domingo, 12 de julio de 2020

Ideología LGTB: Arcoiris en la «Montaña de Hierro» es el lavado de cerebro con el que se olobotomiza a los borreguitos adoctrinándolos

Arcoiris en la «Montaña de Hierro»
 Laureano Benítez Grande-Caballero
5 julio 2020

Uno de los peores efectos colaterales del dantesco lavado de cerebro con el que sodolobotomiza a los borreguitos adoctrinándolos en la ideología LGTBI es que finalmente acabamos perdiendo, además de la paciencia, la inocencia: damas y caballeros, confieso que detesto el arcoíris, ese fenómeno atmosférico que hasta hace poco era un símbolo de paz, de concordia, arco triunfal de un mundo paradisíaco, pues el mismo Dios lo eligió como una garantía de que nunca jamás volvería a enviar un diluvio a la tierra como el que protagonizó Noé.

Arcoiris… arcoiris de mi infancia, elemento casi mágico aventador de sueños, al final del cual me decían que había una olla de oro… Pero no, no hay Reyes magos, y al final del arcoíris no hay ya oro, sino una carroza kabalgay, un todo a cien de banderitas, guirnaldas, tangas y etcétera.
Y es que uno no gana para sustos, cuando se entera de que ya no existen los jamones, sino los cerdos muertos; de que los niños no tienen pene, de que los heteros acabaremos siendo abonos pa los huertos; de que soy aborrecible por ser blanco, hetero y católico… es así como, al rechazar toda la simbología elegetebei y concomitantes, ni siquiera Heidi ha quedado en pie.


La apoteosis arcoirisada de estos días por tierra, mar, aire y otros planetas me produce una hartura que no acierto a describir con palabras, hasta el punto de que rivaliza plenamente con la ominosa propaganda del COVID. Les confieso que no veo en absoluto la televisión, pero, si echo una ojeada de segundos a cualquier pantalla, ahí tenemos las banderas y los símbolos elegetebeieros.

La hartura es ya casi de psiquiatra de guardia cuando compruebo desde hace bastante tiempo que es prácticamente imposible encontrar una serie de televisión donde no aparezcan homosexuales liados, transexuales, y esas cosas. Y la publicidad… bueno, ya es habitual ver a dos señoritas besuquearse antes de echarse sobre un magnifico colchón, liberal donde los haya, que no está forrado con colores arcorisiados de puro milagro.


Vayas donde vayas, la lobotomía elegetebei te persigue cojoneramente: vedla en los semáforos, en las ambulancias, en las furgonetas de Correos, en los pasos-cebra, en los bancos de los parques…

Todo esto, más que una manifestación de orgullo o de protesta de un colectivo marginado ―que hoy es privilegiado―, es más bien la manifestación de un lavado de cerebro con la que se quiere hacer una publicidad abusiva del LGTBI, una campaña de propaganda que persigue ―de acuerdo con los intereses del NOM― sumar a sus filas a las nuevas generaciones.

Sin embargo, lo peor de toda esa parafernalia es que el orgullo gay éste no dura solamente una semana fatídica, sino que la tiranía del LGTBI se extiende a lo largo de todo el resto del año. En los centros de enseñanza, ya tenemos historias sobre principitas y princesitos, y otras historias LGTBI que pretenden imponer obligatoriamente, sin respetar el derecho a la libertad de educación que reconoce nuestra Constitución, mancillada por la dictadura del pensamiento único, una ideología que considera delito que alguien diga que los niños tienen pene y las niñas vulva.


Pero, tras la aparente defensa de los derechos humanos que esgrime el colectivo LGTBI, es posible que se escondan objetivos inconfesables, hábilmente manipulados por la plutocracia mundial que domina los medios de comunicación, por la élite oligárquica que conspira por el establecimiento del Nuevo Orden Mundial. La misma globalización del LGTBI, y la sospechosa simultaneidad de su ofensiva a todos los niveles sociopolíticos del sistema mundo, hacen que sea lícito interrogarse sobre lo que se esconde tras esta campaña de ingeniería social.


Lo que primero salta a la vista es que la homosexualidad reduce la población mundial, obsesión de los capitostes del NOM, cuyo óptimo ―según afirman― debería situarse en torno a los 500 millones de personas, ya que un Gobierno Mundial es mucho más fácil con esta cifra que no con los 7.700 millones actuales.

