18 de Julio de 1936 y Dos de Mayo de 1808.
Dos alzamientos nacionales victoriosos.
Malogrados por el perjurio y la traición
1907/2022
Este artículo se publica, corregido y aumentado por su autor para El ESPAÑOL DIGITAL, el original aparecido ayer, 18 de julio, en EL CORREO DE ESPAÑA.
Este dieciocho de julio del 2022, se han cumplido ochenta y seis años del Alzamiento Nacional. Sublevación contra el Frente Popular -no contra la República- de una parte del Ejército. La que no estaba vendida a las logias masónicas. Y la prueba irrefutable de que el Alzamiento fue para defender a España y a la República, cuando ambas estaban en el trance de su desaparición anegadas por la marea revolucionaria del Frente Popular (conjunción rojo separatista entonces como ahora) lo prueba el hecho de que en todas partes el bando de guerra finalizaba dando vivas a España y a la República.
Y esta sublevación, o alzamiento armado contra el gobierno revolucionario e ilegítimo del Frente Popular, fue secundado por una parte el pueblo español. Así pues no fue una sublevación militar, como quiere imponer la “memoria histórica” parcial y sectaria del nuevo Frente Popular que actualmente detenta el Poder en España, sino que se trató de un alzamiento cívico militar de gran parte del pueblo que no estaba abducida por el marxismo y otras fuerzas disolventes. Uniéndose a un Ejército que proclamaba ¡¡¡VIVA ESPAÑA!!! ¡¡¡VIVA LA REPÚBLICA!!! Mientras que el grito de las masas revolucionarias era ¡¡¡MUERA ESPAÑA!!! ¡¡¡VIVA RUSIA!!!
Y conviene no olvidar que tales proclamas duraron toda la guerra, incluidos los cartelones de la Puerta de Alcalá en el Madrid rojo, con las imágenes de los dirigentes marxistas. Mientras, en ningún momento previo a la contienda, o durante ella, pudo oírse en la zona nacional gritos de muera España y vivas a Hitler y Mussolini, o a favor de Italia y Alemania. Decididamente el Frente Popular contra el que se alzó el Ejército y el pueblo español, era la “anti-España”. Por ello los militares sublevados daban cumplimiento a su juramento de defenderla. Mientras que los paisanos lo hicieron por un mero instinto de supervivencia, ya había advertido Largo Caballero que cuando triunfase la revolución no esperaran que se respetaran sus vidas y haciendas.
Cuando la infame ley 52/2007 de la revancha y manipulación histórica, “perfeccionada” con la aún más nefanda de “memoria democrática sectaria” -que se pretende aprobar con el apoyo de los de los herederos y albaceas testamentarios de los asesinos de ETA- intenta tergiversar la historia, es necesario insistir una y mil veces que el Alzamiento Nacional no fue contra una legalidad republicana conculcada sistemáticamente por el Gobierno del Frente Popular, desde su fraudulento asalto al poder en febrero de 1936. Tal como queda acreditado en el exhaustivo estudio, y aporte documental, del reciente libro (2017).
Pero es que además, “a mayor abundamiento”, el Frente Popular que accede al poder en febrero del treinta y seis con fraude y violencia, llega con la intención, puesta de manifiesto en hechos y palabras, de llevar a cabo la revolución inconclusa de octubre de 1934. Verdadero origen de la guerra civil, como ha destacado valientemente Pio Moa con su proverbial honestidad intelectual, aún sabiendo que por el simple hecho de postular la verdad histórica iba a ser denostado por este nuevo Frente Popular que ya con Zapatero tomó el relevo de sus ancestros.
Pero aún hay un alegato mucho más contundente para demostrar que el PSOE como faro, norte y guía del Frente Popular hizo inviable la Segunda República. Al igual que pretende hacer ahora con el Régimen Constitucional del 78. Tras la Revolución de Octubre, la República se vio obligada a editar un pequeño libro con el revelador título de EN SERVICIO DE LA REPÚBLICA donde además de hacerse un contundente alegato contra la revolución, se insertan gran cantidad de fotos (119) y cuadros numéricos con los destrozos y víctimas causadas por los revolucionarios y donde por ejemplo se consigna lo siguiente: (Páginas 4, 5 y 6).
