domingo, 13 de enero de 2019

La rebelión francesa de los chalecos amarillos recuerda mucho a la sentada del 15-M español. Descontento social, cuando la clase media no puede más revienta y busca una salida. La inmigración trata de personas, no de votos

Descontento social
Cuando la clase media no puede más
revienta y busca una salida
16/12/18
La inmigración trata de personas, no de votos
La inmigración es una vez más el tema de fondo. Parece que hay mucho ruido, que no nos deja oír los problemas de verdad. Problemas que nos llegan tremendamente ensuciados por el sistema. El sistema, sí, ese entramado de poder político, medios de comunicación e intereses demasiado sectarios.

Veamos los últimos acontecimientos de moda... Recientemente, en Estrasburgo, un hombre solitario sale a la calle pistola en mano, mata a tres personas y ocho quedan heridas, alguno muy grave. Viandantes. Personas comunes, nadie relevante de la política o la economía. Huye y lo buscan, pero no lo encuentran. Los medios de comunicación no dan el origen de la persona, solo que es un hombre joven. Muchos testigos dicen que lo hizo al grito de "¡Alá es grande!". Después de que las redes sociales descubrieran el secreto del origen del asesino, los medios oficialistas dan más información: se sabe que nació en Francia, hijo de inmigrantes islamistas que, por lo visto, se había radicalizado, ¡vaya! Y al final le han matado, porque se defendía. Y ya puestos, mejor, satisfecho el occidental y acallado el mundo musulmán.

Otro asunto de moda, también en Francia: los chalecos amarillos. Una revolución que crece desde las bases sociales y desde un pueblito casi desconocido. El vídeo de una mujer se hace viral porque dice lo que muchos piensan: "¿Por qué más impuestos? ¿Qué hace Macron con nuestro dinero?". Hay que reseñar que los franceses tienen una presión fiscal de algo más del 57%. Sin embargo, los impuestos son otra vez aplicados precisamente en el producto que más repercute en todos: la gasolina y gasóleo. Sí, justo lo que la gran clase media usa a diario. La rebelión francesa de los chalecos amarillos me recuerda mucho a la sentada del 15-M español. Un cabreo social que puso de acuerdo a todos los españoles de distintos signos políticos, especialmente la clase media, hombres y mujeres, entre los 20 y los 50 años, esos que trabajan porque viven de un sueldo, esa clase media que sostiene el sistema porque le han acostumbrado a vivir de él y realmente se encuentra entrampado con la "gratuidad" de la sanidad y la enseñanza. No sé cómo acabará lo de los chalecos amarillos, espero que no como en España, donde el CNI introdujo a sus hombres entre los grupos para vigilar quiénes eran los dirigentes y con un tal Pablo Iglesias capitalizando el movimiento, echando a más de la mitad de los que al principio lo apoyaban porque lo politizó con eslóganes de la extrema izquierda.

En un caso y otro tienen el mismo punto en común que enciende la cerilla: la clase media masacrada. Parece que la buena idea de los años 50 de la socialdemocracia se ha colapsado. Parece que la fórmula que dio lugar al bienestar europeo, una sociedad libre, con servicios comunes que aportaban igualdad a los ciudadanos, es demasiado cara y solo se sufraga con más subidas de impuestos... O no. ¿O se trata de una extraña solidaridad con un grupo de millones de seres humanos venidos de pueblos explotados, arruinados y esclavizados por guerras tribales e intereses multinacionales, que son empujados a Europa donde se vive gratis? He puesto gratis sin cursiva ni comillas, porque para ellos sí son gratis, pues reciben sin aportar. Una inmigración que a los dirigentes de cada país y a los que lo hacen desde Bruselas no les afecta porque viven en un mundo paralelo, con muros de cristal para ver y no oír.

Otro de los efectos colaterales que cada vez manda más, bueno, nos obliga más, es la ecología. También sobre la clase media, claro. Años diciéndonos que el mar está sucio, los pájaros sufren, que adoptemos un perro, que el Ártico se derrite... Años diciéndonos lo malísimos que somos y que qué mundo vamos a dejar a nuestros hijos, que no somos poseedores de nada, que somos uno más -pero muy malos- dentro del encadenado de la naturaleza. Y para colmo, últimamente nos llenan las calles de las grandes ciudades de bicicletas y patinetes para colapsar el tráfico, porque "la ciudad es de todos". Pues después de tantos años es fácil aplicar leyes porque "todos" tenemos asumido lo malos que somos y nuestra cuota de culpa. Entonces, te clavan impuestos en la gasolina para que no contamines, te cierran las ciudades porque hay polución, te avisan de que se acabó ya lo de los coches de combustión, que, o te pasas a la energía limpia (pero mucho más cara), o que te quedas en casa viendo la tele (porque nadie te invitará a leer, eso no).
La gente es buena pero no tonta;
 paciente, pero no para siempre 
Entonces qué pasa, que la gente es buena pero no tonta; paciente, pero no para siempre. La clase media no puede más, revienta y busca una salida, con lo que puede, con lo que tiene a mano que es su propia vida y el cabreo para encenderla. Porque se encuentra con que sus impuestos van a parar a personas que no conocen, que dilapidan su dinero con unos derechos que ellos no tienen y que, para mantener el sistema de su bienestar social y el de los que vienen de fuera, le vuelven a subir los impuestos. Y no somos xenófobos, solo que no comprendemos la injusticia. 
Y esto no es todo, porque la ONU -no podían ser otros- han convocado a los países y les han hecho firmar un Pacto Mundial sobre Migración políticamente correcto que aquellos que no se sumen a él serán marginados por xenófobos y, por supuesto, castigados sin las subvenciones que administrarán a placer los políticos socialdemócratas. ¿Es tan malo el plan de inmigración...? Juzgue usted mismo.

LIBROS
Geopolíticas de los islamistas (Rialp) de Anne-Clémentine Larroque. La autora es historiadora, experta en el mundo árabe y profesora de Política internacional. Actualmente colabora con varios medios de comunicación y trabaja en el Centre d'Études et de Documentation Économiques, Juridiques et sociales, en El Cairo.

Asia central: conflictos étnicos, nacionalismos e islamismo (Crónicas del Porvenir) de Luis-Tomás Zapater Espí. El libro tiene como objetivo analizar los conflictos étnicos y el papel de la identidad islámica en el nuevo nacionalismo de las Repúblicas de Asia Central. Se ha elegido el término "nuevo nacionalismo" conscientemente, queriendo significar con ello que los nacionalismos que han eclosionado desde el final del régimen soviético en este área geográfica son creaciones del siglo XX, carentes de base histórica o étnica previa. 

El islam en el siglo XXI (Encuentro) de Fernando de Haro. El periodista se adentra, a partir de las conversaciones mantenidas con el islamólogo de fama internacional Samir Khalil Samir, en el mundo del islam (o “los islam”), una realidad mucho más compleja de lo que los españoles y los europeos en general percibimos habitualmente.
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