Atención al disco rojo: los datos definitivos del pucherazo
Laureano Benítez Grande-Caballero
3-mayo-2019
El 3 de enero de 1934 el periódico del PSOE El Socialista publicó en su portada un artículo con el título «Atención al disco rojo», en el que anunciaba en clave la inminencia de un golpe revolucionario contra la Republica: «¿Concordia? ¡No! ¡Guerra de clases! ¡Odio a muerte a la burguesía criminal! ¿Concordia? Sí: pero entre los proletarios de todas las ideas que quieran salvarse y librar a España del ludibrio. Pase lo que pase, ¡atención al disco rojo!». En octubre, se desencadenó la insurrección armada, dirigida por los golpistas Indalecio Prieto y Largo Caballero.
No hacía falta ser experto en runas, ni conjurar duendes en bolas de cristal, ni examinar posos de café para vaticinar que un golpista inmoral e indecente como Sánchez iba a ejecutar otro alevoso pucherazo, en la más negra tradicion del socialismo, el de los «100 años de pucheros y golpes». En efecto, ¿qué otra cosa se podía esperar de un personaje trapisondico, mafioso con descaro, mentiroso de libro «Guinness», capaz de las mayores aberraciones con tal de seguir droneando con su «Falcon»?
En esta ocasión no ha hecho falta tampoco ningún disco rojo, porque era la crónica de un golpe anunciado. Pobre democracia, ese sistema político inventado por el jacobinismo masónico que consiste en votar cada cuatro años en unas elecciones amañadas invariablemente por las élites que rigen los países presuntamente bendecidos por la democracia alada y pinturera.
He escrito ya varios artículos con la intención de destripar el maquiavélico putsch que hemos padecido en «bananaSpain», pero, si bien he diseccionado en ellos los mecanismos concretos a través de los cuales se ha ejecutado la «Operación Soros», y las sospechas de sentido común que demostraban su evidencia, faltaba la consumación que proporcionan los datos irrebatibles, el climax que solo puede proporcionar la prueba numérica, pillar con las «manos en la masa» a este Houdini adicto a helicópteros y playas de Mojacar.
Todos sabemos que ha habido pucherazo, lo sabemos nosotros, y lo saben los progres, los rojos y los separatas… Lo saben los periodistas, lo saben los tertulianos, lo saben hasta en los jardines de infancia, lo saben en Honolulu, y hasta en Marte… El hecho de que solo nosotros, el resto del pueblo de España, lo aireemos es otra prueba más de que absolutamente toda la putrefacta partitocracia y la maloliente casta mediática están metidas en el golpe hasta el corvejón, en un río de excrementos que chapotea hasta las ínsulas de Soros, el que mueve los hilos tras las bambalinas negras.
Pero, antes de pasar a los datos numéricos, otra prueba evidente del colosal pucherazo radica en los numerosos testimonios que han circulado por la red, transmitidos por testigos en las mesas electorales, que cuentan un cúmulo sorprendente de barbaridades e irregularidades, dignas de un país tercermundista : desde los apoderados que fueron obligados a abandonar el recuento por un presidente de mesa, hasta las papeletas de la derecha tiradas por el suelo; desde aquel presidente de mesa que abría los sobres con un lápiz para que su huella invalidara la papeleta, hasta el asombro de los apoderados que entregaban actas a las tantas de la noche, cuando a la media hora del cierre de los colegios ya se daban los resultados… Y etcétera, etcétera, etcétera.
«Fui apoderado en un colegio en Baleares. Hasta las 21 horas no se empezó el recuento,pues habia que incorporar los votos por correo, asunto bastante laborioso. A las 9:30 estábamos todavía contando cuando ya pude ver resultados con el 80% escrutado. ¿Cómo es eso posible? No acabamos hasta pasadas las 11 de contar, y faltaba por terminar el Senado. Las actas no se habían llevado todavía. Para entonces estabamos ya en el 90% escrutado. ¿Cómo es eso posible? ¿Pucherazo electrónico?
