sábado, 5 de febrero de 2022

***Sólo hay una leyenda negra: la de la conquista española de América. Por Marcelo Gullo

Sólo hay una leyenda negra: 
la de la conquista española de América
Por Marcelo Gullo 
EL ESPAÑOL DIGITAL
 2/2/2022 

Se habla mucho de la leyenda negra española últimamente. Pero ¿qué gran potencia no ha sufrido la suya propia a lo largo de la historia?

Pues Inglaterra, para empezar. No hay leyenda negra de la conquista de Australia. ¿Dónde está escrita? No hay ninguna leyenda negra que hable de la conquista británica de América del Norte. No hay ninguna leyenda negra de la conquista de Nueva Zelanda. Los ingleses, cuando fueron a Australia, la consideraron terra nullius, que quiere decir sin habitantes. Sin embargo, ellos mismos llegaron a censar a entre seiscientos mil y un millón de indígenas. La consideraron terra nullius para justificar su exterminio. Porque para ellos no eran seres humanos. Eran una especie de monos que caminaban sobre dos patas. Por eso hicieron el genocidio de Tasmania, en el que sólo sobrevivió una mujer, por ejemplo. Fueron los británicos los que instauraron en América del Norte la política de que el mejor indio era el indio muerto. Y fueron los protestantes, tan cristianos ellos, quienes repartieron mantas con virus de viruela, utilizando por primera vez una especie de arma química que exterminó a los indios. Inglaterra ha perpetrado genocidios varios, y sin embargo no existe leyenda negra de Inglaterra. Como tampoco existe leyenda negra de la conquista holandesa de Indonesia, que fue terrible. O de la conquista estadounidense de Filipinas, una vez expulsados los españoles.

Lienzo de Tlaxcalta (detalle) elaborado por los indios tlaxcaltecas, aliados de los españoles en su lucha contra la opresión azteca.

¿Todo se resume a la batalla por el relato, entonces?

Mire, acá sólo hay una leyenda negra: la de la conquista española de América. Yo le pregunto: ¿hay leyenda negra de la conquista árabe de todo el norte de África? Las crónicas árabes relatan que los ríos Éufrates y Tigris estaban cubiertos de sangre cuando conquistaron Mesopotamia. También se llega a decir que conquistaron Egipto predicando. Pero la conquistaron a sangre y espada, de la mano del califa Omar. Cuando invadieron la península ibérica se llevaron a Siria a veinte mil vírgenes españolas. Eso son veinte mil mujeres de entre doce y dieciséis años. Veinte mil esclavas sexuales. Sin sumar a todos los hombres esclavos. ¿Dónde está la leyenda negra de la conquista árabe de España? Sólo se critica una conquista: la española. Esa es la verdad histórica.

¿Por qué?

Pues sencillamente porque muchas de las potencias enemigas de España trataron de derrotarla políticamente porque no podían derrotarla militarmente. Y después porque los Austrias españoles no entendieron lo que era la propaganda política. No se defendieron de los ataques propagandísticos de sus enemigos, principalmente Francia e Inglaterra, junto con Holanda. Cuando los franceses lograron hacerse con el trono español, además, pasaron cuarenta años en los que, con el primer Borbón, que era un francés educado en el odio a España, los teatros españoles se llenaron de obras negrolegendarias. Todo Madrid estaba lleno de obras de teatro que criticaban el legado de todos los reyes anteriores, diciendo que eran asesinos, violadores, y que todos los conquistadores habían sido la peste del mundo. La nobleza genuflexa fue y aplaudió todo eso, lo que causó que todos los hispanoamericanos terminasen diciendo: bueno, a confesión de parte, relevo de pruebas.

¿No es un poco extraño que potencias como Inglaterra y Francia, hegemónicas también en los siglos posteriores, se centrasen en el odio a España y no diseminasen leyendas negras la una contra la otra igual de efectivas?

Bueno, primero, no se pusieron de acuerdo ni se centraron exclusivamente en España. Eso no existe en política. Cada una iba haciendo lo que favorecía a sus propios intereses. Pero, de todas formas, usted comete un error de razonamiento gravísimo. Producto, posiblemente, de una formación completamente eurocéntrica. Francia no era tan hegemónica como dice usted. No tenía nada. El que tenía un imperio en el mundo era España. Francia va a tener un imperio colonial muchísimo tiempo después. Pero no era nada en el mundo. Era fuerte en Europa, solamente. Usted comete el error de considerar que por ser fuerte en Europa era fuerte en el mundo. Pero es que quien tenía el mundo era España. Ni siquiera era tan fuerte Inglaterra, que, sobre todo al principio, sólo tenía un pedacito chiquitito entre el Atlántico y los Apalaches. Quien tenía un dominio real y consolidado de tierra firme, que iba, además, desde California hasta casi Alaska y hasta el Pacífico y Filipinas, era España. Seguía siendo la gran potencia territorial en el mundo. Y el gran mercado en el mundo. A mí me asombran los economistas porque no estudian nada. Hablan de los inicios del mercado mundial sin mencionar numerosas veces que, durante mucho tiempo, el mercado mundial era Hispanoamérica. Estaba Asia, sí, pero el gran mercado de productos era el español.

