domingo, 17 de abril de 2022

***MASONERÍA: ¿Ha entrado el “humo de Satanás” en la Semana Santa de Málaga?

¿Ha entrado el “humo de Satanás” 
en la Semana Santa de Málaga?
15-4-22

El hermano mayor, Manuel Corcelles, entrega la medalla del centenario de la Archicofradía de la Exaltación a María Gámez. (Foto: Diario Sur)

AR.- No podía ser real pero lo era. Muchos católicos malagueños tuvieron que chasquear los dedos para que la realidad se impusiera a lo que creían una pesadilla, pero no, se trataba de la amarga constatación de que acaso el “humo de Satanás” ha entrado también en nuestra Semana Santa.

María Gámez ha recibido la medalla del centenario de la Expiración y ha dado los primeros toques al trono de la Virgen de los Dolores Coronada, un privilegio que supuestamente se otorga a quienes se han significado por su defensa de la fe católica. Para los que tienen la suerte de no conocerla, María Gámez es una socialista adscrita al feminismo más feroz, rabiosa defensora del aborto y de todas las pandemias morales aprobadas por el gobierno de Sánchez, y que deberían execrar la conciencia de cualquier cristiano. Por su pertenencia irrestricta a la castuza, María Gámez, sin embargo su ejemplar medianía, es compensada una y otra vez con puestos políticos del máximo rango. Fue delegada del gobierno andaluz en Málaga durante los gobiernos corruptos de Chaves y Griñán; varias veces candidata socialista a la Alcaldía malagueña, pese a sus continuos reveses en las urnas, y ahora directora general de la Guardia Civil. Si el duque de Ahumada levantara la cabeza…

De ella no sería posible recordar nada brillante, una idea genial, nada que contribuyese a mejorar las condiciones de vida de la gente. Ni falta que le hacía. Le bastó con ser una sectaria de tomo y lomo y una recalcitrante feminista para llegar donde no habría llegado nunca en una sociedad meritocrática y menos corrompida que la española. Tras verla recibir la medalla sobre el suelo ajedrezado de la cofradía, muchos nos preguntamos si algún día las túnicas de nazareno dejarán paso a los mandiles.

De entre todos los católicos que tenía a mano la Cofradía de la Expiración para otorgarle su medalla de oro, eligió a la que por sus actos menos merecía dicha distinción cofrade. ¡No tenéis vergüenza! Porque si la tuvierais, si os tomarais en serio lo que comporta llamarse cristiano, nunca habríais tenido la indecencia de rendir homenaje a la dirigente de un partido que acaba de criminalizar, con penas de prisión, a la gente que acude a rezar frente a las clínicas abortistas. ¿Qué deberían pensar los católicos coherentes con su fe y con los principios que son a modo de roca viva sobre la que se apoya el Cristianismo? Condecorasteis a quien no dudaría en enviaros a la cárcel si trataseis pacíficamente, con las oraciones como único arma, de disuadir a una abortista. Como si Alcohólicos Anónimos distinguiera a un tabernero. O las madres contra las drogas a Sito Miñanco. ¡No tenéis vergüenza!

Hay mucha desproporción en esta ley impulsada por el partido de María Gámez, que solo puede entenderse desde esa obsesión enfermiza de la izquierda por implantar una cultura de la muerte.

Tenemos al enemigo en nuestras instituciones y las está utilizando para dañar seriamente nuestra identidad y nuestra fortaleza. El porvenir cristiano de Europa está en peligro. Existe una palabra para esto, se llama traición. Porque nos están debilitando a todos los niveles. Porque un árbol sin raíces se muere, es cuestión de tiempo. Y el ataque al que nos están sometiendo políticas como María Gámez apunta directamente a la raíz.

El progreso de nuestra civilización se sustenta en los valores cristianos, en la dignidad del ser humano como individuo. Por tanto los ataques al cristianismo y a los principios que emanan de él, que básicamente determinan nuestro modo de vida, nos coloca en situación de indefensión.

Desdibujar el verdadero origen de nuestra Semana Santa, por ejemplo, condecorando a una abortista, no solamente es una desvergüenza, también una irreverencia absoluta. Lo que diferencia a las entidades cristianas de la masonería es que las primeras representan (o deberían representar) una concepción del ser humano como hecho trascendente, en la que se reconoce como hecho innegociable y fundamental el derecho a la Vida que socialistas como María Gámez han proscrito, con el resultado de miles de nonatos asesinados cada año.

Acto de la liberación en la puerta de la Catedral

Los rituales callejeros de la Semana Santa son en ocasiones un ejercicio de vanidades y postureos. Por ejemplo, la prerrogativa regia de la cofradía El Rico para liberar cada año a un preso es una de ellas. Sentimos pena de ese pobre robaperas que fue indultado a pocas semanas de que expirara su condena, solo para que representantes estamentales, entre ellos la ministra socialista de Justicia, pudiesen lucirse y exhibir una falsa conmiseración cristiana como parte del espectáculo. Viéndolos a ellos y a ellas tan formales y recatados, pese a lo que representan y a la forma en la que lo que representan nos empobrece más cada día, alineados en un estrado levantado junto a la catedral, con sus miradas arrobadas, concluimos que la justicia divina, la de verdad, se habría hecho también justa con cualquiera de ellos en el humillante papel del reo, al menos de acuerdo a los preceptos que debe observar un cristiano.

Si se pierde la religiosidad y el sentido de la Pasión de Cristo; si se olvidan las enseñanzas fundamentales de los Evangelios, para convertir la Semana Santa en espectáculo de masas sin apenas sustancia cristiana, entonces la Semana Santa queda reducida a grisura espiritual, y consiguientemente, a la conversión de la Muerte de Dios en una simple parodia.

Entre los resquicios, entre las grietas de la estructura de poder que despliega su autoridad sobre nosotros, se escapan pequeñas briznas de humo que nos indican que en algún sitio, aunque no lo veamos, hay fuego, consecuencia de la batalla que el Mal ha emprendido contra el Hombre, porque en eso consiste esta guerra invisible: en la destrucción del Hombre, tanto en su faceta espiritual como física. Sigamos el rastro del humo para identificar al enemigo y poder defendernos. Dios está con nosotros.