“Antes de entrar en la relación objetiva de los sucesos revolucionarios, haremos un resumen de los antecedentes de la revolución y de su preparación paciente por los directores del movimiento. Iniciada la campaña revolucionaria, el partido socialista, al día siguiente de su desplazamiento del Poder, todavía dentro del Gobierno, ya preveía la revolución y procuraba prepararla.
El Sr. Largo Caballero en uno de sus discursos dirigido a los trabajadores lo ha declarado terminantemente: Lo primero que tendremos que hacer es desarmar al capitalismo. ¿Cuáles son las armas del capitalismo? El Ejército, la Guardia Civil, los Guardias de Asalto y en general la Justicia. Y en su lugar ¿Qué? Esto: El armamento general del pueblo. Yo he dicho dos veces en Consejo de Ministros que esto era indispensable.”
Y el texto prosigue a continuación…
“La derrota electoral aviva entre los dirigentes socialistas la expresión revolucionaria. Ya no hay duda. El socialista dice a los pocos días de celebradas las elecciones: La revolución es inevitable, porque la provoca la burguesía con sus feroces intransigencias. Sin duda en la terminología socialista, una victoria electoral es una intransigencia de los adversarios…”
Y decimos nosotros; es importante que Feijóo conozca esta realidad histórica, para que esté preparado y tome las providencias necesarias. Porque en el caso de que llegue a desalojar democráticamente del Poder al nuevo Frente Popular, este le “incendiará las calles”
No hay duda alguna; el PSOE es el responsable del fracaso de la Segunda República. Intenta derrocarla con la revolución de octubre en 1934. Y cuando con fraude y violencia llega al poder en febrero de 1936 liderando el Frente Popular, se prepara para dar un nuevo y definitivo golpe de estado. Como el que la República había hecho fracasar en 1934 empleando el Ejército.
El Alzamiento Nacional no fue contra la República, sino contra un Frente Popular que había hecho desaparecer hasta el más remoto vestigio de legalidad. Pero es que además, providencialmente, “madrugó” (se adelantó) por días o semanas a la nueva y definitiva insurrección armada que preparada desde el Gobierno del Frente Popular se hubiera desencadenado, a lo más tardar, en octubre de ese mismo año.
El Alzamiento Nacional del 18 julio de 1936 fue tan glorioso como el que tuvo lugar el dos de mayo de 1808 contra Napoleón. Y la victoria final alcanzada el primero de abril de 1939 equiparable a la batalla de Lepanto. Pero ciñéndonos a la comparación entre el dos de mayo de 1808 y el dieciocho de julio de 1936, podemos decir que en ambos casos con la providencial victoria se logró la pervivencia de una España libre de yugos extranjeros. Aunque con dos notables diferencias. En mayo de 1808 el alzamiento contra el invasor francés lo inició un pueblo que no se resignaba a perder su libertad, convirtiéndose en súbditos de un poder extranjero. Y este alzamiento fue secundado por el ejército en defensa del honor e independencia de la Patria invadida. Mientras que el 18 de julio de 1936 fue el pueblo que no se resignaba a ser exterminado, quien se unió al ejército alzado en armas contra la anarquía y la
injerencia del bolchevismo, que ponía en peligro no solamente a esa media España que hubiera sido exterminada, sino la propia existencia de España. Pues truncando su devenir histórico se hubiera convertido en una “Unión de Repúblicas Socialistas Ibéricas” con idéntico fin que las soviéticas. Si es que la victoria del Frente Popular no hubiera hecho realidad el sueño de Lenin: la desaparición de la Europa libre. Atenazada en sus dos extremos por el marxismo bolchevique con la inestimable ayuda de los partidos comunistas del resto de países europeos. Particularmente fuertes en Francia, Alemania e Italia.
