lunes, 17 de enero de 2022

Garabandal III (XII). Por J. Mª Manrique

Garabandal III (XII)
 17/1/2022 

La capilla de San Miguel en Garabandal

La postura del Obispado

Doroteo Fernández Fernández (V-1961/I-62), Obispo Auxiliar del anterior Mons. José Eguino y Trecu de 1956 hasta 1961, nombró como Administrador Apostólico una ‘comisión’ que solo visitó tres veces Garabandal (seis alguno de sus miembros). La misma actuó sin ánimo de investigar cuando no de desprestigiar, concluyendo que los sucesos eran “un juego de niños”, hasta el punto que el futuro obispo Del Val, que formaba parte de ella, dimitió. Otros miembros fueron los sacerdotes Francisco Odriozola y José María Sáiz, y hay quien cita también a Agapito Amieva, Provisor del Obispado de Santander, así como los doctores Morales, psiquiatra, y Piñal, anestesista. A Odriozola, “verdadero motor de la misma” según declaró él mismo en 1962, se le oyó decir “yo en esto no creo, pase lo que pase”. En mayo de 1968, el sacerdote francés Alfred Combe y el investigador belga Padre José Laffineur enviaron un “Dossier Confidentiel … a los cardenales, arzobispos y obispos de lengua francesa” en el que afirmaban que «La comisión no ha sido jamás “un tribunal”, ni jamás ha actuado ni sentenciado como “tribunal eclesiástico” según los cánones. Nunca, por ejemplo, se exigió el juramento de rigor a quienes eran requeridos o interrogados, aunque se coleccionaran sus cartas o informes». A Laffineur le llegaron a ‘firmar’, en su presencia, una versión de su interrogatorio que él se negaba a hacer.


P. Laffineur y Conchita.

Loli, Ceferino su padre y Sánchez-Ventura

P. Luis Luna, la Princesa Cecilia Borbón Parma, 
Conchita, Secretaria Aniceta (ROMA)

Doroteo emitió dos ‘Notas’ oficiales. En la primera (26-VIII-1961) dijo que “nada hasta el presente nos obliga a afirmar la sobrenaturalidad de los hechos allí ocurridos”. En la segunda (2-XI-61) escribió: “… el Señor, que nos dio la revelación de cuanto Le plugo … Dios cuando quiere hablar, lo hace en términos claros e inequívocos; cuando nos quiere decir algo, sus palabras no admiten tergiversación ni oscuridad”, con lo que, olvidando los profetas bíblicos, las parábolas y el Apocalipsis, casi negaba las revelaciones privadas. Terminó sentenciando que “no consta que las mencionadas apariciones, visiones, locuciones o revelaciones puedan hasta ahora presentarse ni ser tenidas con fundamento serio por verdaderas y auténticas”, prohibiendo en la práctica que los sacerdotes y religiosos acudieran al lugar de las apariciones (“deben los sacerdotes abstenerse en absoluto de cuanto pueda contribuir a crear confusión entre el pueblo cristiano”).

Eugenio Beitia Aldazábal (I-62/I-65) emitió la 3ª Nota, el 7 de octubre de 1962, en la que, sin condenar las apariciones, dijo que los fenómenos de Garabandal “tienen una explicación de carácter natural”. Impuso restricciones a los sacerdotes que subían a la villa sin permiso diocesano. Autorizó una investigación privada por tres doctores, cuya conclusión no coincidió con la anterior comisión oficial. Dimitió por problemas de salud (vista), pero continuó unos meses como administrador apostólico. Para entonces, Conchita había recibido una comunicación del Arcángel S. Miguel, en la madrugada del 2 al 3 de julio de 1965, sobre las consecuencias que podría sufrir el titular de la Diócesis que no tratara las apariciones con el debido respeto. Este mensaje fue llevado en un sobre al obispado por D. Francisco Sánchez-Ventura, gran devoto de las apariciones desde su conversión gracias a ellas, y quien, así mismo, había sido objeto de mensajes, vía Conchita, para que levantara una capilla a S. Miguel en Garabandal.

Ya en calidad de administrador apostólico, Beitia firmó el 8 de julio de 1965 una más prudente 4ª Nota, exhortando a no fomentar las manifestaciones y declarando que “no hemos encontrado materia de censura eclesiástica condenatoria, ni en la doctrina ni en las recomendaciones espirituales que se han divulgado en esta ocasión, … repiten simplemente la doctrina corriente de la Iglesia en esta materia”.


