domingo, 2 de agosto de 2020

Comunión en la mano: Mons. Aguer y Viganò recrudecen la ‘Batalla de San Rafael’

 
La ‘Batalla de San Rafael’ se recrudece 
con la intervención de Aguer y Viganò
1 agosto, 2020

Lejos de amainar, la tormenta suscitada por el obispo argentino Eduardo Taussig al ordenar el cierre del seminario diocesano de San Rafael, el más nutrido de Argentina, por “desobediencia” al negarse los seminaristas a comulgar en la mano, la polémica se recrudece con una carta del emérito de La Plata, Héctor Aguer, y el ‘envido más’ del propio Taussig.

“Lamento profundamente lo que ha ocurrido en San Rafael, a causa de un gravísimo error tuyo: el decreto sobre el modo de comulgar” escribe, aplastante, el arzobispo emérito de La Plata, Héctor Aguer. “Te he manifestado mi opinión las dos veces que me llamaste por teléfono. Las razones las he expuesto en mi artículo «La comunión en tiempo de pandemia», publicado en «InfoCatólica». Rezo por vos, y por la diócesis. Y, de un modo muy especial, por los sacerdotes y seminaristas. Espero que esas vocaciones no se pierdan”.

Recibió en seguida Taussig otra más larga pero en absoluto menos dura del polémico arzobispo Carlo Maria Viganò, rebosante de sarcasmo, con párrafos tan fustigadores como este: “Puedo entender su decepción al ver que, a pesar de la martilleante labor de adoctrinamiento ultramoderno realizada en estas décadas, todavía hay buenos sacerdotes y clérigos que no anteponen la obediencia cortesana al debido respeto al Santísimo Sacramento; y me imagino su despecho al ver que incluso los fieles laicos y familias enteras —de lo que se llama “la Vendée de Los Andes”— siguen a los buenos pastores, de los que, como dice el Evangelio, “reconocen la voz”, y no a los mercenarios que no se preocupan por las ovejas (Jn 10,4. 13)”. Y que termina: “Rezamos por su conversión, una conversión a la que todos estamos llamados, pero que es inevitable para aquellos que trabajan no para la gloria de Dios, sino contra el bien de las almas y el honor de la Iglesia. Todos rezamos por los seminaristas y por los fieles de San Rafael a los que usted, Su Excelencia, ha declarado la guerra”.

Este 31 de julio, Taussig publicó una amonestación canónica dirigida a la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario, ordenando que una “innovación” pastoral para la entrega de la comunión a los fieles “cese de inmediato”. Argumentaba Taussig que en esa parroquia “se ha comenzado a dar la comunión en la mano pero con el agregado de una ‘innovación’ pastoral que consistiría en ofrecer a cada fiel que se acerca a recibir la comunión un lienzo blanco para poner en la mano que recibe la hostia, hacer la comunión y luego descartar ese lienzo en un cesto, eventualmente para ser lavado o quemado (ignoro su destino), con el objeto de ‘cuidar’ las partículas que pudieran desprenderse de la hostia recibida”. En vez de realizar esta práctica, el Obispo exhortó “a que la comunión sea distribuida y recibida conforme a las indicaciones de la Conferencia Episcopal Argentina”, que alentó desde marzo de este año a que la Eucaristía sea entregada “solamente en la mano”, lamentando asimismo “la situación de rebeldía de un sector significativo del Clero, que no poco ha incidido en perjuicio del Seminario” de la diócesis, “Santa María Madre de Dios”.

Tras el cierre de los templos con el pretexto de la pandemia, Taussig anunció la reanudación del culto público desde el 16 de junio. Como parte del protocolo decretado por el Obispo, se anunció que “la Sagrada Eucaristía se dará en la mano”, aunque las disposiciones de la Iglesia confirman el derecho de los fieles a recibir la comunión en la boca siempre que lo deseen. La disposición del obispo se enfrentó a la inmediata resistencia entre los seminaristas y algunos laicos de una diócesis que ha sido llamada ‘la Vandea de los Andes’, que incluso se reunieron a inicios de julio a rezar el Rosario en el exterior del seminario diocesano.

También circuló entre la prensa local una carta abierta exigiendo a Mons. Taussig que permita la Comunión de rodillas y directamente en la boca. A finales de junio, el obispo de San Rafael aceptó la renuncia del P. Alejandro Miquel Ciarrocchi como rector del Seminario Diocesano Santa María Madre de Dios. El 27 de julio, Taussig anunció el nombramiento del nuevo Rector, el P. Víctor Torres Jordán, y dijo que para finales de 2020 el centro de formación para sacerdotes sería cerrado “siguiendo precisas instrucciones emanadas de la Santa Sede”.

Pero Taussig, lejos de rectificar ante la oleada de protestas que provocó su caprichoso autoritarismo o, al menos, esperar a que la tempestas escampe, acaba de enviar una amonestación canónica a tres sacerdotes de su diócesis, amenazándolos con retirarles del ministerio activo, y obligándolos a dar la comunión exclusivamente en la mano y prohibiendo que los fieles la cubran con un paño.

“Todo esto no hace más que demostrar que se trata de un hombre completamente desquiciado”, comenta el bloguero argentino que escribe bajo el pseudónimo de Wanderer. “Si la Santa Sede ha sido tan presurosa en intervenir en otros casos, no se entiende por qué no interviene en San Rafael y desplaza de una buena vez de su puesto a un personaje que no está en sus cabales y es, por tanto, incapaz de gobernar la diócesis”.


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