domingo, 27 de febrero de 2022

El voto católico y el engaño del mal menor: votar al PP para cambiar la economía sin tocar la legislación anticatólica de los socialistas. Por Javier Paredes

Casado, Ayuso, Aguirre, Rajoy
El sistema católico español y el engaño del mal menor: 
votar al PP para cambiar la economía 
sin tocar la legislación anticatólica de los socialistas.
27/2/22

Este sistema católico español sirve para conquistar el poder y lo que hace es descristianizar aún más, al ocultar que el verdadero mal, que actúa como un cáncer, no está fuera sino dentro de la Iglesia en España.

¡Madre mía, la que has liao pollito…! Quiero decir la que habéis liado Pablito, Teodorito, Isabelita… Porque como acertadamente dice la sentencia popular: “Todos juntos la mataron y ella sola se murió”. Pero los citados no son ni los únicos ni siquiera los máximos responsables, simplemente les ha correspondido recoger los frutos amargos de una cosecha que se sembró hace más de cuarenta años.

Como esta semana tengo que adelantar la entrega de este artículo, cuando escribo estas líneas todavía no se sabe quién va a coger el timón del partido de la derecha. ¿Será Feijóo? ¿O será Abascal por incomparecencia del Partido Popular...?

Pero para mí que eso es lo mismo, porque las organizaciones políticas de la derecha siguen sin encontrar su identidad, porque han renunciado a encontrarla y creen que todo se soluciona cambiando el líder de una larga cadena, de una ya larguísima cadena: Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo, Manuel Fraga, Antonio Hernández Mancha, José María Aznar, Mariano Rajoy, Pablo Casado y lo que venga.

No, no es una solución adecuada la de Lampedusa: cambiar para que todo siga igual. La cuestión es que mientras que la derecha ha renunciado a su identidad, la izquierda sabe lo que es, se siente orgullosa de serlo y camina decida hacia sus objetivos. Los socialistas y los comunistas que gobiernan actualmente en España se inspiran en su tradición ideológica materialista y laicista, por lo tanto anticatólica.

La cuestión es que mientras que la derecha ha renunciado a su identidad, la izquierda sabe lo que es, se siente orgullosa de serlo y camina decida hacia sus objetivos. Los socialistas y los comunistas que gobiernan actualmente en España se inspiran en su tradición ideológica materialista y laicista, por lo tanto anticatólica

Si el Frente Popular hubiera ganado la Guerra Civil, la práctica de la religión católica hubiera sido suprimida. Y esto no lo digo, lo decían ellos. Le cedo la palabra a José Díaz, que el 15 de marzo de 1937, como Secretario General del Partido Comunista Español, en un mitin en Valencia dijo: “En las provincias en las que dominamos, la Iglesia ya no existe. España ha sobrepasado con mucho la obra de los Soviets, porque la Iglesia en España está hoy día aniquilada”.

Por su parte, tras la muerte de Franco, la jerarquía de la Iglesia en España renunció a apoyar una opción política genuinamente católica. Se apostó por la presencia de católicos en los partidos que podían llegar al Gobierno. Se suponía que los católicos dentro de esos partidos podrían ejercer una influencia benéfica, que impediría la llegada de leyes inicuas.

Y con esta orientación de la jerarquía, durante cuarenta años un número considerable de católicos ha militado en los partidos de la derecha. Los hemos conocido de todas las divisas, desde católicos de parroquia de barrio hasta los de pata negra por pertenecer a las llamadas nuevas realidades o movimientos de laicos. Pero, desgraciadamente, el resultado es que al soltarlos en la plaza de la política y esconder su encaste han dado más escándalo que ejemplo.

No me cabe duda que los obispos españoles obraron con la mejor voluntad al apostar por esta estrategia, pero las cosas son lo que son y los resultados resaltan la verdad del refranero español cuando afirma que el infierno está empedrado de buenas intenciones, porque la peor de las mentiras del demonio consiste en reducir la doctrina de Cristo a ideología política, que es lo que vienen haciendo desde hace tiempo los dos medios más importantes de comunicación de la jerarquía de la Iglesia en España, la COPE y 13TV, al ponerse descaradamente al servicio del Partido Popular.

