jueves, 10 de febrero de 2022

EUCARISTÍA: Se enfría el afecto y nuestra casa se está llenando de dragones. Empiezan a abundar los sacerdotes que se resisten a oficiar la Eucaristía y a su paso previo, la penitencia

Se enfría el afecto y nuestra casa se está llenando de dragones. Empiezan a abundar los sacerdotes que se resisten a oficiar la Eucaristía y a su paso previo, la penitencia.
6/2/22
Consagración y bestias del mar y de la tierra

"El amigo ama en todo tiempo y en la adversidad se conoce al hermano". (Proverbios 17,17). Astuto investigador que es uno, creo que, cuando el hagiógrafo escribió esto, hace bastante más de 3.000 años, no estaba pensando en el Covid... o a lo mejor sí: ¿acaso no es una pluma inspirada del Canon bíblico? Porque nunca sabremos cuántas personas han muerto por el Sars-COV-2, pero sí que han muerto solas y siguen muriendo solas. Señal de que el Covid ha sido letal para la caridad, y para el afecto, incluso entre los más próximos. No sólo por las repugnantes ordenanzas de nuestras autoridades, sino porque el miedo al bicho ha apartado al moribundo en la hora de la verdad, cuando "la casa se llena de Dragones (Isaías 13,21)". Le han apartado de los suyos pero también le han apartado de Cristo. La mejor vacuna contra el Covid es la Eucaristía, decía la madrileña Margarita de Llano y fue la Eucaristía lo primero que le quitaron a los seres humanos en Occidente (en Oriente mejor ni hablo): cerraron las iglesias.

Y la verdad, creo que la pandemia no es sino el primer castigo de esta era curiosa empeñada en no dejar de ser la realidad.

La batalla de hoy no es la Eucaristía, 
sino que la Eucaristía siga existiendo, 
que se siga oficiando 
el santo sacrificio en el mundo

Para entendernos, que se enfría el afecto y nuestra casa se está llenando de dragones, criaturas especialmente desagradables y que despiden un hedor repugnante.

Y lo más importante: la batalla de hoy no es la Eucaristía, sino que la Eucaristía siga existiendo, que se siga oficiando el santo sacrificio en el mundo. Empiezan a abundar los sacerdotes que se resisten a oficiar y a confesar, el requisito previo a la Eucaristía.

Y mucho me temo que la prohibición de la Eucaristía, 
hasta hacerla clandestina, vendrá desde dentro,
 no desde fuera; desde la bestia de la tierra, 
no de la bestia del mar

Y mucho me temo que la prohibición de la Eucaristía, hasta hacerla clandestina, vendrá desde dentro, no desde fuera; desde la bestia de la tierra, no de la bestia del mar.

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