viernes, 15 de abril de 2022

La Pasión: Profecías del Antiguo Testamento. Por J. Mª Manrique

La Pasión
Jesús en las profecías del Antiguo Testamento (II) 
 15/4/2022 
El lugar

Antes de desgranar las profecías contenidas en otros libros de la Biblia, hay que reseñar los hechos proféticos del Sacrificio de Isaac (Génesis 22). Yahvé envió a Abrahán al país de Moriá a sacrificarle allí a su hijo en un monte que le indicaría, llegando allí al tercer día de camino. Isaac, el amado hijo único de Abrahán, quien hizo el camino cargado con la leña donde iba a ofrecerse el sacrificado, es figura de Cristo, el Unigénito del Padre, el Amado, que llevó la cruz a cuestas al Calvario. Pues bien, según la tradición judeocristiana, el monte Moriá está delante del monte Sión y ambos, convenientemente aplanado el collado que había entre ellos, formaron la explanada del Templo de Jerusalén. Hace casi 3.000 años el rey Salomón erigió allí el Primer Templo de Jerusalén, que fue destruido por los babilonios en el año 586 aC. Los judíos que retornaron del exilio 70 años más tarde erigieron el Segundo Templo en el mismo lugar. El rey Herodes lo renovó transformándolo en un edificio de gran esplendor. En una de las laderas del monte Moriá está también el Calvario (Gólgota).


Por otra parte, los Padres de la Iglesia, la tradición judía y el Salmo 75 (“Dios se ha dado a conocer en Judá; grande es su Nombre en Israel; ha levantado en Salem su tabernáculo y su morada en Sión”), identifican a la ciudad de Salem con Jerusalén. Recordemos que el misterioso y simbólico Melquisedec, «rey de Salem, presentó pan y vino, pues era sacerdote del Dios Altísimo. Y le bendijo (a Abram), diciendo “¡Bendito sea Abram del Dios Altísimo, Señor del Cielo y de la Tierra! ¡Y bendito sea el Dios Altísimo, que puso tus enemigos en sus manos!”. Y le dio (Abram; aún no le había cambiado el Señor el nombre) el diezmo de todo» (Génesis 14:18-19). Straubinger comenta que “se refieren al misterioso rey-sacerdote el Salmo 109: 4 y San Pablo (Hebreos 7: 1ss) haciéndonos ver que Melquisedec, sacerdote y rey, es figura de Cristo, el sumo sacerdote y sumo rey, y que su sacrificio de pan y vino es figura del Sacrificio del Nuevo Testamento (véase el Canon de la Misa y Catecismo Romano II: 4, 78)”.

Al respecto, los evangelios recogen que debía ser Jerusalén el lugar de la muerte de Jesús en el pasaje de su transfiguración: “y, tomando a Pedro, Juan y Santiago, subió a la montaña (Monte Tabor) para orar. Y mientras oraba, la figura de su rostro se hizo otra y su vestido se puso de una claridad deslumbradora. Y he aquí a dos hombres hablando con Él: eran Moisés y Elías, los cuales, apareciendo en gloria, hablaban del éxodo suyo (su muerte) que Él iba a verificar en Jerusalén (Lucas 9:28-31). Y, cuando le avisan que Herodes quiere matarle, «les dijo: “Id a decir a ese zorro: he aquí que echo demonios y obro curaciones hoy y mañana; el tercer día habré terminado. Pero hoy, mañana y al otro día, es necesario que Yo ande, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén”» (Lucas 13:32-33).

