viernes, 5 de febrero de 2021

***DIVISIÓN AZUL: Por Dios, la Patria y la Justicia. 1941-2021: De “Rusia es culpable” a “El judío es culpable”. Isabel Medina Peralta proclama falsamente ante el mausoleo de los Caídos de la División Azul: el Judío es el culpable

Por Dios, la Patria y la Justicia
22 FEB 2021

1941-2021: De “Rusia es culpable” a “El judío es culpable”
80 años entre dos sinécdoques y el auxilio de la sindéresis.
El Caudillo en su último discurso


Discurso de Ramón Serrano Suñer en 1941: “ Camaradas: No es hora de discursos. Pero sí de que la Falange dicte en estos momentos su sentencia condenatoria: ¡Rusia es culpable! (Grandes aclamaciones y gritos de ¡Muera el comunismo!) Culpable de nuestra guerra civil (Se reproducen las aclamaciones con vivas a España). Culpable de la Muerte de José Antonio, nuestro Fundador (“José Antonio, ¡Presente!, grita la multitud). Y de la muerte de tantos camaradas y tantos soldados caídos en aquella guerra por la opresión del comunismo ruso (Grandes ovaciones). El exterminio de Rusia es exigencia de la Historia y del porvenir de Europa (Frenéticas aclamaciones y gritos de “¡Arriba España!”, “ ¡Viva Franco!” y “¡Muera la Rusia soviética!”).

Curiosamente, son los propios manifestantes los que concretan y aclaran las cosas: no es Rusia en verdad, que sufre como víctima el comunismo. Es el comunismo, es la Rusia soviética, culpable de los males que se denuncian. El cuñadísimo lo dice también. La sinécdoque, que es tomar la parte por el todo o el todo por la parte, permite grandes logros retóricos, pero es imprecisa por sí misma.


80 años después, la joven Isabel Medina Peralta proclama ante el mausoleo de los Caídos de la División Azul: "el Judío es el culpable, y la División Azul luchó por ello, quiso librar a Europa del comunismo, una invención judía...." Otra sinécdoque, la parte por el todo y el todo por la parte. No todos los judíos, ni cada judío individual, como ella misma ha especificado en varias entrevistas.

Ni siquiera fueron allí por todo lo que hayan podido hacer de malo todos los judíos habidos y por haber, sino por esa creación del comunismo, que ella atribuye a los judíos, aunque lo que prueba demasiado no prueba nada. Porque los comunistas también persiguieron a los judíos, especialmente a los sionistas, sobre todo desde el enfrentamiento de Stalin con el judío Trotsky, hasta la conspiración de los médicos judíos de 1952. Con esto no quiero negar que los judíos tuvieron mucha influencia en la Revolución Soviética, sobre todo por su odio al Zar y a la Rusia cristiana que los perseguía.

Mucho más avezado, Manuel Andrino, líder de La Falange, lo decía así en unas declaraciones al principio de la marcha:

“Aquel gran y querido país que es Rusia”. “Franco estuvo toreando a Hitler lo que pudo”. “Franco quería mantener la neutralidad de España”. “fueron a defender una Europa como la de sus ideales, aunque no coincidiera con la idea que tenía el III Reich”. “Fueron a devolver la visita”.


Eso es sindéresis, el recto juicio sobre las cosas, como se puede hallar en el último discurso del Caudillo, en la plaza de Oriente, el 1 de Octubre de 1975:

“Todo obedece a una conspiración masónica izquierdista en la clase política en contubernio con la subversión comunista-terrorista en lo social, que si a nosotros nos honra, a ellos les envilece”.

¡Qué palabras tan clarividentes! Las de un experto en judaísmo y masonería, sobre lo que había escrito en "Arriba" con el pseudónimo de Jakim Boor.

No podemos asegurar que los judíos fueran los únicos responsables de la creación de la masonería, pero que están en su origen es indudable. Algunos judíos, claro. Los que vienen ofreciendo una resistencia formidable al judío por excelencia, a Jesús de Nazaret, que dijo de ellos lo siguiente:

“Vosotros tenéis por padre al diablo y queréis hacer los deseos de vuestro padre”. Jn VIII, 44.

Las maquinaciones de ese grupo judío desde hace muchísimos siglos es evidente, un grupo que ha cambiado la Toráh, la Ley de Dios, por el Talmud y por la Kábala, con el afán de dominar con sus intrigas, con la codicia, la usura y el desprecio de los gentiles, al mundo entero. De ahí a concederles la responsabilidad por todo lo sucedido en el mundo hay un abismo. Cada cosa ha de ser probada.

Pero a mí me parecen mucho más graves otras palabras de Isabel Medina, no las que han escandalizado al coro de los hipócritas, que no se escandalizan de lo que pasa cada día, pero sí de lo que dice una joven adolescente, como si los adolescentes de todas partes no dijeran barbaridades a cada momento, sólo que normalmente sin un micrófono y un auditorio delante.

He aquí un florilegio de sus afirmaciones y de sus ideales:

"Más de 75 años han transcurrido desde que aquel hombre, señalado por la Providencia para efectuar el triunfo solar", “hazañas destinadas a una raza, la celeste raza del héroe”. “El ideal de una Europa libre y soberana”. "Luchaban por Europa y su ideal. Estos soldados portaban sobre sus azules camisas cruces solares. Quienes sobrevivieron, se fueron de nuevo a retar a la Providencia en Berlín, por defender la capital de lo que serían mil años de grandeza y de gloria. Luchaban por la Civilización Occidental", "La sangre no pierde jamás la identidad."