La actitud de España, su política de Estado, fue la del respeto y la integración. Algo muchísimo más avanzado que las políticas inglesas, que suplantaban a las poblaciones autóctonas después de eliminarlas.

Conquista árabe de África

Escribe que no es lo mismo el Imperio español que el imperialismo británico.

Exacto. Son dos cosas distintas. España construyó un Imperio, que no es lo mismo que desarrollar un imperialismo a la manera de los británicos. España llega a América con la impronta que le da Isabel la Católica. Por eso su aproximación fue distinta de la que hicieron Francia o Portugal. Ambos países eran católicos, y sin embargo su impronta fue distinta. ¿Por qué? Pues porque hubo una mujer en la historia, que es Isabel, que no sabía con qué mundo se estaba encontrando. No lo podía saber. Pero, ante ese mundo nuevo, que ella no podía describir ni comprender del todo, tomó algunas medidas fundamentales, que acabaron siendo únicas en la historia de la humanidad. Medidas que los españoles de ahora, porque no estudian, ni siquiera conocen bien. Isabel dice que las personas que estaban ahí, que no sabía ni quiénes eran, iban a ser súbditas de Castilla. Por tanto, no podían ser esclavas. Además, no quiso establecer colonias, sino que quiso hacer reinos. Pero tomó una decisión más, única en la historia: la política del mestizaje. Dijo: cásense, indios y españoles. Cuando un Estado dice semejante cosa lo que está diciendo es que quiere fundirse con el otro. No suplantarlo. Cuando uno se funde con el otro no va a explotarlo. El otro es lo mismo que yo. España adopta a América y a los americanos. Los hace sus hijos. Y esos hijos, como están destinados a heredar sus bienes, deben ser educados de la mejor manera posible. ¿Usted se puede imaginar a la reina Victoria diciéndoles a los ingleses en 1848 que se casen con los chinos? ¿Pasó alguna vez? No. Los anglosajones se defienden de esto diciendo que los españoles tenían un apetito sexual desbordante, claro. Que, como ellos llevaban a sus mujeres en los barcos, no tenían ese mismo apetito. Pero eso es absolutamente falso. Los anglosajones también mantenían relaciones con indias o con esclavas negras. La diferencia es que Jefferson, por ejemplo, los hijos que tenía con esclavas negras los vendía como esclavos, porque para él no eran seres humanos. Cortés, sin embargo, al hijo que tuvo con doña Marina lo consideró su hijo, haciendo que lo nombrasen caballero de la Orden de Santiago. La diferencia es notable. ¿Por qué? Porque la política de expansión española nunca estuvo destinada a considerar los nuevos territorios como meros botines. Por supuesto que después pudo haber excepciones, y gente que se comportó de forma muy reprobable. Pero es que los hombres no son angelitos. Si no, no habría leyes ni derecho penal. Lo fundamental es que la actitud de España, su política de Estado, fue la del respeto y la integración. Algo muchísimo más avanzado que las políticas inglesas, que suplantaban a las poblaciones autóctonas después de eliminarlas o que, cuando no podían matarlas, desarrollaban políticas de apartheid, como en Sudáfrica.

El imperio español sólo es semejante al de Roma, y superior a él en algunos aspectos. Es la segunda vez en la historia que algo así se produce. El imperio inglés es otra cosa.

También rescata en el libro la importancia de Francisco de Vitoria y de la actitud española a la hora de preconizar el surgimiento de lo que después serían las libertades cívicas. ¿Lo recordamos como es debido, o se nos ha olvidado?

Es algo que se ha olvidado completamente. Y al padre Francisco de Vitoria, al menos, lo rescataron los americanos, curiosamente. Ellos fueron los que se dieron cuenta, con una gran honestidad intelectual, hay que reconocerlo, de que él había sido el gran precursor. Desde Estados Unidos es desde donde se comienza a valorar a Vitoria, cuando en España ya era una figura olvidada. Ellos, como política de Estado, predicaron la leyenda negra, pero, al ser una democracia y gozar de libertad de cátedra, también dieron pie a que desde las universidades existieran voces que reconociesen el buen legado español. Eran minoritarias, sí, pero fueron las primeras en reconocer la obra de España en América.

