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martes, 30 de noviembre de 2010

Nación - Nacionalidad (53)

El artículo 2 de la Constitución española (1978) dice: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran”.

Según el Pequeño Espasa (1988): “Nacionalidad es el estado propio de la persona nacida o naturalizada en una Nación”. La Real Academia de la lengua española (1979) define: “Nación es el conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo gobierno”. La 2ª acepción dice: “Nación es el conjunto de personas con un mismo origen étnico”, pero la Nación moderna no es democrática si no respeta todos los derechos y libertades proclamados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948)que prohíbe la discriminación étnica, lingüística, religiosa, etc.

Joaquín Aguirre Bellver en “Así se hizo la constitución” se anticipó en definir “el consenso como ambigüedad”. En su primera crónica sobre la apertura del debate en la comisión del Congreso recogió la visión de Santiago Carrilllo de que debe hacerse una constitución burguesa que deje abierto el camino a un Estado socialista por los cauces de la legalidad. Los padres de la patria siguieron su consejo, pariendo una constitución como un baúl de doble fondo.

Tierno Galván y Villar Arrefui revelaron que los principales temas de la Constitución estaban pactados desde el pacto anti-franquista de Munich (1962) entre republicanos y monárquicos. De allí saldría la palabra “nacionalidades” que fue una concesión de los monárquicos a los separatistas a cambio de la aceptación de la vuelta de los borbones. La Constitución se hizo a espaldas del pueblo y bajo el chantaje del terrorismo etarra que asesinó a 200 españoles en 2 años (1977/8).

La asamblea del llamado Movimiento Europeo en Munich había establecido de antemano que España no debería ser admitida en la Comunidad Europea mientras la oposición no estuviese en el poder.

Asistieron 118 españoles, agrupados en dos sectores (exilio e interior), cuyos portavoces fueron Salvador de Madariaga y Gil Robles, pertenecientes al menos a siete grupos políticos (según Tusell):
  1. Unión Española: Satrústegui, Miralles, Infantes. 
  2. Democracia Social Cristiana: Gil Robles, Tovalina, Álvarez de Miranda, Iñigo Cavero. 
  3. Izquierda Democrática Cristiana: Pons, Barros de Lis. 
  4. Acción Democrática: Prados Arrarte, Ventura, Ridruejo. 
  5. Partido Nacionalista Vasco: Irujo, Landaburu. 
  6. Partido Socialista: Llopis, Rojo. 
  7. Frente de Liberación Popular: Ignacio Fernández de Castro. 
Invitados ausentes: Morodo, Tierno Galván, Villar Masó, etc.

Múnich fue un acontecimiento muy complejo e importante, los monárquicos de D. Juan de Borbón se integraron en el anti-franquismo y los anticomunistas no fueron admitidos.

Algunos sectores del Régimen elevaron informes a Franco de que existía una conjura internacional entre los partidarios de la dinastía destronada, la masonería y un sector de los católicos. En la sesión pública del 8/Junio Madariaga pidió a los gobiernos europeos que intervinieran en España para derribar a Franco. Gil Robles pidió seguidamente garantías de que España no sería admitida en el Mercado Común hasta que no cambiara el Régimen Franquista. Madariaga y Gil Robles, que pretendían hablar en nombre de la mayoría de los españoles, solicitaban que se les castigara por el delito de soportar un Régimen “perverso”. La Asamblea pidió el reconocimiento de los partidos políticos en España, pero nadie se atrevió a proponer lo mismo para la URSS y los países satélites.

Declaraciones de Gil Robles, Rodolfo Llopis y Dionisio Ridruejo a “Le Fígaro” crearon un clima más tenso contra España. Los consejeros de Franco le informaron de que se trataba de una repetición del pacto masónico de San Sebastián (1930) que derribó la monarquía de Alfonso XIII mediante un golpe palaciego.

Según Luis Suárez, estudioso del archivo personal de Franco, hay una nota suya con reflexiones sobre la conjura entre la nación del comunismo y poderes ocultos. A los pocos días en el discurso de Valencia, el Generalísimo habló de los idearios del Movimiento: Dios, Patria, Pan y Justicia.

Franco ha sido el mayor conocedor de la masonería española por experiencia familiar (su padre y su hermano Ramón eran masones) y profesional (la mayor parte de los militares de alta graduación de su tiempo eran masones). Pero sobre todo por los procesos contra los masones y por los servicios de investigación de Carrero Blanco durante más de veinte años de posguerra.

Muchos de los conjurados de Múnich aparecen como diputados de las Cortes Constituyentes y en los gobiernos de la Transición. La “semilla del diablo”, la palabra “nacionalidades” ha fructificado en el Estatuto catalán y en la sentencia del Tribunal Constitucional, certificando la muerte de la Nación española, la más antigua y representativa de la Europa cristiana.

¿Existe una estructura de poder oculto que maneja los hilos de las repetidas conjuras contra España? El laicismo beligerante de la Constitución de 1931 que originó el Frente Popular y el alzamiento contrarrevolucionario del 18.Julio.1936 y la ambigüedad premeditada de la Constitución de 1978 han sido instrumentos socialmasónicos del imperio anglosajón para progresar en la colonización de España (puerta de Europa) mediante la degradación moral y la división política.