Catalina de Siena, la mística diplomática
Javier Ordovás
24/12/18
Influyó en Papas y reyes
Doctora de la Iglesia y patrona de Italia y de Europa, Catalina de Siena tenía una habilidad conciliadora exquisitamente femenina y una gran fuerza moral envuelta de misericordia.
Desde el año 1378 hasta 1418, la Iglesia católica vivió uno de los peores siglos de su historia con el llamado cisma de Occidente que mantuvo a la Iglesia con dos cabezas, una en la sede de Roma y otra en Avignon.
Esta fue la época en la que le toco vivir a Catalina de Siena y precisamente uno de sus mayores logros fue su labor de llevar de vuelta el Papado a Roma.
Anteriormente ya era conocida su habilidad conciliadora. Comenzó ayudando a resolver varios conflictos familiares, y luego su trabajo se amplió para incluir el establecimiento de la paz en las ciudades estados italianas.
Por ejemplo, en 1375, Santa Catalina tuvo noticias de que la gente de Florencia se había adherido a una liga que estaba en contra de la Santa Sede. El Papa Gregorio XI, que residía en Avignon, escribió a la ciudad de Florencia, pero sin éxito.
Con divisiones internas y asesinatos entre los florentinos, Catalina fue enviada por los magistrados de la ciudad como mediadora. Antes de llegar a Florencia, se reunió con los jefes de los magistrados, y la ciudad encomendó toda la situación a su criterio, con la promesa de que debía ser seguida a Avignon por sus Embajadores, quienes debían firmar y ratificar las condiciones de reconciliación y confirmar cada cosa que había hecho.
Su Santidad, luego de haber tenido una conferencia con ella, en admiración de su prudencia y santidad, le manifestó: "No deseo nada más que la paz. Dejo esta cuestión totalmente en sus manos; sólo le recomiendo el honor de la Iglesia”.
Catalina tuvo otra misión durante su viaje a Avignon. El Papa Gregorio IX, electo en 1370, tenía su residencia en Avignon, donde los cinco papas previos también habían residido.
Los romanos se quejaban de que sus obispos habían abandonado su iglesia durante setenta y cuatro años, y amenazaron con llevar a cabo un cisma. Gregorio XI hizo un voto secreto para regresar a Roma; pero no hallando este deseo agradable a su corte, él mismo consultó a Santa Catalina acerca de esta cuestión, quien le respondió: "Cumpla con su promesa hecha a Dios".
El Papa, sorprendido de que tuviera conocimiento por revelación de lo que jamás había contado a nadie, resolvió inmediatamente hacerlo. Se cuenta con varias cartas escritas por ella y dirigidas al Papa, a fin de adelantar su retorno a Roma.
Posteriormente, santa Catalina escribió al Papa Gregorio XI en Roma, exhortándole firmemente a contribuir por todos los medios posibles a la paz general de Italia. Su Santidad le encomendó la misión de ir a Florencia, aún dividida y obstinada en su desobediencia.
Ella vivió un tiempo allí en medio de varios peligros incluso a riesgo de su propia vida. A la larga, ella logró que la gente de Florencia se dispusiera a la sumisión, a la obediencia y a la paz, aunque no bajo la autoridad de Gregorio XI, sino del Papa Urbano VI.
En 1378, cuando Urbano VI fue electo Papa, su temperamento hizo que los cardenales se distanciaran, y que varios de ellos se retiraran. Luego declararon la elección nula, y eligieron a Clemente VII, con quien se retiraron de Italia y residieron en Avignon.
Santa Catalina escribió largas cartas a los cardenales quienes primero habían reconocido a Urbano, y luego eligieron a otro; presionándolos a volver a su pastor legal. Ella también le escribió a Urbano mismo, exhortándolo a sobrellevar con temple y gozo los problemas en que se encontraba, y a aplacar el temperamento que le había llevado a tener tantos enemigos.