lunes, 2 de agosto de 2021

La Nueva Iglesia consiste en conseguir una papisa lesbiana. El cristianismo progre no tiene un pase pero los tradicionalistas no deben pasarse con su antipapismo, con su obsesión contra Francisco. Por Eulogio López

La Nueva Iglesia consiste en conseguir una papisa lesbiana. 
El cristianismo progre no tiene un pase pero los 
tradicionalistas no deben pasarse con su antipapismo, 
con su obsesión contra Francisco.
1/08/21 

La Nueva Iglesia, como bien explica don Santiago Martín consiste en conseguir una papisa lesbiana

Son 11 minutos de vídeo del sacerdote Santiago Martín, fundador de los Franciscanos de María, sobre el famoso ‘Motu Proprio’ del Papa Francisco sobre la liturgia pero, a todo cristiano, incluso a cualquiera que quiera entender lo que está pasando en el mundo, más allá de las portadas de los diarios, le merece la pena ‘perder’ ese tiempo.


Al rebufo de ese motu proprio de Francisco, Santiago Martín describe la división actual de la Iglesia entre progres y tradicionalistas. División artificial, porque progresismo y cristianismo son antitéticos, mientras la Iglesia se enraiza en la tradición, actualizada en el Magisterio, y en la oración.

La pregunta final de don Santiago resulta estremecedora: ¿quién será el siguiente? Entre otras cosas porque a ver si, cuando arremetamos con Francisco, vamos a dar con un papa progre, disfrazado de tradicional. Martín se ubica donde debe ubicarse un cristiano respecto al Papa: no le juzga, le apoya y aún cuando cree que se equivoca en las formas -y un Papa puede equivocarse en las formas- sabe que debe ‘acatarle’ en el fondo, porque es el Vicario de Cristo en la Tierra. Es su superior.

Hacedme un favor, católicos: Francisco no es nuestro enemigo. Es el verdadero Papa y hay que estar con él. También si se equivoca. Además: 
¿estamos seguros de cuándo se equivoca?

El problema de muchos tradicionalistas es este: que han dado el paso del orgullo y consideran que deben ser fieles sólo al Papa que ellos mismos han creado. Es decir, la soberbia les lleva a convertirse en papas, que deciden obedecer a la imagen Pontífice que ellos mismos han creado, no al Papa Real.

Es algo así como la eterna cantinela de los campesinos alemanes, cuyo Sacro Imperio Romano Germánico acabó por perderse cuando Lutero les proporcionó la coartada moral para rechazar toda autoridad moral. Y claro, en cuanto tocaron lo de ‘Sacro’ se cargaron lo de ‘Imperio’. Todo ello al grito de “Rey soberano será… si hace nuestra voluntad”. Es la actitud que no debemos tener respecto a Francisco.

Y uno lo entiende, que conste, si cae en la cuenta de dos cosas:

1.Que atravesamos la más grave crisis de toda la historia de la Iglesia, con unos clérigos progres que han secularizado, no al pueblo, no a la iglesia sino la doctrina, que es peor, unido a…

2.Un papa argentino -sí, argentino- que trata de salvar lo salvable en medio del naufragio y provocando grandes escándalos entre los fieles, escándalos, algunos, llenos de rectitud de intención, otros me temo que no tanto.

El Sacro Imperio Romano Germánico acabó por perderse cuando Lutero les proporcionó la coartada moral para rechazar toda autoridad moral. En cuanto tocaron lo de ‘Sacro’ se cargaron lo de ‘Imperio’, al grito de 
“Rey soberano será… si hace nuestra voluntad”

Hacedme un favor, católicos: Francisco no es nuestro enemigo. Es el verdadero Papa y hay que estar con él. También si se equivoca. Además: ¿estamos seguros de cuándo se equivoca? ¿Decidimos nosotros cuándo se equivoca?

Y todo esto, ¿es un alegato contra los tradicionalistas y a favor del cristianismo progre? Naturalmente que no. Insisto: la Iglesia es tradición ergo, de entrada, la razón siempre estará con los tradicionalistas.

Además, la Nueva Iglesia, como bien explica don Santiago Martín que es mucho más sabio que yo, consiste en conseguir una papisa lesbiana. Los progres son así de profundos en sus planteamientos teológicos.

Ahora bien, a los tradicionalistas puede perderles el orgullo. El cristianismo progre no tiene un pase pero los tradicionalistas no deben pasarse con su antipapismo, con su obsesión contra Francisco.

A escuchar a don Santiago, que lo explica mucho mejor que yo.

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