Píldoras Anti-Masonería

El blog CLAVIJO defiende los valores

de la Iglesia Católica y de España

amenazados por el proyecto masónico-luciferino

"Nuevo Orden Mundial"


e-mail: ClavijoEspana@gmail.com



domingo, 24 de septiembre de 2023

Conclusión: hay que ser muy tonto para ser ateo

Conclusión: hay que ser muy tonto para ser ateo
La inteligencia natural es superior a la artificial porque “el hombre sabe cosas que no puede demostrar", asegura González-Hurtado.
24/09/23

Nuevas evidencias de la existencia de Dios

José Carlos González-Hurtado tiene uno de los mejores currículos como ejecutivo empresarial que yo haya contemplado jamás... y no hago otra cosa que ver currículos de directivos empresariales, oiga. Entonces va y te sorprende con un libro titulado "Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios". Encima, resulta que se trata de una obra espléndida, que me he devorado en 72 horas. Además, resulta que es divertida a pesar de abordar un asunto en principio árido como es el de la relación entre ciencia y fe. Pues bien, considero que esta obra formidable podría titularse de esta guisa: 'Hay que ser muy idiota para ser ateo'. O también, y es esta una de las frases más repetidas por el autor, durante la brillante presentación de su obra en Madrid: "cuánto más sabes de ciencia más convencido estás de la existencia del Creador".


Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios": el enemigo del cristiano no es el descreído, sino el masoncete ilustrado, creyente en un Dios impersonal. Lo importante no es el Dios-Creador sino el Dios-Padre, que el hombre no quiere creer en Dios, quiere hablar con Él

Más sobre el libro: José Carlos González-Hurtado es un ejecutivo, por tanto, está obligado a ser optimista. Por eso recuerda que el cristianismo no va a menos, sino a más: González-Hurtado se ha empeñado, y lo ha conseguido, en demostrar que la mayor parte de los grandes científicos han sido creyentes. Es gente que sabe demasiado para no comprender que el universo no puede explicarse sin un Creador pero, sobre todo, han aprendido que ellos mismos no pueden dar razón de su existencia, una cura de humildad de primer orden. Y así, el autor recuerda que Dios es de ciencias: el 30% de Premios de Literatura son ateos, entre los nobeles de Física, sólo el 10%... y, añade, recuerden la ciencia nació en las universidades creadas por la Iglesia.

Lo de la ciencia es el pensamiento inductivo, por tanto, el pensamiento indirecto, que no deja de ser útil, aunque algunos -por ejemplo, Hilaire Belloc- insistan en que el pensamiento inductivo no es pensamiento porque lo tenemos en común con los animales, que aprenden por repetición. O lo que es lo mismo: la principal tesis de González-Hurtado es que la ciencia no puede demostrar a Dios, como no puede demostrar nada que no se pueda medir, pesar o contar, pero no puede evitar caer en la cuenta de que no hay forma de explicar el salto, de la vida a la conciencia y mucho menos el salto desde la nada al ser. 2.000 años más tarde, Aristóteles sigue venciendo a Descartes.

Pero lo divertido, y novedoso, de la obra de González-Hurtado es que huye de la filosofía para adherirse como una lapa al método científico, para demostrar que la ciencia, con pensamiento inductivo o deductivo, consiste en razonar, y que cuando uno razona, aunque sea sobre el universo material, se puede percatar de unas cuantas 'fruslerías':

1.La precariedad de su pensamiento. Solucionas un interrogante y sólo te sirve para que surjan otros dos. El ser humano no es que deba ser humilde es que necesita serlo. La humildad no sólo es justa, es también necesaria.

2.El científico humilde se percata enseguida que deambula por métodos cognitivos que solo pueden manejar variables mensurables... y claro, a renglón seguido cae en la cuenta de que los aspectos más importantes de la vida no se pueden medir.

3.Aún así, su materia prima de trabajo, lo que sí se puede medir, esto es, el universo material, es de una complejidad tal que lo muy grande y lo muy pequeño, sólo lo pueda atisbar: el universo y lo infinitesimal, lo muy grande y lo muy pequeño, se le escurre como agua entre los dedos.

