El cambio climático es una mentira… y de las gordas
Por Jesús Banegas
26/8/2022
Sobre el tan de moda «cambio climático», viene bien saber lo siguiente… cuando menos:Sobre el calentamiento de la Tierra: desde 1901 los registros de temperatura no son lineales y desde 1998 hasta ahora no ha habido calentamiento alguno.
La concentración del CO2 en el aire ha pasado de 0,030 a 0,040% en el siglo XX, uno de los más bajos porcentajes de la historia del mundo.
El CO2 es sólo uno de los gases de efecto invernadero; los demás, sobre todo el vapor de agua, son muchísimo más abundantes. Frente a los 150 watios de calentamiento del vapor de agua, los demás gases, incluido el CO2, sólo añaden tres watios.
El 23 de septiembre de 2019, 500 prominentes científicos mundiales firmaron una declaración señalando que «no hay emergencia climática».
El clima es un sistema extremadamente complejo y siempre ha cambiado: Groenlandia debe su nombre a que era verde y Europa vivió en el pasado largas épocas de extremo frío. Pretender modelizar su comportamiento asimilándolo a la acción humana implica una arrogancia intelectual ajena a la epistemología de la ciencia.
En todo caso, los estudios que relacionan la actividad solar con el clima, aún lejos de encontrar casualidades incuestionables, pueden estar mucho más cerca de explicar el cambio climático que el CO2.
Los argumentos a favor del cambio climático en pruebas empíricas se han demostrado falsos. Los basados en el crecimiento de los anillos de los troncos de los árboles resultaron una prueba escasamente representativa por la minúscula y muy sesgada muestra elegida. Los modelos que pronostican la evolución del clima típicamente utilizados por la ONU fallan habitualmente, no sólo al evaluar el futuro, sino también son incoherentes con el pasado; lo que resulta más ridículo.
Todas las predicciones del pasado sobre el nivel del mar, la extensión de los bosques, inundaciones, olas de calor, glaciares, etc. se han demostrado falsas. Los informes plurianuales de la ONU fallan sistemáticamente sus predicciones y las siguen haciendo sin excusarse por sus fallos previos.
El extenso y profundo análisis de las energías renovables merecen al autor esta sucinta conclusión: son un parásito de la energía convencional.
Las regulaciones de los Estados, construidas en el aire, sin base científica, son enormemente costosas en términos técnicos y financieros.
El 17 de noviembre de 2019, un hacker entró en el servidor de la Climatic Research Unit de la Universidad de East Anglia, provocando un Climategate, que puso de relieve cómo su director, Phil Jones, se vanagloriaba de sus trucos estadísticos. El periódico The Telegraph publico que se trataba del «peor escándalo científico de nuestra generación».
La palabra «consenso», un concepto político ajeno por completo al mundo de la ciencia se ha convertido en «refugio de los sinvergüenzas», según Michel Crichton, en cita del autor.
Occidente será sacrificado por la deriva suicida de sus políticos y medios de comunicación, frente al resto del mundo. No se trata de reducir las emisiones de CO2, consustanciales de la vida misma, sino de destrozar sus economías.
Los comunistas y los socialistas quieren ganar de este modo las guerras que perdieron, mientras los chinos hacen los que les viene en gana.
El texto anterior es parte de la reseña elaborada por Jesús Banegas para Razón Española (nº 231 Mayo-Junio 2022 fundacionbalmes@yahoo.es ó 617 32 61 23) del libro de José Ramón Muñoz Ferrandis titulado Crimen de Estado (Unión Editorial, Madrid,