viernes, 19 de julio de 2024

Guillermo Mas: “El Mundo Moderno nace del abandono de la Tradición, cuyo centro era la divinidad”. Por Javier Navascués

Guillermo Mas: “El Mundo Moderno nace del abandono de la Tradición, cuyo centro era la divinidad”. Por Javier Navascués
19/07/2024

Nacido el 3 de noviembre de 1998, el madrileño Guillermo Mas Arellano proviene del mundo del ensayo cinematográfico y la teoría literaria. En los últimos años ha desarrollado una labor de crítica cultural que ha cristalizado en su primer libro, «La Traición de los europeos: Ensayos de Tradición, Modernidad y Crítica cultural». Además dirige el prestigioso programa de Youtube «Pura Virtud: Cine y Literatura», un podcast que cuenta con entrevistas a importantes figuras del pensamiento en lengua española como Dalmacio Negro o Fernando Savater. Y a pesar de su edad tiene una larga trayectoria de articulista en diversos medios de comunicación como El Correo de España, La Gaceta, Hércules o La Tribuna del País Vasco.

¿Por qué ha escrito un libro titulado “Los Deicidas”?

Este libro pretende ser el resumen de toda una época, la nuestra. Por lo tanto, quería un título que fuera capaz de ir directamente al alma de nuestro tiempo: el alejamiento de lo espiritual y lo trascendente en nuestras vidas. No sé cúal sería la traducción más precisa a otras lenguas, pero en español su significado resulta cristalino: “los que mataron a Dios”. Eso es, en definitiva, lo que somos todos los hombres modernos sin excepción.

¿Y qué hay del subtítulo del libro: “Más allá de la realidad y la ficción”?

Por un lado, alude al formato del libro, que mezcla relatos de ficción con ensayos dedicados a reflexionar sobre la época. En ambos casos, la ficción y el ensayo, ante todo se está pensando; tanto cuando se hace a través de las biografías de personajes reales como de los inventados. Pero hay más: vivimos en una realidad extraña. Desde el asesinato de Kennedy en adelante, pasando por el 11S o la pandemia del Coronavirus, temas, todos ellos, que trato de analizar y desgranar en el libro, es como si la sociedad occidental en su conjunto hubiese pasado al otro lado de la pantalla. No quería escribir un libro en con un formato convencional y anticuado, sino a la altura, precisamente, de la época, y de ahí esa hibridación, que, por otro lado, no es en absoluto novedosa, sino que se encuentra presente en la obra literaria de algunos de los más grandes autores de todos los tiempos.

¿Dirías, entonces, que los hombres hemos matado a Dios para traer a la luz el Mundo Moderno?

Exacto. El Mundo Moderno nace del abandono del mundo de la Tradición, cuyo centro era la divinidad. El subtítulo del libro, por el que me preguntabas hace un momento, es muy nietzscheano: “más allá de la realidad y la ficción”, como antes “más allá del bien y del mal”. Trato de explorar esa referencia. Es interesante que Nietzsche diga, “Dios ha muerto” y no “Dios no existe”, que son cosas distintas. A pesar de que nosotros hayamos olvidado la trascendencia, ese plano de la realidad sigue ahí, y tarde o temprano acaba por hacerse presente en nuestras vidas incluso cuando tratamos de negarlo.

¿Cómo afecta el desarrollo de la tecnología a ese olvido de Dios?

Seamos claros: los seres humanos estamos perdiendo aquello que nos constituye como humanos, que es una aspiración a la belleza, al bien, a la verdad. La realidad ha mutado y la Historia ha mutado, porque el nuevo sujeto de ambas es virtual y es artificial. Nuestros valores fundamentales se encuentran terminales, como ya anticipó Spengler hace una década y, paralelamente a la crisis de todo aquello que resulta constitutivo de lo humano, hay un crecimiento de lo técnico, de lo científico, que es fruto de la Primera y la Segunda Guerra Mundial en Europa. Aunque en realidad se trata de un proceso con décadas, siglos y hasta milenios de antigüedad


Nosotros somos, a día de hoy, productos de un gigantesco Mercado que comenzó en Venecia, con el Renacimiento, continuó en Chicago, con la producción en cadena de coches y el asesinato sistematizado de cerdos, y que culminó en Auschwitz, Kolimá e Hiroshima, donde la precisión técnica destinó todos sus talentos al exterminio humano.