Confabulación, Traición, Acusación, Juicio


El Libro de la Sabiduría (Sab. 2: 1ª, 12-22) dice: “Dijeron entre sí (los impíos), discurriendo sin juicio: … armemos lazos al justo, visto que él no es de provecho para nosotros, y que es contrario a nuestras obras. Nos echa en cara los pecados contra la ley; y nos desacredita, divulgando nuestra conducta. Protesta tener la ciencia de Dios, y se llama a sí mismo hijo de Dios (ver Mateo 11: 27, así como Juan 7: 16; 15: 15; 20: 21). Se ha hecho el censor de nuestros pensamientos. No podemos sufrir ni aun su vista; porque no se asemeja su vida a la de los otros, y sigue una conducta muy diferente. Nos mira como a gente frívola, se abstiene de nuestros usos como de inmundicias, prefiere las postrimerías de los justos, y se gloría de tener a Dios por padre. Veamos ahora si sus palabras son verdaderas; experimentemos lo que le acontecerá, y veremos cuál será su paradero. Que si es verdaderamente hijo de Dios, Dios le tomará a su cargo, y le librará de las manos de los adversarios. Examinémosle a fuerza de afrentas y tormentos, para conocer su resignación y probar su paciencia. Condenémosle a la más infame muerte; pues que según sus palabras será él atendido”. No puede ser más certera la profecía. Al respecto, Straubinger comenta que los jefes del sacerdocio judío utilizaron prácticamente las mismas palabras en Mateo 27: 43 («A otros salvó, a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es: baje ahora de la cruz y creeremos en Él. Puso su confianza en Dios, que Él Lo salve ahora, si Lo ama, pues ha dicho: “de Dios soy Hijo”»). Palabras que estaban anunciadas en el Salmo 21:9 (“Confió en Yahvé: que Él lo salve; líbrelo, ya que en Él se complace”; véase Mateo 27:41-43). También que, como veremos, la muerte más infame era la de la cruz, porque equivalía a ser “maldito de Dios” (Deuteronomio 21:23).

“Yahvé Me informó y así lo supe; Tú Me mostraste entonces sus maquinaciones. Yo era como un manso cordero llevado al matadero, y no sabía que contra Mí maquinaban (diciendo): “Destrocemos el árbol con su fruto, y cortémosle de la tierra de los vivientes, y no quede ya más memoria de su nombre” (Jeremías 11: 18-20).

“Es por tu causa si he sufrido oprobio y mi rostro se ha cubierto de confusión. He venido a ser un extraño para mis hermanos; los hijos de mi madre no me conocen, porque me devora el celo de tu casa, y los baldones de los que Te ultrajan cayeron sobre Mí” (Sal 68, 8-10).

“Si me insultara un enemigo, lo soportaría; si el que Me odia se hubiese levantado contra Mí, Me escondería de él simplemente. Pero eres tú, mi compañero, mi amigo y mi confidente, con quien vivía Yo en dulce intimidad, y subíamos en alegre consorcio a la casa de Dios (Sal 55:12-13).

“Hasta mi amigo, de quien me fiaba, que comía mi pan, ha alzado contra Mí su calcañar” (me dio una patada; Salmo 41:9). Con tal sentido aplica Jesús estas palabras a la traición de Judas, comparándola con la de Aquitofel a David (Juan 13, 18: «Yo sé a quiénes escogí; sino para que se cumpla la Escritura: “El que come mi pan, ha levantado contra Mí su calcañar”. Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que YO SOY»).

«Y les dije: “Si os parece justo, pagad mi salario; y si no, dejadlo”. Y ellos pesaron mi salario; treinta (monedas) de plata. Entonces Yahvé me dijo: “¡Tira al alfarero ese lindo precio en que me estimaron!”. Tomé las treinta (monedas) de plata, y las tiré al alfarero en la Casa de Yahvé» (Zacarías 11:13). Se cumplió en Cristo, vendido por Judas por treinta monedas de plata, que luego fueron arrojadas en el Templo y que sirvieron para comprar el campo del alfarero (Mateo 27, 3).


“Por lo que Me debieran amar, Me acusan, y Yo hago oración. Me devuelven mal por bien, y odio a cambio de mi amor” (Salmo 109:4; Huerto de los Olivos).

