jueves, 17 de marzo de 2022

«Una Señora guapísima» en EZQUIOGA anunció en 1933 la guerra civil española

«Una Señora guapísima» anunció en 1933 
la guerra civil española
 17/3/2022 
El PNV desacreditó las apariciones de Ezquioga 
porque la Virgen hablaba en castellano

Para intentar conocer la verdad de lo que pasó antes y durante la Guerra Civil española uno tiene la obligación de conocer todo lo referente al tema, es decir, leer todos los documentos, libros y periódicos editados entre los años 1933 a 1939.

Desde el año 1976 tenía ficha exacta de un libro editado en 1934 y del que no existían ejemplares en la Biblioteca Nacional. El libro trataba de unas apariciones acaecidas entre los años 1931 y 1933.


El verano pasado oí de nuevo hablar del libro, fui a la Biblioteca Nacional y allí estaba, había sido reeditado en Sueca, Valencia, en el año 2003.

Después de 52 años, en 1985 se edita un libro con las pruebas de cómo Francisco Largo Caballero preparó y lanzó la Guerra Civil en 1934; ahora, 88 años después, en el verano del 2021 leyendo un libro de 1934 y reeditado en el 2003, me entero que “una Señora guapísima” en el año 1933 había anunciado a unos niños que precisamente ese era “el año del comienzo de los castigos”.

Reconozco que voy con bastantes años de retraso en el conocimiento del tema de la Guerra Civil española, y ciertamente no me consuela que otros no se hayan enterado todavía , y lo que es más grave, que no se quieran enterar.

No voy a entrar en el tema de las apariciones, visiones y profecías, pero a quien interese el tema le recomendaría encarecidamente una de las mejores obras: Carlos María Staehlin. Apariciones: ensayo crítico. Madrid, 1954. A finales de los 70 hablé con el jesuita y autor del libro y recuerdo que le animé a que reeditase la obra, me dijo que el tema lo había dejado hacía tiempo y que le resultaría complicado retomarlo, ya que su actual labor se centraba en el arte y la fotografía en el cine.


Por mí parte lo único que me interesa es que la Guerra Civil española fue anunciada en el año 1933, como “el año del comienzo de los castigos”. No me interesa si todo ello fue debido a una prodigiosa imaginación de unos niños; o si fue una alucinación colectiva; o si se aparecía la Virgen o san Cucufate: me interesa un dato del mensaje y no todo el mensaje ni su mensajero.

Sólo seis puntos:

PRIMERO. El libro en cuestión es: Amado de Cristo Burguera y Serrano. O. F. M. Los Hechos de Ezquioga ante la razón y la fe. Valladolid (junio) 1934.

SEGUNDO. En el pueblo vizcaíno de Ezquioga, la aparición fue vista por los hermanos Antonia Bereciartua de 11 años y Andrés de 7, al “crepúsculo vespertino, del 30 de junio de 1931″ (p. 31); pero parece ser que “nueve días antes vió en Aguerrezabal, Ignacio Galdos, terrateniente y concejal de Ezquioga, quien habiendo contado su visión al ecónomo y a otras personas, le burlaron. Por esto él enmudeció” (p. 31 llamada 1).

TERCERO. Los videntes fueron en total “alrededor de 152 los llamados a estas santas comunicaciones” (p. 483)

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Benita Aguirre

CUARTO. Entre esos videntes estaba Benita Aguirre de 9 años, que el 11 de julio de 1931 vio “a una Señora, era guapísima y llevaba en una mano un pañuelo y en otra una espada, (…) vi que daba vuelta un poco al pañuelo, en una de cuyas puntas se leía con letras bordadas, color lila: Paz en la tierra” (p. 486).

“Algunos conocidos en tono de burla, decían: “A Benita no se la puede llevar a ninguna parte, porque se marearía y en todas partes verá a la Virgen” (p. 486).

