lunes, 29 de mayo de 2017

2017-Año Jubilar Lebaniego. Santo TORIBIO, obispo de Astorga, en el siglo V trajo el "Lignum Crucis" a LIÉBANA (Cantabria-España) desde Jerusalén (2535)

ABC-Mónica Arrizabalaga (3/7/2015): En las inmediaciones de Potes, en Cantabria, existe un monasterio que se cuenta entre los cuatro lugares santos del cristianismo junto a Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela. El Papa Julio II otorgó este privilegio en 1512 a Santo Toribio de Liébana por albergar, según la tradición, el mayor fragmento de «Lignum Crucis» que se conserva desde que la Vera Cruz fuera encontrada por Santa Elena en Jerusalén. La madre del emperador Constantino viajó a Tierra Santa hacia el año 326, poco después de que el edicto de Milán concediera libertad de culto al cristianismo en el Imperio Romano. En Jerusalén ordenó demoler el templo romano que se levantaba en el Gólgota y excavar en el depósito donde los romanos solían desechar las cruces empleadas en las crucifixiones. «Parece cierto que encontraron cierto número de ellas y se plantearon: ¿cuál es la verdadera?», explica el catedrático emérito de Historia de la Universidad de Sevilla José Sánchez Herrero antes de relatar cómo la tradición cuenta que se llevaron tres a un hospital y se fueron colocando sobre un enfermo hasta que al tocar una de ellas sanó.
San Ambrosio, obispo de Milán, «fue el primero que contó la aparición de la Vera Cruz, en la oración fúnebre con motivo de la muerte del emperador Teodosio I el Grande en el año 395», continúa el historiador.
Apenas había pasado una década de la peregrinación a Tierra Santa de Egeria, una mujer gallega que en su «Itinerarium» describe la ceremonia de la adoración del «Lignum Crucis» el Viernes Santo y cuenta que «el obispo, sentado, aprieta bien con sus manos el sagrado madero, mientras que los diáconos situados alrededor lo vigilan. Y lo custodian así porque cuentan que, en cierta ocasión, hubo alguien que hincó los dientes y arrancó una astilla de la santa reliquia».
La Vera Cruz se guardó en Jerusalén, aunque el patriarca San Cirilo (315-382) ya escribe en torno al año 348 en una de sus catequesis que «todo el orbe está lleno de los pedazos que han sido cortados del leño de la cruz».
Se sabe que un fragmento de «Lignum Crucis» llegó a Francia a petición de Santa Radegunda, que obtuvo el permiso de su marido, el rey franco Clotario I, para fundar en el año 556 un monasterio en Poitiers al que el emperador Justino II y su esposa Sofía enviaron un pedazo de la Vera Cruz. «El monasterio de la Santa Cruz de Poitiers se hizo famosísimo», señala Sánchez Herrero. El poeta italiano Venancio Fortunato, que visitó la abadía, llegó a escribir una serie de poemas «que aún hoy se siguen cantando en la liturgia del Viernes Santo, en la Adoración de la Cruz», añade el historiador.
A Astorga y Liébana
La Vera Cruz que se guarda en Liébana habría llegado de mano de Santo Toribio, obispo de Astorga, que viajó en el siglo V a Jerusalén. En un primer momento, la reliquia se conservó en Astorga hasta que tras la invasión musulmana, fue trasladada en el siglo VIII a Santo Toribio de Liébana junto a los restos del santo. «Es posible que a mediados del siglo VIII, una vez consolidada la Reconquista en esta zona, se trajesen aquí los restos del obispo Toribio de Astorga y las reliquias del Lignum Crucis -que según la tradición él había traído de Jerusalén- para depositarlas en un lugar seguro como era este monasterio, que ya había adquirido cierto prestigio en el territorio cristiano», señalan en la web de Santo Toribio de Liébana.