“Él, en verdad, ha tomado sobre Sí nuestras dolencias, ha cargado con nuestros dolores, y nosotros Le reputamos como castigado, como herido por Dios y humillado” (Isaías 53:4).

“Éramos todos como ovejas errantes, seguimos cada cual nuestro propio camino; y Yahvé cargó sobre Él la iniquidad de todos nosotros” (Isaías 53:6).

“¡Despierta, espada, contra mi Pastor, y contra el Varón de mi compañía, dice Yahvé de los Ejércitos: ¡Hiere al Pastor! y se dispersarán las ovejas, y extenderé mi mano contra los párvulos” (Zacarías 13:7; el Prendimiento).

“Mis amigos y compañeros se han apartado de mis llagas, y mis allegados se mantienen a distancia” (Salmos 38:11).

“Se levantaron testigos de iniquidad (falsos) … Por el bien Me devolvían mal, para desolación de mi alma” (Salmo 35:11-12).

“Fue maltratado, y Se humilló, sin decir palabra como cordero que es llevado al matadero; como oveja que calla ante sus esquiladores, así Él no abre la boca. En su humillación Le fue negada la justicia; ¿quién podrá contar su descendencia? Porque su vida fue arrancada de la Tierra” (Isaías 53:7). Este es el pasaje que el Apóstol Felipe explicó al tesorero eunuco de la reina etíope Candace, quien era prosélito y había venido a adorar en Jerusalén a (Hechos 8:26); según el Corán, la reina de Saba se convirtió al monoteísmo, lo cual explicaría ese núcleo judaico en Etiopía-Yemen (Saba).

“¿Qué te he hecho Yo, oh pueblo mío, y en qué te he agraviado? Respóndeme” (Miqueas 6:3).

“Fue arrebatado por un juicio injusto, sin que nadie pensara en su generación” (Isaías 53:8). Muchos santos Padres ven en la última palabra una alusión a la generación eterna del Hijo por el Padre, mientras que modernamente otros creen que alude a la conducta de sus contemporáneos.

“Vio que no había hombre (justo), y Se asombró de que nadie intercediera. Entonces Le ayudó su propio brazo, y Se apoyó en su justicia” (Isaías 59:16).


“… Después de ofrecer su becerro por el pecado para expiación de sí mismo y de su casa, tomará Aarón los dos machos cabríos y los presentará ante Yahvé, a la entrada del Tabernáculo de la Reunión. Luego Aarón echará suertes sobre los dos machos cabríos, una suerte para Yahvé, y la otra para Asasel. Y presentará Aarón el macho cabrío que haya tocado en suerte a Yahvé, ofreciéndolo como sacrificio por el pecado. El macho cabrío que por suerte tocare a Asasel, lo colocará vivo delante de Yahvé, para hacer sobre él la expiación y echarlo al desierto, para Asasel” (Levítico, Lv: 16:6-10). Texto de Moisés relativo a la institución de los sacrificios del Día de la Expiación o Penitencia (Yom Kippur). Escribió Straubinger que “Asasel puede ser un nombre simbólico (destrucción), o, como en el libro apócrifo de Henoch, nombre popular del espíritu malo”. También que «para San Pablo, el día de la Expiación es figura de la reconciliación que Jesucristo realizó con su muerte (Hebreos 9:8); más aún, tan sólo por el Sacrificio de Cristo en la Cruz tenían estos ritos del Antiguo Testamento su razón de ser, porque antes de Cristo los pecados estaban solamente “cubiertos” —pues esto significa en hebreo originariamente la palabra “expiar”— hasta que llegase Él que había sido puesto por Dios “como instrumento de propiciación” (Romanos 3: 25)». Asasel puede ser un nombre simbólico, como “destrucción”, o nombre popular del espíritu malo, como aparece en el libro apócrifo de Henoch. El que el Sanedrín eligiera ante Pilato a Barrabás, en lugar de Jesús (Marcos: 15), está también anticipado en este pasaje.