Para concluir estas consideraciones, es oportuno recordar que en lo alto del Alcázar de Toledo asediado ondeaba la bandera tricolor de la República, mientras que entre las fuerzas desplazadas desde Madrid para someterlo, no había ni una sola bandera republicana. Solamente las banderas rojas de la revolución. Con la hoz y el martillo comunista, o la enseña roja del PSOE sin él. Y la bandera tricolor permaneció coronando el Alcázar, sin ser arriada por los defensores, hasta que un avión Nacional les lanzó la enseña bicolor. Cuando a la vista de lo que estaba sucediendo en Toledo quedaba claro que no podían tener más esperanza de vida que ser liberados por quienes se aproximaban con la enseña roja y gualda. Que muy pronto había sido recuperada por los alzados como un símbolo de resistencia ante la Revolución
Así pues, el Alzamiento Nacional fue al mismo tiempo inevitable y providencial. Inevitable como desenlace de quienes no se resignaban a ser exterminados ni a la destrucción de España. Y providencial por la victoria de Franco.
Resulta por ello un sarcasmo que el PSOE, el verdadero responsable del Alzamiento y subsiguiente guerra civil, quiera ochenta y seis años después mediante una transferencia de responsabilidades condenar al “franquismo” en sus inicuas “leyes de memoria” pretendiendo, no solo tergiversar los hechos históricos, sino también ocultar sus responsabilidades. Porque la vocación histórica del PSOE es el “golpismo” y vamos a verlo con un somero recorrido histórico. En 1917 pretendió, mediante una Huelga General Revolucionaria, subvertir el Régimen de la Restauración derrocando la Monarquía. Pues ello era el objetivo de la huelga confesado por sus promotores y sabido es el aforismo; a confesión de parte, relevo de pruebas. No debe olvidarse tampoco que precisamente 1917 es el año de la Revolución Rusa. Y dada la distancia entre Rusia y España, así como el hecho de que los canales de comunicación no permitían la inmediatez de hoy en día, se pone en evidencia la influencia de los bolcheviques en el proceso revolucionario español. Con la peculiar circunstancia de que curiosamente ambos procesos revolucionarios estuvieran auspiciados en ambos países por logias masónicas y financiados por capitales con origen en Nueva York.
El convento de las Maravillas de Madrid ardiendo
El 12 de diciembre de 1930 el PSOE pretende nuevamente hacerse con el poder mediante una nueva insurrección armada que se conoce como “La sublevación de Jaca” y a continuación la intentona de Cuatro Vientos el día 15 de diciembre. Finalmente, y tras una permanente agitación -el incendio de las calles- el 14 de abril de 1931 mediante un golpe de estado civil, pero no ajeno a la presión de las armas que ejercían las masas armadas del PSOE -los batallones de Chíviris- se perpetra un nuevo golpe de estado al proclamar la Segunda República sin haber finalizado el escrutinio de unas elecciones municipales, que además habían sido convocadas para constituir los ayuntamientos, no para dirimir la forma del Gobierno. Nunca se publicaron las actas porque resultaba evidente que, si bien en las principales ciudades “iban ganando” las candidaturas republicanas, en el conjunto de la Nación vencieron nítidamente las derechas. La descripción detallada de este auténtico golpe de estado plebiscitario la encontramos expuesta en el libro “El Rey Perjuro” de Rafael Borrás Betriu, conspicuo republicano, por lo que estamos ante una nueva confesión de parte. La consecuencia de este golpe de estado plebiscitario fue la deserción de S.M. el Rey Alfonso XIII. Y el inicio de la segunda experiencia republicana en España. Más nefasta aún que la primera por su duración y consecuencias.
Nuevamente en 1934, como ya hemos visto, cuando las derechas llegan democráticamente al poder, tiene lugar una nueva insurrección armada del PSOE y sus insaciables socios independentistas, que a duras penas sofoca el Ejército. Y en febrero 1936, cuando el PSOE llega al poder “con fraude y violencia” se lanza ya decididamente a una revolución que hace imprescindible -cuestión de vida o muerte- el Alzamiento Nacional.
Un estudio pormenorizado que acredita el hecho de que el Alzamiento Nacional fue “justo y necesario” lo encontramos en el Dictamen de la Comisión sobre Ilegitimidad de Poderes Actuantes en 18 de julio de 1936 que, aunque obviamente al estar hecho por los alzados puede parecer una justificación, el impecable análisis de las circunstancias realizado por notables juristas, y su riguroso análisis desde un punto de vista legal, convierten el dictamen en un sólido argumento que solo puede ser rebatido refutando, uno a uno, -si ello fuera posible-, las razones aducidas por la Comisión.
