lunes, 1 de febrero de 2021

*Estado independiente en CATALUÑA: Invención y Fabricación. ENTREVISTA a Antonio Peña, Doctor en HISTORIA

ENTREVISTA al Dr. Antonio Peña sobre el proceso 
de invención-fabricación de un estado independiente catalán
18 NOV 2017

El proyecto político en el que llevamos sumergidos 40 años en Cataluña, es totalizador. Se trata de implantar, injertar en el alma y la mente individual y colectiva toda una cosmovisión de la vida. De tal manera que se busca, conscientemente, que la persona y el grupo, que la sociedad sólo tenga un eje referencial alrededor del cual giren todos los aspectos de la cotidianidad de las personas y del conjunto social.

Una fuerte ingeniería social antiespañola, llena de mitos, mentiras y victimismo ha propiciado la invención-fabricación de un estado independiente catalán. D. Antonio R. Peña, Doctor en Historia, explica el proceso.

¿Por qué la Historia es especialmente utilizada para el proyecto político de la independencia de Cataluña?

Primero, hay que dejar claro que la Historia es una disciplina científica que tiene su metodología para recabar información, de análisis, de elaboración de hipótesis y comprobación. Es compleja, con matices y no es maniquea, de buenos y malos.

Y segundo, la historia se plantea los interrogantes que más angustian a las personas, a las familias y a los conjuntos sociales: quiénes son, sus raíces y sus legados. Es decir, arraiga y vertebra, y nos da las claves de la identidad a lo largo del tiempo. Y esto tiene la capacidad de trasladarse hacia el futuro. Por eso la historia tiene gran poder de seducción y siempre ha sido y será instrumentalizada políticamente para la construcción de imaginarios o quimeras colectivas.

En todas las épocas ha habido historiadores al servicio de los gobiernos….¿Podría poner algunos ejemplos?

Por desgracia siempre ha habido intelectuales orgánicos al servicio de ideologías y partidos, gobiernos y organizaciones económicas y sociales, y al servicio de ciertas sectas que –por lo menos desde el siglo XVIII- diseñan, compás en mano, sistemas de gobernanza local, regional y global. Y para esto es necesario contar con intelectuales orgánicos (filósofos, historiadores, artistas…) al servicio de estos poderes. Visto desde estos parámetros los historiadores no son una “especie” extravagante.


Pensemos en la baja Edad Media con los cronistas catalanes al servicio de los reyes de Aragón: Tomich, Desclot o Muntaner. Historias –Crónicas- que tenían una proyección homogeneizadora en dos direcciones, sobre el reino de Aragón y sobre el resto de los reinos de España. Pero lo mismo pasaba en Castilla con Sánchez de Arévalo. Los Reyes Católicos supieron aunarlos para la difusión del proyecto de la España recuperada. Ahí está Joan Margarit y Carbonell, o Pulgar y Bernaldez, o los italianos como Sículo o Anglería.

Carlos V y los Austrias también tuvieron sus historiadores apologistas como los Pérez de Castro, Garibay o Mariana, y los Palafox o Mendoza. Asimismo, desde la orilla apologética de los catalanes sublevados de 1640, se daban otros enfoques justificativos de la separación como los de Viladamor. Aunque la separación fue flor de un día. Tras la experiencia francesa los mismos intelectuales que habían justificado la revuelta justificarían el regreso a la casa del buen “padre Austria”. Los Borbones también trabajaron para formar círculos de intelectuales orgánicos y apologistas. Lo mismo podemos decir durante los siglos XIX y XX.

De todas formas, debemos de tener en cuenta que también hubo, en todas estas épocas, círculos de intelectuales detractores. Pensemos simplemente en Antonio Pérez, que pasó de secretario de Estado de Felipe II a ser uno de sus mayores detractores, e incluso calumniadores, y llevó su acción propagandística desde Inglaterra y pagado por Inglaterra. Tengamos presente que sus Relaciones y Cartas fueron la base de la Leyenda Negra. Ahora bien, la utilización de la Historia para apoyar o denigrar opciones ideológicas o gobiernos también ha sido una constante en los demás países occidentales.

¿En qué momentos históricos se centra la manipulación ideológica de Cataluña con respecto a España?

Para hacer realidad la quimera de una Cataluña como estado-nación decimonónico es necesario imponer, en la mente y en las almas de toda la sociedad, una concepción de Cataluña que lleve a la desvinculación y ruptura con el resto de España. Para esto se utilizan múltiples épocas y momentos, pero hay tres fundamentales: 1640, 1705-1714 y 1934-1939.

¿Podría explicar brevemente estos tres momentos?

