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lunes, 31 de marzo de 2014

Vidal-Quadras abandona el PP después de 30 años y se incorpora a VOX: 'Queremos la unidad. de España y la derrota de ETA. Mayor Oreja también planta al PP. Entrevista de Vidal-Quadras en IE-TV (1208)


Alejo VIDAL-QUADRAS
(Entrevistado en TV-IE, el 10/3/2013)





La voz en off es la de la intervención de Alejo 
en la Asamblea Extraordinaria Inaugural del partido


*VIDAL-QUADRAS explica su ABANDONO del PP
Sólo por el discurso de Rajoy en Barcelona ha merecido la pena Vox'
El vicepresidente del Parlamento Europeo asegura en declaraciones a Gaceta.es que se incorporará a 'Vox' de forma inmediata y que participará en sus primarias para designar candidatos al Parlamento Europeo.

*REACCIONES POLÍTICAS
Vox celebra con orgullo su incorporación
'“Reforzará nuestra imagen y nuestras posibilidades de cara a las europeas”.



*EXCLUSIVA en INTERECONOMÍA TV
Vidal-Quadras: 'Queremos la unidad de España y la derrota de ETA'
Federico Jiménez Losantos ha entrevistado a Alejo Vidal Quadras tras su incorporación a VOX. Vidal Quadras ha explicado los motivos que le han llevado a dejar el Partido Popular tras 30 de militancia.

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Vox da la bienvenida a Alejo Vidal-Quadras

Madrid, lunes 27 de enero de 2014.- El presidente del Comité Político Provisional de Vox, José Luís González Quirós, se ha felicitado que Alejo Vidal-Quadras haya decidido unirse a esta formación política y le da la más cordial bienvenida en nombre de todo el partido.
Asimismo ha reconocido que “el capital político de Alejo Vidal-Quadras reforzará la proyección y la solidez del nuevo proyecto” y espera pueda encabezar la lista europea tras las primarias que se celebrarán entre todos los militantes de Vox y que se convocarán en una Asamblea extraordinaria prevista para primeros de marzo.
Vox se congratula de iniciar su historia electoral celebrando primarias para unas elecciones europeas. González Quirós ha explicado que en estas primarias participarán todos los militantes, bien de manera presencial, bien a través de un sistema digital con garantía notarial que será la primera vez que se estrene en España.

Vox, una propuesta democrática y liberal
José Luis González Quirós
Presidente del comité provisional de VOX

Vox es un proyecto político que parece haber nacido con fortuna, pero, como todo lo que innova, no sin riesgos. No solo los adversarios, que están para eso, sino muchas personas de buena voluntad pueden tender a encasillarnos como un partido al servicio de las víctimas y de la unidad nacional, y aunque ambos formas de considerarnos sean motivo de orgullo, resultan insuficientes para comprender lo que pretendemos y esperamos lograr. Ni Vox es de nadie, salvo de sus militantes y simpatizantes, porque la democracia interna más abierta y consecuente va a ser una seña permanente de nuestra actuación, ni esas dos causas tan nobles constituyen la raíz de la que nos nutrimos. Nuestro pensamiento brota del amor a la libertad, y a la democracia como su mejor encarnación política, y, consecuentemente, de nuestro amor a España, porque no puede haber democracia alguna si no se parte de un espacio, un censo, y una ley, que, en este caso, es la Constitución de 1978, que apreciamos y que, por ese mismo aprecio, a ella y a la Nación que la funda, queremos mejorar.

VOX, nuevo partido de centro-derecha, propone acabar con el actual Estado autonómico, regenerar la Democracia, combatir el Aborto, mantener una firme política anti-ETA,...Manifiesto y Eco en la Prensa


VOX propone acabar con el actual Estado autonómico, regenerar la democracia, mantener una política antiterrorista firme y fomentar una economía libre, pero controlada por organismos reguladores eficaces. Se manifiesta contra el aborto y a favor de mantener la monarquía, aunque reglamentando su funcionamiento para terminar con ciertas "lagunas".


'Vox' complica la vida al PP de cara a las europeas

LaGaceta-EURICO CAMPANO (19 de enero de 2014): El nuevo partido no ha desvelado aún el nombre de su candidato pero fuerza a Génova a moverse con rapidez,....

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México: Grandeza y miseria de los aztecas (1278)




Revista FE y Razón-José María Iraburu (Marzo 2014): Grandeza y miseria de los aztecas

En el inmenso territorio que llamamos México, y que hoy concebimos como una unidad nacional, coexistieron muchos pueblos diversos: al sur mayas, zapotecas, al este olmecas, totonacas, toltecas, al centro tlaxcaltecas, tarascos, otomíes, chichimecas, al norte pimas, tarahumaras, y tantos más, ajenos unos a otros, y casi siempre enemigos entre sí. Entre todos ellos habían de distinguirse muy especialmente los aztecas, que, procedentes del norte, fueron descendiendo hacia los grandes lagos mexicanos, hacia la región de Anáhuac. Conducidos por su dios Huitzilopochtli –para los españoles, Huichilobos–, dios guerrero y terrible, llegaron en 1168 al valle de México, término que procede de Mexitli, nombre con el que también se llamaba Huitzilopochtli, y establecieron en Tenochtitlán su capital.

De este modo, el pueblo azteca, convencido de haber sido elegido por los dioses para una misión grandiosa, fue desplazando a otros pueblos, y ya para 1400 toda la tierra vecina del lago estaba en sus manos. En 1500, poco antes de la llegada de los españoles, el imperio azteca reunía 38 señoríos, y se sustentaba en la triple alianza de México (Tenochtitlán), Texcoco y Tacuba (Tlacopan).

El pueblo azteca llevó a síntesis lo mejor de las culturas creadas por otros pueblos, como los teotihuacanos y los toltecas. Organizado en clanes, bajo un emperador poderoso y varios señores, fue desarrollándose con gran prosperidad. En astronomía alcanzó notables conocimientos, elaboró un calendario de gran exactitud, y logró un sistema pictográfico e ideográfico de escritura que, con el de los mayas, fue el único de la América prehispánica.

Por otra parte, los aztecas, aunque no conocían la rueda ni tenían animales de tracción, construyeron con gran destreza caminos y puentes, casas, acueductos y grandiosos templos piramidales. Ignoraban la moneda, pero dispusieron con mucho orden enormes mercados o tianguis. Tampoco conocían el arado – pinchaban la tierra con una especie de lanza –, pero hicieron buenos cultivos, aunque reducidos, ingeniándose también para cultivar en chinampas o islas artificiales.

En cuando a las artes diversas, los pueblos indígenas de México alcanzaron un alto nivel de perfección técnica y estética.

Así, en 1519, antes de la conquista, los objetos que Hernán Cortés envió a Carlos I – una serie de objetos indios de oro, plata, piedras preciosas, plumería, etc., que había recibido de los mayas, de los totonacas y de los obsequios aztecas de Moctezuma – causaron en Europa verdadera impresión. Alberto Durero, que pudo verlos en Flandes en la corte del emperador, escribió en su Diario: “A lo largo de mi vida, nada he visto que regocije tanto mi ciorazón como estas cosas. Entre ellas he encontrado objetos maravillosamente artísticos... Me siento incapaz de expresar mis sentimientos” (J.L. Martínez, Cortés 187).

La ciudad grandiosa

La capital del imperio azteca era Tenochtitlán, construida en una laguna, y consagrada en 1325 con la dedicación, en su mismo centro, de un grandioso templo piramidal o teocali (de teotl, dios, y cali, casa).

Cuando en noviembre de 1519 los españoles avistaron por primera vez aquella ciudad formidable, una de las mayores del mundo en aquella época, quedaron realmente asombrados... “Desde que vimos cosas tan admirables –cuenta el soldado Bernal Díaz del Castillo–, no sabíamos qué decir, o si era verdad lo que por delante parecía, que por una parte en tierra había grandes ciudades, y en la laguna otras muchas... y por delante estaba la gran ciudad de México; y nosotros aún no llegábamos a cuatrocientos soldados” (cp. 88)...

Cuatro días más tarde, ya entrados en la ciudad, Cortés y los suyos, a caballo los que lo tenían, y acompañados de caciques aztecas, salieron a visitar aquella gran ciudad formidable. Lo primero que visitaron fue el tianguis, el inmenso mercado de la plaza de Tlatelolco: mantas multicolores y joyas preciosas, animales y esclavos, alimentos y bebidas, plantas y pájaros, allí había de todo, distribuido con un orden perfecto.

“Solamente el rumor y zumbido de las voces y palabras que allí había –cuenta Bernal– sonaba más que de una legua, y entre nosotros hubo soldados que habían estado en muchas partes del mundo, y en Constantinopla, y en toda Italia y Roma, y dijeron que plaza tan bien compasada y con tanto concierto y tamaña y llena de tanta gente no la habían visto”. Y junto a esto, “veíamos en aquella gran laguna tanta multitud de canoas, unas que venían con bastimentos y otras que volvían con cargas y mercaderías;... y veíamos en aquellas ciudades cúes y adoratorios a manera de torres y fortalezas [pirámides truncadas], y todas blanqueando, que era cosa de admiración, y las casas de azoteas” (cp. 92).