Vicente Puchol Montis (I-VII-65/V-67), quien públicamente dijo “esto lo acabo yo cueste lo que cueste”, se mostró extremadamente categórico en la quinta Nota, afirmando que no hubo apariciones ni mensajes y que todos los fenómenos acaecidos tenían explicación natural. Consiguió que las niñas firmaran declaraciones negando las apariciones. En marzo de 1967, tras firmar la nota, ofició un domingo Misa en Garabandal y, suave y casi imperceptiblemente deslizó en su homilía que “ya sabemos que después de lo que nos trajo Jesucristo ya no puede haber más apariciones ni revelaciones”

Murió conduciendo su coche el 8 de mayo de 1967 (dio 10 vueltas de campana), a la salida del Valle de los Caídos de una reunión de la Conferencia Episcopal, en la A-6, mientras su acompañante resultó ileso; se da la circunstancia de que en esa fecha se celebra la aparición de S. Miguel en el Monte Gargano (S. de Italia; el año 490).

Mercedes Salisachs

El citado Francisco Sánchez-Ventura Pascual, hermano de José Mª, el que fuera ministro de justicia, encargó a sus expensas (unos 55.000 € actuales) la construcción y el montaje de una capilla desmontable, de forma que empezara su montaje un lunes y terminara antes de las 12 del viernes 29 de septiembre de 1965, festividad de S. Miguel. Y de nuevo los hechos inexplicables humanamente se hicieron presentes. El testimonio del constructor y montador de la misma en la revista AFAN nº 29 (septiembre 2021) de Pedro Virgili, quien se confiesa prácticamente ateo, es contundente: expone que, dado lo impracticable del camino para otros vehículos, tractoristas de la zona subieron las piezas de Cosío a Garabandal el lunes. Que en el lugar próximo a Los Pinos elegido por Conchita, propiedad de la escritora Mercedes Salisachs, por ser donde se apareció varias veces el Arcángel San Miguel, no había agua para hacer el cemento del basamento, pero esta surgió sorprendentemente de una ligera excavación que se hizo en el sitio que también indicó Conchita; terminada la obra la veta de agua desapareció. Que la energía eléctrica para las máquinas y los reflectores, para trabajar a destajo día y noche, se obtuvo también, providencial e inexplicablemente, del cuadro de distribución del pueblo, el cual no aguantó el consumo y dejó sin luz a Garabandal, pero siguió suministrándola a la obra. Las amenazas de excomunión del obispado al providencialmente increyente constructor, no hicieron mella en él.

El Administrador Apostólico Enrique Cabo Pérez (V-67/VII-68), catedrático de instituto de filosofía, al encontrarse con la capilla levantada, envió un oficio al antedicho Sr. Sánchez Ventura diciéndole que en ella no se podía rezar ni la más elemental Avemaría, y muy especialmente el Rosario, y que quien se atreviera a desobedecerle tendría que atenerse a “las responsabilidades exigidas por Nos”. Todo ello a pesar de que en cualquier terreno particular se puede levantar un altar u oratorio dedicado a cualquier santo que figura en el santoral

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José María Cirarda

José María Cirarda (VII-68/I-72; entre 1968 y 1971 fue también administrador apostólico de la diócesis de Bilbao; una parte importante del clero vasco recaló en Santander). Se opuso firmemente a Garabandal y logró, a través del Cardenal Jean Villot (Secretario Vaticano; presumiblemente masón), difundir una carta a todos los obispos de la Iglesia desacreditando las apariciones. La sexta Nota fue publicada el 9 de octubre de 1968 por ¡la secretaría! del Obispo Cirarda, y en ella se decía que «… los dos primeros Prelados (Fernández y Beitia) coincidieron en que “no consta de la sobrenaturalidad de los fenómenos que ha examinado cuidadosamente” la Comisión instituida para su estudio; y el último Prelado (Puchol), después de haber tratado todo el asunto con la Santa Sede, afirmó “que todos los hechos acaecidos en dicha localidad tienen una explicación natural”. … Que siguen en vigor las disposiciones dictadas par Mons. Beitia … según las cuales está prohibida a los sacerdotes toda intervención, tanto participando y colaborando activamente en el desarrollo de los hechos, cuanto en la forma de simple presencia como espectadores, con suspensión de las licencias en esta Diócesis de Santander para cuantos asistieren sin expreso permiso particular y en cada caso de la autoridad diocesana. Se ruega a todos los fieles cristianos que se abstengan… Se recuerda a todos que, según el canon 1.399, “están prohibidos por el Derecho mismo los libros y folletos que refieran nuevas apariciones” … ».
La ‘Nota’ de Mons. Cirarda en la prensa.
Juan Antonio del Val Gallo

