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lunes, 4 de marzo de 2024

El Concilio Vaticano II y la Transición

El Concilio Vaticano II y la Transición
4/03/2024

Dos advertencias previas. No voy a tratar de la influencia -determinante- que tuvo el concilio Vaticano II en la demolición del Régimen de Franco. Surgido en España a raíz del 18 de julio de 1936 y la providencial victoria del primero de abril de 1939. Es decir, la transformación de la España Una Grande y Libre creada por Francisco Franco, en el Estado de las Autonomías. Algo que deberá ser objeto de un pormenorizado análisis pero en otra ocasión.


Se tratará pues de establecer un paralelismo, entre la supuesta modernización de la Iglesia Católica “el Aggiornamento del Concilio Vaticano II” y el proceso de la Transición a la Democracia que devino en la Constitución de 1978.

Hecha esta advertencia, paseemos a la segunda.

No pretendo ¡Dios me libre! “sentar cátedra” sobre el tema, consciente de mis más que limitados conocimientos teológicos. Pero como he visto que en este magnífico foro de opinión que constituye El Español Digital, intervienen sacerdotes y personas con sólida formación teológica, con absoluta humildad y modestia, planteo mis dudas. Con la esperanza que algún “pater” (entrañable nombre que damos en el ejército a los sacerdotes) me las aclare. No obstante pido, eso sí, que se haga más con argumentos racionales, que teológicos. Pues como ya he dicho soy lego en teología. Y si digo lego, en lugar de profano, es para evitar que se me pueda relacionar con quienes, en mi leal saber y entender, han tenido tanta influencia en los dos procesos objetos de esta comparación.

Puesto que se llamó aggiornamento (actualización en italiano) a la adaptación de los principios católicos al mundo actual y moderno -objetivo del Concilio Vaticano II- surge de inmediato una duda. ¿Era necesaria esa adaptación de la Iglesia, siendo como es, obra de nuestro Señor Jesucristo, Dios hecho hombre para la redención del género humano? Pues pudiera ser que sí. Por ello quiso dejar en la tierra al Sumo Pontífice dándole amplias atribuciones: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las fuerzas del Infierno no prevalecerán sobre ella. Por esta razón la iglesia ha evolucionado, a diferencia de otras religiones como la mahometana, la budista y no ha caído en creencias erróneas, producto de las herejías. Estas últimas, precisamente, por haberse apartado del magisterio de la Iglesia y con ello de la doctrina del catolicismo.

Sentada pues la base de que el Concilio Vaticano II podía ser lógico en su concepción, vamos a ver, someramente, el proceso por el cual a raíz del Concilio entró el error y la herejía en el seno de la Iglesia. Y ya sin darnos cuanta estamos entrando en el paralelismo con la Transacción española. A la muerte de Franco el Régimen debía evolucionar. Así lo quería el propio Franco y contaba con ello, por lo que había dejado sentadas las bases para la reforma o “actualización” de su ingente obra. Cuya esencia había sido redimir a España de un atraso de siglos volviendo los ojos a su pasada grandeza. Pero esta reforma o actualización para adaptar su democracia orgánica a los tiempos modernos, fue aprovechada por los enemigos seculares de España para sentar las bases de su destrucción. Pues la transformación que debería ser una reforma política se convirtió en una ruptura, con la cual pronto los enemigos de España entraron en el Gobierno. Exactamente igual a lo sucedido en el seno de la Iglesia Católica a raíz del Concilio Vaticano II. Cuando “el humo de Satanás penetró en la Iglesia” (por alguna grieta ha entrado el humo de Satanás, dijo Pablo VI en referencia al Concilio hace ya cincuenta años) Sin reparar en su responsabilidad por haber abierto al humo de Satanás, no ya una grieta, sino puertas y ventanas, de par en par. Posiblemente fue un lamento tardío en descargo de su conciencia.


No se arrepintió también -que sepamos- del acoso de la Santa Sede al Régimen del 18 de julio, y de su resultado, la Constitución de 1978. Pero hay suficientes indicios para entender que también se arrepintió de su beligerancia contra Franco y su Régimen. Todo así parece indicarlo cuando tras la muerte del Caudillo, al conocer su mensaje póstumo dijo: Nos hemos equivocado con este hombre. Obsérvese que lo dijo en plural. ¿Quiénes eran los que se habían equivocado? ¿El Espíritu Santo y él? No pareciendo posible el que pensara que el Espíritu Santo se había equivocado, ¿quién o quiénes eran los que compartían con él la responsabilidad del acoso y derribo al Régimen de Franco? ¿Algunos infiltrados en la Santa Sede?

Porque ese acoso y derribo del Vaticano al Régimen fue un acto supremo de injusticia y desagradecimiento hacia un hombre que, tras haber salvado a la Iglesia de su desaparición en España, la había devuelto al esplendor histórico de su pasado.

Evidentemente el Santo Padre, al no poder creer que la equivocación se debiera al Espíritu Santo -por haberlo abandonado- estaba admitiendo que alguien lo había impulsado al error. ¿El humo de Satanás? ¿Dónde quedaba entonces aquello de que “las puertas de Infierno no prevalecerían contra la Iglesia? ¿Dónde queda también la infalibilidad del Santo Padre en cuestiones de fe y doctrina? No sé lo que pensarán de todo esto los reverendos padres a los que humildemente expongo mis dudas, pero mientras me sacan de ellas, yo tengo mi propia teoría. Pues sin negar la existencia del Maligno, todo me impulsa a buscar una explicación más terrena. Da la casualidad que los seculares enemigos de la Iglesia Católica y de España son los mismos. Por otro lado no puedo creer que Lucifer tenga más poder que el Todopoderoso. Y que las puertas del infierno puedan prevalecer contra la Iglesia.