Otro soldado, Alonso de Aguilar, al visitar también aquella gran ciudad aún no conquistada, confiesa que “ponía espanto ver tanta multitud de gentes”, y escribe: “Tendría aquella ciudad pasadas de cien mil casas, y cada una casa era puesta y hecha encima del agua en unas estacadas de palos, y de casa a casa había una viga y no más por donde se mandaba, por manera que cada casa era una fortaleza” ( Relación, 5ª jornada).

Año y medio más tarde, el 13 de agosto de 1521, el poder azteca que tenía su centro en aquella gran ciudad de Tenochtitlán, se vendría abajo para siempre, dando lugar a la Nueva España.

Religiosidad y altura moral

Cuando los españoles entraron en México, fueron descubriendo pueblos profundamente religiosos, en los que la religiosidad era propiamente la forma fundamental de la existencia individual y familiar, social y política. Tenían, aunque politeístas, alguna idea de un Dios superior, creador de todo, inmortal e invisible, sin principio ni fin, Hunab Ku, para los mayas, Pije Tao para los zapotecas... También tenían cierta noticia de una retribución final tras la muerte, y practicaban, concretamente los mayas y aztecas, una ascética religiosa severa, con oraciones, ayunos y rigurosas mortificaciones sangrientas.

Las oraciones aztecas que nos han llegado son realmente maravillosas en la profundidad de su sentimiento y en la pureza de su idea: “¡Oh valeroso señor nuestro, debajo de cuyas alas nos amparamos y defendemos y hallamos abrigo! ¡Tú eres invisible y no palpable, bien así como la noche y el aire! ¡Oh, que yo, bajo y de poco valor, me atrevo a parecer delante de vuestra majestad!... Pues ¿qué es ahora, señor nuestro, piadoso, invisible, impalpable, a cuya voluntad obedecen todas las cosas, de cuya disposición pende el regimiento de todo el orbe, a quien todo está sujeto, qué es lo que habéis determinado en vuestro divino pecho?” ( Sahagún, VI,1)...

Con algunas excepciones, casi todos esos pueblos, mayas, aztecas, totonacas, obsesionados por el misterio del devenir y de la muerte, practicaban sacrificios humanos, de enigmática significación. Coincidiendo con otros autores, Christian Duverger, al estudiar la economía del sacrificio azteca, ve en éste un intento de sostener y dinamizar los ciclos vitales, ya que “la muerte libera un excedente de energía vital”... Y precisamente en el sacrificio ritual, la artificialidad de la muerte provocada es lo que hace posible orientar hacia los dioses esa energía, logrando así que se “transmute la fuga de fuerzas en brote de potencia” ( La flor letal, 112s). De este modo la sangre humana ofrecida a los dioses, vitaliza las fuentes de toda energía, y alimenta las reservas de fuerza que el sol simboliza, concentra e irradia.

La educación azteca era también profundamente religiosa. Junto a ciertos conocimientos manuales, guerreros, musicales o astrológicos, o de higiene, cortesía y oratoria, se iniciaba a los muchachos, entre los 10 y los 20 años, en la oración, en el servicio a los ídolos, en la castidad, con muy severas prácticas penitenciales. Y la ascesis era tanto más dura cuanto más alta era la condición social de los muchachos. En la alta sociedad, por ejemplo, la embriaguez podía ser castigada con la muerte. Ya aludimos más arriba al cuadro realmente impresionante que traza Bernardino de Sahagún cuando describe la antigua pedagogía religiosa de los indios de la Nueva España (Historia General lib. VI).

Concretamente, a quienes por su cuna estaban destinados a ocupar lugares de autoridad se les educaba desde niños en el autodominio y la más profunda humildad religiosa: “Mira que no sea fingida tu humildad, mira que nuestro señor dios ve los corazones y ve todas las cosas secretas, por muy escondidas que estén; mira que sea pura tu humildad y sin mezcla alguna de soberbia” (lib.VI, 20)... Entre los aztecas, como observa Jacques Soustelle, “el ideal de la clase superior es una gravitas completamente romana en la vida privada, en las palabras, en la actitud, junto con una cortesía exquisita” ( La vida 222).

Es interesante observar, por otra parte, que estas grandes culturas, al mismo tiempo que sufrieron muy graves desviaciones de la vida sexual, a su modo apreciaron mucho la castidad, y supieron inculcarla eficazmente. En este sentido, la llegada de los españoles pudo ocasionar cierta relajación, al menos en determinados aspectos. Así, por ejemplo, refiere Diego de Landa que las mujeres mayas del Yucatán “preciábanse de buenas y tenían razón, porque antes que conociesen nuestra nación, según los viejos ahora lloran, lo eran a maravilla” ( Relación cp. 5).

Las grandes cualidades de los indios

Las cualidades de los indios mexicanos impresionaron a los primeros españoles quizá aún más que sus vicios y horribles supersticiones. Un franciscano, por ejemplo, de la primera evangelización, Motolinía, habla muchas veces de los indios de México con verdadero entusiasmo. En su Historia de los indios de la Nueva España, aunque se refiere generalmente a indios recién cristianos – la termina en 1541 – refleja también en buena parte lo que aquellos indios ya eran antes del Evangelio:

“Estos indios casi no tienen estorbo que les impida para ganar el cielo, de los muchos que los españoles tenemos, porque su vida se contenta con muy poco, y tan poco que apenas tienen con qué se vestir y alimentar. Su comida es paupérrima, y lo mismo es el vestido. Para dormir, la mayor parte de ellos aún no alcanzan una estera sana. No se desvelan en adquirir ni guardar riquezas, ni se matan por alcanzar estados ni dignidades. Con su pobre manta se acuestan, y en despertando están aparejados para servir a Dios, y si se quieren disciplinar [para hacer penitencia], no tienen estorbo ni embarazo de vestirse y desnudarse. Son pacientes, sufridos sobre manera, mansos como ovejas. Nunca me acuerdo haberlos visto guardar injuria; humildes, a todos obedientes, ya de necesidad, ya de voluntad, no saben sino servir y trabajar. Todos saben labrar una pared y hacer una casa, torcer un cordel, y todos los oficios que no requieren mucha arte. Es mucha la paciencia y sufrimiento que en las enfermedades tienen. Sus colchones es la dura tierra, sin ropa ninguna; cuando mucho tienen una estera rota, y por cabecera una piedra o un pedazo de madero, y muchos ninguna cabecera, sino la tierra desnuda. Sus casas son muy pequeñas, algunas cubiertas de un solo terrado muy bajo, algunas de paja, otras como la celda de aquel santo abad Hilarión, que más parecen sepultura que no casa”.

“Están estos indios y moran en sus casillas, padres y hijos y nietos; comen y beben sin mucho ruido ni voces. Sin rencillas ni enemistades pasan su tiempo y vida, y salen a buscar el mantenimiento a la vida humana necesario, y no más. Si a alguno le duele la cabeza o cae enfermo, si algún médico entre ellos fácilmente se puede haber, sin mucho ruido ni costa, vanlo a ver, y si no, más paciencia tienen que Job...”

“Si alguna de estas indias está de parto, tienen muy cerca la partera, porque todas lo son. Y si es primeriza va a la primera vecina o parienta que le ayude, y esperando con paciencia a que la naturaleza obre, paren con menos trabajo y dolor que las nuestras españolas... El primer beneficio que a sus hijos hace es lavarlos luego con agua fría, sin temor que les haga daño. Y con esto vemos y conocemos que muchos de éstos así criados desnudos, viven buenos y sanos, y bien dispuestos, recios, fuertes, alegres, ligeros y hábiles para cuanto de ellos quieren hacer; y lo que más hace al caso es, que ya que han venido en conocimiento de Dios, tienen pocos impedimentos para seguir y guardar la vida y ley de Jesucristo”. Y añade: “Cuando yo considero los enredos y embarazos de los españoles, querría tener gracia para me compadecer de ellos, y mucho más y primero de mí” (I, 14, 148-151).

El Señor, “que enseña al hombre la ciencia, ese mismo proveyó y dio a estos Indios naturales grande ingenio y habilidad para aprender todas las ciencias, artes y oficios que les han enseñado, porque con todos han salido en tan breve tiempo, que en viendo los oficios que en Castilla están muchos años en los aprender, acá en sólo mirarlos y verlos hacer, han muchos quedado maestros. Tienen el entendimiento vivo, recogido y sosegado, no orgulloso ni derramado como otras naciones... Aprendieron a leer brevemente así en romance como en latín... Escribir se enseñaron en breve tiempo, y si el maestro les muda otra forma de escribir, luego ellos también mudan la letra y la hacen de la forma que les da su maestro”. Todas las ciencias, artes y oficios –la música y el canto, la gramática y la pintura, la orfebrería, la imaginería o la construcción–, todas las aprendían de tal modo que con frecuencia superaban en poco tiempo a los maestros españoles (III, 12-13, 398-411).