En 1934 el comunismo adoptó la leyenda negra por motivos políticos. La leyenda negra conduce inevitablemente al fundamentalismo indigenista. Si España sólo vino a robar, violar y matar, y antes lo que había era un paraíso originario y una utopía comunista conformada por buenos salvajes, las reivindicaciones históricas y políticas de esos grupos estarían justificadas.

¿Cómo se explica el auge del indigenismo?

Bueno, hay que ir por partes en esto. Ya he comentado antes que en España los Austrias jamás se defendieron de la mala prensa extranjera y que, con el primer Borbón, esta se infiltró de lleno dentro de las fronteras del país y del Imperio. Lo que pasa es que después, con el transcurso del tiempo, el nuevo factor diferencial fue que la izquierda adoptó también esas mismas posturas negrolegendarias. Son épocas distintas, pero que explican la evolución y la permanencia todavía de la leyenda negra española. Al otro lado del Atlántico, en Hispanoamérica, la leyenda negra nació en los sectores más pudientes de la sociedad, no ligados a la tierra, sino al contrabando con Inglaterra y al comercio. Durante los diversos procesos de independencia, las masas indígenas combatieron a favor de la unidad del Imperio. Ahí está el mal llamado Ejército Real del Perú, formado por indios. La leyenda negra era minoritaria en la sociedad, como digo, pero había sido adoptada por los hombres más pudientes, que se terminarían haciendo con los nuevos gobiernos. De esa forma, establecieron nuevas políticas de Estado, e instauraron el nuevo relato en los colegios. Aunque el siguiente paso es todavía más determinante. En 1934 hubo una reunión de los partidos comunistas en América del Sur. Es entonces cuando deciden adoptar ellos también la leyenda negra y promulgarla. Marx no había sido negrolegendario. De hecho, tenía una mirada positiva de la conquista. Pero ellos pensaron que políticamente podía beneficiarlos. ¿Por qué? Pues porque la leyenda negra conduce inevitablemente al fundamentalismo indigenista. Debían rechazar, por tanto, todo lo que vino de España: los valores, las costumbres, la lengua y todo lo demás, con el único objetivo de regresar y crear repúblicas indigenistas. La cosa además les venía bien porque un conflicto civil con tintes comunistas en Hispanoamérica ayudaría a desestabilizar el patio trasero de Estados Unidos y de Occidente, en general. Si, encima de todo eso, conseguían instaurar la dictadura del proletariado en algunas de esas repúblicas, pues mejor que mejor. Ese es el momento exacto en que el Partido Comunista se hace negrolegendario, en que la izquierda se hace negrolegendaria en toda Hispanoamérica, y en que todos ellos empiezan a publicitar cuanto libro y folleto se escriba en esa dirección. Es un proceso interesante, porque se generó un combate cultural entre ellos y una corriente importante de hispanistas que se les opusieron. Lo que pasa es que la balanza se terminó de decantar a su favor en los años ochenta, cuando se comenzó a trabajar para conmemorar los quinientos años del descubrimiento. Desde entonces, la ola negrolegendaria ha ido adquiriendo una fuerza que no había tenido nunca, en parte porque la izquierda ha ido tomando las universidades y en parte porque, con la caída del Muro de Berlín, ha ido priorizando el horizonte cultural antes que el económico. Por todo esto, la hispanofobia es hoy uno de los pilares del progresismo.

Matanza de indios en Norteamérica

En su libro Madre Patria cataloga al indigenismo y al catalanismo de «hermanos gemelos». ¿Qué tienen en común, exactamente?

Digo que son hermanos gemelos porque, como hay una parte de España que acepta la leyenda negra: los nacionalismo periféricos, los cuales consideraron que se trataba de un gran argumento a su favor. Si España fue a América a conquistar, violar y matar, lo mismo hizo con ellos. Eso es lo que dicen. Es un argumento totalmente falso, que no se sostiene históricamente. Igual de falso que el de los indigenistas, por otro lado. Ellos saben perfectamente que es mentira, además, pero la enseñan en los colegios para que, poco a poco, el concepto que tengan incrustado en la cabeza las nuevas generaciones sea que no forman parte de España y que viven oprimidas por un Estado invasor. Si España es un monstruo, lo que hay que hacer es separarse de ella, claro está. Así de simple.

Estos últimos años se han visto muchos movimientos indigenistas derribando estatuas en Hispanoamérica. ¿La realidad es ésa, o la percibimos deformada desde España?