Verbigracia: lo que le ocurrió al gran Albert Einstein, cuando se burló del cura belga George Lemaître, inventor del Big Bang, y luego tuvo que rectificar y pedirle disculpas: en efecto el universo no era fijo sino que estaba en evolución, al parecer en expansión.

Ojo, para González-Hurtado, tampoco quedan libres de culpa aquellos cristianos partidarios del dios tapa-agujeros, siempre temerosos ante los avances de la ciencia, cuando todos los cristianos deberíamos mostrarnos anhelantes y deseosos del progreso científico... porque cada avance científico acerca más a Dios.

Por contra, el cristiano del dios tapa-agujeros utiliza a Dios como un talismán para dar solución a los interrogantes de la ciencia.

A ese dios tapa-agujeros hace relación en su prólogo al libro de González-Hurtado, el catedrático de Física de la Complutense, Fernando Sols: no hay que sentir temor alguno ni a la teoría de la evolución, ni al Big Bang (descubierto, además, por un sacerdote católico, el precitado Lemaître) ni a la teoría de la relatividad, que salvo su similitud fonética, poco tiene que ver con el relativismo. Todas ellas no hacen sino reafirmar la verdad de la cosmovisión cristiana de la existencia.

No obstante, recuerden que el principal enemigo del cristiano, no es el descreído, sino el masoncete ilustrado, creyente en un Dios impersonal y lo importante no es el Dios-Creador sino el Dios-Padre. Una estupidez porque el hombre no quiere creer en Dios, lo que quiere es hablar con Él.


Dios es de ciencias: el 30% de Premios de Literatura son ateos, entre los nobeles de Física, sólo el 10%... y la ciencia nació en las universidades creadas por la Iglesia

Otra aportación de González-Hurtado hace relación a mister Darwin. Recuerden que no hay que confundir nunca a Darwin con su primo, Francis Galton, ni atribuir a uno lo que es del otro, como tantas veces se ha hecho en ambientes católicos: el primero era un científico que expuso lo que había visto y que, a pesar del susto de algunos clérigos tapa-agujeros no sólo es compatible con el cristianismo sino complementario. El segundo, Galton, no era más que un orgulloso aprendiz de teólogo, autotitulado, que acabó en eugenesia, la más repugnante de las teorías modernas, la base no sólo del racismo sino de la cosificación del hombre, de cuyo seno venenoso nacieron todos los totalitarismos contemporáneos, de donde surgieron Hitler, Stalin y Mao, así como la ideología de género de nuestras democracias aborteras. Conclusión, qué se extrae de la lectura de "Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios": el científico Darwin no negó a Dios, el cientifista Galton quiso convertirse en Dios. Es la diferencia entre un honrado científico y un orgulloso teólogo. La teología es superior a la ciencia, pero la humilla supera siempre al orgullo. Nada de lo que extrañarse. Recuerden que la corrupción de lo mejor es lo peor.


El multiverso es el último intento de los ateos por explicar un mundo sin Dios. Observen en qué chorradas tiene que refugiarse la ciencia agnóstica

En cualquier caso, una obra magnífica, profunda, o sea, algo que no se podía esperar de un tipo que se ha dedicado a las multinacionales y que, aún peor, ha triunfado en ellas.

Por cierto, González-Hurtado, tras vicepresidir Procter and Gamble, ser miembro del Consejo Ejecutivo de Carrefour, presidente internacional de una de la mayores tecnológicas del mundo, IRI Worldwide, etc, se ha empeñado en lanzar en España EWTN, el canal de televisión norteamericana creado por Madre Angélica, la monja norteamericana que no entendía nada de televisión y por eso ha creado una TV que se emite en 30 idiomas y que se ve diariamente en 320 millones de hogares de 140 países. Para mí que este tipo sabe aprovechar el tiempo.

Posdata: una última aportación de González-Hurtado: el multiverso es el último intento de los ateos por explicar un mundo sin Dios. Observen en qué chorradas tiene que refugiarse la ciencia agnóstica.

Conclusión; hay que ser muy tonto para no creer en Dios.
Imprime esta entrada