Dominadores de muchos pueblos

El mesianismo azteca tenía sus fundamentos en el gremio sacerdotal y en una formidable casta de guerreros. De este modo la potencia del pueblo azteca fue sujetando poco a poco bajo su dominio a muchos pueblos y señoríos. Los embajadores aztecas, con grandiosa pompa y acompañamiento, visitaban estos pueblos y les invitaban a ser súbditos. La embajada de Tenochtitlán era la primera. Si no bastaba, seguía la de Texcoco, y si tampoco ésta conseguía el objetivo, a la embajada de Tlacopan correspondía el ultimátum, la última advertencia. Una vez sujetada la ciudad o provincia por la razón o la fuerza guerrera, se procedía a las ceremoniosas negociaciones, en las que se fijaban los tributos ( Soustelle 203-213). Los pueblos sujetos conservaban normalmente sus propios señores y leyes, sus idiomas, costumbres y dioses, aunque habían de reconocer también al dios nacional azteca.

Por otra parte, como hace notar Alvear Acevedo, hay que tener en cuenta que “la guerra, la conquista y el sometimiento de otros pueblos, tenían motivos económicos y políticos, pero también razones religiosas de búsqueda de prisioneros para su inmolación” (p. 87). En todo caso, a principios del siglo XVI, el emperador Moctezuma, el gran tlatoani (de tlatoa, el que habla), recibía tributo de 371 pueblos. Cada semestre, pasaban los recaudadores o calpixques a recoger los impuestos que en especies y cuantías estaban perfectamente determinados. Así era el gran imperio azteca, y el náhuatl era su lengua.

Esta ambiciosa política guerrera de los aztecas trajo una muy precaria paz imperial entre los pueblos, pues, como señala Motolinía, “todos andaban siempre envueltos en guerra unos contra otros, antes que los Españoles viniesen. Y era costumbre general en todos los pueblos y provincias, que al fin de los términos de cada parte dejaban un gran pedazo yermo y hecho campo, sin labrarlo, para las guerras. Y si por caso alguna vez se sembraba, que era muy raras veces, los que lo sembraban nunca lo gozaban, porque los contrarios sus enemigos se lo talaban y destruían” (III, 18, 450).

El lado siniestro de un mundo pagano

Según narra Bernal Díez del Castillo, los soldados españoles, primero en Campeche, en 1517, al oeste del Yucatán, y pronto a medida que avanzaban en sus incursiones, fueron conociendo el espanto de los templos de los indios, donde se sacrificaban hombres, y el horror de los sacerdotes, papas, “los cabellos muy grandes, llenos de sangre revuelta con ellos, que no se pueden desparcir ni aun peinar”... Allí vieron “unas casas muy grandes, que eran adoratorios de sus ídolos y bien labradas de cal y canto, y tenían figurado en unas paredes muchos bultos [imágenes] de serpientes y culebras grandes, y otras pinturas de ídolos de malas figuras, y alrededor de uno como altar, lleno de gotas de sangre” (cp. 3). En una isleta “hallamos dos casas bien labradas, y en cada casa unas gradas, por donde subían a unos como altares, y en aquellos altares tenían unos ídolos de malas figuras, que eran sus dioses. Y allí hallamos sacrificados de aquella noche cinco indios, y estaban abiertos por los pechos y cortados los brazos y los muslos, y las paredes de las casas llenas de sangre” (cp.13). Lo mismo vieron no mucho después en la isla que llamaron San Juan de Ulúa (cp. 14). Eran escenas espantosas, que una y otra vez aquellos soldados veían como testigos asombrados.

Avanzando ya hacia Tenochtitlán, la capital azteca, hizo Pedro de Alvarado una expedición de reconocimiento, con doscientos hombres, por la región de Culúa, sujeta a los aztecas. Y “llegado a los pueblos, todos estaban despoblados de aquel mismo día, y halló sacrificados en unos cúes [templos] hombres y muchachos, y las paredes y altares de sus ídolos con sangre, y los corazones presentados a los ídolos; y también hallaron los cuchillazos de pedernal con que los abrían por los pechos para sacarles los corazones. Dijo Pedro de Alvarado que habían hallado en todos los más de aquellos cuerpos muertos sin brazos y piernas, y que dijeron otros indios que los habían llevado para comer, de lo cual nuestros soldados se admiraron mucho de tan grandes crueldades. Y dejemos de hablar de tanto sacrificio, pues desde allí adelante en cada pueblo no hallábamos otra cosa” (cp. 44).

Huitzilopochtli

Pero el espanto mayor iban a tenerlo en Tenochtitlán, en el corazón mismo del imperio azteca. Aquel imperio formidable, construido sobre el mesianismo religioso azteca, tenía, como hemos visto, un centro espiritual indudable: el gran teocali de Tenochtitlán, desde el cual imperaba Huitzilopochtli. Este ídolo temible, que al principio había recibido culto en una modesta cabaña, y posteriormente en templos más dignos, finalmente en 1487, cinco años antes del descubrimiento de América, fue entronizado solemnemente en el teocali máximo del imperio.

Durante cuatro años, millares de esclavos indios lo habían edificado, mientras el emperador Ahuitzotl guerreaba contra varios pueblos, para reunir prisioneros destinados al sacrificio. La pirámide truncada, de una altura de más de 70 metros, sostenía en la terraza dos templetes, en uno de los cuales presidía el terrible Huitzilopochtli, y en el otro Tezcalipoca. Ciento catorce empinados escalones conducía a la cima por la fachada principal labrada de la pirámide. En torno al templo, muchos otros palacios y templos, el juego de pelota y los mercados, formaban una inmensa plaza. En lo alto del teocali, frente al altar de cada ídolo, había una piedra redonda o téchcatl, dispuesta para los sacrificios humanos.

A la multitud de dioses y templos mexicanos correspondía una cantidad innumerable de sacerdotes. Solamente en este templo mayor había unos 5.000, y según dice Trueba, “no había menos de un millón en todo el imperio” ( Huichilobos, 33). Entre estos sacerdotes existían jerarquías y grados diversos, y todos ellos se tiznaban diariamente de hollín, vestían mantas largas, se dejaban crecer los cabellos indefinidamente, los trenzaban y los untaban con tinta y sangre. Su aspecto era tan espantoso como impresionante.

Los sacrificios humanos

Los aztecas vivían regidos continuamente por un calendario religioso de 18 meses, compuesto cada uno de 20 días, y muchas de las celebraciones litúrgicas incluían sacrificios humanos. Otros acontecimientos, como la inauguración de templos, también exigían ser santificados con sangre humana. Por ejemplo, en tiempos de Axayáctl (1469-1482), cuando se inauguró el Calendario Azteca, esa enorme y preciosa piedra de 25 toneladas que es hoy admiración de los turistas, se sacrificaron 700 víctimas (Alvear 92). Y poco después Ahítzotl, para inaugurar su reinado, en 1487, consagró el gran teocali de Tenochtitlán. En catorce templos y durante cuatro días, ante los señores de Texcoco y Tlacopan, que habían sido invitados a la solemne ceremonia, se sacrificaron innumerables prisioneros, hombres, mujeres y niños, quizá 20.000, según el Códice Telleriano, aunque debieron ser muchos más, según otros autores, y como se afirma en la crónica del noble mestizo Alva Ixtlilxochitl:

“Fueron ochenta mil cuatrocientos hombres en este modo: de la nación tzapoteca 16.000, de los tlapanecas 24.000, de los huexotzincas y atlixcas otros 16.000, de los de Tizauhcóac 24.400, que vienen a montar el número referido, todos los cuales fueron sacrificados ante este estatuario del demonio Huitzilipochtli, y las cabezas fueron encajadas en unos huecos que de intento se hicieron en las paredes del templo mayor, sin [contar] otros cautivos de otras guerras de menos cuantía que después en el discurso del año fueron sacrificados, que vinieron a ser más de 100.000 hombres; y así los autores que exceden en el número, se entiende con los que después se sacrificaron” (cp. 60).

