martes, 27 de septiembre de 2022

¿A dónde va el Novus Ordo de la MISA? ¿Y el Misal de Pablo VI?. Por P. Carlos María Covían

¿A dónde va el Novus Ordo?
 23/09/2022 


Nada mejor para saber a dónde va el Novus Ordo que saber de dónde viene, y cómo se originó.

Sabemos que la liturgia tradicional es la elaboración de siglos de andadura de la Iglesia, que ha ido dejando el testimonio de la fe católica en las distintas partes del Misal. Sabemos que el Misal tradicional está sustentado en los firmes e inamovibles pilares de la fe católica, como son el dogma, la jerarquía y la obediencia, que han impedido que la Misa se “pervirtiera” por la acción del hombre, por la acción de aquellos mismos a quienes se les ha encomendado la responsabilidad de mantener la integridad de la santa Misa.

Pero, ¿y el Misal de Pablo VI? ¿Qué ocurre con el Novus Ordo? ¿Verdaderamente estamos ante un nuevo Ordo Missae del Misal romano que supone una liturgia eucarística renovada respecto a la tradicional? En primer lugar, nos encontramos con una Misa reformada que se ha elaborado de la noche a la mañana; añadiendo aquí, suprimiendo allí, pegando allá, inventando acullá.

En segundo lugar, qué motivación llevó a los reformadores a elaborar un Misal tan original en tan corto periodo de tiempo. Si hay algo característico en el Misal de Pablo VI es la ambigüedad, como ambiguos son la mayoría de los documentos del Concilio Vaticano II. Ambigüedad, directamente pretendida, que se opone a la rectitud del dogma; que se opone a la autoridad que emana de la jerarquía. Ello implica que el ambiguo Misal, ambiguo en sus “rubricas”, en sus normas, en sus directrices, permite la acción “creativa” del celebrante y de los fieles.

La acción “creativa” personal del celebrante, del todo ajena a la tradición, extraña a la vida litúrgica de la Iglesia, que siempre se esforzó en unificar las ceremonias, sólo puede tener un resultado: el “caos” litúrgico. Esto es el Novus Ordo: puro y simple “caos”, imposible de suprimir porque es el “caos” es pretendido para poder demoler el valor del dogma, de la jerarquía y de la obediencia; porque así lo exige la Iglesia “dialogante” y “abierta” al mundo. No se puede “dialogar” desde posturas de dogma y autoridad, razón por la cual la Iglesia, libremente desembarazándose de sus pilares seculares y fundamentales, se presenta ante el mundo dispuesta a amoldarse a él y aceptar sus normas.

No nos encontramos realmente ante una nueva misa, un nuevo Ordo Missae, no. Estamos ante la “misa” de fulanito o la misa de menganito. No existe un Ordo que una a todos, existe un “caos” que arrastra y en el que se sienten todos identificados. Tal es así, que difícilmente, casi imposible, los sacerdotes hablan de la Misa nueva entre ellos en sus reuniones; no hablan porque hablar del “caos” litúrgico es simplemente explosivo. Es un tema prácticamente “tabú”.


¿Qué ocurre con el Novus Ordo? 

Lo que ocurre es que está perfectamente sustentado por principios protestantes: separación de dogma y moral y el libre examen. Estos principios, anti dogmáticos y anti jerárquicos, son los fundamentos caóticos y demoledores del Misal de Pablo VI. Fundamentos que han venido a sustituir los solidísimos principios católicos del dogma, de la jerarquía y de la obediencia.

¿A dónde se dirige el Novus Ordo? Realmente no se dirige a ninguna parte porque tiene su origen en el error, cuyo fin es la confusión y la demolición. El Novus Ordo no hace más que girar sobre sí, dando vueltas a gran velocidad, mientras se descompone irremediablemente, como se descompone la fe católica al mismo tiempo.

Los origines protestantes de la nueva Misa conducen a la Misa conciliar a la descomposición, a una “misa” que “protesta”, que “reivindica”; a una “misa” a gusto del oficiante, que se amolda a la asamblea y es la “expresión” de esa asamblea.


El Misal de Pablo VI realmente es un convidado de piedra en el altar. Está, pero no se le hace caso. Está, pero no inspira autoridad. Está, pero pocos lo siguen fielmente. Está, y para una gran mayoría está como si no estuviese.

Los fundamentos protestantes son los cimientos arenosos o fangosos donde se sustenta el Misal conciliar. Por mucho que algunos, bien intencionados y con noble actitud, intentan “arreglar” las “paredes” o el” techo” del edificio, éste terminará desmoronándose.

El Novus Ordo no va a ninguna parte; sólo gira sobre sí, al tiempo que la fuerza centrífuga que origina lo va descomponiendo al ritmo de la descomposición de la fe católica.

La experiencia lo demuestra.

Ave María Purísima.