sábado, 2 de marzo de 2019

El inmundo negocio de “Las fosas del franquismo” es una de las manifestaciones de quiebra del régimen del 78, ya completamente desnaturalizado por el tercer frente popular de Zapatero

La cultura en el primer franquismo 
Pío Moa
19 febrero 2019
El inmundo negocio de “Las fosas del franquismo” es una de las manifestaciones de quiebra del régimen del 78, ya completamente desnaturalizado por el tercer frente popular de Zapatero. En Una hora con la Historia:https://www.youtube.com/watch?v=8uprMK8nvi4


-Tu crítica, si se la puede llamar así, a Cela, en tu novela, parece revelar cierta animosidad hacia el novelista.
-Cela me causa cierta fascinación. Es quizá el novelista español más importante y personal del siglo XX y no ha encontrado sucesor a su altura, aunque solo lo es por dos obras, el Pascual Duarte yLa Colmena. El resto me parece menos que mediano, incluso grotesco en sus análisis sociales y personales, y de escritura pesada. Como poeta, cuentista o relator de viajes también me parece bastante mediocre, si exceptuamos su Viaje a la alcarria, no sé si ya lo dije. Y como persona también es llamativo, un personaje fuera de lo común, más pintoresco que genial, aunque desde luego talentoso. Pero me interesa también como exponente de la cultura en el franquismo. Creo que lo resume todo.


-¿Dirías que es un escritor franquista? He oído definirlo como “católico desesperado”, lo que suena bastante poco creíble.
-Desde luego, de católico tenía bien poco. La religión apenas le interesó, y la política tampoco. Pero he dicho en el franquismo, y particularmente el de los años 40, no que fuera franquista. Fue falangista al principio y según vio cómo pintaba la guerra mundial quiso alejarse del régimen. La Colmena es realmente antifranquista. Y también elPascual Duarte, aunque menos obviamente. Y ya de mayor, cuando Solzhenitsin vino a cantar unas cuantas verdades al progrerío, se unió al coro. Pero realmente solo le interesaba la literatura, y eso es lo que cuenta.


¿Podemos creer que en plenos años 40 se publicasen en España obras ajenas a ls doctrina oficial nacionalcatólica o falangista?
-Bien, la cultura , alta cultura o cultura de élite en el franquismo, ya en los años 40, tuvo dos componentes políticos: franquista y antifranquista. La franquista fue sobre todo nacionalcatólica y falangista, que no solo no eran lo mismo, sino que estaban bastante enfrentadas. Oficialmente se pretendía que España y el catolicismo eran consustanciales, lo que es una doble herejía, porque el catolicismo es universalista y España es una nación particular; y porque el catolicismo no es una doctrina política, aunque influya en la política. Las aportaciones culturales del nacionalcatolicismo no son desdeñables, sobre todo en los años 40, yo creo que su obra magna fue el Valle de los Caídos, pero tampoco resultó gran cosa en literatura, ni en pensamiento ni en arte en general, y en todo caso se agotó pronto, como revela su nula influencia en el Vaticano II. La cultura falangista fue más notable en poesía y en novela, pero igualmente se agotó a partir de los años 50. Lo que, en cambio, persistió hasta el final y fue realmente notable, muy variada y plural, fue la cultura no politizada o apenas politizada. El régimen fue realmente liberal en cuanto a la cultura, tanto la de élite como la popular. En Años de hierro lo he tratado un poco. Su censura se ha magnificado mucho, pero fue insignificante. El propio Cela se burlaba de los que insinuaban que había impedido publicar grandes obras. Ni una sola.


-Uno lee estudios sobre esa época y parece haber habido, en efecto, un páramo cultural.
-Eso del páramo cultural lo inventó un pensador de medio pelo, aunque muy trabajador, cosa peligrosa cuando falta talento. Y lo acogió, por supuesto toda la progresía. Hubo, como digo, una cultura antifranquista muy persistente, que en mi opinión no ha dejado más que obras pesadas y falsas, perfectamente prescindibles en cualquier materia que haya tocado, desde el cine a la historiografía, pasando por la literatura y el pensamiento. Pero, fíjate en el detalle: son esos autores antifranquistas los que se han ocupado de estudiar, a su manera, claro, la cultura del franquismo y en el franquismo. En cambio los que se identifican con aquel régimen o lo miran con nostalgia, no han sido capaces siquiera de estudiar con un poco de seriedad sus propios logros. Vengo insistiendo en que alguien tendría que ponerse a ello.


-Tu novela Sonaron gritos trata de unos años, los de la guerra y la posguerra, ¿has tratado de dar una nueva visión de ellos?
-No deliberadamente, pero mirando hacia atrás, creo que sí, que hay ahí una visión nueva. Una visión nacionalcatólica o falangista es imposible, como dije todo eso está agotado y dudo mucho que de esa fuente brote más agua. Pero se impone una revisión no antifranquista. Mis libros de historia tampoco son franquistas, tratan de acercarse a la verdad sobre aquel régimen desde un punto de vista no comprometido políticamente, y tampoco lo es la novela. Me gustaría un cambio general de enfoque que dejara atrás las pesadeces nacionalcatólicas y antifranquistas, porque aquella época, la que ocupa Sonaron gritos, es realmente interesantísima, la más interesante desde hace siglos, tanto para un historiador como para un novelista, pero está desaprovechada literariamente.
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