Según Prudencio Sandoval, cronista de la orden benedictina, la reliquia corresponde al «brazo izquierdo de la Santa Cruz, que la Reyna Elena dejó en Jerusalén cuando descubrió las cruces de Cristo y los ladrones. Está serrado y puesto en modo de Cruz, quedando entero el agujero sagrado donde clavaron la mano de Cristo». El madero fue dividido y colocado en forma de cruz en el relicario de plata dorada en el siglo XVI.
En el Monasterio de Santo Toribio señalan que el leño santo allí conservado mide 635 milímetros en el palo vertical y 393 en el travesaño y tiene un grosor de 38 milímetros. «Es la reliquia más grande conservada de la cruz de Cristo, por delante de la que se custodia en San Pedro del Vaticano», aseguran. El análisis científico realizado determinó que «la especie botánica de la madera del Lignum Crucis es Cupressus Sempervivens L., tratándose de una madera extraordinariamente vieja y que nada se opone a que alcance la edad pretendida», añaden.
Sánchez Herrero apunta, sin embargo, a que existen ciertas dudas al existir «una duplicidad de personajes con el mismo nombre de Toribio». Un monje también así llamado, que habría sido obispo de Palencia, habría fundado el primer monasterio, conocido en un primer momento como Monasterio de San Martín.
Las primeras noticias que se tienen sobre la existencia de la Vera Cruz en el monasterio «son del siglo XIII o XIV», prosigue el historiador, ya que también se cuestiona la autenticidad del documento de fundación de la cofradía en Santo Toribio de Liébana del siglo XII, señala.
Precisamente a partir del siglo XIII, «si no antes», se habría extendido por toda España la devoción a la Vera Cruz, según recuerda Sánchez Herrero. Las cofradías de Semana Santa de la Vera Cruz son las primeras que se crearon en el siglo XVI, añade.
En opinión de este historiador, la reliquia española con visos de ser parte de la que encontró Santa Elena es la que guarda en la iglesia templaria de la Vera Cruz en Segovia. «Allí hay una reliquia de la Vera Cruz de comienzos del siglo XIII autentificada», dice. Fue a partir de la primera cruzada en el 1095 cuando se produce la llegada de la mayor parte de las reliquias desde Jerusalén, explica.
Actualmente existen más de 250 hermandades, cofradías y asociaciones de la Vera Cruz repartidas por toda España, la mayor parte de ellas agrupadas en la Confraternidad de Hermandades de la Vera Cruz de España. Hay cofradías en León, Valladolid, Salamanca, Murcia, Soria, Jaén Sevilla, Málaga y en las localidades cordobesas de Puente Genil y Aguilar que poseen un «lignum crucis» que, por lo general, acompaña a sus imágenes titulares durante la Semana Santa.
José M.ª Alonso del Val, O.F.M
Año Jubilar 2000 
Santos del Jubileo Lebaniego
Santidad de vida. Ese es el camino, la manifestación humana de la voluntad divina. Y precisamennte ese proyecto de vocación y misión a la que está destinado todo creyente desde la coherencia de su fe y ofrenda de su vida, se manifestó de manera particular y grandiosa en el legado y actividad desplegada por los tres santos-clave del jubileo de la Santa Cruz que tiene como bello y providencial marco el Santuario-Monasterio de Santo Toribio de Liébana, y cuya fecha de inicio se principia hoy domingo 30 de abril, en el dintel de un nuevo siglo y milenio 2000-2001. Estos santos son: Toribio obispo, mediador de la santa reliquia del Lignum Crucis...; Toribio el monje, fundador del monasterio y primera comunidad del cenobio lebaniego de La Viorna...; y Beato, abad de dicho monasterio, exégeta, consejero y confesor en la corte del Reino Asturiano, apologista y creador de la primera escuela de dibujo y miniado medieval español con proyección universal. Entre los 15 santos de la puerta del perdón que hoy nuestro prelado diocesano José Vilaplana, abrirá en el templo del más antiguo monasterio hispano con culto y comunidad a la multitud de gentes venidas de todos los lugares, hallamos en primer lugar al mediador del Lignum Crucis, el santo obispo de Astorga Toribio... Nacido en Galicia, región que le dio cuna, estudio y fe a comienzos del siglo V, repartió entre los pobres su hacienda y encaminó sus pasos a una aventura fascinante, contagiado sin duda por relatos y testimonios de época, recibidos –acaso de primera mano– de sus paisanas y paisanos: se trataba de llegar como «viajero devoto» a la tierra donde naciera y compartiera su vida hecha evangelio, el enviado de Dios como Mesías redentor-salvador.
