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jueves, 28 de diciembre de 2017

¿Lo sobrenatural? No siempre viene de Dios; puede venir del diablo

¿Lo sobrenatural? 
No siempre viene de Dios; puede venir del diablo
FUENTE: Avvenire 
Recientemente, la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) ha comenzado a distribuir en España el libro Místicos, videntes y médiums. Análisis comparativo entre las diversas experiencias del más allá, escrito por el sacerdote dominico y exorcista François-Marie Dermine, y traducido al español por el también dominico Rafael María Rossi, miembro de la RIES.
La obra está despertando el interés de mucha gente, especialmente exorcistas, además de otros sacerdotes, laicos responsables de grupos de oración carismáticos, médicos y otros colaboradores en el ministerio del exorcismo o en la oración de liberación. Recordamos que puede adquirirse contactando directamente con su Secretaría para España (ries.secr@gmail.com). Las personas que tengan interés en esta obra en América Latina, pueden dirigirse a la librería que lo distribuye desde Argentina: Lectio (librerialectio@arnet.com.ar).
Para conocer un poco más a fondo el carácter del libro, recogemos a continuación la traducción al español del reportaje que escribió en su día Maurizio Blondet para el diario Avvenire, cuando fue publicada la obra original en italiano, a cargo de la Libreria Editrice Vaticana (año 2002).
Lo sobrenatural puede provenir de “otro”
“Lo admito: escribí un libro bastante pesado”, comienza François-Marie Dermine. Para un libro tituladoMistici, veggenti e medium. Esperienze dell’aldilà a confronto, no es sólo una alabanza: una obra de raro rigor crítico en un campo abierto a lo sensacional y a todo tipo de autoilusiones facilonas. No es casualidad que François-Marie (nacido en Canadá, pero que enseña Teología en Bolonia) sea dominico.
Una orden formada –y en otro tiempo experta– en el “discernimiento de los espíritus”. De hecho, fray Dermine fue llamado a estudiar el caso de Vassula Ryden, la vidente ortodoxa que recibe “comunicaciones” con un trasfondo cristiano y que ha sido condenada por la Iglesia. “Me di cuenta de que la mujer es una médium. Y, quizás de buena fe, se equivoca sobre la naturaleza de los fenómenos”
¿Se equivoca? “Como muchos, incluso bien intencionados, tal vez cristianos”, advierte el dominico. “Hoy la gente no sabe, o ya no sabe, que lo ‘sobrenatural’ [fenómenos que parecen superar las posibilidades de la fisiología] no es en sí mismo y por sí mismo sobrenatural. La comunicación o el ‘don’ puede provenir de ‘otro’ alarmante, que no es Dios. Esto debe tenerse en cuenta, por ejemplo, en el caso de las estatuas de la Virgen que lloran”.
Un presunto “don” que se puede rechazar
¿Y cómo se distingue el “espíritu” que actúa? La respuesta es compleja. Pero el padre François-Marie evoca la actitud de las personas entre las que se produce el fenómeno, y que podrían ser los médiums que inconscientemente lo producen. A veces, dice, si la persona “renuncia” al fenómeno, vemos que el fenómeno desaparece.
“Conocí a un cierto Michel Beret, que tenía una capacidad real de precognición. Estaba convencido de que era un regalo natural y personal; pero en un momento determinado comenzó a ser acosado por fenómenos de Poltergeist, a obsesionarse con ideas suicidas, y ‘renunció’ a su don. Y lo ha perdido desde entonces”.
Entonces, ¿no era de él, sino que venía de Alguien con quien es mejor no tener trato? Porque si lo sobrenatural (y lo preter-natural) no es necesariamente sobrenatural, “también debemos advertir contra el error opuesto”, dice el dominico: “pensar que ciertas posibilidades paranormales son parte de la naturaleza humana”. Y aquí se abre un vasto y ambiguo campo.
Los riesgos de la magia y el orientalismo (gnóstico)
Por un lado, sí existe “una fisiología sutil del hombre, no muy investigable”, que puede producir fenómenos paranormales. Y esto puede conducir a la magia, como una “técnica efectiva” para explotar posibilidades increíbles.
Por otro lado, las doctrinas orientales, profundas y prestigiosas (“o gnósticas”, afirma el padre François-Marie), suponen que el hombre es “naturalmente divino”, una “chispa” que puede, o debe, volver a fundirse en el Fuego divino original, del cual se ha separado o ha emanado. “Estas doctrinas a menudo suponen una teología emanacionista: Dios no ha creado libremente las cosas y el hombre, sino que una divinidad (impersonal) ha emanado el mundo desde su misma sustancia”.
Por esta razón, el budismo y el hinduismo divergen de la manera más radical del cristianismo. Y los métodos ascéticos de esas doctrinas no pueden ser usados sin riesgo por el cristiano. “Sobre todo, el asceta y el místico cristiano saben”, dice el dominico, “que las realidades sobrenaturales no se deben a él; que no puede merecerlos. Además, el santo místico cristiano nunca busca los ‘fenómenos’ del misticismo, ni siquiera el éxtasis. El asceta cristiano practica el ascetismo para preparar el corazón para recibir a Dios, la persona amada, no para obtener ‘poderes’. El místico hindú busca activamente el éxtasis, como una ‘experiencia’ de fusión en lo divino”.
Lo peculiar de la mística cristiana: relación
Es precisamente esto lo que seduce en las doctrinas orientales, observo. El padre asiente: “porque el hombre de hoy no se fía más que de sí mismo. Y de la técnica. Y estas doctrinas ofrecen precisamente las técnicas para alcanzar lo divino, considerado como accesible. En el fondo está la seducción de la técnica”.
Sin embargo, ¿no es desalentador que la fe cristiana no tenga técnicas ascéticas? ¿No es una carencia? “El punto”, es la respuesta, “es que no existe ninguna técnica que permita entrar en una relación con otra persona. Y el Dios que se nos ha revelado es una Persona, un Otro libre y autónomo. No existen manuales –aunque se escriban, especialmente en Estados Unidos– para encontrar a la mujer amada o para hacer amigos. Para encontrarse con el otro (o el Otro) no sirve una técnica, sino una disposición: darse a sí mismo”.
Ésta es la diferencia. En la fe de Cristo, hay una discontinuidad radical entre lo natural y lo sobrenatural, entre el hombre y Dios. “Pero esta discontinuidad no es oposición. Igual que un trozo de madera no es una estatua y no puede convertirse en ella por sí solo, sino que puede convertirse en una estatua en manos del escultor (ya que nada en la madera lo impide), de la misma manera el hombre no es ‘naturalmente divino’, pero puede obtener la unión con el Otro, el Otro libre que nos ama”.
Superar la búsqueda espiritual solitaria
Es una buena diferencia. ¿Pero bastará para convencer a los buscadores –y no son pocos– de la espiritualidad oriental? ¿Cómo los convencería el padre François-Marie? “Lo intentaría así: el camino que te proponen esas doctrinas es solitario. Quien parte del presupuesto ‘Yo soy Dios’ no encuentra a nadie más que a sí mismo”.
De hecho, en el yoga, el estado de liberación se llama honestamente “soledad”. “Pero yo, tú… ¿realmente queremos estar tan solos? Estamos hechos para ir en compañía: de un tú o de un Tú”. 
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