lunes, 10 de octubre de 2022

CRUZADAS vs. ISLAM: ¿Cuales han sido las circunstancias por las que se llegó a proclamar la Primera de las Cruzadas y las siguientes?

¿Cuales han sido las circunstancias por las que se llegó
 a proclamar la Primera de las Cruzadas y las siguientes? 
Por Javier A. Richard
10 OCTUBRE 2022

Después de la Resurrección de Cristo y pasados unos días hasta Pentecostés, la Iglesia de Cristo se constituye y se difunde por todo el mundo de manera extraordinaria y sólo a través de la palabra y muchísimas demostraciones extraordinarias, como fueron los milagros que a manos llenas los apóstoles y otros discípulos realizaron. Se difunde sin armas, sin obligar a nadie, dando muchas vidas por ello (los mártires cristianos de los primeros tiempos)[1]… como Cristo nos enseñó con su persona y su palabra, “Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen” (S. Mateo 5,43-48).

Y así vemos como en el siglo VII la religión cristiana está extendida por todo el mundo conocido. En el año 632, dentro de los límites del Imperio Romano, que todavía era completamente funcional en el Mediterráneo oriental, el cristianismo ortodoxo era la religión oficial y claramente mayoritaria. Egipto, Palestina, Siria, Asia Menor, el norte de África, España, Francia, Italia y las islas de Sicilia, Cerdeña y Córcega eran todos territorios cristianos, es decir, que todo el mundo civilizado de entonces era cristiano católico, en incluso podríamos decir que en cierta manera y en lo fundamental, la civilización había venido precisamente por medio del cristianismo.

En otros lugares como Persia, sin ser católicos, la mayoría de la población era cristiana nestoriana. Y así también había muchas más comunidades cristianas en la región árabe.


Con la llegada y propagación de la secta de Mahoma, el Islam, en tan sólo un siglo, hacia el año 732, los cristianos son expulsados y perseguidos de Egipto, Palestina, Siria, el norte de África, España, gran parte de Asia Menor, y la parte sur de Francia. Italia y sus islas quedaron bajo amenaza, y caerían bajo el dominio musulmán en el siglo siguiente.

Las comunidades cristianas de Arabia fueron masacradas completamente poco después del 633, cuando los judíos y los cristianos por igual fueron expulsados de la península. Aquellos en Persia estuvieron bajo severa presión. Dos tercios del territorio que había sido del mundo cristiano eran ahora regidos por musulmanes.

¿Qué había pasado? La respuesta, como ya hemos dicho, fue el avance del Islam. En el transcurso de tan solo cien años, todos estos países cristianos fueron sometidos por medio de la violencia más feroz, a través de campañas militares deliberadamente diseñadas para expandir el territorio musulmán a expensas de sus vecinos cristianos.

Los ataques expansionistas continuaron. En algunos momentos de la historia hubo intentos de los cristianos por repelerlos. Así vemos como hacia el año 800, Carlo Magno bloqueó el avance musulmán en Europa occidental. Pero las fuerzas islámicas simplemente cambiaron su objetivo y comenzaron por las islas del norte de África hasta las costas francesas e italianas, atacando el territorio principal italiano en el 837.

En cien años entre el 850 y el 950, los monjes benedictinos fueron expulsados de sus antiguos monasterios, los estados papales fueron arrasados y se establecieron bases piratas musulmanas en toda la costa norte de Italia y en el sur de Francia, desde donde se lanzaron los ataques en lo más profundo del territorio.



Es así como en este momento, siglos XI y XII, cuando los Papas, desesperados por intentar proteger a las víctimas cristianas, se involucraron con este gran problema, (dado que no había dirigente laico que fuera capaz de parar esta verdadera hecatombe), dirigiendo la defensa de los territorios a su alrededor.

Fue el Imperio Romano de Oriente o Bizantino el que habiendo perdido mucho de su territorio en los siglos VII y VIII por los musulmanes, tomaron a su cargo la lucha contra el Islam. Y así a mediados del siglo IX, iniciaron el contraataque en Egipto. Entre las décadas del 940 y el 970, los bizantinos lograron un gran avance y recuperaron territorios perdidos.

El emperador Juan Tzimiskes recuperó buena parte de Siria y un sector de Palestina, llegando hasta Nazaret, pero sus ejércitos cometieron el error de abrir demasiados frentes y tuvieron que concluir su campaña en el 975 sin haber recuperado Jerusalén.

El contraataque musulmán no se hizo esperar y los bizantinos pudieron retener, a duras penas, Alepo (Siria) y Antioquía.