Si entre 1931 y 1936, el PSOE como catalizador de la amalgama socialista, comunista, anarquista y separatista propició la división de los españoles en los dos bloques irreconciliables que desembocaron en la guerra civil, resulta inaudito que pretenda ahora hacer olvidar su negro pasado y vocación golpista mediante la infame Ley 52/2007 (mal llamada de la memoria histórica) y quiera además ahora imponer su “perfeccionamiento punitivo” mediante la Ley de memoria democrática que acaba de aprobarse. Ley que resulta una falacia ya desde su propio título. Pues debería llamarse -de acuerdo con su propósito- LEY PARA LA REPRESIÓN DEL FRANQUISMO Y LA MONARQUÍA. Pues esa es, y no otra, su finalidad. Aprobada para más INRI con los votos de los albaceas testamentarios de los asesinos de ETA…. una vez que esta ya había sido derrotada por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Feijóo ha dicho públicamente que si llega a la Moncloa derogará la Ley de Memoria Democrática… ¿se puede confiar en ello, a la vista de su actuación en la presidencia de la Junta de Galicia? Esta duda ha sido analizada en profundidad por la publicación digital CONTANDO ESTRELLAS en un artículo de fecha 10-7-2022 AQUÍ.
Y aunque cueste creer que pueda faltar a su palabra dada de forma tan pública y rotunda (aunque solo sea para no ser émulo del mentiroso Pedro Sánchez) habrá de esperarse a que llegado el caso la cumpla. Personalmente dudo mucho que derogue la ley, en todo caso puede que anule o modifique sus artículos más escandalosos. No olvidemos que ya está hablando de un “nuevo PSOE” con el que pueda entenderse… ¿para poder pactar con él, sin necesitar hacerlo con VOX?
Debemos tener en cuenta que desde que España dejó de ser Una, Grande y Libre nadie llega al poder -ni se mantiene en él- sin el preceptivo nihil obstat o plácet del club Bilderberg… y el apoyo económico y mediático de los dueños de la franquicia.
Y el paradigma de esta tutela política de “las fuerzas oscuras de la rosa y el mandil” lo constituye la obsesión de profanar el Valle de los Caídos que tienen el PSOE y sus socios -marxistas y separatistas- así como la cobarde inhibición en su defensa de los partidos de centroderecha.
Posiblemente no será dinamitada la Santa Cruz del Valle de los Caídos, aunque se pida como táctica para vender luego su “resignificación” como moderación de unos y victoria de los otros. Cuando es lo cierto que esa resignificación que se pretende, desnaturaliza completamente su razón de ser. Es una profanación igual o mayor que la destrucción del monumento. Algo así como si en vez de dinamitarla, la Basílica de San Pedro se resignificara convirtiéndola en un “meublé”
Vamos a abundar sobre ello.
Para que el lector pueda comprender la infamia que supone la “resignificación” del Valle de los Caídos, propongo que si S.S. el Papa Francisco autoriza -o consiente- una nueva profanación de la Basílica Pontificia de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, como las cometidas para desenterrar y secuestrar los restos mortales de Franco, autorizando o consintiendo ahora una nueva profanación mediante la “resignificación” del Sagrado Recinto, los católicos españoles -y los de todo el mundo- deberíamos llamar su atención con estas razones.
La resignificación del Valle de los Caídos, que pretende la nueva y nefanda Ley de Memoria Democrática, no es otra cosa que la profanación de un lugar sagrado, Basílica Pontificia -hay que recordarlo incesantemente- que se erigió para significar la reconciliación cristiana de antiguos enemigos tras su muerte. Es pues un templo votivo a la memoria y al perdón.