Treinta años después, cuando llegaron los soldados españoles a la aún no conquistada Tenochtitlán, pudieron ver con indecible espanto cómo un grupo de compañeros apresados en combate eran sacrificados al modo ritual. Bernal Díaz del Castillo, sin poder reprimir un temblor retrospectivo, hace de aquellos sacrificios humanos una descripción alucinante (cp.102). Pocos años después, el franciscano Motolinía los describe así:

“Tenían una piedra larga, la mitad hincada en tierra, en lo alto encima de las gradas, delante del altar de los ídolos. En esta piedra tendían a los desventurados de espaldas para los sacrificar, y el pecho muy tenso, porque los tenían atados los pies y las manos, y el principal sacerdote de los ídolos o su lugarteniente, que eran los que más ordinariamente sacrificaban, y si algunas veces había tantos que sacrificar que éstos se cansasen, entraban otros que estaban ya diestros en el sacrificio, y de presto con una piedra de pedernal, hecho un navajón como hierro de lanza, con aquel cruel navajón, con mucha fuerza abrían al desventurado y de presto sacábanle el corazón, y el oficial de esta maldad daba con el corazón encima del umbral del altar de parte de fuera, y allí dejaba hecha una mancha de sangre; y caído el corazón, estaba un poco bullendo en la tierra, y luego poníanle en una escudilla [cuauhxicalli] delante del altar.

“Otras veces tomaban el corazón y levantábanle hacia el sol, y a las veces untaban los labios de los ídolos con la sangre. Los corazones a las veces los comían los ministros viejos; otras los enterraban, y luego tomaban el cuerpo y echábanle por las gradas abajo a rodar; y allegado abajo, si era de los presos en guerra, el que lo prendió, con sus amigos y parientes, llevábanlo, y aparejaban aquella carne humana con otras comidas, y otro día hacían fiesta y le comían; y si el sacrificado era esclavo no le echaban a rodar, sino abajábanle a brazos, y hacían la misma fiesta y convite que con el preso en guerra.

“En esta fiesta (Panquetzaliztli) sacrificaban de los tomados en guerra o esclavos, porque casi siempre eran éstos los que sacrificaban, según el pueblo, en unos veinte, en otros treinta, o en otros cuarenta y hasta cincuenta y sesenta; en México se sacrificaban ciento y de ahí arriba.

“Y nadie piense que ninguno de los que sacrificaban matándolos y sacándoles el corazón, o cualquiera otra muerte, que era de su propia voluntad, sino por fuerza, y sintiendo muy sentida la muerte y su espantoso dolor.

“De aquellos que así sacrificaban, desollaban algunos; en unas partes, dos o tres; en otras, cuatro o cinco; y en México, hasta doce o quince; y vestían aquellos cueros, que por las espaldas y encima de los hombros dejaban abiertos, y vestido lo más justo que podían, como quien viste jubón y calzas, bailaban con aquel cruel y espantoso vestido.

“En México para este día guardaban alguno de los presos en la guerra que fuese señor o persona principal, y a aquél desollaban para vestir el cuero de él el gran señor de México, Moctezuma, el cual con aquel cuero vestido bailaba con mucha gravedad, pensando que hacía gran servicio al demonio [Huitzilopochtli] que aquel día honraban; y esto iban muchos a ver como cosa de gran maravilla, porque en los otros pueblos no se vestían los señores los cueros de los desollados, sino otros principales. Otro día de la fiesta, en cada parte sacrificaban una mujer y desollábanla, y vestíase uno el cuero de ella y bailaba con todos los otros del pueblo; aquél con el cuero de la mujer vestido, y los otros con sus plumajes” ( Historia I, 6, 85-86).

Diego Muñoz Camargo, mestizo, en su Historia de Tlaxcala escribe: “Contábame uno que había sido sacerdote del demonio, y que después se había convertido a Dios y a su santa fe católica y bautizado, que cuando arrancaba el corazón de las entrañas y costado del miserable sacrificado era tan grande la fuerza con que pulsaba y palpitaba que le alzaba del suelo tres o cuatro veces hasta que se había el corazón enfriado” (I, 20).

Estos sacrificios humanos estaban más o menos difundidos por la mayor parte de los pueblos que hoy forman México. En el nuevo imperio de los mayas, según cuenta Diego de Landa, se sacrificaba a los prisioneros de guerra, a los esclavos comprados para ello, y a los propios hijos en ciertos casos de calamidades, y el sacrificio se realizaba normalmente por extracción del corazón, por decapitación, flechando a las víctimas, o ahogándolas en agua ( Relación de las cosas de Yucatán, cp.5; M. Rivera 172-178).

En la religión de los tarascos, cuando moría el representante del dios principal, se daba muerte a siete de sus mujeres y a cuarenta de sus servidores para que le acompañasen en el más allá (Alvear 54)...

Las calaveras de los sacrificados eran guardadas de diversos modos. Por ejemplo, el capitán Andrés Tapia, compañero de Cortés, describe el tzompantli (muro de cráneos) que vio en el gran teocali de Tenochtitlán, y dice que había en él “muchas cabezas de muertos pegadas con cal, y los dientes hacia fuera”. Y describe también cómo vieron muchos palos verticales, y “en cada palo cinco cabezas de muerto ensartadas por las sienes. Y quien esto escribe, y un Gonzalo de Umbría, contaron los palos que había, y multiplicando a cinco cabezas cada palo de los que entre viga y viga estaban, hallamos haber 136.000 cabezas” ( Relación V, La conquista 108-109; López de Gómara, Conquista p. 350; Alvear 88).

Lágrimas y horror y espanto

Como hemos dicho, en casi todos los meses del año, religiosamente ordenado por el Calendario azteca, se realizaban en México muy numerosos sacrificios humanos. Fray Juan de Zumárraga, arzobispo de México, en una carta de 1531 dirigida al Capítulo franciscano reunido en Tolosa, dice que los indios “tenían por costumbre en esta ciudad de México cada año sacrificar a sus ídolos más de 20.000 corazones humanos” (Mendieta V, 30; Trueba, Cortés 100). Eso explica que cuando Bernal Díaz del Castillo visitó el gran teocali de Tenochtitlán, aunque era soldado curtido en tantas peleas, quedó espantado al ver tanta sangre:

“Estaban todas las paredes de aquel adoratorio tan bañado y negro de costras de sangre, y asimismo el suelo, que todo hedía muy malamente... En los mataderos de Castilla no había tanto hedor” (cp. 92).

Bernardino de Sahagún, franciscano llegado a México en 1529, donde vivió sesenta años, en su Historia General de las cosas de la Nueva España (lib. II), describe detalladamente el curso de los diversos cultos rituales que se celebraban en cada uno de los 18 meses, de 20 días cada uno. Por él vemos que a lo largo del año se celebraban sacrificios humanos según una incesante variedad de motivos, dioses, ritos y víctimas. En el mes 1º “mataban muchos niños”; en el 2º “mataban y desollaban muchos esclavos y cautivos”; en el 3º, “mataban muchos niños”, y “se desnudaban los que traían vestidos los pellejos de los muertos, que habían desollado el mes pasado”; en el 4º, como venían haciendo desde el mes primero, seguían matando niños, “comprándolos a sus madres”, hasta que venían las lluvias; en el 5º, “mataban un mancebo escogido”; en el 6º, “muchos cautivos y otros esclavos”...

Y así un mes tras otro. En el 10º, “echaban en el fuego vivos muchos esclavos, atados de pies y manos; y antes que acabasen de morir los sacaban arrastrando del fuego, para sacar el corazón delante de la imagen de este dios”... En el 17º mataban una mujer, sacándole el corazón y decapitándola, y el que iba delante del areito [canto y danza], tomando la cabeza “por los cabellos con la mano derecha, llevábala colgando e iba bailando con los demás, y levantaba y bajaba la cabeza de la muerta a propósito del baile”. En el 18º, en fin, “no mataban a nadie, pero el año del bisiesto, que era de cuatro en cuatro años, mataban cautivos y esclavos”. Los rituales concretos –vestidos, danzas, ceremoniales, modos de matar– estaban muy exactamente determinados para cada fiesta, así como las deidades que en cada solemnidad se honraban.

Fray Bernardino de Sahagún, tras escuchar a múltiples informantes indios, consigna fríamente todos sus relatos –en los que a veces se adivinan cantilenas destinadas a ser retenidas en la memoria, para mejor recordar los ritos exactos–, y finalmente exclama: “No creo que haya corazón tan duro que oyendo una crueldad tan inhumana, y más que bestial y endiablada, como la que arriba queda puesta, no se enternezca y mueva a lágrimas y horror y espanto; y ciertamente es cosa lamentable y horrible ver que nuestra humana naturaleza haya venido a tanta bajeza y oprobio que los padres, por sugestión del demonio, maten y coman a sus hijos, sin pensar que en ello hacían ofensa alguna, mas antes con pensar que en ello hacían gran servicio a sus dioses. La culpa de esta tan cruel ceguedad, que en estos desdichados niños se ejecutaba, no se debe tanto imputar a la crueldad de los padres, los cuales derramaban muchas lágrimas y con gran dolor de sus corazones la ejercitaban, cuanto al crudelísimo odio de nuestro enemigo antiquísimo Satanás, el cual con malignísima astucia los persuadió a tan infernal hazaña. ¡Oh Señor Dios, haced justicia de este cruel enemigo, que tanto mal nos hace y nos desea hacer! ¡Quitadle, Señor, todo el poder de empecer!” (lib. II, cp. 20).

