domingo, 24 de enero de 2016

Conspiración Masónica-illuminati: trata de controlar el mundo y ya domina el sistema financiero, provocando crisis globales en beneficio de sus intereses políticos. Solamente cuando no se cree en el demonio se puede ignorar la existencia de la conspiración de una élite que da culto a Satanás a cambio de dinero y poder para conservarlo. La Masonería, en sus más altos niveles y logias más secretas persigue la destrucción de la Iglesia Católica, imprescindible para culminar el plan "Nuevo Orden Mundial" de Gobierno mundial y Religión única (2070)


Illuminati y MASONERÍA
Magia, evocación de espíritus, alquimia y esoterismo en la Europa del siglo XVIII. Éste es el contexto en el que nacen los Illuminati. Los Illuminati sobre los que nacen todas las leyendas posteriores y que hoy aparecen en películas y novelas como las de Dan Brown, fueron un grupo que nació en Baviera en 1776 y no existían en la antigüedad, así como tampoco continuaron existiendo más allá del siglo XVIII. Los grupos del siglo XX que utilizan su nombre no tienen ninguna relación directa con el grupo original. Lo que a veces se ha traducido mal al español como Iluminismo es “Les Lumières” (Las Luces), que se refiere a las filosofías racionalistas y empiristas del siglo XVIII. Los “Illuminati” de Baviera son un ejemplo de esta convivencia entre racionalismo anticatólico y mística esotérica.
El origen
El siglo XVIII europeo, marcado por una clase dirigente seducida por las nuevas corrientes filosóficas y con grandes resentimientos hacia el cristianismo, despierta el interés por la magia, la evocación de espíritus, la alquimia y el esoterismo.
Todo comienza con un joven y brillante jurista, Adam Weishaupt (1748-1830), quien, en su acelerada y brillante carrera intelectual, atribuye todas las persecuciones y críticas que recibía a un complot de los jesuitas. No le entusiasma la masonería que le recomendaban para obtener influencia y protección, por lo que animado por un alumno suyo que lo entusiasmó con las sociedades secretas, reunió en su despacho, el 1 de mayo de 1776, a unos tres estudiantes para fundar una Orden: “Illuminati”. Con tan sólo cinco miembros ya se dividía en grados. Uno de ellos, Anton von Massenhausen (1758-1815), se traslada a la Universidad de Munich y reclutará nuevos miembros. En 1777 eran ya veintisiete miembros, de los cuales la mayoría eran estudiantes adolescentes. 
A pesar de sus críticas a la Masonería, Weishaupt crea un sistema iniciático con ceremonias que recuerdan los grados de las logias masónicas. Públicamente se proponen el perfeccionamiento moral de sus miembros y el fin secreto es la difusión de las ideas del “Iluminismo” junto al combate a la Iglesia Católica. Sus escritos oscilan desde el deísmo al ateísmo.
Weishaupt asume una moda intelectual traída a Alemania por orientalistas: la religión zoroástrica. La estimaron como la más antigua del mundo, cosa que no es cierta, y fecharon el origen de los Illuminati en el año 632 d.C. Más tarde, sin que sus compañeros supieran, Weishaupt abandonaba la causa en 1777 para ser recibido en una logia masónica de Munich “La Prudencia”. En 1779 induce a los Illuminati de Munich a obtener una patente de una logia de Berlín, con el fin de crear una nueva logia masónica en la capital bávara.
El barón Adolf Franz Friedrich Ludwig von Knigge (1752-1796) será la figura decisiva para el éxito de la Orden y quien le dará la forma masónica definitiva. Era un cortesano inquieto que en enero de 1780 cuando se encuentra con los Illuminati, que se jactaban de tener un origen antiquísimo y una red internacional, se convenció de haber encontrado a los verdaderos guardianes de todos los secretos.
La etapa masónica (1780-1784)
Knigge hizo una gran construcción teórica de corte masónico con ceremonias y grados propios, aspectos “históricos” y doctrinales para su divulgación en grados inferiores, creándole a la Orden un aura de misterio y ocultismo que jamás habían soñado. Si la Masonería de Estricta Observancia reivindica como antepasados a los Templarios, Knigge y Weishaupt aseguran que los Illuminati se remontan a Noé. Knigge afirmó que los cristianos eran illuminati “antes de la corrupción de los pontífices romanos”.
En su correspondencia privada, Weishaupt confesaba que “no podía menos que reír”, cuando leía los fantasiosos orígenes de los Illuminati tal como eran presentados a los grados inferiores. En los primeros grados se alaba al cristianismo y sus bondades, pero en los grados de Sacerdote y de Regente, cae el velo y se postula el deísmo como religión dentro de los límites de la sola razón, que rechaza la inmortalidad del alma y reduce a Dios a un vago concepto abstracto. El elemento político distinguió a los Illuminati de otros sistemas masónicos alemanes. Se oponían a la monarquía y eran proclives al régimen republicano y democrático, pero no imaginaban una revolución, sino la infiltración lenta en los engranajes del poder.
Llegan a su apogeo en 1784, con aproximadamente 2.500 miembros repartidos en Alemania, Suiza, Polonia, Países Bálticos y casi todo el Imperio austro-húngaro. Knigge recluta a muchos desencantados de la Estricta Observancia y entre sus nuevos y numerosos adeptos había príncipes, ministros y dignatarios, lo cual complica su paso a los altos grados donde se enseña a conspirar contra los mismos príncipes. Carlos Augusto de Sajonia-Weimar será quien persuada para su afiliación en 1783 a los dos miembros más famosos: J. W. Goethe y J. G. von Herder. Aunque se sabe que estas dos grandes figuras de la intelectualidad germana solo lo hicieron para complacer al duque, sin involucrarse demasiado.