Cuenta Benita que días después, el 29 de julio, “me pidieron interrogase a la Visión cómo quería que se la llamara”, y la Visión dijo a Benita un nombre. Benita se va a casa acompañada de su madre y allí la dice: “me he llevado una gran desilusión, pues creí que en Ezquioga se me aparecía la Virgen, y resulta que es “Mater dolorosa” (p. 487).
21 de enero de 1933: “La Santísima Virgen “me ha dicho que ha llegado ya el año del comienzo de los castigos” (p. 491).

/Todavía faltaban unos meses hasta el 9 de noviembre, cuando el líder socialista Francisco Largo Caballero afirmó públicamente: “Estamos en plena guerra civil. No nos ceguemos. Lo que pasa es que esta guerra no ha tomado aún los caracteres cruentos que, por fortuna o desgracia, tendrá inexorablemente que tomar”.
Más tiempo aún faltaba para el 20 de diciembre, cuando el portavoz socialista Indalecio Prieto Tuero, declara ante el Congreso de los Diputados; “Decimos, Sr. Lerroux y Sres. Diputados, desde aquí, al país entero, que públicamente contrae el partido socialista el compromiso de desencadenar, en ese caso, la revolución”/.


Benita afirma que la Virgen la dice el 7 de septiembre de 1933: “Esta República impía, que reposa en España, cuya aparición ha sido señal de los castigos venideros, pronto será totalmente arruinada; más aún vendrán peores tiempos. Los comunistas se apoderarán de España y sacarán fuera de ella a los buenos; y, mientras los buenos estéis fuera, castigaré cruelmente a toda España, sin temor a nada. Los buenos tendréis que huir a los desiertos; mas os declaro que no sufriréis hambre, pues Yo os alimentaré: Allí, en el desierto, conoceréis al que después tiene que reinar (o sea, el Gran Monarca). Después que paséis tres años y medio en el desierto podréis venir otra vez a España, pues habrán pasado, para entonces, los castigos. Y es en este tiempo que vendrá el reinado del Sagrado Corazón de Jesús, pero este reinado será interior” (p. 513).

A este respecto sólo tres precisiones. En primer lugar no quiero hacer de exegeta, pero en el lenguaje simbólico cristiano, “el desierto”, es el no tener nada y ponerlo todo única y exclusivamente en manos de Dios, y es también el vacío espiritual que se entrega confiadamente para que Dios lo llene. En segundo lugar, «tres años y medio» es un tiempo simbólico bíblico que indica un acontecimiento calamitoso, como puede ser una persecución, una hambruna o una sequía («un tiempo y tiempos y medio tiempo«: Daniel 7: 25, 12: 7 y Apocalipsis 12: 14; «tres años y seis meses«: Lucas 4: 25 y Santiago 5: 17; «cuarenta y dos meses«: Apocalipsis 11: 2 y 13: 5; «mil doscientos sesenta días«: Apocalipsis 11: 3 y 12: 6). Y tercera, que es de agradecer al autor del libro y director –en el más amplio sentido- espiritual de muchos de los videntes, la sinceridad que ha tenido en esta ocasión al poner entre paréntesis lo del “Gran Monarca”.


/Es importante el recordar que ese anuncio tiene fecha de 7 de septiembre de 1933, y que es al final del año cuando los líderes socialista lanzan claras y firmes amenazas con la revolución, o lo que es los mismo con la Guerra Civil, y que sería en febrero del siguiente año cuando los socialistas forman el Comité Nacional Revolucionario y Largo Caballero tiene ya elaboradas las Instrucciones para la Guerra Civil: “En esta acción nos lo jugamos todo y debemos hallarnos dispuestos a vencer o morir. Nadie espere triunfar en un día en un movimiento que tiene todos los caracteres de una guerra civil”.
Todo esto no es conocido hasta el año 1985, porque las pruebas de la preparación y lanzamiento de la Guerra Civil estaban en las secretas Instrucciones del Comité Nacional Revolucionario elaboradas en febrero de 1934, Instrucciones que iban incluidas en los 1.541 folios mecanografiados y firmados por Francisco Largo Caballero, folios que fueron donados a la Fundación Pablo Iglesias por los hijos del segundo matrimonio de Largo Caballero en el año 1976, y esto es lo importante, que hasta octubre del año 1985 no se hacen públicas: Francisco Largo Caballero. Escritos de la República. Notas históricas de la guerra en España (1917-1940). Madrid, 1985/.

