martes, 28 de octubre de 2014

Homilía para no dormir de Fray José Ignacio, el dia de la Virgen de Guadalupe, en la Basílica Benedictina del Valle de los Caídos: En circunstancias de persecución descarada y vergonzante de la social-masonería del PSOE hacia el suicidio social y cultural como nación catòlica (1570)

César Uríbarri 
(14/12/2010)
No pocos quedaron sorprendidos con la homilía del domingo 12 de diciembre en el Valle los Caídos. Los que fueron a apoyar a la comunidad benedictina descubrieron que el apoyo tenía que ser a algo mayor, superior. Ya no se trataba de una simple comunidad benedictina sufriente, sino que ahora todo lo sufriente era la totalidad de la Iglesia, de la humanidad. Desde aquel espectáculo de sol y rocas se dijo claramente: "Son tiempos apocalípticos”. Rara vez se oyen homilías de ese tono, lo que de entrada muestra que cuanto menos se tiene que perder -porque ya se ha perdido- antes desaparece el miedo a decir lo inconveniente, lo que no gusta.

Aquel domingo, último en que se celebrará la Santa Misa cobijados por el firmamento cielo, si Dios quiere y Rubalcaba lo permite, fray José Ignacio González Villanueva pronunció una homilía que no debe ser olvidada, no sólo por la categoría humana de quien la leyó, sino especialmente por el contexto. De entrada porque era una homilía televisada, no circunscrita por tanto a un reducido número de íntimos sino abierta a todos, predicada como quien dice a los cuatro vientos, a bombo y platillo. Y para continuar porque pertenece a un ciclo de homilías pronunciadas en circunstancias de persecución descarada y vergonzante, materialización evidente de ese laicismo agresivo que denunció el Papa y que el cardenal Rouco glosaría días después como notorio y evidente.

El cuerpo de la homilía vendría a decir -y son palabras textuales del oficiante- que "hemos entrado en los últimos tiempos" para a continuación, y alivio de los presentes, concretar que “esto no significa el fin del mundo, pues queda la etapa más bonita de la historia, el milenio santo del capítulo 20 del Apocalipsis, o sea el reinado glorioso del Señor, que no es una segunda encarnación sino una presencia espiritual santificadora a través de la Eucaristía." Pero aclarando y alertando contra los falsos mesías, y evitar así escandalizar a los pusilánimes, pues no "es un reinado de riqueza material, pues esa es la mentira de la herejía que se denomina milenarismo, la pretensión de un mesianismo temporal, la falsa liberación de los pobres al margen de Dios o contra Él". 

Curioso paralelismo con la homilía que el Santo Padre, el mismo día por la tarde, pronunciaba en la parroquia de San Maximilano Kolbe, en Roma: 

“El Bautista, que había anunciado la venida del Juez que cambia el mundo, y que ahora siente que el mundo sigue igual. Hace preguntar, por tanto, a Jesús: “¿Eres tu el que debe venir? ¿O tenemos que esperar a otro? ¿Eres tu o tenemos que esperar a otro?". En los últimos dos, tres siglos, muchos han preguntado: “¿Pero eres realmente tu? ¿O el mundo debe ser cambiado de forma más radical? ¿Tu no lo haces?". Y han venido muchos profetas, ideólogos y dictadores, que han dicho: “¡No es él! ¡No ha cambiado el mundo! ¡Somos nosotros!". Y han creado sus imperios, sus dictaduras, su totalitarismo que habría cambiado el mundo. Y lo ha cambiado, pero de forma destructiva. Hoy sabemos que de estas grandes promesas no ha quedado sino un gran vacío y una gran destrucción. No eran ellos.”

Fray José Ignacio González Villanueva, OSB es claro. El Papa también. No es posible una liberación temporal, de sola riqueza económica, puesto que no solo será falsa, en cuanto hija predilecta del hombre, sino que, en cuanto mesianismo humano, acaba por tornarse totalitaria y violenta.

Me ha hecho reflexionar la situación de España, en la que tantos medios y analistas dan por amortizado a Zapatero y se prometen un fácil triunfo del PP en las próximas elecciones generales. Como si todos los males que aquejasen a nuestra España maltrecha hubieran de arreglarse el mismo día que se desaloje a los anticrísticos del PSOE. El mal es más profundo, y por ello más grave. Ya no se trataría sólo de enmendar cuántos destrozos y descosidos han ido dejando los hijos políticos de la cheka (en materias, pongo por caso, como la economía, el mercado laboral, el despilfarro de subvenciones, la incontrolable metástasis de administraciones y empresas públicas, la educación aberrante, y el largo y acuciante etcétera que nos ahoga día a día), sino especialmente por el suicidio social y cultural que implica a toda la occidentalidad, con la pérdida de valores, el relativismo moral, el suicidio demográfico, la ausencia de proyecto. 

Rajoy no deja de ser una tirita para un aneurisma en la yugular. Pero esto no se percibe. Cierto que no dejará de ser mal menor, pero primero, despreciar las artes del PSOE para revertir la situación electoral es mala consejera, y segundo, los problemas son tan serios que requieren de la luz de lo Alto. No hacerlo, no querer contar con el Altísimo, con el baluarte de la moral, será franquear esa puerta del infierno coronada magistralmente por Dante Aligheri, “Lasciate ogne speranza, voi ch´intrate”.
cesaruribarri@gmail.com