Juan Antonio del Val Gallo, (XII-71/VII-91). D. Juan Antonio dijo en una ocasión que cuando asumió el obispado a él solo le entregaron sobre Garabandal un informe de 15 páginas en el que se hacían durísimas afirmaciones, como que Conchita había confesado haber ensayado con sus amigas falsear el Milagruco y que, finalmente, lo hizo (cosa que ella, más adelante, desmintió incluso ante notario). En 1983 el doctor Luis Morales Noriega, miembro de la 1ª ‘comisión’ y antiguo ‘perseguidor’ de las Aparicioness, reconoció públicamente la autenticidad de las mismas; también dijo que ni hubo comisión ni investigación formal, sino solo un simulacro. En 1986 D. Juan Antonio abrió una nueva y muy secreta ‘comisión’, tras tres intentos fallidos por la oposición que encontraba, comisión que alargó su vida precisamente hasta su cese y de la que no se sabe apenas nada, y desde luego no sus conclusiones. Mons. del Val dijo en 1988 ante las cámaras de la televisión cántabra: “Estoy abierto a toda información, a toda consideración sobre Garabandal, y en este sentido quiero continuar; lo que he hecho ahora es autorizar a los sacerdotes para que suban a Garabandal y celebren allí la Eucaristía, (lo cual) anteriormente (estaba) prohibido por las notas que dieron mis antecesores”. El Sr. Sánchez-Ventura se entrevistó con el obispo Del Val en dos ocasiones en el último año en el cargo, dejando escrito en su revista María Mensajera: «le pedí permiso para trasladar la capilla de San Miguel, dada la circunstancia de ser desmontable, a Sabiñánigo (Huesca), pero me contestó con estas palabras que juro ante Dios, solemnemente, que son ciertas: “No puedo autorizar la capilla, porque llevaría inherente la aprobación de unas apariciones, cuando hemos tomado el acuerdo todos los Obispos españoles de no reconocer ninguna, pero le ruego que no se la lleve, porque me consta que está haciendo mucho bien…”». Volveré sobre esto más adelante.

El Dr. Morales analiza a Loli en 1961; detrás, el P. Del Val.

Mons. Del Val con Loli en 1992.


Testimonio de Javier Vildósola en la película 
“Garabandal, catarata imparable”.

El Padre Franςois Turner, O.P. dijo que se compuso de tres grupos: uno de sociólogos, formado por el padre dominico Jesús María Vázquez, Javier Vildósola, Fernando Lara (psicología evolutiva-infantil) y dos mujeres, más otro grupo de psicólogos y un tercero de teólogos de los que no se sabe nada. Muy recientemente el Sr. Vildósola ha testimoniado (Garabandal, catarata imparable) que aquello no fue una comisión porque no se le dijo que lo eran ni qué se investigaba, precisando que no se delimitó el campo de la investigación, y solo que “una persona del obispado había dado fondos” para que se “pasara un cuestionario” prácticamente centrado en si había habido especulación económico-urbanística; Vildósola amenazó con emitir un voto desfavorable si las conclusiones de su grupo, que prácticamente no visitó Garabandal, se decantaban por la especulación inmobiliaria. Según el Padre René Laurentin, experto en apariciones marianas y teología mariológica, Mons. Del Val “consideró la posibilidad de elaborar una solución pastoral pacífica a las de Garabandal, pero la difusión de esta noticia hizo que Roma animara al obispo a mantener el statu quo negativo” (Apariciones Actuales de la Virgen María, Rialp 1989/91).

Y así han quedado las cosas, con una liberalización de las prohibiciones y con el “Non consta supernaturalitate” como única resolución oficial, es decir, que no están condenadas y siguen sin un juicio definitivo

La devoción a la Virgen de Garabandal

Debido a que llegaban a Roma muchas informaciones mal intencionadas y tendenciosamente equivocadas, e incluso solicitando un decreto para que se prohibiese a los Sacerdotes, Religiosos y Fieles subir a Garabandal, el Papa Pablo VI dio un decreto el 14 de octubre de 1966 sobre las Apariciones para toda la Iglesia por el que no es necesario ningún permiso eclesiástico para publicar revelaciones, visiones, milagros o para ir a los lugares de apariciones no reconocidas aún (Actas Oficiales de la Santa Sede 58/16 del 29-XII-1966), abrogando los artículos 1399 y 2318 del Derecho Canónico vigente entonces.
Despedida de la Virgen a Conchita en 1965.