Durante cuarenta años un número considerable de católicos han militado en los partidos de la derecha. Pero, desgraciadamente, el resultado es que al soltarlos 
en la plaza de la política y esconder su encaste
 han dado más escándalo que ejemplo

Y, como he dicho, a los obispos se les han unido y les han seguido la corriente en este punto los dirigentes de los llamados nuevos movimientos o realidades laicales de la Iglesia. De este modo, la mayoría de las divisas a las que pertenecen los políticos en el ejercicio del cargo, ante la posibilidad de no participar en el reparto de los prados para el pasto, renunciaron a defender la legitima libertad de los católicos en materias opinables, para apoyar la formación del sistema católico español.

¿Y qué entiendo yo por el sistema católico español? Pues un conjunto de piezas armonizadas y coordinadas para conquistar el poder, poniendo la religión al servicio de la política. De este modo se entregaron primero a la UCD y después al Partido Popular periódicos, radios, televisiones y toda una serie de asociaciones —aconfesionales según sus dirigentes, pero más clericales que el breviario de un cura de los de antes— que han cambiado el viejo lema de “fuera de la Iglesia no hay salvación”, por el de “los católicos no tienen nada que hacer fuera del PP”.

Y conculcando la libertad de los católicos en materia política, que permite a los laicos participar en distintos partidos, siempre que no contradigan la doctrina de la Iglesia, el actual sistema católico español, aunque no de derecho, de hecho convirtió al Partido Popular en el partido único de los católicos, mediante la estrategia del voto útil. Así las cosas, se consigue que todas las piezas del sistema católico español funcionen al unísono para crear la opinión de que la santidad debe dejar de ser el objetivo principal de los católicos, porque lo único importante es llegar y permanecer en La Moncloa, para arreglar la economía, sin tocar la legislación anticatólica de los socialistas.

¿Y qué entiendo yo por el sistema católico español? Pues un conjunto de piezas armonizadas y coordinadas para conquistar el poder, poniendo la religión al servicio de la política y que han cambiado el viejo lema de “fuera de la Iglesia no hay salvación”, por el de
 “los católicos no tienen nada que hacer fuera del PP”

Y de este modo, gracias a la manipulación hecha por los medios de comunicación y a los católicos que han actuado de tontos útiles en política, se ha consolidado ese sistema católico español, que tras secuestrar la doctrina social de la Iglesia consiguió convertir al Partido Popular en el partido único de los católicos, a pesar de que su programa en materias claves como las de la familia y la vida son claramente anticristianas y chocan frontalmente contra la doctrina social de la Iglesia.

La estrategia para conseguirlo es bien sencilla y se realiza de dos maneras. En primer lugar, todos estos medios de comunicación silencian cualquier iniciativa cristiana que a su entender pueda perjudicar los intereses del Partido Popular.

Sobran los ejemplos, pero me limitaré a citar los del pasado, los que ya son historia, para no entrar en el lodazal de la actualidad política. Sin duda uno de los más significativos fue la manipulación realizada por los medios de comunicación de este sistema católico español para ocultar que un partido social cristiano, como era Alternativa Española, fue quien puso la denuncia contra Morín, el dueño de las clínicas abortistas de Barcelona. Y cuando la opinión pública se estremeció al saber que en esas clínicas había una trituradora para los fetos conectada con las alcantarillas, y no hubo más remedio que buscar a alguien que hablara de los hechos, naturalmente los medios de comunicación del sistema católico español, a pesar de que sabían quién había puesto la denuncia contra Morín, en lugar de llamar a los responsables de Alternativa Española no le fuera a restar votos al Partido Popular, solo dieron cabida en sus informaciones a los dirigentes de las asociaciones provida y familiares, que nada tenían que ver en la denuncia pero que estaban integradas en su mismo sistema católico, demostrando una vez más que dichas asociaciones antes que provida y profamilia, eran defensores del Partido Popular.