El 22 de marzo de 1980 se erigió en Georgia (USA) un extraño monumento llamado «Georgia Guidestones», cuyo autor fue un misterioso personaje llamado R.C. Christian, seudónimo que remite claramente a la hermandad Rosacruz, creada en 1404, madre de casi todas las sociedades secretas de la actualidad. El monumento viene a ser como una actualización de «Los 10 mandamientos» bíblicos, ya que en sus dos columnas se inscriben en varios idiomas los 10 principios de una «Edad de la Razón» ―¿el Nuevo Orden Mundial?―, que en apariencia son muy loables, excepto el primero: «Mantener a la humanidad bajo 500.000.000 en perpetuo equilibrio con la naturaleza».


Precisamente, el «segundo mandamiento» de las «Georgia Guidestones» enunciaba la necesidad de «Guiar sabiamente a la reproducción, mejorando la idoneidad y la diversidad». Si el primero consistía en limitar la población mundial a 500 millones, entonces hay que deducir que el propósito de ese «guiar sabiamente» tiene como objetivo lograr esa reducción. ¿Cómo? Los métodos tradicionales para reducir la población han sido las guerras y las pandemias. De conflictos bélicos siempre andamos muy bien surtidos, y, en cuanto a las pandemias, cada vez hay más sospechas fundadas de que los últimos virus que han surgido como amenazas para la salud mundial ―SIDA, Ébola, Zika― pueden haber sido diseñados en laboratorios.

¿Tendrán algo que ver con este siniestro plan el aborto y la LGTBI? Los medios de comunicación y los foros internacionales nos quieren hacer ver que el objetivo de una reducción tan drástica de la población mundial es el «desarrollo sostenible», pero lo que subyace es el secreto inconfesable de que para la plutocracia globalista sería mucho más fácil imponer su Nuevo Orden Mundial una población de 500 millones, que a otra de 7000 millones.

En efecto, el lobby LGTBI fomenta sexualidades totalmente improductivas a nivel de reproducción y, por otra parte, ofrece unos modelos «familiares» que minan y zapan los cimientos de la familia tradicional, en la que se ha asentado la civilización durante milenios, guiada por un conjunto de valores provenientes de la órbita cristiana que le han dado estabilidad, orden y seguridad, los pilares de todo Estado, los cimientos de ese sistema que las tribus radicales quieren destruir.

Un adolescente polaco bloquea con una Cruz la marcha 
del orgullo gay en Varsovia

Junto a este objetivo demográfico, la ideología LGTBI es un virus con el que las macabras mentes globalistas están inoculando a las sociedades occidentales con el fin de destruirlas, ya que las políticas de género apuntan directamente a la demolición de los valores tradicionales en los que se asientan, expresamente la familia, con el agravante además del desorden moral que conllevan los contravalores LGTBI. Es así como el horizonte final es también la destrucción de los países, cimentados desde siempre sobre la familia.

Imagen del orgullo gay en Madrid

Si a la sexualidad estéril del LGBTI le añadimos la invasión migratoria motivada por el multiculturalismo buenista ―otro de los pilares del NOM―, la reducción de la población europea puede desembocar finalmente en su progresiva sustitución, objetivo muy claro del NOM, ya que la población blanca europea es la más celosa defensora de las libertades ―y del cristianismo― que nos quiere arrebatar el gobierno mundial.

Pero los homosexuales ―cuya orientación sexual merece todo el respeto― también son carne de cañón para los poderes mercantilistas que manejan el cotarro, ya que, aparte de los beneficios del «merchandising», son una evidente y lucrativa fuente de ingresos para las ciudades que organizan sus cabalgatas, y por eso las instituciones municipales les dan tanto apoyo. Ya sabemos que hay muchos tipos de turistas a los que hay que atraer, prometiéndoles igual borracheras garantizadas, que carrozas majestuosas donde despelotarse. Imagínense el beneficio para Madrid que habrán dejado los 2 millones y medio de participantes en el «World Pride».


Y, claro, en esta fiesta también tienen mucho protagonismo los políticos, que utilizan estos festejos para echar el anzuelo y pescar votos del colectivo homosexual, que en nuestro país cuenta con la nada despreciable cifra de 4 millones de miembros. Gran pastel, qué duda cabe, y por eso tantos elogios, parabienes y alabanzas a los LGTBI y su saraos, pues en sus mentes ambiciosas de poder sólo ven en los homosexuales carne para sus escaños.

