante una misma Ley que todos debemos cumplir. Y punto.

Cuando, camino del aeropuerto, contemplaba las decenas de banderas independentistas que llenan de color, y de locura nacionalista la imponente Diagonal, aluciné viendo una gran pancarta colgada de un edificio decimonónico: Independencia es libertad, es dignidad y es más ocupación. La pena que me producía tal soflama se disipó cuando, entre tanta bandera nacionalista, pude ver una enorme Bandera de España colgando también, solitaria, valiente, libre, de otro balcón más alto. Y recordaba otra grata noticia: ayer más de mil catalanes de diferentes partidos acudieron al acto de Sociedad Civil Catalana abarrotando un teatro de Barcelona en contra de la tiranía separatista. Ahora, cuando termino de escribir, solo queda decir: España siempre reacciona, España es maravillosa y no podrán con ella. ¡Viva España!

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