A la 1:20 de la mañana, la Secta afirmó que en Valencia, con un 70% del voto escrutado, ganaba el PSOE. Ahora mismo, en otro digital se afirma que a esa hora solo se había escrutado el 4%, y que el escrutinio finalizó a las 5 de la mañana, pero además con 40.000 votos nulos, cuestión denunciada ya por VOX y que está investigando la Junta Electoral. Repito que la Secta a las 8 menos cuarto de la tarde ya tenía resultados casi definitivos».
«El domingo día 28 de abril fui al colegio electoral para votar. Vivo en uno de los barrios del sur de Madrid mas humildes, llamado San Cristóbal de los Ángeles, el cual tradicionalmente siempre ha votado a la izquierda. Pues bien, cuando fui al colegio electoral para votar, la inmensa mayoría de la gente decían que habían votado a la derecha, o que iban a votar a la derecha. Por curiosidad, me dirigí a la mesa de las papeletas de los diferentes partidos y me quedé ahí mirando un buen rato, y, para sorpresa mía, observo que las papeletas del PSOE, Ciudadanos y Podemos estaban prácticamente intactas, casi nadie las tomaba para meterlas en el sobrecito blanco; sin embargo, las de Vox estaban casi vacías, pues casi todos votaban por la derecha, lo cual significaba como es lógico que la inmensa mayoría de la gente estaban votando en masa por la derecha.
Varias horas después me entero por medio de Internet que en muchísimos colegios electorales de España estaba sucediendo lo mismo, y que las papeletas de Vox se vaciaban rapidisimamente, y luego, en el escrutinio, sobre las 21:30, me entero por la radio que el PSOE había ganado las elecciones en toda España, ¡,y que Vox había sacado solamente 24 escaños!»
«Soy experto en informática. No soy programador, pero sí sé leer y reparar códigos. He tenido compañeros programadores, técnicos de hardware, electrónicos, contacto con mayoristas informáticos y decenas de fabricantes, y durante el 15M visité los foros de los hackers Anonymous para ver qué decían y cómo lo hacían, solo por interés.
Donde existe la mayor cantidad de estafas y espionaje encubierto en estos días es a través del software, los drivers, las actualizaciones de «seguridad» de Windows y muchos otros programas.
Cuando estuve viendo los resultados de las elecciones conforme iban recibiendo los periodistas los primeros datos, me di cuenta rápidamente que estaban utilizando un algorritmo de recuento de lo más cutre y descarado. Clarísimamente, incluso los periodistas que estaban en la mesa de debate, sin ser informáticos ninguno, noté que se dieron cuenta del pucherazo por sus silencios y las caras que ponían. Es imposible que los primeros votos de Vox aparecieron más o menos rápido durante el primer 40% del recuento hasta llegar a los 22 diputados, y solo obtuvo un único diputado más cuando se llegó casi al final del recuento, para disimular. ¿Cómo es posible que al centro de datos les hayan llegado todas las papeletas de Vox a la vez y casi ninguna más durante la otra mitad del recuento? ¿Es que la mitad de las urnas de los colegios electorales no tenían votos para Vox, y coincidió que esa mitad de urnas sin votos para VOX llegaron juntas a la vez al centro de recuento? ¿Eso quién se lo cree? Apenas tengo conocimientos en Teoría Estadística, pero sí los suficientes como para saber que la probabilidad de que millones de papeletas de un mismo color mezcladas con millones de papeletas de otros colores lleguen millones de un mismo color aleatoriamente y a la vez al centro de recuento es cósmicamente casi imposible.
Nos toman a todos por imbéciles. Claramente han construido un algoritmo cutre y simplón que limitaba el número de votos que se otorgaba a VOX. Ni siquiera se han molestado en crear un algoritmo que lo disimule. Curiosamente, además, todos los números de escaños conseguidos por los partidos son múltiplos de 3. Tremendo».