La poligamia

Cuenta Motolinía que en México “todos se estaban con las mujeres que querían, y había algunos que tenían hasta doscientas mujeres. Y para esto los señores y principales robaban todas las mujeres, de manera que cuando un indio común se quería casar apenas hallaba mujer” (I, 7, 250).

Del tlatoani Moctezuma cuenta López de Gómara que en Tepac, el palacio en que normalmente residía, “había mil mujeres, y algunos afirman que tres mil entre señoras y criadas y esclavas; de las señoras, que eran muy muchas, tomaba para sí Moctezuma las que bien le parecía; las otras daba por mujeres a sus criados y a otros caballeros y señores; y así, dicen que hubo vez que tuvo ciento y cincuenta preñadas a un tiempo, las cuales, a persuasión del diablo, movían, tomando cosas para lanzar las criaturas, o quizá porque sus hijos no habían de heredar” ( Conquista p. 344; Francisco Hernández,Antigüedades I,9)...

El enigma de los contrastes inconciliables

Quienes se asoman al mundo del México prehispánico no pueden menos de quedarse admirados de lo bueno, horrorizados de lo malo, y finalmente perplejos, al no saber cómo conciliar lo uno y lo otro. ¿Cómo es posible que en medio de tantas atrocidades se produjeran a veces, en los mismos que las realizaban, elevaciones espirituales tan considerables? (L. Séjourné,Pensamiento 21). Es un misterio... Se desvanecería el enigma si tales elevaciones fueran sólo aparentes, pero resulta muy difícil dudar de su veracidad.

Ciertos rasgos de nobleza espiritual parecen indudables y relativamente frecuentes. Recordemos en aquellos primitivos pueblos mexicanos el sentido profundo de una transcendencia religiosa que impregnaba toda la vida, el sentido respetuoso de la autoridad familiar y social, la conciencia de pecado, las severas prácticas penitenciales comunes al pueblo o las excepcionales realizadas por algunos –como el llamado ayuno teuacanense de algunos jóvenes: cuatro años de oración, de celibato y de abstinencia rigurosa (Hernández, Antigüedades III, 17) – las oraciones bellísimas alzadas frecuentemente a los dioses... ¿Cómo relacionar todo esto con tantos otros errores y crímenes?

La clave del enigma está en que los mexicanos profesaban sinceramente una religiosidad falsa. La profundidad de su religiosidad, frente al Absoluto de unas divinidades superiores a lo humano, explica lo mucho que en ellos había de noble y admirable: es la presencia misericordiosa de Dios, que también actúa allí donde los hombres lo buscan y apenas lo conocen (Hechos 10,34-35). Y la falsedad de su religiosidad es lo que explica el abismo de los horrores diabólicos y de las supersticiones ignominiosas en el que estaban hundidos.

José María Iraburu, Hechos de los apóstoles de América, Fundación Gratis Date, Pamplona 2003, 3ª edición, pp. 34-38.
Fuente: Fundación Gratis Date
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domingo, 30 de marzo de 2014

Bilocación Sobrenatural: Sor María Jesús de Ágreda, la Dama Azul de los indios, que evangelizó Nuevo México sin moverse de Soria. Y otros casos (1291)

Se publica su impresionante obra


Carmelo López-Arias / ReL (14/8/2013): En 1622, una expedición de 26 franciscanos dirigida por fray Alonso de Benavides se adentró en el territorio de Nuevo México para llevar el Evangelio a apaches, navajos, comanches, xumanas... Esperaban encontrar la hostilidad que ya le había costado la vida a otros religiosos, y sin embargo se vieron recibidos "con grandes demostraciones de devoción y alegría, y hallaron a los indios tan bien catequizados que, sin otra instrucción, pudieron bautizarlos", cuenta fray José Jiménez Samaniego, general de la orden años después de los hechos.

Ya estaban evangelizados
Habían sido enseñados por una misteriosa Dama Azul (alusión a su hábito), quien siguió haciéndolo durante años y a quien, con el tiempo, los frailes terminaron identificando comoSor María Jesús de Ágreda (1602-1665), ya bien conocida en España por su santidad de vida y sus penitencias, éxtasis y levitaciones. Dos años antes había profesado en el convento de Ágreda (Soria), del que en 1627 fue nombrada priora.


Cuando, en la iglesita de Isleta, los frailes mostraron a los indios diversos retratos de monjas, todos sin excepción señalaron espontáneamente a Sor María como "la mujer joven y hermosa vestida de azul que les había hablado de Dios".

Una bilocación investigada a fondo
El caso es que la monja, que allí nació y murió, jamás salió de su pueblo ni del claustro en el que había entrado a los dieciséis años cuando ella y toda su familia se constituyeron en congregación franciscana por directa petición divina a la madre de familia.

Ante la patente sobrenaturalidad de la bilocación, pues, el padre Benavides informó a sus superiores en México y el rey Felipe IV, y en 1630 se trasladó a España para conocer a la religiosa y conminarla bajo juramento a decir la verdad. Ella le confirmó que, efectivamente,era llevada por ángeles a países para ella desconocidos a predicar a Jesucristo entre paganos e idólatras y explicarles cómo llegar hasta los sacerdotes que pudiesen bautizarles. Todo ello, sin desatender su vida y obligaciones conventuales, en uno de los casos de bilocación más asombrosos en la historia de las experiencias místicas.

Pero la bilocación de Sor María Jesús de Ágreda, que le concedió Dios precisamente para evangelizar, no la usó solamente en el Nuevo Mundo. En 1626 convirtió a un mahometano encarcelado en Pamplona a quien predicó en su celda rogándole se bautizase. Cuando el musulmán llegó a Ágreda, trasladado por su señor, pidió el primer sacramento y explicó que una misteriosa monja le había introducido en los misterios de la fe. Para comprobar la veracidad de la historia llegó a hacerse, ante notario, una "rueda de monjas", y tres -entre ellas Sor María Jesús- descubrieron su rostro para que señalase a su visitadora, lo cual hizo sin dudarlo en cuanto la vio.

La Inquisición le abrió un proceso en Logroño en 1635 que en diferentes fases duró quince años y se saldó declarándola inocente. 

Consejera de Felipe IV
Luego comenzó su largo periodo de relación epistolar con Felipe IV. En 1643, el monarca (a quien la crisis política de 1640 en Portugal y Cataluña había dejado sin su apoyo y valido de la primera parte del reinado, el conde-duque de Olivares), se hallaba dubitativo ante la orientación que imprimir al reino. Visitó a sor María Jesús de Ágreda en el convento.

"Me siento viejo y de poco provecho", le confió, y tras unas horas de trato le rogó que continuaran sus conversaciones por carta. La monja se convirtió en consejera no sólo espiritual, sino también política, del monarca. Aportaba a muchas de las cuestiones que éste sometía a su consideración un gran espíritu de prudencia y sentido común. 

Se considera, por ejemplo, que su consejo de buscar la paz en el interior y en el exterior animó al rey a respetar la identidad política de Aragón para resolver el conflicto catalán, y a firmar la Paz de Westfalia en 1648 y la Paz de los Pirineos en 1659 para concluir con la sangría de las guerras europeas.

La Virgen María, mística ciudad de Dios
Y era, además, una gran escritora. Acaba de publicarse una edición asequible de una obra que ha conocido ya 173 ediciones en diez idiomas y figura entre las más importantes piezas de la literatura mística española ("poema teológico", lo han llamado)... o de la literatura española, a secas. La Mística ciudad de Dios (Gaudete) de Sor María Jesús de Ágreda, que se publicó póstumamente y fue popularísima durante siglos, llevaba un tiempo ausente de las estanterías y merecía el impulso que le han ofrecido sus editores, convencidos de que "el contenido de esta obra cumbre de la literatura cristiana esinjustamente desconocido hoy por el pueblo de Dios".

En particular, señala el director de Gaudete, José Antonio Ullate Fabo, por su estilo, "equilibrado psicológicamente y rigurosamente teológico", y porque, "lejos de melifluos y empalagosos ensimismamientos sentimentales", la lectura de esta religiosa, cuyo proceso de beatificación se abrió a los pocos años de su muerte, "produce serenidad por la firmeza teológica de la priora concepcionista, por su sentido común y su intimidad con Dios y con la Virgen Santísima". 

A ella precisamente (Vida de la Virgen María), desde la Inmaculada Concepción hasta la Encarnación del Verbo -quince años, afirma la religiosa siguiendo la tradición clásica-, está consagrado el primero de los siete libritos que componen la Mística ciudad de Dios. Todos, escritos en un espíritu de reverencia al Altísimo, doctrina de la cual -como le transmitió la Madre de Dios- "el mundo está muy necesitado de esta doctrina, porque no sabe ni tiene debida reverencia al Señor omnipotente; y por esta ignorancia, la audacia de los mortales provoca a la rectitud de Su justicia para afligirlos y oprimirlos y están poseídos de su olvido y oscurecidos con sus tinieblas, sin saber busca el remedio ni atinar con la luz; y esto les viene por faltarles el temor y reverencia que debían temer".


