martes, 14 de mayo de 2019

Pío MOA: Más ESPAÑA y más democracia. Como hemos llegado a “esto”. La doble tensión combinada de disgregación separatista y disolución en la UE es abiertamente anticonstitucional, del modo más profundo, amenaza directamente la democracia y las libertades

Más España y más democracia
Como hemos llegado a “esto”
4-mayo-2019
La doble tensión combinada
de disgregación separatista y disolución en la UE 
es abiertamente anticonstitucional, 
 de modo más profundo, amenaza 
directamente la democracia y las libertades 
Ya con la UCD de Suárez empezó a ser traicionada la decisión popular de pasar a la democracia desde el franquismo y no contra él. La extraordinaria inepcia y falta de principios de aquellos políticos consiguió en breve tiempo dinamitar a la propia UCD, abriendo paso a una victoria sin precedentes del PSOE, el partido de los “cien años de honradez y firmeza”, tan fraudulentos como todo en ese grupo.

Con Felipe González las libertades retrocedieron por la corrupción (parte de la cual fue la apertura de la verja de Gibraltar), la mezcla de negociación y terrorismo gubernamental en relación con la ETA y otros ataques al estado de derecho, maniobras de ocupación de la universidad y contra los medios desafectos, falsificación creciente de la historia, “muerte de Montesquieu”, etc. Aquellas tendencias pusieron sobre la mesa la cuestión de la regeneración democrática, tema decisivo en las elecciones que expulsaron al PSOE del poder. Esa exigencia, muy popular entonces, fue inmediatamente abandonada por Aznar que, en su concepción de “democracia de amigotes”, prefirió “pasar página”. De todos modos Aznar consiguió reducir el paro y, al margen de su error de fondo, tuvo dos aciertos importantes: imponer el estado de derecho en relación con la ETA, llevando a esta al borde del precipicio; y, en política exterior, reclamar, aunque muy tibiamente, Gibraltar, conseguir para España una posición más decisoria en la UE, apoyarse en países como Polonia, y en relación con el Magreb, jugar con Argelia para contrapesar políticas anteriores de sumisión a Marruecos. En cambio no pudo resultar más funesta su identificación servil con Usa y la OTAN.

La caída del PP después de conseguir algunos éxitos notables, derivó precisamente de la parte mala de su política exterior. Y entonces unos atentados oscuros fueron explotados por el PSOE para volver al poder presentando al PP como su autor indirecto, al haber envuelto a España en la guerra de Irak. A partir de ahí, la corrosión de España y la democracia se intensificó a extremos peligrosísimos. El PSOE aprovechó la posición agónica de la ETA para rescatarla y convertirla en una potencia política premiando su carrera de asesinatos con legalidad, dinero público y otras concesiones. Este ataque directo al estado de derecho se explica porque PSOE y ETA comparten un 80% de ideología. Al mismo tiempo se incrementaron las concesiones a los separatistas vascos y se declaró prácticamente soberano al parlamento catalán, con unos estatutos que vaciaban a la región del estado español, promovidos no por los separatistas sino por el propio PSOE y que serían reclamados, lógicamente, por otras regiones.

La carrera de ataques al estado de derecho y a la libertad prosiguió con la ley norcoreana de memoria histórica que, entre otras cosas, demostró la podredumbre de una universidad previamente corrompida; y con las leyes de género, unidas al fomento del aborto, dirigidas a culpabilizar antijurídicamente al varón y a socavar la confianza y atracción natural entre los dos sexos y con ello la familia, creando de paso una confusión generalizada sobre la sexualidad normal. En política exterior, una renovada sumisión a las potencias decisorias de la UE, a Marruecos y a Gibraltar, más una intensificación de la inmigración, en especial musulmana en algunos lugares, con el designio de crear una “multiculturalidad” artificial que socave la identidad cultural española… Y así sucesivamente.

Y, por supuesto, la demagogia antifranquista, elemento clave de todo el proceso, subió a las nubes, utilizada como pretexto para cualquier fechoría. Era realmente una política de venganza por la derrota de separatistas y totalitarios en la guerra civil. De hecho, conformaba un nuevo frente popular de separatistas y un PSOE siempre liberticida, que había sido el principal demoledor de la república. Con la particularidad, de alcance histórico y doblemente funesta, de que a la política de ese nuevo frente popular se adhería un PP cuyo “pasar página” se había convertido en complicidad con todas las aberraciones mencionadas. Cuando el PSOE perdió el poder por la mala suerte de una crisis económica llegada del exterior, el PP, que no había hecho la menor oposición digna de ese nombre, prosiguió todas las políticas del PSOE. 

En estas circunstancias llegamos a la situación actual, que exige un análisis particular. Pero conviene examinar los procesos anteriores para entender los presentes. Esto es algo que no hace prácticamente ningún analista ni historiador en España, lo cual revela entre otras cosas a qué grado de miseria ha llegado la universidad, de la que salen todos los fautores del ataque permanente a España y a la democracia, en los partidos y en los medios.