Tierra Santa
El movimiento de itinerancia cristiana a «Tierra Santa» se desarrolló con la llegada del emperador Constantino (306-337) al gobierno del Imperio Romano. Desde el Edicto de Milán (313), los cristianos pudieron abrazar y celebrar su fe públicamente con libertad. A finales del primer tercio de este siglo IV, con la conversión del emperador a la fe católica en sus días postreros, el catolicismo se promueve como «religión oficial» del imperio.Ello hizo posible que la ciudad Aelia Capitolina recuperara su primitivo nombre, Jerusalén, y que se pudiera celebrar solemnemente el primer Concilio Ecuménico eclesial (año de 325), convocado por el mismo emperador en una ciudad alli cercana, Nicea de Bitinia, donde se condenó la herejía arriana y se fijó la fecha de la celebración de la pascua. Antes de regresar a su diócesis al finalizar el concilio, Macario, obispo de Aelia (Jerusalén) pidió y obtuvo permiso del emperador para hacer desaparecer el capitolio y templo de Júpiter que junto al altar de Venus, el emperador Adriano había erigido en el centro de esta ciudad y que cubrían los lugares de la muerte, sepulcro y resurrección de Cristo Jesús. Lo obtuvo fácilmente porque Constantino había dado un decreto exigiendo de los paganos la restitución de las iglesias cristianas confiscadas por ellos y los lugares consagrados por las sepulturas de los mártires. Llegado de Nicea, Macario, con la ayuda de las autoridades de la ciudad, hizo demoler los edificios que cubrían los lugares cristianos, desescombrándoles hasta lo más profundo. Al año siguiente, 326, llegaba a la tierra de Israel, Elena, madre del emperador Constantino, para una peregrinación considerada como la primera en su género y de la que muchos siguieron su ejemplo. Accediendo a este lugar de las excavaciones en el gran hoyo del calvario, Elena, con sus propias manos, prosiguió la tarea de descubrir los restos de los elementos que tuvieron que ver con las horas supremas de la vida de Jesucristo y su suplicio redentor. Santa Elena logró hallar en el solar que fuera primero cantera y aljibe y por último vertedero del Calvario, el madero transversal que le fuera cargado y sobre el que fue clavado el mismo Jesús Nazareno, celebrando el providencial y reiterado milagro que le distinguió y le separó de otros muchos leños, despojos e instrumentos de tortura de los ajusticiados que en gran cantidad se hallaban allí depositados. De esta santa reliquia de la redención se hicieron tres trozos que hizo llegar a Roma, Constantinopla y el tercero para que se quedara en aquel lugar de referencia en el Patriarcado de Jerusalén. Cuando Constantino llegó a saber del hallazgo escribió a Macario felicitándole y haciéndole saber la orden dada a Draciliano, viceprefecto del Pretorio y al gobernador de Palestina, acerca de los edificios que debían construirse en aquellos lugares santos. Los arquitectos de obras tan admirables de arte bizantino acabadas en diez años fueron Zenobio y Eústato. Estos templos emblemáticos de la cristiandad serían destruidos durante la primera invasión de Jerusalén por los sasánidas persas en el 614.