Cuerpo incorrupto de Sor María Jesús de Ágreda 
(Iglesia de las Concepcionistas de Soria)

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por SCTJM

La bilocación es la presencia simultánea de una misma persona en dos lugares. Se han dado casos en la vida de los santos. Los más notables son: el Papa San Clemente, San Francisco de Asís, San Antonio de Padua, Santa Ludwina, San Francisco Javier, San Martín de Porres, San José de Cupertino, San Alfonso de Ligorio, San Juan Bosco y San Pío de Pietrelcina.

No hay ningún otro fenómeno de la mística que cause tantas dificultades como éste para poder explicarlo satisfactoriamente.Se han formulado muchas teorías al respecto pero todavía ninguna de ellas ha logrado producir una luz definitiva en torno a éste fenómeno.

Santo Tomás de Aquino enseña que la presencia de un mismo cuerpo en dos lugares diferentes al mismo tiempo es contradictoria porque la materia ocupa unas dimensiones específicas y no las puede ocupar en diferentes lugares simultáneamente.

Pero sí puede ocurrir que mientras un cuerpo está en un lugar, en otro lugar esté una representación o figura aparente del mismo. Esta representación puede darse "sobrenaturalmente" (por intervención divina) o preternaturalmente, por intervención diabólica. Esta explicación no ofrece ninguna dificultad y es una de las formas más aceptadas para explicar este fenómeno.

Bilocaciones Sobrenaturales: Los fenómenos de bilocación sobrenatural se dan por una representación sensible, hecha milagrosamente por Dios, en uno de los lugares de la bilocación.

La bilocación puede ser de dos maneras: o puramente en espíritu o bien en cuerpo y alma, es decir la persona completa.

Cuando se realiza únicamente en espíritu y va acompañada de aparición, la presencia de la persona es física en el punto de partida, y es puramente representativa en donde tiene lugar la aparición, o sea, donde el espíritu se representa visiblemente revestido de un cuerpo.

Cuando la bilocación se hace en cuerpo y alma, la presencia de la persona es física allí donde el cuerpo y el alma se presentan y aparecen de una manera visible, y es representativa en el sitio que la persona abandona.

En el primer caso, el cuerpo que el espíritu toma para hacerse visible a lo lejos representa a la persona que físicamente está en otra parte. En el segundo caso, el cuerpo que parece permanecer en el lugar de origen, y que las personas creen que no se ha movido para nada, no es más que una representación de la persona hecha por el ministerio de un ángel (o de otro modo desconocido por nosotros), mientras que la verdadera persona se ha trasladado en cuerpo y alma a la otra parte.

Esta doble presencia, representativa en un lado, y física, del otro, es esencial a la bilocación de cualquier manera que se verifique, ya sea en cuerpo y alma, o sea puramente en espíritu, pero de manera visible. También se debe insistir en que esta doble presencia de la que hablamos, la una física, la otra representativa, supone necesariamente, para constituir verdadera bilocación, la traslación, es decir, el paso de la persona de un lugar a otro, ya sea en cuerpo y alma, ya al menos en espíritu.

Bilocaciones Preternaturales: El fenómeno de la bilocación puede tener a veces, sin duda ninguna, un origen preternatural o diabólico. El demonio puede -permitiéndolo Dios- encargarse de realizar la representación de la persona "bilocada" en uno de los lugares de la bilocación. "El contexto y las circunstancias que acompañan a esas bilocaciones será el criterio diferencial para distinguirlas de las sobrenaturales, de acuerdo con las normas y reglas del discernimiento de los espíritus."(Cf. P. Serafín en su libro Principios de la Teología Mística p. 430.).

Los ocultistas, espiritistas, teósofos y otros se refieren a la bilocación como el Viaje Astral. El cuerpo físico, real, quedaría como muerto y el alma, con su "Periespírito", actuaría en otro lugar. Los parasicólogos pretenden explicar la bilocación como algo natural. Hablan de ideoplastia, fantasmogénesis, ectoplasma. Pero no logran dar una explicación razonable. 

Algunos casos de bilocación

-San Alfonso María de Ligorio 

Del proceso de canonización: "El venerable siervo de Dios, en cuanto residía en Arionzo, un lugarejo de su diócese, en 21 de septiembre de 1774 sufrió un desmayo. Quedó por casi dos días sentado en una silla de brazos, sumergjdo en dulce y profundo sueño. Uno de los empleados quería despertarlo. Además su Vicario General, Don Rubino, ordenó que no lo tocasen y que se quedasen vigilándolo constantemente en un cuarto próximo. Cuando al final se despertó y tocó una campanilla, todas las personas de la casa acudieron. Al verlas pasmadas, les preguntó el porqué. Respondieron: "Oy!, Monseñor, ya hace dos días que Ud. no habla, ni come, ni da señal alguna de vida!"

- "Entonces", - respondió él, - "Uds. pensaban que yo estuviese durmiendo, pero no fue bien eso; Uds. no saben que fui a asistir al Papa, que ahora ya no se encuentra más en la lista de los vivos". Con efecto, después de breve lapso de tiempo, se supo que Clemente XIV falleciera el 22 de septiembre, a las ocho de la mañana, ésto es, exactamente en la hora en que el siervo de Dios había tocado la campanilla. 


Durante su estancia en Padua, según refieren Bartolomeu Pisano y Marcos de Lisboa, hubo dos demostraciones de bilocación.

El primero cuenta:  "Estando Santo Antonio en Padua, tuvo una visión, que llegó a mis oídos por medio de un religioso digno de fe". "En la su ciudad natal, Lisboa, vivían aún sus parientes: el padre, la madre, los hermanos y las hermanas, que se encontraban implicados en un caso de homicidio, cometido por otros".

"Había en aquella ciudad dos personas que se odiaban mortalmente. Uno de ellos, encontrándose cierta noche con el hijo del rival, decidió vengarse en el heredero y, favorecido por la oscuridad, lo sorprendió, lo arrastró a su propia casa y allí lo asesinó bárbaramente. Después, sepultó el cuerpo en el jardín de la casa de los parientes de Antonio".

"Tratándose del desaparecimiento de un noble, la magistratura procedió enseguida a una investigación. Sabiendo que el joven había sido visto aquella noche en las proximidades del palacio de Martinho, buscaron por los alrededores y por toda la propiedad. Guiándose por la tierra removida hacía poco, llegaron al cadáver, lleno de heridas".

"Bastó ese indicio para que las sospechas del homicidio cayesen sobre Martinho, que fue preso con toda la familia, según la costumbre de la época". "Aproximábase el día de la sentencia, que habría sido una condenación, si el Santo no hubiese venido en auxilio de los suyos".

"Cierta noche, él pidió licencia a su superior para salir del convento y se puso camino de Lisboa. Allá llegó prodigiosamente en la mañana siguiente, cuando no serían suficientes tres meses para recorrer la distancia entre Padua y Lisboa". "Llegando a su tierra natal, se presentó al tribunal para pedir la libertad de su familia. Como érase de esperar, no fue atendido, visto ser por demás graves los indicios acumulados contra ella".

"El Santo pidió entonces que le trajesen el cadáver de la víctima. Al verlo, le ordenó en nombre de Cristo que volviese momentáneamente a la vida para indicar su asesino. Y el cadáver se animó, confesó abiertamente que ningún miembro de la familia de Antonio era culpado de su muerte y después cayó nuevamente en su sueño de muerte".

"La novedad del milagro y la solemne declaración de tal testimonio fueron suficientes para libertar la familia de Antonio, con la cual él pasó aquel día. Se despidió al caer de la noche y en el día siguiente encontrábase nuevamente en su convento de Padua".

El escritor portugués relata otro hecho de la siguiente manera: "Siendo el padre de Santo Antonio de alta posición social y muy considerado por sus cualidades morales, le fueron confiados cargos administrativos por cuenta del gobierno y de la casa real. De su administración él prestó cuentas a los ministros, entregándoles el dinero que recibía, sin preocuparse en pedir recibos. Tenía a los ministros en la cuenta de personas responsables; creíalos honrados como él propio". 