Es ésa y es peor. Hoy por hoy el indigenismo está en pleno auge, por supuesto. Pero no sólo derriba estatuas. El movimiento mapuche en Argentina, por ejemplo, que todo el mundo sabe que está financiado por Gran Bretaña, no sólo ha destruido estatuas en el sur. Queman autos, agreden a los argentinos y, si éstos no se van, llegan incluso a quemarles las casas para que se vayan de la Patagonia. Ésa es la verdad de lo que está pasando. No sólo queman estatuas.

¿Dónde queda el optimismo de esa posible reconciliación del mundo hispánico por la que aboga en el libro, entonces?

El optimismo viene de saber que son minoritarios, aunque ostenten la hegemonía cultural. La realidad es que son minoritarios. Su hegemonía viene de dos causas: una gran masa de la población está desinformada, por un lado, y los pocos que saben, por temor a desafiar lo políticamente correcto, se quedan callados. Ahora, como ellos no sólo no tienen la verdad, sino que en realidad son minoritarios, sólo hace falta que los españoles que sí que saben comiencen a hablar y a dejar las cosas claras. Su poder sólo viene de la desinformación y del silencio. La tibieza de los que no se atreven a oponerse a la corrección política, por temor a ser echados de la universidad, o al desprestigio social, es la que les da fuerza. Mera y exclusivamente eso. Una minoría ha impuesto una dictadura cultural que va a tener efectos políticos perversos. Pero esto pasa únicamente porque nadie se atreve a enfrentarla. La realidad es que el rey está desnudo. Sólo hace falta señalarlo.

¿Existe la posibilidad de que, por combatir las mentiras de la leyenda negra, algunos caigan en la leyenda rosa?

Eso es una tontería. Si alguien dice que dos más dos son cuatro, y otro va y le responde que no, que dos más dos son cinco, lo bueno no está en decir que ni para uno ni para otro, que dos más dos son cuatro y medio. Si dos más dos son cuatro hay que decir que dos más dos son cuatro. Y punto. No hay una leyenda rosa de la conquista española de América. A mí me asombra el grado de ignorancia absoluto que tienen ustedes. Ya no saben qué es lo que hicieron en el mundo. Pero si no estudian, yo no tengo la culpa. No es que haya una leyenda rosa. La realidad es que el legado de España en América es tan distinto de todo lo que aconteció en el resto del mundo después, que parece rosa. Parece inventado. Pero no lo es. Eso es lo impresionante. Parece que no es posible que alguien se haya comportado de esa manera. Mire, yo no provengo de una familia española, ni hispanista. Provengo, de hecho, de una familia negrolegendaria. Pero cuando uno empieza a poner las cosas sobre la balanza empieza a ver que, contra todo lo positivo que se puede destacar de la conquista española, casi no hay cosas negativas. Y eso no es negar que las hubo. Claro que las hubo. Lo contrario sería pensar que se trató de una experiencia histórica protagonizada por ángeles y no por hombres. Claro que hubo gente que se comportó de forma abusiva. Hubo violadores y asesinos. Por supuesto. En toda experiencia histórica hay de eso. Pero cuando uno observa la experiencia histórica española se asombra porque es completamente diferente del resto. No vuelve a repetirse en la historia un fenómeno semejante.

España creó treinta y tres universidades en América. ¿Cuántas creó Francia en África? Una, en Argelia. ¿Cuántas creó Portugal en África? Una. ¿Cuántas creó Bélgica en el Congo, o Alemania en África? Por supuesto, ninguna. La experiencia histórica española es asombrosa. Claro, el hombre moderno no puede meterse exactamente en la mentalidad de aquellos hombres que la llevaron a cabo. Pero eso no quita para que, en comparación, la española fuese la conquista más asombrosa de la historia. Y repito, eso tampoco quiere decir que aquello fuera un paraíso en la tierra. Paraísos no hay nunca. Somos hombres. Pero las cosas son como son, no hace falta pintarlas peor de lo que fueron para que parezcan más creíbles. La realidad de la conquista española es la que es.

¿Está habiendo una respuesta hispanista seria, entonces?

Hay españoles que están respondiendo, por supuesto. Elvira Roca Barea, por ejemplo. Ibáñez. Hay muchos. Está habiendo una respuesta. Y es algo que se ve muy bien en la aceptación, por ejemplo, que ha tenido en España el documental hecho por José Luis López Linares. España, la primera globalización ha tenido un éxito extraordinario. Se llenan los cines y la gente aplaude cuando acaba la película. Ahí está la prueba de que se pueden hacer un montón de cosas para explicar la verdadera historia. Con sus luces y sus sombras. Que un documental así, sin ninguna publicidad, haya llenado los cines de España es bastante llamativo, ¿no cree?

Para Libertad Digita y El Manifiesto

Imprime esta entrada