La persecución (1784-1788)
Las ideas de revolución cultural contra el trono y el altar ya no eran tan secretas y llegará la persecución. Serán las mismas luchas intramasónicas las que lanzarán a los príncipes y a la policía contra los Illuminati. En julio de 1784, en Baviera se prohíben todas las asociaciones y sociedades secretas no autorizadas por el gobierno. En ese contexto comienzan a llover denuncias de ex miembros contra los Illuminati, entregando listas de miembros y dando informaciones exactas sobre sus acciones. Comienzan en 1785 los primeros arrestos.
Weishaupt huye a Ratisbona escapando de la policía bávara y Knigge se ha salido de la Orden recomenzando su vida en un principado protestante. Pero el momento más duro vino en 1786, cuando la policía encuentra una amplia documentación sobre los Illuminati, su origen, miembros e información nueva de la que no disponían anteriormente. Se requisan así cartas y colecciones de cuadernos e instrucciones de la Orden, entre los que había detalles para fabricar perfumes venenosos y sellos falsos. Así, en 1787 se publican en Munich cuatrocientas páginas de los escritos de los Illuminati, que producen una gran impresión en Alemania y en el extranjero.
El llamado “martirio” de los Illuminati no fue cruento como cuentan algunos. La justicia bávara no condena a muerte a nadie, salvo a la propia Orden de los Illuminati de Baviera, y publica los escritos originales, difundiendo todos los documentos y exponiéndolos ante todos los gobiernos europeos.
Así una tras otra las logias fuera de Baviera se vuelven “durmientes” y van desapareciendo. Weishaupt, el fundador, se traslada a Gotha y continuará escribiendo escritos filosóficos que ya nadie lee. Al final de su vida se reconcilia con la Iglesia Católica y se prodiga en la construcción de una iglesia para la minoría católica de Gotha. La Iglesia le levanta la excomunión y le absuelve de censuras anteriores, aunque se duda de su real “conversión” y muere olvidado en 1830.
Desaparecidos los Illuminati, vive su leyenda y casos como Alessandro di Cagliostro, arrestado en Roma en 1790, declara ante los jueces haber sido iniciado por los Illuminati y haber visto su tesoro, entre otras invenciones. Los periódicos de la época señalan a Cagliostro como jefe de los Illuminati, pero en los documentos alemanes nunca aparece este aventurero italiano. Se trata de una pura fantasía que le dará material a Alejandro Dumas para una novela de cinco tomos y películas actuales como "El misterio del collar" (2001), que presenta a Cagliostro como “Gran Maestro” de los Illuminati.
Así, varios personajes de finales del siglo XVIII comenzaron a inventar historias de haber sido iniciados por los Illuminati, como el conde de Mirabeau, Danton, Desmoulins y Marat en Francia. En Estados Unidos hasta hoy se mantienen vivas en las leyendas antimasónicas el ingrediente de los Illuminati. Hay leyendas acerca de la infiltración de la Orden en las filas de oposición a Jefferson y de que la Orden asesinó a George Washington. Aunque todos los Illuminati están enterrados en 1793, han prolongado su existencia en la imaginación de incontables conspiraciones y tramas masónicas.
El resurgir en el siglo XX
Existió una organización esotérica operativa, que no tiene ninguna relación genealógica con el grupo original de los Illuminati. Este “despertar” ocultista es promovido por Leopond Engel (1858-1931), quien afirmaba recibir revelaciones interiores, y Theodor Reuss (1855-1923), quien se vinculaba al ocultismo en todas sus formas y trabó relación con la Sociedad Teosófica y cuanta charlatanería mística floreciera por Europa en ese tiempo.
Ambos comenzaron a usar la sigla “Orden de los Illuminati” en 1896 y crearon más historias míticas sobre la Orden, afirmando que nunca dejaron de existir. Engel crea una supuesta “Liga Mundial de los Illuminati” en 1926 en Zurich, hasta que pasan a estado “durmiente” cuando Hitler prevé la disolución de la masonería y de todas las sociedades para-masónicas. Los grupos que actualmente se hacen llamar “Illuminati” tienen más relación con este último movimiento de carácter gnóstico-ocultista inventado en pleno siglo XX, que con los verdaderos Iluminati de Baviera.
Conclusión
Los Illuminati no fueron ninguna Orden memorable, sino tan sólo uno de tantos grupos para-masónicos alemanes que florecieron en un contexto plagado de competidores. Hoy existen algunas logias de poca incidencia, que llevan su nombre, pero nada más.
El especialista Massimo Introvigne, de quien hemos resumido su detallada investigación, escribe: “Los Illuminati no son, pues, ni una invención de los novelistas, ni una poderosa Orden que remonte sus orígenes hasta el Renacimiento y haya contado en sus filas con los mayores genios de la ciencia y del arte. Son expresión típica de la “corriente cálida”, interesada en la magia y el ocultismo, del mundo relacionado con la masonería: una facción que, en el siglo XVIII, jugó un papel político en la Baviera de los años previos a la Revolución Francesa“.
Hoy muchos siguen alimentando la leyenda y teorías del complot en libros, sitios en internet, películas y pseudo-documentales. Entre estas historias de una élite que controla el mundo y que nos persiguen secretamente, aparecen como enemigos poderosos los supuestos Illuminati, obviamente al lado de la CIA, del Vaticano, del Sionismo, de la Masonería y de los extraterrestres. Cuentos que venden mucho, pero que no tienen ninguna base real.
FUENTE:
InfoRIES nº 409 (22/1/2016)