Y vamos con los datos demoledores. El censo oficial publicado el 5 de marzo de este año por el INE era de un total de 36.893.976 personas, incluyendo los poco más de 2 millones residentes en el extranjero (CERA). Si el dato oficial del escrutinio afirma que votó el 75,75/oo del censo, quitando el porcentaje de abstención del 24,25/oo, eso nos da un total de 27.947.186 votos, incluyendo en esa cifra los votos nulos y en blanco.
Sin embargo, la suma total de los votos emitidos fue de 26.361.051. En conclusión, desaparecieron 1.586.135 votos por el camino, los cuales se le quitaron al PP y a VOX, por la sencilla razón de que el primero perdió más de tres millones de votos, y el segundo obtuvo un porcentaje muy inferior al que se esperaba.
Según cálculos aproximativos, esa cantidad de votos desaparecidos son suficientes para amañar sustancialmente unas elecciones, en especial si ese latrocinio se practica en aquellas provincias en los que hay poca diferencia de votos a la hora de adjudicar el ultimo escaño en juego. El resultado de este pucherazo puede restar incluso 50 diputados al conjunto de partidos a los que se quiere perjudicar.
Pero estas cifras no son las únicas que demuestran a las claras el pucherazo del 28-A, ya que también es sumamente esclarecedor el fenómeno asombroso de que en estas elecciones ha habido aproximadamente 2.200.000 votos más que en las de 2016, con la pasmosa particularidad de que, de esa cantidad, ¡solamente fueron a parar a los partidos de centro-derecha poco más de 42.000, como se puede demostrar comparando el total de votos que obtuvieron en 2016 y 2019. Y átense los machos, porque el PSOE se llevó casi un millón más de esos votos, y los partidos regionalistas y separatistas se adjudicaron una cifra parecida.
Absolutamente demencial que Ciudadanos, que ganó con un millón de votos las elecciones autonómicas catalanas, haya perdido en menos de dos años tal cantidad de votos, que quedó en quinto lugar.
Grotesco y maloliente que VOX sacara 23 diputados cuando se llevaba un recuento del 12 por ciento, y durante el resto del escrutinio solo sumará un diputado más. Pero nada extraño, pues basta introducir en el código fuente dl programa informático un algoritmo que destruya sus votos, mandándolos a la abstención. Es lo que se suele hacer.
En efecto, comparando los parámetros de las elecciones de 2016 y 2019, se puede apreciar con toda claridad que la suma de votos que perdió el PP se corresponde casi exactamente con los votos que ganaron C’s y VOX. En cuanto a la izquierda, los votos que perdió Podemos se pueden transferir al PSOE, pero con la salvedad de que, aún así, los socialistas tienen todavía un extra de 741.000 votos que no se sabe de dónde han salido. Es verdad que aumentó la participación con respecto a los comicios del 2016, pero resulta increíble que esos votantes que provienen de la abstención o de nuevos votantes hayan votado en bloque a los socialistas, porque, si se movilizó la izquierda, lo mismo se puede decir de la derecha, hipermotivada con el deseo de liquidar la amenaza de la destrucción de la unidad de España.
¿De dónde pueden haber salido esos votos? Pues del voto por correo, estipulado en 1.200.000 votos, de los cuales 741.000 fueron al PSOE. Impresionante, ya que, si su porcentaje final fue poco más del 28 por ciento de los votos, ese es el porcentaje más creíble que podían haber obtenido del voto por correo, en vez del apabullante 60 por ciento que consiguieron.
Es de sobra conocido que hay dos maneras de amañar unas elecciones: en la transmisión electrónica del recuento que figura en las actas al Centro de Datos, y en el voto por correo, caballo de batalla de la transparencia de todo proceso electoral.
Añádasele a todo esto la estratosfera a cifra de 260.000 votos nulos, y el hecho de que, con 580.000 votos mas, la derecha ha tenido 18 escaños menos. Se agita todo esto en una coctelera de INDRA, y el pucherazo está servido.
Ya lo decía el demente genocida Stalin, en una de sus escasas frases que merecen rescatarse de los infiernos: «No importa a quién se vote, sino quien cuenta los votos».