El intento de transformarlo en otra cosa (desacralizándolo o no) y la expulsión de la Comunidad Benedictina para ser sustituida por un organismo encargado de su gestión, tanto si se encarga de ello Patrimonio Nacional como un nuevo chiringuito político-económico, es una PROFANACIÓN mayor que su voladura o demolición. Porque es la destrucción de su significado y espíritu. Algo así -y es preciso repetirlo- como la resignificación de la Basílica de San Pedro en Roma para convertirla en un meublé o motel de alto estanding. Con lo cual, aun conservándose el monumento, al resignificarlo perdería su razón de ser como símbolo y faro de la Iglesia Católica. Y por supuesto habría de completarse la resignificación removiendo de la Silla de San Pedro al Papa Francisco, sustituyéndolo por una “madame” que gestionara las visitas. En similitud con lo que se pretende hacer en el Valle de los Caídos al resignificarlo y expulsar a la Comunidad Benedictina.
Para organizar las visitas a la Basílica de San Pedro una vez resignificada, se podría nombrar a cierta pseudo monja. Que para fidelizar a la clientela podría ofrecer clases del baile el corro de la patata en versión regional.
Y puestos a resignificar, se podrían levantar monumentos en el interior del Coliseo a leones, chacales y tigres; milicianos del reino animal. Y para honrar la memoria de los emperadores romanos que propiciaron las más cruentas persecuciones a los cristianos, levantarles estatuas y nombrar calles en el recinto del Vaticano. Al igual que se ha hecho en España honrando la memoria histórica y democrática de Carrillo, La Pasionaria, Largo Caballero, García Atadell y otros sujetos que en pleno siglo XX emularon las persecuciones a los cristianos, repitiendo contra ellos las atrocidades del Coliseo perpetradas en la España roja por fieras salvajes de dos patas.
Y de forma similar a como los reyes Godos y Visigodos tienen estatuas en la Plaza de Oriente en Madrid, que se adorne el perímetro de la explanada del Vaticano con las estatuas de los emperadores romanos de las diez más sangrientas persecuciones contra los cristianos; Nerón, Domiciano, Trajano, Marco Aurelio, Septimio Severo, Maximiano, Decio, Valeriano, Aureliano y Diocleciano… sin olvidar a Calígula y Heliogábalo, el emperador travestido. Y otras figuras señeras de la Roma pagana.
Lo repito y hago votos por ello: si el Papa Francisco autoriza o permite la nueva profanación del Valle de los Caídos mediante la “resignificación” que quiere imponer el PSOE y los emperadores globales de esta nueva persecución contra los cristianos y el Cristianismo, deberá promoverse la resignificación de la Basílica de San Pedro, procediendo a desalojar del Vaticano a S.S el Papa Francisco.
Y ruego al Nuncio de Su Santidad que haga llegar la propuesta, de este su devotísimo hijo, al Papa Francisco. Para que abandonado a lo que parece por el Espíritu Santo, reconsidere el enorme daño que infligirá a la Iglesia en general, y a los católicos españoles en particular, si llega a permitir la profanación resignificada de la Basílica Pontificia del Valle de los Caídos.
Es conocido el adagio de que una imagen vale más que mil palabras. Y este es el caso de la insuperable alegoría original de José Luís Díez, cuyo fallecimiento ha supuesto un duro golpe para la divulgación de la verdadera memoria histórica sustentada en irrebatibles documentos gráficos. En contraposición con las falacias sustentadas por este nuevo Frente Popular que se basan exclusivamente en falsos relatos. Y que se prodigan, no solo ya en los medios de comunicación apesebrados por los amos del guiñol, sino que encima se les pretende dar carta de naturaleza como verdades incontrovertibles en los preámbulos de leyes que son publicadas –evacuadas– en el BOE.
Naturalmente que hay socialistas honestos, y podrían citarse en esta categoría personas como Rosa Díez, Corcuera, Barrionuevo, Leguina y algunos más, pero el PSOE como partido político heredero histórico del que malogró la Segunda República e hizo imprescindible el Alzamiento Nacional que desembocó en la Guerra de Liberación o Cruzada, nunca ha entonado el mea culpa por sus yerros. Y desde la llegada al poder de Zapatero, secundado ahora por Pedro Sánchez, se dispone a reeditar su negra historia.
No se debe concluir este alegato contra las mal llamadas “leyes de la memoria” (parciales y sectarias del PSOE) sin hacer un breve apunte sobre la influencia de las logias masónicas y sus patronos en el Frente Popular de 1936…. Y en el de ahora.