¿Qué relación tiene tu nuevo libro, Los Deicidas, con tu obra anterior, La traición de los europeos?

La traición de los europeos es un manual que trata de plasmar en el papel, para uso y disfrute de otros, una síntesis de muchos años de estudio de los temas que más me interesan a la hora de entender esta época: la Tradición, la Modernidad y crítica cultural enfocada hacia lo que he denominado como “lucha por el imaginario”. Esos son, a mi juicio, distintos escalones de un proceso, una progresión que quise reflejar mediante una estructura de carácter cronológico.

En cambio, Los Deicidas va mucho más allá en sus conclusiones, es un libro eminentemente contemporáneo que retoma estos temas de gran interés ahí donde me quedé la última vez. Así que, en lugar de estudiar la etapa final de la Modernidad última a través de la crítica cultural, como hice en mi anterior libro, aquí realizo esa aproximación a través de los hechos más fundamentales del mundo posterior a la caída del Imperio Austrohúngaro y del Imperio Ruso, que para mí son tres: el desarrollo de la cibernética, el desarrollo de la bomba atómica y el desarrollo de los experimentos de control mental, esto es, tres proyectos militares de la Segunda Guerra Mundial que de 1945 en adelante se introducen de forma paulatina pero imparable en nuestra vida civil. Y que, terminan de producir esa mutación de la Historia y de la realidad de la que hablaba.

¿Qué autores te han influido más en tus investigaciones?

Sin duda, hay muchos nombres que podría y debería citar, pero en su vertiente “narrativa” de no-ficción, toco algunos aspectos vitales de los pensadores que más me han marcado hasta la fecha. Digamos, en ese sentido, que parto de una perspectiva filosófica deudora de autores como René Guénon, Howard Philips Lovecraft, Ernst Jünger, Philip K. Dick y Julius Evola, entre otros… Y sobre todo me quiero detener en varios puntos: la visión de la realidad de Dick; la forma de abordar la guerra de Jünger; la concepción gnóstica de Lovecraft; la defensa de la tradición de Guénon; y, por terminar, aunque podría citar a otros autores, sobre todo el empeño por permanecer diferenciado, a pesar de las ruinas que nos rodean, de Evola.

¿Cómo fue el proceso de escritura?

Se trata de una escritura muy espontánea, fresca, casi sin revisar, como parte de un compromiso por sentarme a escribir todos los días casi sin preparación, pero con la intención de decir algo sobre los temas más acuciantes de los últimos doscientos años. Y esa cifra de dos siglos no es nada casual: es importante entender que el siglo XXI es consecuencia del siglo XX, como a su vez ocurre entre el siglo XX y el XIX


Todos venimos de ahí, en cierto sentido. Esa idea estaba muy presente en mi cabeza mientras escribía. Pero hablando más detalladamente de lo que, antes de ser un libro, denominaba como “mi bitácora”, diré que el proceso de escritura comenzó en primavera y terminó cuando el otoño se abrió para recibir al invierno. Es una escritura orgánica, que acontece como nuestras vidas: al hilo de las estaciones. Se abrió con un ciclo y se cerró, en perfecta correspondencia, con él. Una forma de abordar la escritura en la que el mundo exterior sirve de espejo del mundo interior, y viceversa.

¿Cómo definirías, en pocas palabras, el contenido de un libro tan largo y ambicioso para los lectores?

Es una pregunta complicada porque un autor nunca quiere renunciar a nada, y el libro trata de abordar muchísimos temas, pero para no evitar la pregunta diré que este libro trata de ser, ante todo, una autopsia que recoge, amplía y anticipa las principales corrientes y convulsiones que han conducido y todavía hoy protagonizan el siglo XXI, desde el mercado de las drogas al mundo de la Inteligencia Artificial, pasando por las sociedades secretas, el desarrollo de la tecnología militar, la incipiente realidad virtual, el poderoso mundo de las empresas farmacéuticas y el capitalismo financiero de última generación, incluyendo algunos de los más secretos proyectos de contraespionaje llevados a cabo en la Modernidad. Porque, al fin y al cabo, esos son los procesos que han conformado este momento tan delirante en el que estamos sumergidos, un punto histórico en el que la realidad parece estar desarticulada y como a punto de estallar en mil pedazos.