Peregrinos hispanos
El flujo de peregrinos hispanos conocidos a Palestina, la gran mayoría procedentes del noroeste ibérico, comenzó a generarse a propósito de una situación especialmente favorable, un Emperador romano español convertido al cristianismo, Teodosio I (378-395), y un Pontífice también hispano, San Dámaso (366-384). Así fueron «viajeros devotos» a los Santos Lugares la famosa y piadosa dama gallega Egeria –«sanctimonialis», como la llama Valerio– que legó un precioso relato de viaje «Itinerarium» (381-384), largo y espacioso. Describe uno a uno los Santos Lugares de entonces, personajes, conmemoraciones de la primitiva Iglesia, diálogos con significados testigos... Otra famosa mujer peregrina, emparentada con el emperador Teodosio y que llega a Jerusalén diez años después (394), como antes lo hicieran otros familiares de Teodosio –como Linegio y su mujer Acancia– y de la que también existe testimonio fue Poemenia. Entre los varones hay que citar a Idacio de Chaves, nacido en el 395 en Lémica, junto a Xinzo de Limia, en Ourense, testigo de la invasión de su tierra gallega por los bárbaros en el 409. Muy joven viajó a Jerusalén conociendo a personajes de enorme trascendencia como Teófilo de Alejandría, S. Jerónimo y Juan de Jerusalén. Ordenado clérigo en el 416, fue después consagrado obispo de Aquae Flaviae (Chaves), hoy Portugal, en el 427. Murió en el año 470, después de dejar escrita una crónica de época en la cual da testimonio del obispo Toribio, con el cual tuvo varios encuentros. El segundo elegido es Paulo Orosio, nacido también en el noroccidente peninsular hacia el 384. Fue presbítero de la Iglesia galaico-portuguesa de Braga. Huyendo de contiendas y luchas llegó al norte de Africa donde conoció a San Agustín, y por indicación de este santo de Hipona se llegó hasta Palestina donde se encontró en Belén a San Jerónimo. Volvió con S. Agustín antes de dirigirse de nuevo a su tierra donde se dedicó a elaborar una extensa producción literaria hasta ser considerado «filósofo de la historia», cuyos libros apologéticos están cuajados de erudición y fe, manejando hábilmente a los clásicos. Existía en Jerusalén una hospedería para peregrinos y pobres fundada hacia el 430 y que vendría a ser el «convento de los Iberos», la cual cuidaba el monje Pedro el Ibero, que llegó a ser obispo de Mayuma-Gaza. Tal vez fue allí donde al principio se alojara Toribio, aquel peregrino procedente como los anteriores del noroeste español y según la tradición nacido en Betanzos y que surcando los bravas aguas del Atlántico y del Mare Nostrum habría llegado hasta el puerto de Haifa para seguir la calzada que le conduciría a los bíblicos lugares y la ciudad santa de Jerusalén. Aquel Toribio era grande por su ilustración y sus virtudes. Se ganó pronto por su servicio y fervor el aprecio y la confianza del metropolita y patriarca de Jerusalén Juvenal, quien le nombró sacrista mayor de la Iglesia del Santo Sepulcro, ministerio que desempeñó en los años que allí sirvió. Lo hizo con tal dedicación y ofrenda que mereció el donativo más grande que pudiera esperar a la hora de preparar su regreso a la Galicia de sus orígenes: un gran trozo cortado del Sagrado Leño que allí, en aquella basílica, se guardara después de haber sido hallado por santa Elena y certificado por la divina Providencia.
El regreso de Toribio
La tradición añade que en el viaje de regreso Toribio de Liébana pasó por Roma y visitó al Papa León I, en tiempos difíciles para la ciudad eterna y en plena decadencia del Imperio de Occidente; el pontífice le nombraría archidiácono de la Iglesia de Tuy. El barco llegó a puerto seguro a Sabugo, marinería de Avilés. Toribio saltó a tierra en Bogaz, poniéndose en camino hacia el Monsacro de Morcín. En Santa Eulalia edificó un templo y estableció un núcleo cristiano –el más antiguo de Asturias–; y con las reliquias santas pasó sobre Cidrán, cruzó la Vega de Argame y tras el río en Gurbielles alzó otra iglesia, dotándola de reliquias de gran valor. La mole del Monsacro tiene una guardia de iglesias de las más venerables en bello cinturón de cumbres de las que «Morcín» derivó su nombre: «muro cinctus». Es él como una columna y en derredor de su base se halla San Sebastián; se abre San Antonio de la Foz con la primitiva advocación de San Mamés donde se encontraron lápidas cristianas de las más antiguas (era de DIII, año de 465), se tiende Santa Eulalia, está La Riosa; forma el monte una circunferencia de una legua y alcanza un cuarto de legua (1.295 m) la elevación de su cumbre. En la cima dos templos: el del pago de Santa Catalina, templo que sobre la base de un dolmen elevó santo Toribio para depositar el tesoro eclesial de reliquias y donde se hallaba una antiquísima estatua del Santo y el de Santa María Magdalena de Monsacro. Después de una dilatada estancia en estos lugares –a decir de la crónica de Montano–, Toribio volvió en sus pasos a la tierra nativa recalando en una población cercana al Atlántico a la vera del fronterizo Miño: Tuy.
