domingo, 8 de mayo de 2022

***NOM-MODERNISMO-ECUMENISMO: Encíclica "Mortalium Animos" (PÍO XI), la condena del falso ecumenismo

Mortalium Animos, la condena del falso ecumenismo
 8/5/2022 


Falso ecumenismo

El ecumenismo que se nos propone e impone hoy en día no es recto, pues hay un claro y grave menoscabo para la religión verdadera. De manera sutil se sitúa al mismo nivel a la Iglesia Católica y a las falsas creencias, un grandísimo agravio para la verdadera Iglesia de Cristo. En la práctica es bajar penosamente el listón, claudicar miserablemente ante la mentira, convivir con la falsedad, callar cobardemente aquellos puntos de la doctrina verdadera que puedan escandalizar a los que están en el error. Pareciera incluso que la Iglesia Católica se avergüenza de ser la única verdadera e incluso parece pedir perdón por existir.

Un verdadero ecumenismo tiende a llevar a todas las ovejas al verdadero aprisco de Cristo, a la única Iglesia que Él fundó: “Tengo otras ovejas que no son de este redil; a ésas también me es necesario traerlas, y oirán mi voz, y serán un rebaño con un solo pastor” (Jn 10:16).

Borja Ruiz

S.S. Pío XI en su encíclica Mortalium Animos, nos da las pautas para practicar el verdadero y recto ecumenismo y condena con rotundidad como una peste el falso ecumenismo. Borja Ruiz ha estudiado a fondo este importante documento y resume los puntos principales de la encíclica.

¿Cuál es el verdadero ecumenismo que la Tradición de la Iglesia admite?

El ecumenismo recto es aquel que intenta y desea la unión de todos los cristianos bajo la única Iglesia de Cristo, la Iglesia católica. Este ecumenismo es un deber e incluso una obligación. De tal forma, su santidad Pío XI dedicó una encíclica para mostrar con claridad los puntos y las advertencias que debíamos tener en cuenta a la hora de practicar el ecumenismo con los herejes y cismáticos.

¿Cuáles son las principales orientaciones que establece Su Santidad Pío XI de feliz memoria?

En primer lugar, se reconoce que la fraternidad entre todos los hombres es algo deseable, algo a lo que debemos de aspirar, sin embargo no todo vale. Acto seguido, el Pontífice, deja absolutamente prohibida la organización o participación en congresos, reuniones o conferencias de aquellos que rechazan la verdadera religión. Todo encuentro con los hermanos separados debe ser única y exclusivamente para exhortarles a la conversión.

Tras este importante aviso, ¿Qué es lo que el Pontífice recuerda a la grey del Señor?

Que solo hay una religión verdadera, la Católica y que fuera de ella no hay salvación, solo hay una Iglesia con una única cabeza, un mismo gobierno, magisterio, sacramentos, tradición y dogmas. Son los elementos distintivos de la única Iglesia que fundó Nuestro Señor.

Aborda de nuevo la pretendida unión de iglesias cristianas. Por un ejercicio de pura lógica, cualquiera podría pensar que esa unión no existe, pero es falso, esa unidad ya está realizada. Ya hay una unidad de fe y de gobierno y esto se da en la Iglesia Católica. No es ningún ideal al que debamos de aspirar, ya existe.

¿Qué sucedería si negamos que esta unidad de fe y de gobierno sólo se da en la Iglesia?

Si negamos esto, relativizamos a la Iglesia Católica. Sería considerar que existen diferentes comunidades cristianas en plano de igualdad que van en busca de su unidad.

Tal es la lógica de estos movimientos ecuménicos, que pretenden establecer un mínimo común de doctrina desechando todo en lo que discrepen. Si bien en una pedagogía ecuménica, puede servir, observar los puntos en común, no es lícito hacerlo, cuando únicamente se pretende como fin y no como medio.

¿De qué grandes peligros nos previene el Papa en materia de ecumenismo?

El peligro de caer en el indiferentismo religioso y el modernismo. Se habla de peligro, pues para enfrentarnos a la tarea de convertir a los que abandonaron la Iglesia, hay que tener gran formación, pedagogía, caridad fraterna y claridad del lenguaje.


Ya hacia el final de la carta encíclica el Papa recuerda que, de ningún modo puede adulterarse, ni cambiar nada en pos de aquellos que se separaron. Finalmente su Santidad como pastor de todas las ovejas, también de las descarriadas, las llama y las exhorta a venir de nuevo al rebaño con las siguientes palabras:

Vuelvan, pues, a la Sede Apostó1ica, asentada en esta ciudad de Roma, que consagraron con su sangre los Príncipes de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, a la Sede raíz y matriz de la Iglesia Católica; vuelvan los hijos disidentes, no ya con el deseo y la esperanza de que la Iglesia de Dios vivo, la columna y el sostén de la verdad abdique de la integridad de su fe, y consienta los errores de ellos, sino para someterse al magisterio y al gobierno de ella. Pluguiese al Cielo alcanzásemos felizmente Nos, lo que no alcanzaron tantos predecesores Nuestros; el poder abrazar con paternales entrañas a los hijos que tanto nos duele ver separados de Nos por una funesta división.


Recomendamos también a los lectores, que cumpliendo con la intención de este Sumo Pontífice, añadan a sus oraciones la siguiente escrita por él mismo, para pedir a la Virgen el laudable propósito de destruir las herejías que atacan la unidad de la Iglesia:

Y ojalá Nuestro Divino Salvador, el cual quiere que todos los hombres se salven y vengan al conocimiento de la verdad, oiga Nuestras ardientes oraciones para que se digne llamar a la unidad de la Iglesia a cuantos están separados de ella.

Con este fin, sin duda importantísimo, invocamos y queremos que se invoque la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Divina Gracia, debeladora de todas las herejías y Auxilio de los cristianos, para que cuanto antes nos alcance la gracia de ver alborear el deseadísimo día en que todos los hombres oigan la voz de su divino Hijo, y conserven la unidad del Espíritu Santo con el vínculo de la paz.