viernes, 18 de abril de 2014

Via Crucis meditado por los Santos. San Agustín: la divinidad de Cristo es la Patria hacia donde vamos (1332)




Alfa y Omega (28/3/2013): Lo que hace realmente sugestivas las celebraciones litúrgicas y las procesiones populares con que la Iglesia celebra la Semana Santa, no es su belleza y simbolismo, sino que conmemoran un hecho histórico, algo que de verdad ocurrió. 

Santos de todas las épocas se han introducido en esta realidad, y han orado contemplando los misterios de la Pasión y muerte de Jesús. No es para menos: el Salvador de cada hombre y mujer, también del lector, sufrió el tormento, despreciado, escupido y flagelado, y terminó atravesado en un madero, como un hereje, según el Sanedrín. 

Para profundizar en aquellos acontecimientos, la editorial San Pablo ha editado el Vía Crucis con los santos, en el que se acompaña el rezo del Vía Crucis -que la Iglesia recomienda en Cuaresma y Semana Santa-, con meditaciones, en cada estación, de seis grandes santos: san Agustín, santa Teresa de Jesús, san Juan de Ávila, santa Teresa de Lisieux, la Beata Teresa de Calcuta y el Beato Juan Pablo II. Textos de gran profundidad, ilustrados con mosaicos del jesuita Marko I. Rupnick, que el editor de Magníficat, el sacerdote Pablo Cervera, ha tenido la feliz idea de ofrecer a los lectores, y que Alfa y Omega recoge, agradecido, para el Vía Crucis de esta Jueves Santo. 

Porque, como decía santa Teresa, y así lo recoge el libro, «es bueno pensar las penas que allí tuvo, y por qué las tuvo y Quién las tuvo y el amor con que las pasó... Se esté allí con Él»

I estación: Jesús es condenado a muerte

Te adoramos ¡oh Cristo! y te bendecimos, porque con tu Santa Cruz has redimido al mundo.
Palabra de Dios

Al hacerse de día, los sumos sacerdotes y los ancianos se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y atándolo lo llevaron y entregaron a Pilato, el gobernador. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran (Mt 27, 1-2.26).

San Agustín: "Eres barro en Adán, resucitas en Cristo: la muerte temporal de tu Señor ha matado tu muerte eterna. La muerte, para nosotros, consiste en no ser ya lo que se era. La Escritura nos enseña que existe una muerte para la destrucción, y que existe una muerte para la reconstrucción. 

Los hombres pueden recibir la sabiduría y la vida si se acercan a la luz y al calor de Dios, y pueden perder todo si, por mala voluntad, se alejan de Él. Nosotros somos como uno que ve de lejos la patria y por medio está el mar: él ve a dónde ir, pero no tiene cómo llegar. Barruntamos la meta a alcanzar, pero por medio está el mar de este mundo, y muchos ni siquiera llegan a ver a dónde deben ir. Dios, que ha querido ser nuestra patria, nos ha venido al encuentro. 

Y, ¿qué ha hecho? Nos ha procurado el árbol de la cruz con la que cruzar el mar. Nadie puede cruzar el mar de este siglo, si no es llevado por la cruz de Cristo. ¡Cómo querría, hermanos míos, marcaros en el corazón esta verdad! Si queréis vivir un cristianismo verdadero, abrazaos profundamente a Cristo, en lo que Él se convirtió para nosotros. 

Así podremos llegar a Él, en lo que es y siempre ha sido: su divinidad es la patria hacia donde vamos; su humanidad es el camino que debemos recorrer"

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