Orgullo Gay en Torremolinos (Sur)

Un lugar especial en esta deleznable utilización de la condición homosexual lo ocupan también los antisistema, encargados por el NOM de desmantelar la civilización cristiana atacando directamente a la Iglesia Católica, pues las carnestolendas gays son un magnífico pretexto para toda clase de aberraciones contra los católicos, para ejecutar un sinnúmero de blasfemias y actos sacrílegos que, faltaría más, quedan totalmente impunes.

En el Congreso «Women in the World» de 2015, Hillary Clinton pronunció un discurso en el que hizo una encendida defensa del aborto y del movimiento LGTB, afirmando al mismo tiempo que las objeciones de conciencia fundamentadas en creencias religiosas están detrás de la discriminación a las mujeres y a los homosexuales, por lo cual proclamó la necesidad de utilizar contra la Iglesia los recursos coercitivos del Estado, lo que constituiría un flagrante caso de persecución, y un atentado clarísimo al derecho de libertad religiosa: «Los códigos culturales profundamente enraizados, las creencias religiosas y las fobias estructurales han de modificarse»―, dijo Clinton.


Esta guerra de Hillary contra la religión no es nueva, pues ya en 2011, durante una conferencia en Génova, la entonces secretaria de Estado señalaba como uno de los principales problemas sociales que se apelara a convicciones religiosas para «limitar los derechos humanos del colectivo LGTBI».

A esto se le suma que los colectivos LGTBI reciben cuantiosas subvenciones públicas, motivo por el cual se han montado tantos chiringuitos homosexuales, al igual que sucede con el movimiento feminista.

Como vemos, todos los poderes que conspiran por el NOM sacan tajada del colectivo LGTBI, sin que en apariencia los homosexuales se den cuenta de que están siendo utilizados escandalosamente para unas finalidades que nada tienen que ver con la reivindicación de sus derechos, que por lo demás ya están plenamente garantizados en un país como España.

Como toda ideología patrocinada por el NOM, el lobby LGTBI también dispone ya de una fuerza coercitiva que persigue a los disidentes, acusándoles del consabido «delito de odio». Un grupo de países latinoamericanos en coalición, con la alargada sombra de la Casa Blanca de Obama, registró una resolución ante el Consejo de los Derechos Humanos de Ginebra sobre orientación sexual e identidad de género a instancias del colectivo LGTBI, cuyo objetivo es que la ONU quiere implemente una especie de «policía» LGTBI que persiga a quien defienda que el matrimonio sólo es entre un hombre y una mujer, elaborando informes y ejerciendo presión diplomática sobre los gobiernos.
Mofas a los cristianos en el orgullo gay.

Aunque puedan parecer novedosas, las legislaciones que favorecen al lobby gay y el aborto fueron planeadas en el año 1959, cuando se empezó a trabajar en el llamado informe «Iron Mountain» ―«Montaña de hierro»―, que se ultimó en 1966, aunque se mantuvo en secreto hasta 1996. Este proyecto secreto se conoció bajo el nombre de «New Man», cuya línea maestra era diseñar el futuro «hombre gay» de la actualidad. Sus pautas esenciales fueron delineadas por el Instituto Tavistock de Relaciones Sociales, el más importante «think tank» ligado al Nuevo Orden Mundial.

El propósito de este trabajo era la disminución de la población mundial destruyendo la familia, con el objetivo de detener la reproducción sexual a través del aborto, la homosexualidad y las enfermedades, por un lado; y el empleo de los medios de comunicación para manipular las mentes de los ciudadanos, por otro.

Pero, a pesar de todo lo expuesto, el objetivo esencial del movimiento LGTBI sigue sumido en la sombra, porque, como decía Ortega y Gasset refiriéndose a la República, «¡No es esto! ¡No es esto!». Yo sé perfectamente cuál es, qué es lo que persigue el NOM con esta ideología, mas este objetivo es inconfesable, y no se puede decir, por motivos obvios Aunque no es difícil de descubrir, a poco que prestemos atención a los hechos para responder a esta pregunta:
¿Cuál es el objetivo más preciado del NOM?

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