En 1009, un enloquecido y trastornado gobernante musulmán destruyó la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén e inició una nueva y gran persecución de cristianos y judíos.

Hacia el año 1038 los bizantinos habiendo negociado el derecho a tratar de reconstruir el Santo Sepulcro, por fin pudieron hacerlo. Parecía que iba a existir una cierta buena convivencia entre los cristianos y los musulmanes, pero otros eventos hacían difícil la vida para los cristianos en el área, especialmente con los nuevos gobernantes árabes musulmanes, los turcos Seljuk, quienes desde el 1055 comenzaron a tomar el control de Medio Oriente.


Con la introducción de los nuevos gobernantes turcos el territorio se desestabilizó, al no estar estos familiarizados con el modus vivendi que había existido entre árabes musulmanes y sus súbditos cristianos.

Las peregrinaciones comenzaron a hacerse cada vez más difíciles y peligrosas, y los peregrinos occidentales comenzaron a unirse y a portar armas para defenderse mientras trataban de llegar a los santos lugares en Palestina. Podemos destacar las peregrinaciones armadas que se dieron entre 1064 y 1065; y entre 1087 y 1091.

Mientras tanto en el Mediterráneo occidental y central, el balance de poder se inclinaba hacia los cristianos y se les iba de las manos a los musulmanes. En el 1034, los pisanos saquearon una base musulmana en África del Norte y finalmente extendieron sus contraataques a todo el Mediterráneo. También ellos generaron contraataques hacia Sicilia entre 1062 y 1063. En 1087, una gran fuerza aliada saqueó Mahdia, actualmente Túnez, en una campaña patrocinada por el Papa Víctor III y la condesa de Toscana. Claramente los cristianos italianos estaban tomando la delantera.

Pero mientras el poder cristiano en el Mediterráneo central y occidental crecía, seguían los problemas en la parte oriental. El alza de los turcos musulmanes varió el peso del poder militar contra los bizantinos, quienes perdieron una considerable extensión de terreno nuevamente en la década del 1060. Intentando encabezar otras incursiones en el lejano oriente de Asia Menor en 1071, los bizantinos sufrieron una devastadora derrota a manos de los turcos en la batalla de Manzikert.

Como resultado de esta batalla, los cristianos perdieron el control de casi toda Asia Menor, con sus recursos agrarios y sus territorios de reclutamiento militar, y un sultán musulmán estableció su capital en Nicea, lugar de la creación del Credo Niceno Constantinopolitano en el 325 (para descrédito de los cristianos), y a tan sólo 125 millas de Constantinopla.


Desesperados, los bizantinos pidieron ayuda a occidente, dirigiendo sus llamadas primeramente a la persona que veían como autoridad en todo occidente, el Papa, que, como hemos visto, ya había estado dirigiendo la resistencia cristiana contra los ataques musulmanes.

En los primeros años de la década de 1070, el Papa era Gregorio VII, e inmediatamente comenzó los planes para liderar una expedición en ayuda de los bizantinos.

Sin embargo, debido a su participación en un conflicto con los emperadores alemanes (lo que los historiadores llaman la “controversia de investidura”), no pudo ofrecer una ayuda significativa.

Sin embargo, los bizantinos persistieron en su petición de ayuda, y finalmente, en el año 1095, el Papa Urbano II hizo realidad el deseo de Gregorio VII, poniéndolo en práctica en lo que sería la Primera Cruzada.

La situación en estos momentos era:


De las cinco sedes episcopales de la cristiandad, tres de ellas: Jerusalén, Antioquía y Alejandría, habían sido capturadas en el siglo VII antes de las cruzadas. La cuarta sería capturada en 1453, dejando solo una de las cinco, Roma, en manos cristianas hacia el año 1500. E incluso Roma fue amenazada nuevamente por los musulmanes en el siglo XVI.

Como vemos, todo esto no significaba más que una persistente provocación mahometana, donde, además (y como siempre ocurre con el Islam) se apreciaba una amenaza mortal y persistente.

A esta amenaza a la Cristiandad, si esta quería sobrevivir, sólo se podía responder con una defensa vigorosa. Por tanto, las cruzadas fueron simplemente una herramienta en las opciones defensivas ejercidas por los cristianos.

Para poner el asunto en perspectiva, basta con preguntarse cuántas veces fuerzas cristianas han atacado la Meca. La respuesta, por supuesto, es nunca.

Otra de las falacias que se han dicho es que los Cristianos occidentales fueron a las cruzadas por su avaricia, lo que motivó los saqueos a los musulmanes para hacerse ricos.