Santiago Clavijo (24/1/2016): En 1785 comienza en Baviera la persecución de los "illuminati" por lo que desaparece la secta como estructura, aunque algunos de sus intelectuales de mayor compromiso con Satanás se infiltran en logias masónicas francesas de alto nivel, transmitiendo sus objetivos a los padres de la Revolución Francesa, Mirabeau, Danton, Desmoulins y Marat.
La Masonería, en sus más altos niveles y logias más secretas, desde entonces persigue la destrucción de la Iglesia Católica, imprescindible para culminar el plan "Nuevo Orden Mundial" de Gobierno mundial y Religión única (New Age).
Esta es la "Conspiración Masónica-illuminati" que trabaja para controlar el mundo y ya domina el sistema financiero, provocando crisis globales en beneficio de sus intereses políticos. Cuando no se cree en el demonio es fácil ignorar la existencia de la conspiración de una élite que da culto a Satanás a cambio de dinero y poder para conservarlo. No es posible la organización de guerras, revoluciones, narcotráfico, terrorismos y ataques generalizados a la ley natural (aborto, eutanasia, ideología de género...) sin la conspiración de un grupo muy poderoso de siervos de Satanás.

Ricardo de la Cierva publica por 1ª vez en España los rituales de la masonería, incluído el grado 33.

Ricardo de la Cierva afirma que «todos los masones de grado 33 son satánicos». Aunque precisa que los masones de grados inferiores no tienen por qué ser satanicos, y que desconocen el objetivo último de ésta sociedad secreta.

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