“Entregué mi espalda a los que Me herían, y mis mejillas a los que ME mesaban la barba; no escondí mi rostro ante los que Me escarnecían y escupían” (Isaías 50:6).

Al profeta Isaías debemos la singular profecía del Siervo de Yahvé contenida fundamentalmente en los versículos 52:13 a 53:12), que podría denominarse como el primer relato de la Pasión: “Es un (Hombre) despreciado, el desecho de los hombres, varón de dolores y que sabe lo que es padecer; como alguien de quien uno aparta su rostro, Le deshonramos y Le desestimamos. Él, en verdad, ha tomado sobre sí nuestras dolencias, ha cargado con nuestros dolores, y nosotros Le reputamos como castigado, como herido por Dios y humillado. Fue traspasado por nuestros pecados, quebrantado por nuestras culpas; el castigo, causa de nuestra paz, cayó sobre Él, y a través de sus llagas hemos sido curados … Fue maltratado, y Se humilló, sin decir palabra como cordero que es llevado al matadero; como oveja que calla ante sus esquiladores, así Él no abre la boca. Fue arrebatado por un juicio injusto, sin que nadie pensara en su generación” (muchos santos Padres entienden que es la generación eterna del Hijo por el Padre, otros creen que es su numerosa descendencia espiritual, y más modernamente algunos creen que hace referencia a los contemporáneos de Cristo, con traducciones del estilo: ¿quién podrá contar la conducta de sus contemporáneos con respecto a Él?). “Fue cortado de la tierra de los vivientes y herido por el crimen de mi pueblo. Se Le asignó sepultura entre los impíos, y en su muerte está con el rico (en la tumba nueva de José de Arimatea; Straubinger anota que Bover-Cantera traduce “con malhechores (reposó) en su muerte”, quizá en referencia a la guardia del sepulcro), aunque no cometió injusticia, ni hubo engaño en su boca. Yahvé quiso quebrantarle con sufrimientos; más luego de ofrecer su vida en sacrificio por el pecado, verá descendencia y vivirá largos días, y la voluntad de Yahvé será cumplida por sus manos. Verá (el fruto) de los tormentos de su alma, y 


quedará satisfecho. Mi siervo, el Justo, justificará a muchos por su doctrina, y cargará con las iniquidades de ellos. Por esto Le daré en herencia una gran muchedumbre, y repartirá los despojos con los fuertes, por cuanto entregó su vida a la muerte, y fue contado entre los facinerosos. Porque tomó sobre Sí los pecados de muchos e intercedió por los transgresores”.

“He pisado el lagar Yo solo, sin que nadie de entre las gentes Me ayudase… Miré, y no había quien Me auxiliase; Me maravillé de que no hubiera quien Me apoyara (Is 63:3 y 5).

“Me presenté a los que no preguntaban por Mí, Me hallaron los que no Me buscaban (Is 65, 1). Verdaderamente se mostró a quienes no le buscaba: Simón de Cirene, Dimas el buen ladrón, el centurión Abenádar (Tesifonte al ser bautizado), el legionario Longinos y apenas alguno más.

Porque Yo soy un infortunado y pobre, y llevo en Mí el corazón herido. Como sombra que declina, Me voy desvaneciendo; soy arrojado como la langosta. Mis rodillas vacilan, debilitadas por el ayuno, y mi carne, enflaquecida, desfallece. Y he venido a ser el escarnio de ellos; Me miran, y hacen meneos de cabeza” (Salmo 109:25).

“Pero es que Yo soy gusano, y no hombre, oprobio de los hombres y desecho de la plebe” (Salmo 21/22:7). Straubinger comenta que «este pasaje, paralelo al de Isaías 53:1-9, nos muestra el aspecto más hondo de los dolores de Jesús, el abismo infinito de la abyección que quiso tomar en favor nuestro; “se hizo pecado”, según la voluntad del Padre (II Corintios 5, 21)».