En 1640 tenemos la sublevación de buena parte de la oligarquía dirigente en Cataluña, que llevó a toda la sociedad a la ruptura con los Austrias para unirse a la monarquía francesa. La experiencia catalana con Francia -que fue terrible- más los cambios en la correlación de fuerzas dentro de la propia Cataluña, junto a la derrota militar; hicieron que las oligarquías sublevadas volviesen al seno de la monarquía de los Austrias convirtiéndose, paradójicamente, en los grandes defensores de esta dinastía austríaca y de la unidad de Cataluña en España.

Sin embargo, en muchas ocasiones sólo se explica o se incide en la primera fase del citado proceso porque es la que más puede favorecer y ayudar a implantar la cosmovisión sentimentaloide de la desvinculación.


Lo mismo ocurre con la Guerra de Sucesión de 1705-14, explicando o haciendo prevalecer una parte y unos aspectos sobre otros, cuando no, ocultando deliberadamente y de forma continua aspectos que desvirtuarían o pondrían en entredicho tal cosmovisión de Cataluña. Por ejemplo y a grandes rasgos, la división de las oligarquías gobernantes entre ambos candidatos dinásticos, la división de la sociedad catalana por uno u otro bando, o las llamadas que unos y otros hicieron en defensa de España. Los austracistas catalanes consideraban a Cataluña no sólo parte esencial de España sino antemural contra los enemigos externos e internos.

Sobre la Cataluña posterior a 1714 también se ha construido un falso discurso que tiene como eje las desgracias que supuestamente recayeron sobre el Principado. Sin embargo los datos incluso cuantitativos, ya económicos, ya demográficos o culturales (bibliotecas, libros impresos..) nos muestran todo lo contrario a este discurso victimista. El despegue político, económico-social y demográfico de Cataluña –y de su influencia en la gobernación de España- se produjo con los borbones ilustrados dieciochescos. En esta época Cataluña se puso en condiciones de dar el gran salto industrializador y político del siglo XIX, que hizo de Cataluña la región española más pujante e influyente del siglo XX.


El tercer momento de manipulación histórica es 1934-1939, conectando con el franquismo. Todos los acontecimientos, hechos y datos son leídos desde un enfoque maniqueo de buenos y malos. Pero naturalmente surgen problemas que sólo se pueden superar con la táctica de la ocultación.

Por ejemplo: ¿cómo encajar que tantos dirigentes políticos, empresarios e intelectuales catalanes apoyasen a Franco durante y después de la guerra civil? Y si tan perverso era el régimen y Cataluña estaba oprimida ¿cómo encajar que el conjunto de la sociedad catalana apoyase el nuevo régimen surgido de la guerra? O ¿cómo explicar el fracaso de la invasión del maquis (Agrupación Guerrillera Española) con 13.000 veteranos de la guerra civil y mundial más 7.000 voluntarios? El maquis invadió Cataluña para sublevarla, pero no encontró apoyo en ningún sector de la sociedad catalana.

Por lo que respecta a la cultura catalana, ¿es cierto que durante estas épocas fue atacada y perseguida?

En absoluto. Por ejemplo, con los Borbones se mantuvieron los privilegios de Lérida y Gerona y se mantuvieron las instituciones y legislaciones municipales de Cataluña, o el código civil catalán en catalán. El catalán siguió siendo lengua de uso hablado y escrito. Pero sin gramática ni una ortografía estable el catalán continuó con su proceso de retroceso -que ya se daba desde el siglo XV- frente al castellano y al latín.

Aunque es cierto que en la Administración se dio prioridad al castellano, se continuó haciendo actos administrativos y de gobierno político y económico en catalán y en todas las administraciones, desde la local a la regional. Incluso en la Inquisición se siguió escribiendo indistintamente en catalán, castellano y latín.


Con las impresiones de libros ocurrió otro tanto, aunque con retroceso de catalán. Por su parte en la enseñanza se siguió utilizando como lengua vehicular el latín, pero también lo fueron el catalán y el castellano. Los intelectuales catalanes, como Baldiri Reixac, elaboraron manuales de instrucción para niños y en ellos surgió el tema de la lengua. La mayoría de los intelectuales optó por la enseñanza en español sobre el latín y el catalán y así lo aconsejaban. El propio Baldiri, en su “instrucción per a minyons” (1749), escrito en catalán optó por la lengua española debido no a ninguna supuesta imposición, sino dada su utilidad y la extensión de esta lengua.

De tal manera ya al finalizar el siglo XVIII Antonio de Campmany escribía que el catalán no era de utilidad para la “república de las letras” porque las ideas ilustradas no llegaban a nadie por ser “desconocida para Europa”. La sociedad catalana demandó -cada vez más- libros y cultura en castellano, continuando con el proceso de continuo incremento de la demanda iniciado desde finales del siglo XV. Durante estos siglos cada vez más intelectuales catalanes se decantaron por hacer cultura en latín y español, aunque sin abandonar del todo el catalán.