En honor de la verdad, tengo que decir que todavía quedan algunas iniciativas que de verdad ayudan a las madres gestantes para que no aborten, pero son muy pocas y casi desconocidas, entre otras razones porque quienes en ellas trabajan se limitan a hacer el bien y se niegan a figurar. Otra cosa son los movimientos pro vida y defensores de la familia conocidos, los que oficialmente se pasean por los medios de comunicación. A todos ellos les conozco muy bien, porque con algunos de sus dirigentes yo mismo trabajé en los inicios del movimiento pro vida en España. Y cuando vi la realidad de lo que eran me quedé tan horrorizado que los abandoné. He contado esa triste experiencia en otro artículo de cómo ha sido abortado el movimento pro vida en España por haberse vendido sus dirigentes al Partido Popular, para blanquear su política abortista.

Y junto al ocultamiento y el silencio de cuantas iniciativas pudieran poner en evidencia la actuación anticatólica del Partido Popular, la segunda manera de manipulación de los medios de comunicación del nefasto sistema católico que estoy describiendo consiste en convencer a los católicos de que no hay mejores defensores de los intereses católicos que los líderes del Partido Popular, aunque actúen contra la doctrina de la Iglesia. Para validar semejante contradicción, el sistema católico español ha generalizado como norma moral la del mal menor.

Pongamos otro ejemplo también del pasado, histórico y clarificador. Esperanza Aguirre fue promocionada por los medios de comunicación de este sistema católico como la genuina defensora de los intereses de los católicos españoles. Y esos mismos medios que denunciaban las tropelías de los gobiernos socialistas, callaron cosas tales como que el gobierno de Esperanza Aguirre, cuando fue presidenta de la Comunidad de Madrid, fue el que más abortos subvencionaba en toda España y uno de los pocos que también pagaba el cambio de sexo.

Este sistema católico español sirve para conquistar el poder, pero no para recristianizar la sociedad. Es más, este sistema católico lo que hace es descristianizar aún más de lo que ya está la sociedad, al ocultar que el verdadero mal, 
que actúa como un cáncer, 
no está fuera sino dentro de la Iglesia en España

El resultado de todo ello es que este sistema católico español sirve para conquistar el poder, pero no para recristianizar la sociedad. Es más, este sistema católico lo que hace es descristianizar aún más de lo que ya está la sociedad, al ocultar que el verdadero mal, que actúa como un cáncer, no está fuera sino dentro de la Iglesia en España. Por lo demás, los católicos —clérigos o laicos— que mantienen y se benefician de este sistema católico que acabo de definir, lo han perfeccionado de tal modo, que han acabado de convencer a la mayoría de los católicos de que es imposible vivir a fondo la fe cristiana en la vida pública, y que por lo tanto hay que conformarse con una versión centrorreformista, moderada y malminorista de la idea cristiana de la vida pública, para no ser tachados de radicales o intransigentes.

El resultado no puede ser más negativo, pues a diferencia del laicismo de la Segunda República que provocó una eclosión de mártires, el laicismo actual de la derecha pagana ha generado un gran número de traidores, cobijados y promovidos por el sistema católico español, que para no ser puesto en evidencia ocultan y condenan al ostracismo a cuantas iniciativas pretenden que la Doctrina Social de la Iglesia oriente la vida de los españoles.

Bien está que en nuestras plazas y balcones aparezcan las banderas de España, pero lo que no se acaba de entender es quienes con tanto entusiasmo exhiben esas banderas no reconozcan como la más valiosa identidad de nuestra patria al Cristianismo, que las ideologías materialistas de los socialistas y los comunistas quieren destruir, porque estos sí que están orgullosos de sus orígenes y saben dónde van.

Javier Paredes
Catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá

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