Pablo VI, llamativamente también, concedió la Bendición Apostólica a la Obra de Difusión de los Mensajes de Garabandal el 12 de junio de 1967. Según el Padre Javier Escalada S.J., y según una hoja de la “Legión Blanca” con el imprimátur del Obispo de Tacna en Perú D. Alfonso Zaplana Belliza, Pablo VI también dijo en una entrevista que le concedió: “(Garabandal) es la historia más hermosa de la humanidad desde el Nacimiento de Cristo; es como la segunda Vida de la Santísima Virgen en la Tierra y no hay palabras para agradecerlo”. El Padre Escalada dijo al Papa que “había mucha oposición a creer en las Apariciones de Garabandal”, el Papa le cortó: “No importa, diga a esas gentes que es el Papa quién desea se hagan públicos esos Mensajes y a la mayor urgencia”. Es decir, su práctica aprobación.

En 1975 Ottaviani dijo a la vidente Jacinta González que él creía en las Apariciones de Garabandal pero que había que tener mucha paciencia y rezar mucho.

Las apariciones Garabandal y sus milagros se conocen en los cinco continentes, aunque apenas lo sean en España. El director de cine Bill Nicholson hizo un trabajo sobre las Apariciones de Garabandal para la BBC, que fue premiado en Inglaterra como mejor documental religioso del año; Mons. del Val autorizó a Conchita que concediera una entrevista a la BBC. A finales de 1981 ya se habían distribuido más de 400 copias del documental a diversas televisiones. Como resultado, en Australia ya hay más de una treintena de Centros de Garabandal

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Monumento al P. Pío en Los Pinos

Entre los testimonios más conocidos, son de resaltar los de eminentes médicos (doctores Ortiz, Puncernau, Morales, Domínguez, etc), el santo sacerdote estigmatizado Padre Pío (que vio y habló con la Virgen de Garabandal desde su celda y quien confirmó a Conchita, cuando le visitó en 1966 tras su viaje a Roma, la autenticidad de las apariciones), la Madre Teresa de Calcuta, Santa Maravillas de Jesús, el P. Royo Marín, el Padre Rodrigo, D. Valentín Marichalar y muchísimos más.

Pero, con relación a la oposición a Garabandal, ya hemos visto que han trascendido testimonios de que los obispos españoles de los años sesenta se comprometieron, al parecer y de alguna forma, a no reconocer ningún fenómeno similar en sus diócesis. Concretamente, el ya nombrado editor y publicista Sánchez Ventura tuvo dos conversaciones con el obispo Del Val en las que éste, como se ha dicho antes, le confesó el citado acuerdo de los obispos; lo publicó en su revista María Mensajera, y en un libro suyo (editorial Círculo) y en una página Web, como atestigua José María Sánchez de Toca en Los Profetas de la Piel de Toro (Editorial AKRON, Astorga, 2009). Concurrente con lo anterior, circula por la red (internet) que en cierta conferencia que impartió el Cardenal Joseph Ratzinger, por entones Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (1981- 2005), se le acercó en un descanso el obispo de Santander, Monseñor del Val, y le dijo que se sentía culpable de la manipulación que se había hecho sobre Garabandal. Después de escucharle atentamente, Ratzinger le dijo algo así como: … le ruego que inicie un nuevo trabajo de investigación sobre Garabandal y, una vez que tenga los resultados de dicho estudio, me lo envía a mí personalmente a Roma, sin pasar por la Conferencia Episcopal Española. Posteriormente, en diciembre de 1992, aconsejó al nuevo obispo de la Santander no cerrar el caso, sino mantener la declaración de “no consta sobrenaturalidad”. Garabandal no es una Aparición condenada ni ‘cerrada’.

En todo caso, no se construyó el templo que pidió Nuestra Señora (solo hay una mínima capilla, costeada luego con limosnas, muchas de ella norteamericanas) y se ha obstaculizado permanentemente el estudio serio de las Apariciones. Esa especie de cerrazón a la Gracia y tergiversación de los hechos sobrenaturales roza una calificación gravísima. Además, se echa en saco roto el aviso apremiante de conversión ante el posible Castigo.

Y el tiempo se acaba y la necesidad apremia.

Este resumen puede ampliarse en Se fue con prisas a la montaña – Garabandal, del P. Eusebio García de Pesquera (AQUÍ), y Las Negaciones de Garabandal, de F. Sánchez-Ventura (AQUÍ).
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