Monasterio de Santo Toribio
Archidiácono primero y después de ser ordenado sacerdote en aquella diócesis galaica, se reveló como el más notable impugnador de la herejía priscilianista que asolaba aquellas zonas. De su fervor eclesial en favor de la ortodoxia católica da buena prueba la correspondencia que el Papa San León Magno (440-461) dirige al prelado, agradeciéndole su celo y buen hacer a la vez que nombrándole Legado suyo para presidir, junto a los obispos Idacio de Chaves y Ceponio de Tuy,  un Sínodo en Braga; tal fue la convocatoria que se hizo y cuya regla de fe católica unió en una misma confesión a los obispos de Galicia con los de las provincias eclesiásticas restantes de la península Ibérica, condenando 18 errores afirmados por el priscilianismo (carta de Ceponio, obispo de Tuy). Cinco años después, Toribio, preconizado por el pueblo y clero, es nombrado obispo de la sede leonesa de Astúrica Augusta-Astorga en el 448. Toribio se retira obligado por las circunstancias hacia Tuy donde ejercerá allí como obispo –en el episcopologio de esta diócesis, con muchas lagunas en este siglo V, sólo se nombran cinco obispos, no figurando entre ellos de forma oficial Toribio–. El rey visigodo Teodorico, tras su campaña de Mérida (465) y desde la Galia, envió una gran horda de su ejército hacia poblaciones importantes del noroeste hispano, destrozando, profanando y robando comunidades e iglesias, obligando así a multitud de cristianos a exilarse y buscar sitios seguros donde poder guarecer su fe y vida. Toribio intentó acogerse a su antigua diócesis de Astorga que no le recibió y sobre la cual hubo de sacudir el polvo de sus sandalias. Por ello, calzada arriba, hacia las Asturias del norte, encaminó sus pasos de nuevo por los escarpes y viejo camino histórico de La Foz, dirigiéndose a Riosa, hacia el Monsacro, pico de La Granda, donde en sus alrededores la tradición guarda el pozo y capilla de la cueva de Santo Toribio. Allí permaneció paciente este obispo y parte de su comunidad hasta que conjurados los riesgos y persecución, tras múltiples penalidades pudo volver a su diócesis donde moriría santamente en noviembre de 476. No hay certeza de dónde fueran depositados sus santos restos y reliquias, existiendo varias opiniones al respecto.