"Sucedió que, algún tiempo después, fue llamado a prestar cuentas de su administración. No obstante las tentativas del padre de Antonio para recordarles que la liquidación ya había sido hecha y a pesar de sus consejos para que no manchasen la conciencia con tamaño pecado y para que no lo arruinasen financiera y moralmente, ellos continuaron a negar, con el intuito de perderlo y arruinarlo, haciéndolo pasar ante el soberano por ladrón de los bienes de la corte. Vivía el buen Martinho en la mayor de las angustias y los ministros ya se regocijaban con la su ruina que significaría para ellos nuevas honras y cargos más altos. Estaban las cosas en ese pié, cuando en plena reunión solemne, Antonio surgió en medio de ellos. Después de recordar a todos las menores circunstancias de la liquidación efectuada, les ordenó inmediatamente que presentasen todos los recibos a su padre. Los amenazó, caso se negasen, con los más terribles castigos y con el castigo divino. Impresionados y tomados de pánico, los ministros firmaron enseguida el recibo del dinero. El excelente Martinho volvió para casa agradeciendo a Dios por haberle concedido tal hijo". 

-Padre Eduardo Rodríguez S.J:

La bilocación que goza de más pruebas:  España entera fue testigo de una de las bilocaciones milagrosas. Al mismo tiempo que predicaba en la Catedral de Toledo, siendo irradiado el sermón por Radio Toledo, estaba predicando otro sermón en la Iglesia San Francisco El Grande, siendo irradiado por Radio Nacional de España.


San José de Copertino asistió a la muerte de su madre en su pueblo natal sin abandonar el convento de Asís donde residía. Estando ella a punto de expirar gritó con gran acento de dolor: "¡Oh fray José, hijo mío, ya no te veré más!" Al instante apareció una gran luz que iluminó la habitación, y la moribunda, viendo a su hijo, gritó de nuevo llena de júbilo: "¡Oh fray José, hijo mío!". Al mismo tiempo el bienaventurado se encontraba en Asís; salía llorando de su celda, encaminándose a la Iglesia a orar. El padre guardián le encontró y le preguntó la causa de su llanto. Su respuesta fue: "Mi pobre madre acaba de morir". La carta que llegó muy pronto confirmó la noticia; pero también se supo que el Santo había asistido personalmente a su madre moribunda. Todos estos hechos constan en el proceso de beatificación.

Este don, como muchos otros dones extraordinarios, es un regalo de Dios que la Iglesia trata de entender y explicar pero que, ante el misterio de la acción de Dios, las palabras se hacen cortas e insuficientes. Nos basta el asentimiento de la fe, y el saber que para Dios no hay nada imposible.

Como todos los dones, la bilocación no es para beneficio del que lo experimenta sino más bien para el beneficio de las almas de los demás, ya que siempre cuando se manifiesta este don es para auxiliar a alguien que está en necesidad.

Bibliografía:
1. "Teología de la Perfección Cristiana". Antonio Royo Marín O.P. Biblioteca de autores Cristianos (BAC).
2. "Mysteries, Marvels, Miracles in the Lives of the Saints". By Joan Carroll Cruz. Tan Books and Publishers.

Consulta: He tenido gran interés en el tema de la proyección astral, llamada bilocación por la iglesia. ¿Está permitido realizar dicho acto sin tener contacto con espíritus? Muchas personas lo hacen inconscientemente. La proyección astral es común en algunas religiones.

Respuesta: No confunda la bilocación sobrenatural que Dios obra en los santos y la bilocación preternatural que es un engaño del demonio. Los ocultistas le llaman "proyección astral". Nada tiene que ver con los santos. La verdadera bilocación no es algo que los santos tramaron o aprendieron. Lo recibieron como puro don de Dios sólo cuando Dios quiso que ocurriese. Ver arriba "Bilocación".

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María de Jesús de Ágreda
(Fuente: Wikipedia)

Es, indiscutiblemente, la figura espiritual más interesante de la España del siglo XVII. Es el gran exponente de la espiritualidad del barroco, entonces en todo su furor. Sus valores humanos fueron extraordinarios. De ascendencia judía por vía paterna, fue de voluntad generosa, inteligente, imaginación creadora, gran capacidad de asimilación y facilidad para escribir. Su virtud ha sido reconocida por todos: oración intensa, penitencias, pobreza, caridad y celo apasionado por los demás, etc. 

Los fenómenos externos (por ejemplo, éxtasis) la hicieron pronto célebre. Sobre todo sus «apariciones» en Nuevo México y Texas, en donde evangelizaba y enviaba a los indios a pedir el bautismo a los misioneros franciscanos («La dama azul de los llanos»). La Inquisición tomó cartas en el asunto (1635), e hizo un proceso formal sobre el mismo (1649-50) con resultado favorable para la monja. La explicación no deja de ser complicada, pero los datos son serios e impresionantes.

María Coronel y Arana nació en la calle de las Agustinas. Sus padres se llamaban Francisco Coronel y Catalina de Arana. Concibieron 11 hijos, pero sólo cuatro sobrevivieron: Francisco, José, María y Jerónima.

Catalina de Arana, nacida también en Ágreda, era oriunda de Vizcaya, como nos lo recuerda la misma Venerable.[1] Efectivamente, en el convento de Ágreda se conserva todavía el documento de hidalguía de los Arana, de 1540.

Sobre sus padres, modo de ser de ellos, costumbres, etc., la misma Venerable nos ha dejado una semblanza. De la madre dice que era más oficiosa y viva de natural que el padre (RA 41). Ambos, extremadamente religiosos (RA 37ss).

La familia Coronel-Arana se relacionaba mucho con los franciscanos de San Julián; así se llamaba el antiguo convento franciscano que estaba situado en las afueras de la villa. La madre tenía allí a su confesor y acudía a diario a oír misa a la iglesia del convento. Casi no pasaba día sin que frailes franciscanos visitasen a la familia (RA 46-47).

La Venerable confiesa que ella, en su primera infancia, parecía un tanto apocada e inútil, y con el fin de que espabilara, su madre le trataba con dureza. «Con verdad puedo decir que en mi vida les vi [a los padres] el rostro sereno hasta después de religiosa» (RA 98). La explicación que Sor María nos da de este comportamiento suyo en su primera infancia es muy otra de la que sus buenos padres podían alcanzar. Nos dice, en efecto, que en edad que ella no puede precisar, pero que debió de coincidir con el despuntar del uso de razón, sin que precediera información exterior ni enseñanza de criaturas, porque aún no tenía edad para ello, recibió una noticia de Dios, del mundo, del estado pecador del hombre, etcétera, cuyos efectos le habían de durar toda la vida (RA 82ss).

Como efecto de aquella noticia concibió un temor que jamás le abandonó: temor de ofender a Dios y perder la gracia. Al cesar la enseñanza pasiva quedó como suspensa. Se veía rodeada de peligros, repleta de miserias, no osaba hablar con las criaturas, a todas reputaba superiores. El conocimiento propio le aterraba, iba a los lugares ocultos. Por todo ello los padres la juzgaban insensata e inútil, y le daban el trato áspero que hemos dicho. «¿Qué hemos de hacer de esta criatura que no ha de ser para el mundo ni para la religión?» (RA 99).

A todo ello se agregaron diversas enfermedades, que a los trece años de edad la pusieron a las puertas de la muerte: «Se hizo la cera para mi entierro», dice ella (RA 99). Pero todos los padecimientos los sobrellevaba con gran entereza por el conocimiento que tenía de ser hija de una raza pecadora, obligada a satisfacer a Dios por sus pecados. «Maravillábanse los médicos de que pudiese llevar tan crueles males con tan débiles fuerzas y sin quejarme» (RA 100).

Aunque al principio la despreciaban y reñían por su desaseo y poco aliño  pronto empezaron a respetarla, pues aprendió a leer con presteza, era obediente, etc.

Cuando cumplió los doce años de edad empezó a tratar de ingresar como religiosa. La primera idea fue que tomase el hábito en las carmelitas descalzas de Tarazona, y sus padres andaban ya dando los pasos para ello cuando sobrevino una circunstancia totalmente imprevista, que había de cambiar el rumbo de su vida.

La madre de la Venerable, Catalina de Arana, tuvo una revelación, confirmada por su confesor, Fr. Juan de Torrecilla, según la cual debían transformar la casa en convento e ingresar en él como religiosas la propia madre con sus dos hijas, mientras el padre y los dos hijos entraban de religiosos en la Orden de San Francisco. En realidad los dos hijos varones eran ya religiosos en dicha Orden. Ante esto, María dio su conformidad al nuevo plan y desistió de ir a Tarazona. Pero la idea era tan disonante, que chocó con la resistencia del padre de familia, y más todavía con la de un hermano de éste, Medel. La oposición del vecindario en un principio fue también general. Decían que «era agravio del santo matrimonio» (RA 52).

Así transcurrieron tres años. No obstante, poco a poco se vencieron las oposiciones y dificultades; el padre cambió de parecer, y en 1618, hechas algunas reformas previas, la casa de Francisco Coronel se transformó en convento de monjas. Francisco, a quien siguió después su hermano Medel, ingresó como franciscano en calidad de hermano lego en el convento de Nalda (Soria).