Nuevamente, no es verdad.


Algunos seudo-historiadores, entresacan del contexto del discurso del Papa Urbano II en Clermont en 1095, la frase “echar a perder los tesoros (del enemigo)”, y de esta ya sostienen toda su tesis en cuanto que se alentaba a los guerreros franceses a embarcarse en la que se denominó como Primera Cruzada, para satisfacer sus “ansias” de riquezas. Bien lejos de la realidad, pues se olvidan de que esta era la usual manera de financiar la guerra en la sociedad antigua y medieval.

También se han basado para esta afirmación en lo que Fulcher de Chartres escribió en los inicios del siglo XII, que dijo: que aquellos que habían sido pobres en Occidente se harían ricos en Oriente como resultado de sus esfuerzos en las Primeras Cruzadas, sugiriendo obviamente que otros podrían hacer lo mismo.

Afirmación demasiado contundente e inexacta, pues es necesario leer y entender sus palabras en el verdadero contexto histórico. Fulcher no era del todo engañoso cuando decía que alguien podría volverse rico como resultado de las cruzadas, pero no estaba siendo del todo honesto, porque para muchos participantes las cruzadas fueron increíblemente caras. Lo primero era una suposición, que en algunos fue una realidad, pero en muchos, en su mayoría, fue una auténtica sangría no solo en vidas sino en patrimonio. Desde el principio mismo, el aspecto financiero de las mismas fue muy importante en la planificación de las cruzadas. No hay más que ver que los primeros cruzados vendieron tantas posesiones, para financiar sus expediciones, que generaron una tremenda inflación. Siempre hay que decir toda la verdad.

El mismo Fred Cazel señalaba: “pocos cruzados tenían suficiente dinero para pagar sus obligaciones en casa y mantenerse decentemente en las cruzadas”.

Es así como los siguientes cruzados, y me refiero a las grandes casas nobiliarias de entonces, tomaron esta consideración muy en cuenta y comenzaron a ahorrar mucho antes de embarcarse en esta empresa, pues el gasto seguía estando muy cerca de lo prohibitivo.

Un claro ejemplo fue como la Cuarta Cruzada hubo que desviarse a Constantinopla precisamente por su financiación, dado el hecho de que se quedaron sin dinero antes de que se iniciara adecuadamente, y estaban tan endeudados con los venecianos que no pudieron controlar su propio destino.

Otro ejemplo es el que la Séptima Cruzada la llamada de San Luis a mediados del siglo XIII costó seis veces más que el ingreso anual de la corona.

Los mismos Papas recurrieron a tácticas incluso más desesperadas para recaudar dinero y financiar las cruzadas, así vemos como instituyeron un primer impuesto a los ingresos en la primera parte del siglo XIII, hasta hacer una serie de ajustes en la manera en que las indulgencias eran manejadas para este fin, lo que puntualmente llevó a ciertos abusos condenados por Martín Lutero. Incluso en el siglo XIII, muchos de quienes planeaban las cruzadas asumían que sería imposible atraer una suficiente cantidad de voluntarios para realizarlas, llegando a perder su carácter popular original.

Otros ejemplos:

Cuando el Hospitaller Master Fulk de Villaret escribió sobre las cruzadas al Papa Clemente V cerca al 1305, subrayó que “sería una buena idea si el Señor Papa dispusiera algunas medidas para reunir un gran tesoro, sin el que esta misión (la cruzada) sería imposible”.

Algunos años después, Marino Sanudo estimó que costaría cinco millones de florines en más de dos años efectuar la conquista de Egipto. Aunque no lo dijo, y tal vez no se dio cuenta de ello, la suma necesaria simplemente era una meta imposible de lograr.

Y así vemos como, habiendo comprendido esta tremenda dificultad las autoridades de Occidente, se explica por qué se lanzaron cada vez menos cruzadas desde el inicio del siglo XIV.


Pero es verdad también que algunas grandes familias supieron medrar y aunque, por poco tiempo, se hicieron ricos con las cruzadas. Pero también es cierto que este número fue empequeñeciéndose sobremanera porque fueron quebrando e incluso llegaron a perder sus vidas.

La conclusión real y seria es que muchas grandes y medianas familias en el medioevo fueron muy conscientes de eso y no consideraron a las cruzadas como una manera de mejorar su situación financiera.

[1] Aunque ahora en pleno siglo XXI los mártires por decenas de miles se siguen teniendo en todos estos países gobernados por las dictaduras del Islam y/o comunistas, sin que las demagógicas democracias occidentales haga nada por evitarlo.

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