La reliquia
¿Cuándo fueron traslados los restos de este santo obispo y las santas reliquias al monasterio lebaniego que pasaría con el tiempo a ser bautizado con su nombre?. En el 921 se da testimonio de su culto en este lugar monacal del corazón de Liébana; en el 1125 –tres años después de proclamado el primer Jubileo Compostelano por Calixto II–, junto a la primitiva advocación de San Martín de Tours, se nombra también el de nuestro Santo Toribio y en el 1181 –el año en que se constituye la cofradía de la Santísima Cruz en el monasterio, manifestando así su veneración–, se hace ya advocación definitiva. Una opinión afirma que los restos fueron trasladados a la seguridad de este cenobio de las Asturias lebaniegas de Cantabria en tiempo de las repoblaciones de Alfonso I el Católico, corriendo la mitad del siglo Vlll; o acaso en los años finales de ese mismo siglo cuando Alhakem levantó sus tropas contra el norte, sembrando desolación y espanto en tiempos de Alfonso II el Casto. Hay también investigadores que dilatan la llegada al término del siglo siguiente, haciéndolo coincidir con las terribles incursiones e implacables razias del caudillo Al-Mansur-lbn-Abi Amer (Almanzor). La reliquia del Lignum Domini y de la estatua yacente sobre la tumba del santo obispo aparecen reseñadas en la relación inventariada del monasterio, levantada en el 1316. En el primitivo escudo se ve representada la mitra episcopal, un arca con los restos del obispo y las reliquias y la Santa Cruz del Lignum Domini. No cabe duda que el Santo Leño que contiene el preciado relicario de plata sobredorada es la reliquia autentificada de este género más grande del mundo, con mucha diferencia sobre las existentes en Jerusalén, en Roma o en París; con sus 63,5 cms. de leño vertical, por 39,3 cms. de madero trasversal y de 3,9 a 9,5 cms. de ancho. No hay que olvidar, empero que, a lo largo de la historia, lo mismo que a la estatua yacente de madera de olmo de Santo Toribio, los peregrinos y devotos le fueron arrancando trozos y astillas de su talla, al Lignum Crucis de Liébana también se le extrajeron algunos fragmentos que constan documentados en la operación y donación autentificadora de los mismos para la veneración en los correspondientes relicarios. Uno de ellos es el de la iglesia penitencial de la Vera Cruz en la calle Platerías, de Valladolid. Otra preciada reliquia «sucursal» de esta lebaniega se venera en Aragón, en Ontiñena, villa de la provincia de Huesca a 30 kms. de Fraga, diócesis de Barbastro. Como curiosidad, hay que reseñar que una de las naciones más grandes del mundo, de más de ocho millones y medio de kilómetros cuadrados, Brasil, antes que llevara el nombre actual dado por los españoles, referido al palo de dicho árbol de madera tintórea (brasil), fue bautizado como el país de la Vera Cruz o de la Santa Cruz por los portugueses descubridores. Este mismo país tiene como Patrona y Abogada celeste a la Virgen Aparecida; dos preciados nombres para la diócesis cántabra. Hasta aquí el trasfondo y entramado de historia, tradición y leyenda en torno a este Santo Obispo Toribio, destinado por la Providencia divina a ser mediador de la más preciada reliquia y tesoro de la fe cristiana: el Lignum Crucis de esta Nueva Jerusalén de Liébana en Cantabria.
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Origen del Monasterio de Santo Toribio deLiébana
Wikipedia: El origen del monasterio es oscuro. Durante el reinado de Alfonso I, éste repoblaría la Liébana en una etapa temprana de la Reconquista, a mediados del siglo VIII. La primera referencia del Monasterio de Turieno, bajo la advocación de Santo Toribio, data de 1125. Su fundación es atribuida a un obispo de Palencia del siglo VIl lamado Toribio, el cual se retiró junto con algunos de sus acólitos para seguir una vida de acuerdo con la regla benedictina. En un primer momento, al ser fundado el monasterio fue consagrado a San Martín de Turieno, para cambiar a Santo Toribio de Liébana posteriormente.
Durante el siglo VIII el cuerpo de otro obispo, Toribio de Astorga, fue trasladado al monasterio junto con las reliquias que había traído de Tierra Santa. La más importante de estas es el Lignum Crucis, el trozo de la cruz de Cristo más grande que aún perdura según la Iglesia Católica. Por ello, el 23 de septiembre de 1512 el papa Julio II otorga, mediante bula, el privilegio de celebración del Año Jubilar Lebaniego, lo que hace del monasterio un importante centro de peregrinación, siendo uno de los lugares santos más importante del catolicismo romano en Europa, junto a otros importantes sitios como Roma, Santiago de Compostela, Urda, Caravaca de la Cruz y Asís.