Respecto al franquismo, lo que más irrita a los voceros de la cosmovisión desvinculadora es el resurgir de la cultura catalana realizada por intelectuales catalanes -en catalán y castellano- a los pocos años de acabada la guerra civil. Esta es una de las cuestiones que con más ahínco se intentan ocultar. Por ejemplo y por dar un rápido repaso:


Ya en 1942 se estaba publicando en catalán, por ejemplo, Rosa mística de mossen Camil Geis. En 1944 se estableció el premio Nadal y un año después fue el propio gobierno franquista quien puso en marcha el centenario de mossén Jacinto Verdaguer. En 1947 se establecieron los premios Joan Martorell que tuvieron como ganadores a Celia Suñol con Primera part y a Maria Aurelia Campmany con El Cel no es transparent. En 1949 ya estaban en marcha premios como el Víctor Catalán de narrativa corta, Aedos de biografías o el Josep Ysart de ensayo. En 1953 se estableció el premio Mercé Rodoreda ganado Jordi Sarsanedes con Mites. Y en 1956 surge el premio La Lletra d’Or para literatura en catalán. Aquel año recibió el premio Salvador Espriu por Final de laberint. A partir de mediados de la década de 1950 se generalizaron los concursos y premios de literatura en catalán.

Y, de igual manera, los teatros comenzaron a presentar obras en catalán, como L’alcova vermella de Josep María de Segarra (teatro Romea, 1952).

Paralelamente se retomaron los estudios de literatura y lengua catalana. Ya en 1944 se obligó por ley a que las universidades que tuviesen filología románica deberían incluir la asignatura de filología catalana.

Por lo tanto, no sólo es la historia, también la literatura y los diversos ámbitos de la cultura en general los que están atravesados por este proyecto de invención-fabricación de un estado independiente catalán….

Sí. Porque el proyecto político en el que llevamos sumergidos 40 años en Cataluña, es totalizador. Se trata de implantar, injertar en el alma y la mente individual y colectiva toda una cosmovisión de la vida. De tal manera que se busca, conscientemente, que la persona y el grupo, que la sociedad sólo tenga un eje referencial alrededor del cual giren todos los aspectos de la cotidianidad de las personas y del conjunto social.


Por ello es necesario que todo esté incluido y nada se escape a las garras de estos fabricantes de quimeras. Es así como la pintura, la música, el arte en general deben estar al servicio de la Quimera y sólo en ella deben encontrar sentido y aliento. Pero también las demás áreas de vida deben ser incluidas, del deporte a la investigación científica.

Y la fe religiosa también debe quedar integrada en la Quimera. Las cabezas pensantes de todo este proyecto pretenden –desde mi punto de vista- que la Iglesia Católica en Cataluña esté inmersa en esta Quimera y sea agente activo de su imposición. Es aquí donde –a mi entender- pudiera tener sentido la opción política que públicamente han tomado algunos eclesiásticos. Por la sencilla razón que el efecto que esto puede producir entre fieles es la sensación o sentimiento de que la Quimera y la fe es un todo con un único destino. Es decir, salvación personal, salvación del pueblo de Dios y salvación del pueblo político son una misma cosa con un único destino.

De ahí que la maquinaria de-formativa no sólo tenga instituciones, centros de formación, medios de comunicación y empresas de todos los ámbitos. También es necesario que haya centros de formación religiosos dedicados a fijar la Quimera en las almas de las personas y del conjunto social.

Desde mi punto de vista, afortunadamente, la Iglesia en Cataluña –como tal- no se ha sometido a este proyecto. Es cierto que ha habido eclesiásticos de diverso grado o condición que han manifestado a favor de la Quimera o inclinados hacia el sector social que secunda la Quimera. Pero repito que, gracias a Dios, la Iglesia, en sí misma como tal institución, no ha tomado partido. Otra cosa es que pueda haber documentos del conjunto de los obispos de Cataluña llamando, al dialogo y a la concordia, que contengan expresiones que gusten más o menos. Así como que tales llamamientos puedan ser leídos en un sentido proclive a unos sectores sociales más que a otros.

En conclusión ¿cuál es el papel de la historia en la formación de esta cosmovisión totalitaria para alcanzar el triunfo de la Quimera?

Estamos viviendo la hiper-valoración del presente. Esto es, hoy, el presente lo invade todo. Vivimos un período de tiempo en el que el pasado sólo se puede entender y explicar en y desde el presente. Todo se hace por y mediante el presente. De tal manera que, por ejemplo, se hace historia desde el propio presente. Así, el historiador ya no se plantea viajar al pasado, sino que hace que el pasado viaje hasta el presente y, juntos, construyan el futuro. Esta moda de hacer historia es utilizada como una herramienta más por partidos y gobiernos, por organizaciones económicas y sociales y por sectas que -a golpe de compás- diseñan la gobernanza global, regional y local.

Javier Navascués Pérez