Pues bien, todo eso es nacional-socialismo, racismo, panteísmo, pangermanismo, idolatrización de la raza y del líder, ensoñación irreal y fantástica.

No era ese el ideal de aquellos divisionarios, que expresaban muy bien en su Himno, con música del maestro Tellería, como el "Cara al sol":
Para un mundo sombrío
Llevamos el sol;
Para un cielo vacío
Llevamos a Dios.

La Civilización que defendían no sólo era geográfica, Occidental, sino también de contenido espiritual, Cristiana, palabra que parece que a Isabel le cuesta pronunciar. La Civilización Occidental y Cristiana.

Por eso el nacionalsocialismo ya fue condenado en 1937, a la vez que el comunismo, en la encíclica Mit brennender Sorge de Pío XI. 

A su vez, Pío XII habló a los cardenales en un consistorio sobre las catastróficas consecuencias del nacionalsocialismo y lo que había tenido que sufrir la Iglesia:

Adolfo Hitler es uno de los mayores responsables de la catástrofe más grande que ha sufrido la Humanidad, sin que dejemos de señalar las responsabilidades de quienes fueron sus enemigos bélicos, no menores.

Pero un hombre que asesina a sus camaradas en la Noche de los Cuchillos Largos, a los dirigentes de las SA que le habían llevado al poder, en tiempo de paz, sin juicio ni posibilidad de defensa; que repite una matanza similar luego del atentado que sufrió en la Cancillería en el verano de 1944; la matanza de soldados italianos en Cefalónica y tantas otras, que no dudó en aliarse con Stalin para invadir Polonia y de resultas los soviéticos invadieran también Polonia, las Repúblicas Bálticas, Finlandia y parte de Rumanía; que invadía los países neutrales que le daba la gana, sin ningún respeto por el derecho de gentes, ¿cómo no va a ser responsable de una sangrienta persecución a los judíos como la que sufrieron las hermanas Stein, de ascendencia judía, pero convertidas al catolicismo ingresando como carmelitas, dejando Alemania y residiendo en Holanda, hasta que fueron detenidas y murieron al día siguiente de llegar al campo de concentración. Un hombre sin empatía por el prójimo, que mata a todos, a su amante y a su perro y se mata a sí mismo, sin coger un arma y enfrentarse al enemigo como había mandado hacer a millones de soldados. No, ese hombre no es admirable.

Sin embargo para FRANCO. el hombre que sí ha sido militar desde los 14 años, la carrera militar más brillante desde Napoleón, el general más joven de Europa, el único vencedor militar del comunismo, el Caudillo Invicto de la Cruzada, Generalísimo de sus Ejércitos, Centinela de Occidente, ese sólo merece un comentario despectivo para Isabel: "Retaron al Gobierno para ir a Rusia, porque el señor Franco no estaba muy conforme con el atrevimiento de esos jóvenes."

Pero el Generalísimo Franco sí que era un hombre enviado de Dios, un Caudillo, un hombre providencial, que no sólo nos libró del comunismo, de la democracia podrida y decadente, de la masonería y del separatismo, sino que era sabio y prudente, astuto como pocos. Por eso nos libró de la Segunda Guerra Mundial con sagacidad, un año antes de poder enviar a la División Azul. 

No es cierto que no estuviera conforme con aquellos jóvenes, sino que aprovechó para mover pieza en el inmenso tablero de ajedrez del mundo. Y eso le sirvió para otra jugada providencial, salvar la vida de miles de judíos inocentes, otorgándoles la nacionalidad española y haciendo valer la amistad germano-española. Que todo forma parte de la misma partida.

Porque Franco era cristiano. Y el cristiano "odia al pecado, pero ama al pecador". Por eso el cristianismo es infinitamente superior a la religión del Talmud y a la religión pagana y panteísta de los dioses nórdicos.

Otras palabras de Isabel fueron poesías y más sinécdoques entrelazadas sin mucho rigor:

“los españoles despreciamos nuestra sangre”, lanzamos por la borda nuestro glorioso pasado,” el miedo es un prejuicio burgués, rumbo a una muerte segura, en la húmeda mejilla de su madre, rezaban en la trinchera, casarse en la otra vida con sus novias, habían vencido al miedo, como a su enemigo.

Otra vez, serán algunos los que... desprecien, lancen por la borda.. El miedo no es un prejuicio burgués, sino un instinto de defensa que se da en el hombre, que se puede vencer, de donde surge el heroísmo. Los divisionarios no iban a una muerte segura, iban "no tanto a dar la vida como a asegurarse de que el enemigo diera la suya". Murió apenas el 10%. Casarse en la otra vida con sus novias es imposible. Frases todas muy intuitivas, muy sensibles, muy femeninas, pero bastante alejadas de la realidad.

Allí estaba también, en la persona del joven sacerdote D. Javier Utrilla, en su oración y en sus palabras, y en el símbolo de la Cruz, que se yergue en el Panteón que guarda las cenizas de muchos divisionarios, el auténtico ideal por el que lucharon y murieron los divisionarios, a muchos de los cuales yo he conocido personalmente:

Amor, Sacrificio, Paz, Resistir al mal, fueron las palabras del Sacerdote. ¡Qué distintas! Y qué silencio y qué respeto con el que todos le escucharon.


Por ello, al celebrar la Semana Santa, volverá a pedir en los Oficios Sacros por "la conversión de los pérfidos judíos".
José Luis Corral