lunes, 4 de febrero de 2019

La MASONERÍA fue instrumento muy importante en: la Inglaterra liberal y la expansión de su imperio; la independencia de EEUU: la Revolución francesa; la independencia de Hispanoamérica; la II República española,...y el intento de aislar a la España de FRANCO

El problema de la MASONERÍA
Liberalismo (XVI) 
2-abril-2017 
Desde luego, no puede igualarse liberalismo y masonería. Probablemente la mayoría de los liberales no tienen ni han tenido relación con la masonería, y algunos incluso han sido hostiles a ella. Pero también es verdad que la masonería ha tenido gran influencia en la difusión del liberalismo. Buen número y varios de los principales líderes de y en la expansión de su imperio fueron masones, y así ha seguido siendo desde entonces. La masonería fue también un instrumento muy importante en la liberal Inglaterra del siglo XIX y antes, y en la expansión de su imperio. También desempeñó un l, en los movimientos revolucionarios de corte liberal en la Europa del siglo XIX, en las guerras de independencia en Hispanoamérica, también de corte liberal, y en los grupos liberales y republicanos de España de dicho siglo. También tuvo su parte en el intento de encauzar la revolución rusa de febrero de 1917, en la II República española, en el intento de aislar a la España franquista, y en muchos otros sucesos políticos de grandes consecuencias. Según parece, el número de masones en el Parlamento de la UE es muy elevado, y el aire anticristiano que viene tomando esa organización internacional tiene probablemente algo que ver. Ideologías como la “de género” o el abortismo, emplean argumento de tipo liberal y son defendidos en general por los masones. Con gran frecuencia encontramos masones, más o menos influyente y más o menos numerosos, en los sucesos políticos euroamericanos –y no solo– de los últimos dos siglos y medio, y la masonería ha convivido muy bien con los regímenes inglés, useño, francés y los de Hispanoamérica, entre otros. 
La masonería ha aumentado su influjo mediante organizaciones dependientes, como ligas de derechos humanos y similares. Y siempre ha insistido en que la calidad de “hijos de la luz” o “hijos de la viuda”, es decir, de masones, no estaba reñida con ninguna religión o credo político, salvo los abiertamente antimasónicos, de modo que podía pertenecer a ella lo mismo un católicos (pese a las condenas de la Iglesia) que un budista, un musulmán o, en alguna de sus ramas principales, un ateo; lo mismo un demócrata que un marxista (los hubo o hay, aunque la URSS proscribió la masonería como “organización burguesa”), un anarquista, un fascista (hubo fascistas masones), etc. Aunque la corriente principal de la masonería se orienta claramente hacia el liberalismo.
Por consiguiente, no puede estudiarse el liberalismo sin esa conexión, como tampoco la masonería sin su tendencia liberal, aunque ambas cosas, como dije al principio, no son lo mismo, por más que algunos quieran identificarlos, o extiendan la indudable influencia de la masonería a una especie de poder omnímodo detrás de cada suceso nefasto en los últimos dos siglos y medio.
Solo la constatación de estos hechos indudables demuestra lo extremadamente dudoso de las pretensiones de dicha organización de no tener otros fines que los humanitarios al margen del poder, y de actuar solo “discretamente”. Ahora bien, no menos chocante es que el liberalismo haya admitido tal sociedad secreta, pues no existen en medios liberales, hasta donde yo sé, condenas algo contundentes a ella. Y deberían existir, porque, por todas sus características de secretismo e influencia oculta a través de su hermandad “discreta”, la masonería choca con principios liberales como la igualdad de principio o ante la ley o la publicidad que ha de acompañar a las libertades públicas, por no hablar de sus barrocos y desde luego nada racionales rituales de iniciación, etc.
El problema nos lleva a otra pregunta. ¿qué es, en fin, la masonería? He publicado en este blog un ensayo sobre la misma (http://www.piomoa.es/?p=774 y siguientes), y en mi ensayo sobre Europa la he tratado asimismo. Podemos definirla, en fin, como una religión, con sus templos, mitos, ritos, etc., que pretende estar por encima de las demás; religión gnóstica, no abierta a todo el mundo, sino limitada a iniciados con distintos grados o jerarquías, cuyos supuestos saberes especiales les permitirían manipular a los “profanos” (se supone que por s bien); y de carácter prometeico, ligado a la idea por así decir salvífica de la técnica. Por todo ello es anticristiana, y muy posible su carácter secreto se entienda como un modo eficaz de corroer y socavar al cristianismo, muy especialmente en su versión católica.
En suma, sin entrar en otro tipo de derivaciones o especulaciones, creo que estos hechos son innegables: su carácter de religión prometeica, gnóstica, secreta y de influencias oscuras, que deberían repugnar a todo liberal; y desde luego anticatólica. Y sin embargo, insisto, el liberalismo se ha mostrado por lo general muy poco crítico con la masonería. Quizá sea hora de clarificar esta cuestión.
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