“Porque Me han rodeado muchos perros: una caterva de malvados me encierra; han perforado mis manos y mis pies; puedo contar todos mis huesos. Entretanto, ellos miran, y al verme se alegran. Se reparten mis vestidos, y sobre mi túnica echan suertes” (Salmo 21/22:17-19; véase Juan 19:23). Es de notar que el término “perros” lo usaban los judíos en relación a los gentiles (Mateo 15:21-28). También la exactitud con la crucifixión de Cristo, en relación a las heridas en manos y pies, y el repartirse sus vestiduras (Mateo 27:35), máxime teniendo en cuenta que el Salmo 21 fue escrito casi 600 años del nacimiento de Cristo, cuando la crucifixión, como tal, aún no había sido inventada por los fenicios.


“Y Le preguntarán: ¿Qué heridas son éstas en tus manos? Y Él responderá: con ellas fuí herido en casa de mis amigos” (Zacarías 13:6).

Si uno … fuere muerto y colgado de un madero, su cadáver no quedará durante la noche en el madero; antes Lo enterrarás en ese mismo día; porque un colgado es objeto de la maldición de Dios (Deuteronomio 21:22). San Pablo, en Gálatas 13:3, dice: «Cristo, empero, nos redimió de la maldición de la Ley, haciéndose por nosotros maldición, porque escrito está: “Maldito sea todo el que pende del madero”, para que en Cristo Jesús alcanzase a los gentiles la bendición de Abrahán, y por medio de la fe recibiésemos el Espíritu prometido». En relación con su muerte en la cruz, hasta tres veces menciona Nuestro Señor en el evangelio de San Juan como iba a ser colgado, suspendido, alzado: a Nicodemo le dijo: “… como Moisés, en el desierto, levantó la serpiente, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, Para que todo el que cree tenga en Él vida eterna” (Juan 3:14-15). Más adelante, tras el episodio de la acusación a la mujer adúltera, afirmó: “cuando hayáis alzado al Hijo del hombre, entonces conoceréis que Soy Yo (el Cristo), y que de Mí mismo no hago nada, sino que hablo como mi Padre Me enseñó; El que Me envió, está conmigo; Él no Me ha dejado solo, porque Yo hago siempre lo que Le agrada” (Juan 8: 28-29). Por último, tras el Domingo de Ramos, afirmó (Juan 12:31-33): «“Ahora es el juicio de este mundo, ahora el príncipe de este mundo será expulsado. Y Yo, una vez levantado de la tierra, lo atraeré todo hacia Mí”. Decía esto para indicar de cuál muerte había de morir».

“Por comida Me ofrecieron hiel; y para Mi sed Me dieron a beber vinagre” (Salmo 69:21; véase el testimonio literal de Mateo 27:34 y 48)

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué Me has abandonado?” (Salmo 22:1). “Elí, Elí, lemá sabactani?” exclamó Nuestro Señor en arameo antes de morir (Mateo 27:46; Marcos 15:34). San Agustín dice que “la Pasión de Cristo aparece luminosa como en un Evangelio en este salmo que más parece una historia que un vaticinio”. Al respecto de esta frase-oración en forma de salmo, dice el Catecismo (1 P 2, 24) que: «al aceptar (Cristo) en su voluntad humana que se haga la voluntad del Padre (Mateo 26:42), acepta su muerte como redentora para “llevar nuestras faltas en su cuerpo sobre el madero”». Y, como dijo San Pablo (2ª Corintios 5:21): “Al que no conoció pecado, por nosotros Lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él”. En un misterio de desgarro y sufrimiento espiritual incomprensible para nosotros, es posible que en el momento culmen de la crucifixión, al final de la agonía (recordemos que la muerte es fruto del pecado y vino al mundo por él), Jesús, Dios y hombre a la vez, al asumir todos los pecados de la Humanidad, se sintiera en cierto modo rechazado por el Padre, con el que es “consustancial”.