Una imagen vale más que mil palabras. (Dibujo original de José Luis Díaz para el artículo “El Contubernio” publicado en El Español Digital: AQUÍ )
Es conocida la influencia que las logias masónicas tuvieron en el derrocamiento de la Monarquía, así como en el advenimiento de la Segunda República y en la redacción de la Constitución de 1931. Precisamente el gran número de “hermanos” masones en el Congreso de los Diputados influyeron en que las Cortes Constituyentes alumbraran la anticlerical Constitución Republicana.
Algo que no han considerado necesario hacer en la Constitución de 1978, porque desde el Concilio Vaticano II tienen ya sus peones en la Curia de la Santa Sede. Como se lamentó amargamente S.S. Pablo VI al afirmar: El humo de Satanás ha entrado en la Iglesia
Aunque no sabemos si además pensaría: Tras haberle abierto yo de par en par puertas y ventanas. Y por mi beligerancia al Régimen de Franco, vencedor en una Cruzada contra ese mismo humo de Satanás…. que ahora se me ha metido en casa.
Igual pesadumbre manifestó cuando tras leer el mensaje póstumo de Franco, dijo: Nos hemos equivocado con este hombre.
Y debemos reconocer que ambos lamentos no dejan de ser una perdigonada a la paloma del Espíritu Santo.
También S.M. Alfonso XIII se lamentaba en su destierro en Roma: “Si me hubiera afiliado a la masonería no hubiera perdido el Trono” pensando sin duda en la monarquía inglesa y sabedor que gracias a la reina consorte Victoria Eugenia, que era inglesa, la masonería de este país había impuesto a las logias españolas (feudatarias unas de la inglesa y otras de la francesa) el respeto a la vida de las Reales Personas. Que de no ser por ello hubieran terminado como los Zares. Porque S.M. Alfonso XIII no solamente había rehusado afiliarse a la masonería sin atender al refrán de que “quien a buen árbol se arrima buena sombra le cobija” sino que además había cometido los imperdonables delitos de afirmar que “nunca sería Rey de una España que no estuviera presidida por el Corazón de Jesús” y encima había tenido la osadía de consagrar a España al Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles, el centro geográfico de España. Y la masonería no se lo perdonó.
Algo similar a lo que le sucedió a Franco con su ley para la represión del comunismo y la masonería como responsables de haberse llegado al punto sin retorno de 1936 (y que por lo tanto era una ley imprescindible para evitar la involución revolucionaria), sino que además publicó bajo seudónimo -al igual que Carrero Blanco- artículos en los que con la información privilegiada que les reportaba el haberse hecho con los archivos de las logias, según eran liberadas las poblaciones del dominio rojo, podían escribir con conocimiento de causa sobre la influencia y los manejos de las sociedades secretas en todo proceso revolucionario. La venganza masónica alcanzó a Carrero Blanco en vida. Mientras que a Franco, al no haber sido posible, se le fusila ahora a salivazos. Que no otra cosa es profanar su obra, su memoria e incluso su sepultura.
En 1936 la infiltración masónica en las instituciones del Estado, no solamente afectaba a la clase política como ya hemos visto, sino que también era muy profunda en el seno de las Fuerzas Armadas dándose la circunstancia de que en algunos casos el superior “grado” masónico de un suboficial, clase, u oficial, prevalecía sobre un superior jerárquico, imponiendo la obediencia masónica al de superior empleo a quien por disciplina militar debería estar subordinado. Con quiebra total de la disciplina.
Esta era una más de las lacras que la infiltración de la orden de la escuadra y el compás, de los “hijos de la viuda”, habían propiciado en el seno del Ejército como esencial fermento revolucionario. Nada tiene pues de extraño que Franco tuviera esa prevención contra la masonería, convencido de que este problema del que estaba bien informado, había tenido importancia capital en la degradación del Estado abocándolo a la inevitable guerra civil.
Acto de lectura oficial del bando de guerra en el Alcázar de Toledo
Es cierto que algunos conspicuos masones como los generales Aranda y Cabanellas se adhirieron al Alzamiento Nacional al haber experimentado en 1934 los efectos de la revolución de octubre, cuando las masas proletarias saltándose las líneas maestras trazadas por las logias, habían caído en la más feroz anarquía fuera ya de toda obediencia.