QUINTO. Otro de los videntes era Cruz Lete, un joven de 18 años natural del guipuzcoano Isasondo y estudiante de cuarto curso de magisterio: “El 29 de Octubre de 1931 era la cuarta vez que venía yo a Ezquioga. Se rezaba el cuarto misterio del cuarto Rosario. Yo estaba hablando con uno y mirando al suelo, cuando vi dos pies y caí, miré y vi a la Virgen” (p. 614). A continuación hace una detalladísima descripción de la visión (p. 616), y más adelante dice que la Virgen: “Primero, “me mandó rezar en vascuence, y, después, en castellano”. Y habiéndole preguntado yo por qué tenía que rezar en castellano, “me dijo que había muchos que no entendían el vascuence, y que, entendiendo las palabras, se rezaba con más devoción” (p. 617)

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Concentración de fieles en Ezquioga

A este joven, según él, la Virgen le pidió que ingresara en la Orden de San Juan de Dios (p. 617), cosa que hizo, y también le “reveló que moriría de penosa enfermedad” (p. 615).

Cuenta el autor del libro: “El 2 de Noviembre de 1933 murió, como un santo, cantando el “Alma de Cristo, santifícame”, según refieren los que le asistieron en los últimos momentos” (p. 615).

SEXTO. Enlazando con lo dicho anteriormente sobre el hablar en vascuence o en español, el autor del libro hace el siguiente descriptivo e interesante relato: “Desde el principio de las Apariciones, numerosos grupos de nacionalistas vascos, entre los que menudeaban sacerdotes –porque sabido es que este partido está alentado por gran parte del Clero-, concurrían con sus banderitas y pañuelos propios al lugar de las Apariciones, con la pretensión –así lo decían ellos- de que “la Santísima Virgen aparecía para salvar a Euzkadi”; y en este sentido rezaban y cantaban. Claro está que, sin pretenderlo, daban lugar, y lo dieron, a que se hablase en Cortes contra Ezquioga, y que el Gobierno tomase, en parte, las medidas que tomó, porque los que no ignoramos las pretensiones del nacionalismo vasco, como todo nacionalismo separatista, creemos que dio, en lo de Ezquioga, un paso en falso y se comprometía, comprometiendo, de paso, la Obra de salvación mariana que él ocultaba. Si se hubiera limitado al rezo y al canto, sin acompañamiento de insignias ni demostraciones de ninguna clase ¿quién sabe hasta dónde hubiesen podido llegar las manifestaciones y efectos de ardiente fe que hubiesen seguido presenciándose en Ezquioga?


El hecho es que, cierto día, en que determinado vidente fue avisado por Nuestra Señora para que publicase que la Santísima Virgen aparece no solamente para salvar a Euzkadi, sino también a España y al mundo entero; y el vidente publicó tal misiva, entonces cambió la decoración: Los nacionalistas concurrentes a Ezquioga enmudecieron, plegaron sus banderitas y desfilaron, no volviendo más por allí como tales nacionalistas.

¿Qué era esto? ¿Qué se pretendía con esto? Hasta aquí los nacionalistas vascos apoyaron a Ezquioga. Después de este Hecho, no solamente no apoyan, sino que muchos, sobre todo, de sus encauzadores, han hablado y hablan bastante mal de las Apariciones y de sus videntes y simpatizantes” (p. 262).

Como conclusión he de decir que siempre he querido contar y escribir la verdad y también que otros me la cuenten y me la escriban, incluso arriesgando que me cuenten y me escriban cuentos que son verdades y verdades que son cuentos; pero al fin y al cabo, estas verdades de las que estamos tratando no son más que verdades de andar por casa, que no es poco, teniendo en cuenta que vivimos en un mundo donde dominan e imperan las mentiras y las medias verdades.