“En tus manos encomiendo mi espíritu” (Salmo 30:6; y continúa: ¡Tú Me redimirás, oh Yahvé, Dios fiel!). Son las últimas Palabras de Cristo en la Cruz (Lucas 23:46) y de San Esteban protomártir.

“En aquel día, dice Yahvé, el Señor, haré que se ponga el Sol al mediodía, y en pleno día cubriré de tinieblas la Tierra” (Amós 8:9).

“Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los habitantes de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración y pondrán sus ojos en Mí, a Quien traspasaron. Lo llorarán, como se llora al unigénito, y harán duelo amargo por Él, como suele hacerse por el primogénito. En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadad-Remmón en el valle de Megiddó” (Zacarías 12:10-11).

“Muchas son las pruebas del justo, más de todas lo libra Yahvé. Vela por cada uno de sus huesos; ni uno solo será quebrado” (Salmo 33:20). Véase Juan 19:33-39; también Éxodo 26:43-46, puesto que al cordero pascual Yahvé había ordenado que: “no sacaréis fuera de la casa nada de la carne, ni le quebraréis ningún hueso”.

“Pero mi vida Dios la librará de la tumba, porque Él me tomará consigo” (Salmo 49:15). “Tú, Yahvé, sacaste mi vida del sepulcro; Me sacaste de entre los que descienden a la fosa” (Sal 30:3). “Pues Tú no dejarás a mi alma en el sepulcro, ni permitirás que tu Santo experimente corrupción” (Sal 16:10). “Él ha arrancado mi vida (mi alma) de la muerte… caminaré delante de Yahvé en la tierra de los vivientes” (Sal 114: 8-9).

Respecto del salmo 16, el Día de Pentecostés, «Pedro, poniéndose de pie, junto con los once, levantó su voz y les habló: … “A Jesús de Nazaret, … vosotros, por manos de inicuos, Lo hicisteis morir, crucificándolo. Pero Dios Lo ha resucitado anulando los dolores de la muerte, puesto que era imposible que Él fuese dominado por ella. Porque David dice respecto a Él: yo tenía siempre al Señor ante mis ojos, pues está a mi derecha para que yo no vacile (Straubinger dice que “David no habla por su propia persona, sino en representación y como figura de Jesucristo”). Por tanto, se llenó de alegría mi corazón, y exultó mi lengua; y aun mi carne reposará en esperanza. Porque no dejarás mi alma en el infierno, ni permitirás que tu Santo vea corrupción» (Hechos 2:22-33).


Con relación a la Resurrección al “tercer día”, que reiteradamente profetizó Jesús, está prefigurada en el viaje de tres días de Abrahán a “la tierra de Moriah … (a) uno de los montes que Yo te mostraré” para el sacrificio de Isaac, su único hijo (Génesis: 22,4; identificándose tradicionalmente ese lugar como el que luego se asentó el templo de Salomón). También en el anuncio de Yahvé a Moisés de que se aparecería al pueblo en una densa nube pasados tres días sobre el monte Sinaí (Éxodo 19:9). Y en la figura de Jonás, quien estuvo en las entrañas del pez tres días y tres noches (Jonás 2:1). Straubinger comenta que Jonás es también `tipo´ o prefiguración de nuestro Salvador en cuanto Enviado que desde Israel trajo la salvación a los gentiles; no en vano es el propio Jesús quien lo dice: “esta generación es una generación perversa, pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás, como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del Hombre para esta generación” (Lucas 11, 29).

Pero, para mí, fundamentalmente en Levítico 7:16-19, donde se dice que “Cuando presentéis un sacrificio pacífico a Yahvé, ofrecedlo voluntariamente. La víctima se ha de comer el mismo día en que la inmolareis, y al día siguiente; y lo que sobrare hasta el día tercero, será entregado al fuego. Si se comiere algo al tercer día, estando ya en putrefacción, no será acepto…”

Muchas más hay, pero este resumen puede ser una asequible aproximación al tema.


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