Un remedo de esta injerencia de la política en la organización y funcionamiento actual de las Fuerzas Armadas, lo encontramos en la generalización del principio denominado libre designación para ocupar todas las vacantes de alguna relevancia y la antijurídica norma de que a libre designación corresponde libre cese con su torticera aplicación alegando pérdida de confianza. Ambos hechos introducen en los escalafones las lacras de la política. Formuladas en el famoso aviso de Alfonso Guerra: quien se mueva no sale en la foto. Y que se perfecciona y complementa avanzando hacia el llamado Ejército Bonsay en el cual, mediante sucesivos y permanentes recortes, lo que se pretende es que no se salga del tiesto.
Si a esto le unimos la rotura del vínculo que establece el superior empleo e incluso la antigüedad, unido al mando ejercido por personas ajenas a la institución militar y ajenas por ello a las virtudes, derechos y obligaciones de la Institución, comprenderemos fácilmente el porqué, actualmente, la columna vertebral de España acusa escoliosis hacia la izquierda.
Y hecha esta digresión, debemos recordar también que en esa nueva intentona revolucionaria que se preparaba desde que el Frente Popular detentó el poder en 1936, y que frustró el Alzamiento Nacional al madrugar a quienes se preparaban para imponer la dictadura del proletariado, se habían tomado las providencias necesarias para llegado el caso armar al pueblo. Destinando para ello en los parques de artillería, donde se almacenaban las armas, a coroneles afiliados a la masonería. Y así vemos en un parque de artillería de Madrid, a un jefe de Infantería afiliado a la masonería enseñando a los milicianos a poner en servicio y utilizar las ametralladoras nuevas. Que todavía desmontadas en sus piezas, tal como habían llegado de fábrica, se encontraban almacenadas en el establecimiento militar. Igual podría decirse sobre el hecho de que estando en boca de todos el inminente alzamiento (del ejército, de las fuerzas revolucionarias o de ambos contingentes que inevitablemente se iban a enfrentar) no se suspendieron o restringieron los permisos estivales, antes por el contrario se concedieron en proporción muy superior al cincuenta por ciento como era lo habitual. Solamente este hecho revelador induce a pensar que la insurrección revolucionaria podía estar prevista para el mismo mes de julio, sin esperar a la edición de un nuevo y definitivo “octubre rojo” a imagen y semejanza del bolchevique como se había pretendido en 1934
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Gabaldón y su hija
Y puestos ya en situación de tratar sobre las funestas consecuencias que tuvo la afiliación masónica de cuadros de mando en la degradación del Ejército, emplazo al coronel de artillería diplomado de estado mayor José María Manrique, notable documentalista, para que inicie una investigación que aporte luz sobre el número de oficiales que estaban afiliados a logias en 1936 tratando de hacer una relación nominal de ellos. En donde quede reflejado su destino, así como su actitud ante el Alzamiento Nacional. No se me oculta la gran dificultad de la empresa, tanto por ser la masonería una sociedad secreta, como por el hecho de que, tras el asesinato del comandante de la Guardia Civil Isaac Gabaldón, su hija de diecinueve años y el conductor del coche oficial en el que viajaban, “desapareció” el inventario que estaba realizando con los datos obtenidos en la requisa de los archivos de las logias masónicas. Puede incluso que alguno de aquellos oficiales que figuraban en las listas consiguiera, gracias a ello, quedar emboscado en “el Ejército de la Victoria”
Esta es la verdadera memoria histórica que deberían investigar los historiadores. Para determinar lo que es verdad y lo que pudiera ser un relato interesado y parcial de alguna de las dos partes enfrentadas en una guerra civil hace ya ochenta y seis años.
En lugar de falsear la historia con fines políticos, buscando el doble objetivo de ocultar responsabilidades y ganar una guerra que provocaron y perdieron. Precisamente, por el mismo sectarismo con el que ahora pretenden impedir la investigación histórica utilizando el peso de unas leyes inicuas para impedirlo.
Hago mías las palabras de Quevedo:
«No he de callar, por más que con el dedo, ora silencio exijas, ora amenaces miedo.»