jueves, 30 de julio de 2020

De CHINA a EEUU, pasando por Bil GATES y 5G, Satanistas biónicos quieren controlarnos con vacunas. Un estudio de la Universidad de Oxford ha hecho seguimiento a las teorías de la conspiración sobre el coronavirus, y los descubrimientos sobre su expansión son preocupantes

Un hombre disfrazado con el símbolo Iluminati. (Reuters)
CELIA MAZA
12/07/2020 

"Esto es un invento de los políticos. Nos hacen creer que están enfrentados, pero lo han organizado todo porque el mundo está superpoblado. Las ayudas económicas que el Gobierno nos ofrece para afrontar la crisis son sólo para que nos callemos la boca y no hagamos preguntas", explica Arif, que regenta una tintorería en el suroeste de Londres. Ahora que la desescalada le ha permitido reabrir las puertas, comparte sus preocupaciones con cada uno de los clientes que acuden a este negocio familiar.

No es la única teoría que se escucha estos días en la calle. Una de las más extendidas es que el coronavirus es una arma biológica creada genéticamente por los chinos. Se originó en un laboratorio en Wuhan. ¿O era quizá en un laboratorio militar estadounidense? De lo que no hay duda para algunos es que se transmite por las ondas electromagnéticas de la red 5G. Y en el plan han estado involucrados desde el comienzo los Iluminatis. O mejor aún, todo ha sido diseñado por Bill Gates para introducir una vacuna global con la que ahora nos inyectarán unos chips para poder tener controlada a la humanidad.

Las teorías de la conspiración florecen en tiempos de paranoia, incertidumbre y miedo. Y la pandemia del covid-19 no puede presentar un mejor caldo de cultivo. Llegó de la nada, llevando a naciones enteras a un estado de parálisis y arrasando con la economía global. Y lo hizo además en un momento en el que la confianza en las instituciones, gobiernos y medios de comunicación no puede estar más cuestionada.


Los investigadores de la Universidad de Oxford se han mostrado “sorprendidos” al descubrir que este tipo de creencias están mucho más extendidas de lo que se podía imaginar, llevando en muchos casos a los individuos a no seguir las pautas marcadas por las autoridades para contener un virus que se ha cobrado ya la vida de cerca de 600.000 personas en todo el mundo.

Según el estudio elaborado por la reputada universidad -que entrevistó a más 2.500 personas en Inglaterra- el 15% estuvo de acuerdo “moderadamente” o “completamente” en que el coronavirus es un engaño, el 38% considera que ha sido creado por el hombre, el 26% que es un intento deliberado de “reducir el tamaño de la población mundial”. Asimismo, el 39% cree que el Gobierno está engañando a la ciudadanía sobre la causa de la pandemia y el 44% está preparado para creer que los “principales medios de comunicación” nos están “alimentando deliberadamente con información errónea sobre el virus y el confinamiento”.

Más aceptadas entre la población

“Cuando hay una amenaza, es más probable que las personas acepten determinadas teorías, por improbables que sean, que se ajusten a las ideas preconcebidas. No suele adoptarse el proceso de sopesar cuidadosamente la evidencia a favor y en contra de diferentes explicaciones”, explica Daniel Freeman, profesor del Departamento de Psiquiatría especializado en paranoia y la desconfianza.

El experto, que ha liderado la investigación, asegura que las teorías de conspiración “pueden traer beneficios gratificantes a corto plazo, como una reducción de la incertidumbre, el acceso (a menudo on line) a personas de ideas afines y la sensación de tener información privilegiada”. “Por supuesto, quienes las crean y difunden no siempre las creen genuinamente. Pueden usarse por razones políticas y ser difundidas sistemáticamente en redes sociales por bots y trolls”, señala a El Confidencial.

Las teorías de conspiración “pueden traer beneficios gratificantes a corto plazo, como una reducción de la incertidumbre"

Acabar con ellas no es tarea fácil. “Son criaturas resbaladizas”, recalca el experto. “Necesitamos contrarrestarlas directamente, reducir la propagación y presentar información precisa de manera efectiva. La transparencia, los procesos de razonamiento y la equidad deben ser claros en las respuestas institucionales. La confianza es la piedra angular de las comunidades y en un momento de crisis se hace aún más evidente”, matiza.

Ataques a torres 5G

Lo cierto es que el covid-19 reúne una variedad de temores particularmente inflamables: medicina, información, poder y tecnología. Las afirmaciones sobre el vínculo entre el 5G y el virus comenzaron a verse por primera vez en redes a finales de enero. Una de las teorías es que suprime el sistema inmune. Aunque la más generalizada es que infecta a la población la por radiación transmitida a través de ondas.

Desde que comenzó la pandemia se han registrado varios ataques a torres o mástiles de telefonía móvil en todo el Reino Unido. “Si ya es bastante desgarrador que las familias no puedan estar al lado de los seres queridos que están gravemente enfermos, es aún más impactante que incluso el pequeño consuelo de una llamada telefónica o una videollamada se les niegue por las acciones egoístas de unos pocos teóricos de conspiraciones”, denunció el director ejecutivo de Vodafone, Nick Jeffery.

