El PSOE rescató a ETA de la ruina
y la premió con legalidad y dinero público
En la siguiente entrevista, el historiador y colaborador de AD, Pío Moa, se muestra muy crítico con los intentos de la izquierda de blanquear a organizaciones terroristas como el FRAP o la propia ETA. Denuncia que ETA dispuso de un trato privilegiado hasta el segundo gobierno de Aznar y que el PSOE, agradecido, rescató a la banda terrorista vasca de la ruina y la premió con legalidad y dinero público.
– Asistimos desde el inicio de la legislatura a la pretensión de la izquierda en el poder de blanquear a organizaciones terroristas causantes del asesinato de cientos de inocentes…
-He narrado estos hechos con detalle en De un tiempo y de un país, memorias de aquellos años. Ahora han vuelto a la actualidad con motivo de que el ‘coletas’ considera los del FRAP actos heroicos, está orgulloso de ellos y es comunista, es decir, partidario del terror sistemático, como actualmente su amigo Maduro. Y no deja de ser cierto que serían heroicos si, como vienen a decir todos los antifranquistas retrospectivos, el franquismo fue una dictadura brutal. El problema para esos antifranquistas de pandereta, del PSOE a los separatistas, es que entonces ellos o sus padres habrían sido cómplices de aquella “tiranía espantosa”.
Un pequeño añadido: el GRAPO tuvo la mala suerte de empezar a actuar demasiado tarde, cuando Franco estaba al borde de la tumba y la oposición, incluido el PCE, solo ansiaba ser legalizada y operar con plena libertad. Por tanto, los golpes del GRAPO la asustaron y no encontró mejor recurso para desacreditarlo que inventar lo del “montaje policial”.
En cambio la ETA había empezado siete años antes, cuando no se vislumbraba con claridad el fin del régimen, y por ello sus asesinatos habían recibido todas las bendiciones y apoyos, desde la oposición “pacífica” (pero que quería que alguien le hiciera el trabajo sucio), hasta varios gobiernos europeos, pasando por buena o mala parte del clero.
Por esa razón, la ETA dispuso de un trato privilegiado (la “salida política”) hasta el segundo gobierno de Aznar. Y por eso el PSOE, agradecido, rescató a la ETA de la ruina y la premió con legalidad y dinero público.
Y así entre unas cosas y otras, hemos llegado al golpe de estado permanente.
– ¿No hay verdad en la historia?
-Tal como lo planteas, la historia es una labor desesperada. No solo ha de trabajar sobre un caos de hechos e influencias entre ellos, sino también de interpretaciones, porque hay muchas perspectivas y enfoques que dan a los hechos desnudos significados que pueden ser totalmente opuestos.
– ¿Cómo desenvolverse en esa maraña?
-Cierto, y además podría decirse que cada historiador tiene su propio carácter personal, que le hace ver las cosas de un modo u otro, no solo está la ideología. Pero la ideología suele ser la clave, generalmente inconfesada o incluso inconsciente. La ideología es la que da sentido a los sucesos, decide cuáles son relevantes y cuáles no, los retuerce o mutila para encajarlos en sus moldes… Esto lo vemos constantemente en la detestable historiografía actual, hablo de la española, pero no menos en la anglosajona o en la francesa hace años tan influyente, me refiero a los Annales y demás.
– Ya lo dijo Ortega: los hechos no se presentan desnudos a nuestra mente, sino que de manera automática los vestimos, los organizamos racionalmente para darles sentido y apariencia. Con lo cual parece que nos metemos en un laberinto. Porque los hechos siempre desbordan a los moldes racionalistas en que los integramos. Ortega era optimista, pensaba que los moldes racionalistas eran susceptibles de ampliarse y modificarse, volverse cada vez más comprensivos para acoger a los hechos. Pero tu punto de vista parece otro.
-No, coincido en gran parte. Ortega dijo que el racionalismo era una herencia griega y que habría conducido a la civilización a un gran fracaso si no fuera por la intensa atención a los hechos, característica de la cultura europea. Pero, claro, la tendencia más natural de la psique es a preferir la razón a los hechos, y si estos no encajan en los esquemas racionales o teóricos, peor para ellos. Esto es así porque odiamos el caos, el sinsentido, nuestra mente no puede admitirlo, y por eso a menudo nos apegamos fanáticamente a los esquemas racionales o racionalistas, antes que ceder a la impresión de caos. La fuerza de las ideologías radica en esa impresión de orden y sentido que imprimen a los sucesos.
– ¿Sugieres que deberíamos ceder a la impresión de caos?
-Aunque quisiéramos, no podríamos. Pero es necesario admitir que el sentido de la historia escapa en su aspecto más fundamental, a nuestra capacidad de comprensión racional. Y que solo de manera parcial podemos acceder a lo que llamamos verdad.
– Sin embargo tú haces una crítica radical a los enfoques actualmente en boga no solo sobre la guerra civil, sino de la historia de España o de Europa. Desde tus propios planteamientos eso es, como decía al principio, una tarea desesperada. En fin de cuentas, ¿qué más da una interpretación u otra, ya que todas encuentran apoyos basados en la razón?
-Vamos a ver, el sentido general de la historia se nos escapa, pero es posible llegar a conclusiones bien precisas, mediante la crítica, en relación con tales o cuales hechos o enfoques. Si enfocamos la guerra civil como una lucha entre fascismo o reacción y democracia, ese mero enfoque produce una distorsión radical de lo que fue aquella guerra. Los hechos, desde luego, no encajan, pero siempre se los puede encajar a martillazos, por así decir.
Ahora, claro, ello exige precisar qué se entiende por democracia o por fascismo, y a ese respecto es muy instructivo examinar las críticas mutuas entre unas ideologías y otras, como he hecho en el libro sobre Europa. O, más trivialmente, vemos ahora al Coletas acusar a VOX de ser un peligro para la democracia. ¿Qué entiende el Coletas por democracia? Para él es el comunismo. Pero de acuerdo con el concepto de democracia aproximadamente liberal, ahora mismo VOX es el único partido democrático, como creo que he demostrado.
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