jueves, 9 de septiembre de 2021

***La Genealogía de Jesús, María, como Madre del Mesías, del Cristo, introduce en la historia humana al Dios con nosotros

La Genealogía de Jesús, María, como Madre del Mesías,
 introduce en la historia humana al Dios con nosotros
8-9-21

San Mateo, siendo judío él mismo, dirige su evangelio a gentes provenientes del judaísmo. De ahí que pueda leer toda la vida de Jesús bajo la perspectiva del cumplimiento de las profecías mesiánicas. En este mismo contexto se sitúa la figura de María como madre del Mesías. En el Antiguo Testamento la esperanza mesiánica está ligada no al padre, sino a la madre (Gen 3, 15; Is 7, 14).

El texto que comentamos hoy, nos resulta curioso, y no siempre resulta fácil captar su sentido. ¿Qué quiere decirnos el evangelista con esa larga lista de nombres y generaciones? San Mateo introduce la genealogía señalando los personajes más importantes: David y Abrahán. Ambos recibieron promesas importantes de Dios referentes a la salvación del Pueblo elegido. A través de Abrahán serán bendecidas todas las naciones de la tierra (Gen. 12, 3), y un descendiente de David heredará un reino eterno (2 Sam 7, 12-16). Estas promesas se cumplen en Cristo. Todo el árbol genealógico cobra así sentido en el último nombre. Con la genealogía Mateo presenta su evangelio como continuación y plenitud del Antiguo Testamento.

En su relato, el primer evangelista sigue un esquema que se mantiene invariable “A engendró a B”, mencionando un varón que ha engendrado a otro. En la genealogía aparecen varios nombres de mujeres, Tamar, Rahab, Rut y Betsabé. Ellas preparan la aparición del nombre de María, la madre de Jesús. El esquema “A engendró a B”, sufre algunas pequeñas infracciones durante el relato, pero el esquema se rompe del todo al llegar a María. En su caso no se habla de un varón que engendra a otro varón de una mujer. S. Mateo se ve obligado a romper el esquema por fidelidad a los datos históricos, y afirma que José es esposo de María, “de la cual nació Jesús, llamado Cristo” (Mt 1, 16).

Nunca se afirma que Jesús haya sido engendrado por José, ni que sea su padre. Se trata de una concepción virginal. Mientras en los otros casos, el verbo está en forma activa, es decir, un varón engendra a otro, en el caso de Jesús, el verbo aparece en forma pasiva, fue engendrado. Se expresa así la acción de Dios, y se anuncia la generación por el Espíritu Santo que aparecerá claramente más tarde (1, 18). Este giro en tiempo pasivo, se traduce también como nacer. Se prepara así un cambio, donde la atención pasa del verbo engendrar, propiamente masculino, al verbo dar a luz, propio de la mujer. Así se afirma en 1, 21.25; 2, 2 que María dará a luz.

José es presentado como esposo de María, no como padre de Jesús. El relato de la huida a Egipto, que S. Mateo presenta en 2, 13-24, tiene también importancia en este tema. Como trasfondo de la narración se encuentra el texto de Ex 4, 19-20, que narra el regreso de Moisés desde Madián a Egipto. Pero la diferencia entre los relatos es que mientras se afirma de Moisés que tomó a su mujer y a sus hijos (Ex 4, 20), de José se afirma en cuatro ocasiones que tomó al niño y a su madre (2, 13.14.20.21). Nuevamente, el evangelista usa libremente los datos del Antiguo Testamento adaptándolos a la realidad de los hechos.

La larga serie de nombres que nos refiere la genealogía, narra las etapas de la historia de la salvación, hasta llegar a la plenitud de los tiempos con la venida de Cristo. María, como Madre del Mesías, del Cristo, introduce en la historia humana al Dios con nosotros. Es el comienzo del tiempo último, de la salvación definitiva. En María se concentra toda la historia de la salvación anterior, y de su seno virginal surge, como puro milagro y don de Dios, el Cristo que inaugura el Reino de Dios en el mundo.