jueves, 13 de junio de 2019

¿Zapatero y Rajoy a la cárcel? El gravísimo delito de ZP fue continuado por Rajoy, y ahora ha escrito Jiménez Losantos, a raíz de la publicación de las actas de los “diálogos” de ETARRAS, que RAJOY debería ir a prisión

¿ZP y Rajoy a la cárcel? 
Peligros en VOX
1 junio, 2019 
Hace muchos años dije que la política de Zapatero con respecto a la ETA se llamaba colaboración con banda armada. Y colaboración al más alto nivel, nada de pasar un dinerillo o una información a los asesinos; se trataba de transformar los crímenes en todo tipo de ventajas políticas, de admitir el asesinato como un modo de hacer política en democracia. 

El mensaje era: “Estáis al borde del precipicio porque Aznar os ha aplicado ¡por primera vez desde la transición! el estado de derecho. Ya casi no podéis matar. Pero yo os ofrezco volver a legalizaros, dinero público en abundancia concesiones de gran alcance a estudiar entre todos y, en fin convertiros en una potencia política”. “Y hasta pueden darte el premio Nobel de la paz”, le sugirieron sus compinches en el “diálogo”. 

Y eso es lo que ocurrió a la vista de todos y con indecente disimulo de casi todos en una democracia que ya hacía agua por muchas costuras. Era el triunfo del “diálogo” y de “la paz”. En Los nacionalismos vasco y catalán en la guerra, el franquismo y la democracia expuse la conducta delictiva de todos los gobiernos hasta el último de Aznar: la negociación, negada por los gobiernos engañando a los españoles y demostrada por la ETA, la “salida política” que convertía el crimen en un modo de hacerla. También expliqué el motivo último de tanta condescendencia: el antifranquismo compartido por todos ellos.

El gravísimo delito de ZP fue continuado por Rajoy, y ahora ha escrito Jiménez Losantos, a raíz de la publicación de las actas de los “diálogos” entre mafiosos, que Rajoy debería ir a prisión. Están bien las actas, clandestinas durante tantos años, pero tampoco eran imprescindibles, porque el delito era evidentísimo. Ciertamente, si las leyes no se tergiversan como a menudo ocurre, deberían ir. 

En La transición de cristal señalé el mal final de quienes hicieron la transición: Torcuato, traicionado por Suárez, su criatura, murió amargado por el peligroso rumbo que este hacía tomar al proceso. Suárez fue despedido del gobierno entre improperios generalizados después de haber destruido su partido y dejado a España a punto para el 23-f. Juan Carlos dispuso de un crédito casi infinito, que le venía de Franco, y ha terminado desacreditado por su escasa calidad política y humana. 

Fraga debió renunciar a su vocación de líder nacional, quedándose en regional, donde se dedicó a fomentar el separatismo. Felipe González se libró por poco de la cárcel, acaso por su capacidad de chantaje sobre el rey. Curiosamente, quien mejor librado salió fue el héroe de Paracuellos: aunque expulsado de su propio partido comunista, terminó su vida convertido –por todos aquellos “demócratas”– en héroe de la democracia y con la satisfacción de una ley de memoria histórica que reproduce su versión de la guerra civil.
A todo esto le siguen llamando democracia los “expertos analistas”.
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