El monasterio fue además el lugar donde en el siglo VIII el monje Beato de Liébana escribió e ilustró sus libros, entre los que destaca el Comentarios al Apocalipsis. El monasterio fue originalmente una posesión real, pero fue donado por Alfonso VIII a los condes Don Gómez y Doña Emilia, los cuales lo entregaron al Monasterio de San Salvador de Oña (Burgos), junto con otras propiedades en Liébana y en provincias vecinas. En 1837 la comunidad monástica tuvo que abandonar forzosamente el monasterio tras la desamortización eclesiástica de sus bienes, pero fue refundado en 1961.
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  24. Monseñor Jouin. Protocolos de los sabios de Sión (1927)
  25. Modesto Lafuente y Juan Valera. Historia general de ESPAÑA (1930)
  26. Ernesto Giménez Caballero. Genio de España (1932)
  27. José Antonio Primo de Ribera. Discurso Fundación Falange 29/10 (1933)
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  64. P. Manuel Guerra. La GNÓSIS y sus rebrotes en nuestros dás (2006)
  65. P. Gabriele Amorth. Exorcista del Vaticano (2007)
  66. Pío Moa. Quiebra de la Historia Progresista: Beevor, Preston, Juliá, Viñas...(2007)
  67. Jesús Trillo-Figueroa. Revolución silenciosa, del Feminismo socialista a la "Ideología de Género" (2007)
  68. Vicente Cárcel Ortí. Caídos, Víctimas y Mártires de 1936 (2008)
  69. Ricardo de la Cierva. La Infiltación Masónica y Marxista en la IGLESIA (2008)
  70. Nicolás Jouve. Explorando los genes. Del Big-Bang a la Nueva Biología (2008)
  71. Scott y Kimberly Hahn. Roma, dulce hogar (2009)
  72. Joseph Nicolosi. Quiero dejar de ser Homosexual (2009)
  73. Manuel Guerra Gómez. La Evolución del Universo, de la Vida y del Hombre (2009)
  74. Ignacio Asuaga. Proyecto Zapatero (2010)
  75. Vittorio Messori. Leyendas negras de la Iglesia y de España (2010)
  76. Richard Cohen. Comprender y Sanar la Homosexualidad (2012)
  77. José Maria Macarulla. Las 4 Evoluciones del Universo (2012)
  78. P. José María Iraburu. CRISTIADA y Mártires de México (2013)
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  80. P. Gabriele Amorth. Acciones del Demonio: Masonería, Magia blanca,... (2013) 
  81. Sanguis et Aqua. Nuevo Orden Mundial (2013)
  82. Monseñor Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares. El Nuevo Orden Mundial al servicio del imperialismo transnacional del dinero (2014)
  83. Javier Paredes. Sor Patrocinio, la monja de las llagas, recibe en Madrid la visita de la Virgen del Olvido (2014)
  84. Monseñor José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián. El Voto Católico (2014)
  85. Fray Santiago Cantera. HISPANIA-SPANIA, El nacimiento de España, Conciencia hispana en el Reino Visigodo de Toledo (2014)
  86. Michael O’Brien. El Padre Elías en Jerusalén en lucha con el Anticristo (2015)
  87. Pío Moa. Los Mitos del Franquismo (2015)
  88. Ricardo de la Cierva. Entrevista y Selección de Libros (2016)
  89. Hazte Oir. ¿Sabes lo que quieren enseñarle a tu hijo en el colegio? (2016)
  90. General Piñar-Coronel Manrique. Ejèrcitos Anulados en la Remodelación "democrática" (2016)
  91. Monseñor Hector Aguer, Arzobispo de La Plata. Naturaleza Humana y Teoría de Género (2026)
  92. Alberto Bárcena. Iglesia y Masonería (2017)
  93. P. Manuel Guerra. El árbol masónico. Trastienda y escaparate del Nuevo Orden Mundial (2017)
  94. Javier Navascués. "Master-Plan" para destruir la Iglesia Católica (2017)