El tiempo que transcurrió hasta que el proyecto de la nueva fundación se plasmó en realidad, Sor María lo considera como su época de disipación. Los acaloramientos en torno al proyecto, las obras, etc., la distrajeron y disiparon un tanto en su vida espiritual y hasta cedió a la tentación de vanidad.

El nuevo convento había de ser de la Orden de la Inmaculada Concepción. Sin duda, el fervor inmaculista, que en España conocía entonces uno de sus mejores momentos, fue la causa de esta preferencia. Pero entre las concepcionistas había dos ramas: una de calzadas y otra de descalzas. Madre e hijas se decidieron por el instituto de descalzas. Mas como en el área de la provincia franciscana de Burgos, a la que pertenecía la fundación de Ágreda, no había concepcionistas descalzas, sino sólo calzadas, se cometió la anomalía de traer de Burgos tres monjas concepcionistas de las calzadas en calidad de fundadoras de un convento que había de ser de la rama descalza. Por esta razón dirá Sor María que la fundación no tuvo buen principio, pues las fundadoras venidas de Burgos tenían que enseñar un modo de vida que ellas no habían profesado ni practicado.

Dieciséis años tenía Sor María cuando tomó el hábito, juntamente con su madre y hermana. Pronto hubo nuevas vocaciones. En esta primera época la abadesa era de las venidas de Burgos en calidad de fundadoras.

Una vez vestido el hábito, Sor María reacciona contra la disipación anterior y se entrega toda a la vida espiritual. Hecha la profesión en 1620, comienza en su vida un período de enfermedades, tentaciones y extraordinarios trabajos, que será seguido por otro de fenómenos espirituales resonantes.

Tuvo fama de santa por sus penitencias y mortificaciones corporales, llegando a ser procesada y absuelta por la Inquisición. Mantuvo una larga y nutrida correspondencia (1643, 1665) con Felipe IV, de quien fue consejera en asuntos de Estado. En 1627, con tan sólo 25 años, sería nombrada abadesa del convento franciscano de Ágreda, fundado por sus padres.
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Se dice que tenía el don de la bilocación, siendo señalada por franciscanos e indígenas contemporáneos como predicadora en Nuevo México, pese a que nunca abandonó su claustro. En 1673 se inició su proceso de beatificación, llegando a ser declarada venerable por Clemente X.

El convento del que era abadesa era de su propiedad antes de cederlo a la Orden de la Inmaculada Concepción. En la iglesia del mismo se conserva su sepulcro y su cuerpo incorrupto. El convento alberga también el Museo Sor María Jesús de Ágreda en honor a "La Venerable".

Obras: Sus escritos son de tipo ascético y místico. Gran defensora de la Inmaculada Concepción de la Virgen, continua la corriente escotista iniciada por el teólogo y filósofo franciscano Juan Duns Escoto. 

A continuación se indican algunas de sus obras más importantes:
-Escala ascética
-Ejercicios cotidianos y doctrina para hacer las obras con mayor perfección.
-Conceptos y suspiros del corazón para alcanzar el verdadero fin del agrado del Esposo y Señor
-Mística Ciudad de Dios. Publicada en 1670, fue prohibida por la Inquisición, pero después la prohibición fue levantada y ahora hay 173 ediciones en varias lenguas con Imprimatur de los Obispos Católicos.
-Correspondencia privada con Felipe IV
-Vida de la Virgen María

Las enseñanzas marianas de la M. Ágreda adquirieron gran difusión entre el pueblo creyente. Las ediciones de su obra MCD son ya centenarias, con cerca de una cuarentena de traducciones a otras tantas lenguas. Las tres últimas ediciones en castellano de la obra completa, en un tomo, 1970,1982, 1992, han agotado ya los 20.000 ejemplares y ha hecho necesaria la nueva edición que se prepara. La solidez teológica de su doctrina nunca ha sido condenada por la Iglesia, ya que la condenación que sufrió de la inquisición romana en 1681 fue muy pronto sobreseída. Ninguna de las enseñanzas de nuestra concepcionista han merecido rechazo o condena. Sin embargo, toda aquella oposición doctrinal precedente se fue concentrando contra Sor María y su causa de beatificación, que fue interrumpida a la espera de que sea de nuevo reabierta.

La MCD ha tenido gran influencia en la espiritualidad de los siglos precedentes y sigue teniéndola en nuestros días. La espiritualidad mariana que promueve, el culto a la Virgen, particularmente de imitación, su devoción filial; las invocaciones como Reina y Señora, Madre y Maestra de la Iglesia, primera cristiana y redimida; discípula de Cristo, Mujer evangélica, Maestra de los Apóstoles, modelo de la Iglesia… constituyen otros tantos puntos básicos de su mariología, que la Iglesia del Vaticano II promueve. La bibliografía Agredana del último cuarto de siglo y de esta primera década del presente así lo prueba con abundantes estudios.

(Sobre el tema de la Mística Ciudad de Dios -MCD- y los conflictos de la autora con las instancias eclesiásticas y universidades, el P. Antonio María Artola, CP, ha venido colaborando en el proceso de aclaración sobre dicho problema. Hay una serie de Separatas publicadas por el pasionista sobre el papel de Sor María Jesús de Ágreda y la Inmaculada Concepción -Estudios Marianos, 2003, de la sociedad mariológica española y también en la Universidad Internacional Alfonso VIII de Soria-. En estos artículos plantea todo el panorama histórico sobre el problema de la obra y su autora, buscando resolver las diversas situaciones que han impedido su causa, que no son otras que errores históricos).


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Efecto papa FRANCISCO: Aumenta más de un 23% en un año el número de católicos que asisten a misa cada semana (1290)




Forum Libertas-(06/03/2014): Aumenta más de un 23% en un año el número de católicos que asisten a misa cada semana: ¿el efecto Francisco? A punto de cumplirse un año del pontificado del Papa, los fieles que van varias veces a la semana crecen casi un 30%, y también aumentan el número de españoles que se declara católico. El Pontífice hará un retiro espiritual con los cardenales de la Curia Romana entre el 9 y el 14 de marzo

Las iglesias: más llenas en el último año

El próximo 13 de marzo se cumple el primer año de pontificado del Papa Francisco. Coincidiendo con esa efeméride, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha hecho públicos los datos del Barómetro correspondiente al mes de febrero, en el que constata un aumento del número de españoles que se declaran católicos y de los que van a misa, en relación al mismo mes de 2013.

En ese sentido, el dato más significativo del Barómetro del CIS es el que hace referencia al incremento de un 23,2% del número de católicos que asisten a misa cada semana, en comparación con el año anterior; y el de aquellos que lo hacen varias veces a la semana, que aumentan un 29,4%.

Con respecto a la asistencia de católicos a misa todas las semanas, llama la atención el hecho de que la mayoría de medios de comunicación e incluso alguna agencia, como Europa Press, informan de un aumento de más de un 2%, cuando en realidad se trata de 2,5 puntos porcentuales, lo que equivale a decir que el incremento de católicos que asisten a misa cada semana es de ese 23,2%.

En cuanto al aumento de españoles que se declaran católicos, aunque leve, indica una tendencia positiva al pasar del 70,5% en febrero de 2013 al 71% en el mismo mes de este año, como se puede observar en las tablas que siguen a continuación, reproducidas a partir de los datos del CIS.

¿Cómo se define en materia religiosa?

¿Con qué frecuencia asiste a misa?


En sentido inverso, el número de no creyentes ha disminuido en un año en 0,9 puntos porcentuales, pasando del 16,5% de 2013 al 15,4% en febrero de este año, lo que equivale a un descenso de del 6,2%.

Al mismo tiempo, el número de ateos ha pasado del 7,6% al 9,1%; y el de creyentes de otra religión ha disminuido un punto porcentual (del 3% al 2%).

Si seguimos hablando de la asistencia a misa, quienes asisten alguna vez al mes han pasado del 8,5% al 8%; y los que van varias veces al año lo han hecho del 16,4% al 13,5%.

Al analizar todos estos datos del CIS, que coinciden además con el año de pontificado del Papa, no es extraño el preguntarse si en estas estadísticas ha habido un 'efecto Francisco', dada lagran aceptación que las palabras del Santo Padre están teniendo en el seno de la sociedad.

Al año del pontificado, un retiro espiritual

Precisamente, la Santa Sede ha informado de que el Pontífice hará un retiro espiritual con los cardenales de la Curia Romana para los ejercicios de la Cuaresma entre el 9 y el 14 de marzo, previo a la ajetreada temporada de Pascuas.

El lugar elegido es Ariccia, en las colinas al sur de Roma, que está situada en los montes Albanos. Forma parte de los suburbios de la ciudad de Roma y se encuentra dentro de los límites del parque regional conocido como el 'Parco Regionale dei Castelli Romani'.

El Vaticano ha publicado la intensa agenda del Papa para los meses de marzo y abril que incluye el programa de Francisco durante la Cuaresma y Semana Santa, además de la doble canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII, el 27 de abril en la plaza San Pedro.

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