A contract crew from Verizon installs 5G telecommunications 
equipment on a tower in Orem, Utah, U.S. December 3, 2019

En este sentido, los investigadores de la Universidad de Northumbria han descubierto que aquellos que creen que la red 5G es la culpable de la pandemia tienen más probabilidades de sufrir “arrebatos de ira y niveles de paranoia temporales y de corta duración” y son más propensos a repetir ataques violentos.

Una 'mano negra' tras la pandemia

Una de las máximas que se repite en este tipo de creencias es la presencia invisible de una mano poderosa, secreta, a menudo oculta, empeñada en la dominación global. En la lista nunca suelen faltar los Illuminati, la sociedad secreta fundada en 1776 en Baviera por un profesor de derecho anticlerical llamado Adam Weishaupt. Entre sus miembros actuales, según los conspiracionistas, está el Papa y Beyoncé.

Asimismo, también se suele culpar a los judíos. Alrededor de una quinta parte de los encuestados en el estudio de la Universidad de Oxford defiende que “los judíos han creado el virus para colapsar la economía con fines de lucro”.

Una quinta parte de los encuestados defiende que “los judíos han creado el virus para colapsar la economía con fines de lucro”

Ahora hay nuevas incorporaciones como la de Bill Gates, el segundo hombre más rico del mundo. El pasado 14 de mayo, la diputada italiana Sara Cunial pronunció un discurso en el mismísimo parlamento alegando que la “verdadera razón” por la que el empresario y filántropo estaba interesado en desarrollar una vacuna contra el covid-19 era la “dominación absoluta” de la población mundial, por lo que llegó a pedir incluso que fuera juzgado por “crímenes contra la humanidad”.

Ya no se trata de un “bot” en redes sociales, sino de un representante político hablando en el Palazzo Montecitorio. El video se ha convertido en viral.

Según una encuesta de Yahoo News / YouGov un 44% de los votantes republicanos en Estados Unidos creen en las teorías de conspiración sobre Gates. Y en Inglaterra, según el estudio de la Universidad de Oxford, el 8% de los encuestados cree que el empresario ha creado el virus para reducir la población mundial.

Antivacunas y un "complot" contra Trump

Según The Telegraph, a nivel global, una de las grandes gurús para los conspiracionistas es Judy Mikovits, la que fuera directora del Instituto Whittemore Peterson (WPI), un centro de investigación privado en Nevada del que fue despedida tras una polémica publicación. Ahora es protagonista del documental “Plandemic”, donde afirma que el virus se originó entre el Instituto de Investigación Médica de Enfermedades Infecciosas del Ejército de Estados Unidos. Entre otros, defiende que el covid- 19 es un “catarro fuerte” y que el uso de mascarillas es contraproducente. Recientemente ha publicado el libro “Plague of Corruption: Restoring Faith in the Promise of Science”, que ha sido número uno en la lista de bestsellers impresos de Amazon y número dos en la lista del New York Times.

Por cierto que el documental ha corrido como la pólvora en redes gracias a QAnon, un individuo anónimo o más probable un grupo, conocido por promover teorías de la conspiración a la web “4chan”, cuya base de usuarios de extrema derecha están convencidos de que hay un “complot” contra Donald Trump. El año pasado, el FBI destacó a QAnon en un documento donde lo identificaba como posible amenaza terrorista.

Las teorías de Mikovits y otros antivacunas son tratadas asiduamente, sobre todo desde el inicio de la pandemia, en un canal independiente británico llamado “London Real”. Fue fundado en 2011 como un podcast por un ex banquero estadounidense llamado Brian Rose, “como antídoto”, como él lo describe, “a los efectos entumecedores de los principales medios de comunicación”.

A protester holds up a placard with a message against Bill Gates, 
during a demonstration against the lockdown imposed 
to slow down the spread of the coronavirus disease (COVID-19), in Berlin

La plataforma, que opera desde estudios en Shoreditch (Londres), está dando especial protagonismo estos días a David Icke, quien se presenta como hijo de Dios y defiende que hay una “una raza de depredadores reptiles pedófilos satanistas que toman forma humana y ocupan posiciones de poder global, que convertirán a la humanidad en una raza esclava”. Su canal oficial de YouTube, con alrededor de 900.000 suscriptores, fue eliminado el pasado mes de mayo debido a una “violación continua” de sus políticas sobre la transmisión de información sobre el covid-19. Facebook también ha eliminado su página oficial. Sus afirmaciones incluyen que Bill Gates ha “comprado todo el sistema médico global” y que la vacuna contra el coronavirus será un “chip de nanotecnología” que “transformará a todos en humanos biológicos sintéticos sin capacidad para procrear”.

PD. Al terminar la crónica, echo un vistazo a Twitter. Uno de los comentarios que acabo de recibir sobre una noticia de mascarillas es el siguiente: “Espero que NO [sea obligatoria llevarla]. La mascarilla es control total de los Gobiernos y el virus es una farsa, no es más que una gripe muy contagiosa y la excusa para la vacunación”.

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