Así pues me inclino más a pensar que el origen del asalto a la Iglesia Católica, y a la España redimida por Franco, (en mérito a la sangre de tantos mártires asesinados por el Frente Popular) se debe a los mismos que vertieron la sangre del Justo cuando vino al mundo para redimir a la humanidad.

La apertura del concilio Vaticano II para el pretendido aggiornamento dio lugar al asalto de la Iglesia Católica por sus ancestrales y eternos enemigos -previamente infiltrados en la Curia- preciso es decirlo. Con ello el humo de Satanás logró entrar en la Iglesia tratando de destruirla. De forma similar la “apertura” del Régimen de Franco -tras el asesinato de Carrero Blanco (AQUÍ)- dio lugar a que los enemigos de España (los mismos enemigos que secularmente lo han sido de la Iglesia, e igualmente infiltrados previamente en la estructura política del Régimen) asaltaran la España Una, Grande y Libre con ánimo de destruirla. Posteriormente, con la Transacción y su fruto, la Constitución de 1978, parece que los enemigos de España han alcanzado, o están a punto de alcanzar, el objetivo final; su destrucción. Queda pues planteado nítidamente el paralelismo entre el aggiornamento del Concilio Vaticano II y su resultado, con la Ruptura del Régimen del 18 de julio y su consecuencia; la Constitución de 1978.

Pero debemos tener fe. Y al igual que finalmente las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia, las fuerzas oscuras de la rosa y el mandil no prevalecerán contra la España resucitada de sus cenizas por Franco -cual ave fénix- el primero de abril de 1939

Y ahora ya voy a plantear directamente mi duda existencial, no obstante reconocer que no sé desde cuando se hacen estas preces. Si son anteriores al Concilio Vaticano II… o producto del mismo. Pues creo que de ser posteriores al Concilio, y consecuencia de él, pudiera ser una muestra de ese humo de Satanás que penetró en la Iglesia. Tal como lamentó el cardenal Montini, S.S. Paulo VI. Si alguien me lo puede aclarar le estaré muy agradecido. Y pienso que sólo podrá hacerlo un Ministro Sagrado. Por ello desde el principio he apelado a su magisterio.

Veamos de donde surge mi duda.

Tras la Consagración, que es la propia esencia de la Santa Misa, el sacerdote dice ahora: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. Ven Señor Jesús.

¿Es que Jesús todavía no ha venido? ¿Lo seguimos esperando, como sucede en la religión judía?

Porque anunciar es según el diccionario de la RAE, dar noticia o aviso de alguna cosa; publicar, proclamar, hacer saber. Especialmente de lo venidero tratándose de la Historia Sagrada. Y aunque haya múltiples ejemplos de ello, parece suficiente con hacer referencia a la Anunciación de la Santísima Virgen María.


Y a su vez proclamar está definido como publicar en alta voz una cosa para que se haga notoria a todos.

Pero si quedara alguna duda de que anunciar, es dar noticia o aviso de algo que está por venir, se disipa la duda al hacer la siguiente invocación: Ven Señor Jesús.

Fijémonos que con esta corta, pero esencial proclamación, queda desmontada toda la religión Católica y su doctrina. Porque es de suponer que con ese ven Señor Jesús no se está implorando que llegue el fin del mundo, en el cual ha de venir nuestro Señor Jesucristo, lleno de gloria y majestad, a juzgar a vivos y a muertos. Lo que habrá de suceder, pero al final de los tiempos.

Ciertamente, si analizamos esta invocación, comprobaremos que desmonta desde su base el “Credo” la esencia de nuestra Fe. Y que además tiene lugar, precisamente, al finalizar la Consagración. Cuando quienes siguen el magisterio de la Santa Iglesia Católica, creen en la conversión de toda la sustancia del pan, en la sustancia del cuerpo de Cristo y toda la sustancia del vino en la sustancia de su sangre en la llamada Transubstanciación y con ello la presencia real de nuestro Señor Jesucristo en la Hostia consagrada. Si Nuestro Señor Jesucristo no ha venido “todavía” al mundo, como es creencia del judaísmo -que lo sigue esperando- si no es Dios hecho hombre encarnado en la Virgen María, toda la religión católica se hunde y queda invalidada. Nada pues tiene de extraño que el resultado haya sido la apostasía general provocada por el Concilio Vaticano II. Y a estas “sorprendentes” preces se le podrían añadir otros pequeños detalles inspirados también en la religión judía, como el de darse fraternalmente la paz, que de eso si estoy completamente seguro que se trata de una práctica post conciliar. Hay también otras “modernidades” que resultan cuando menos sospechosas, y que por ello espero que alguien, con más conocimiento de causa que yo, me aclare si también son posteriores al Concilio Vaticano II. Pues no son hechos triviales. Al contrario, abundan en las dudas planteadas en torno a la Santa Misa, el rito esencial de la Iglesia Católica.

Si creemos firmemente que tras la consagración, la Sagrada Forma es realmente el cuerpo de Cristo, parece cuando menos oportuno el recibirlo de rodillas como signo de veneración y máximo respeto. Igualmente es lícito opinar que en tal caso la Sagrada Forma debería ser recibida en la boca. Sin ser tocada previamente por manos no consagradas.

Antiguamente, antes del Concilio, tras la Consagración el sacerdote decía: “Este es el cáliz de mi sangre que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados” Mientras que ahora se dice “Este es el cáliz de mi sangre que será derramada por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados” Surge otra pregunta: ¿Por cuantos? ¿Por quienes? ¿Por una determinada fracción del género humano?

Es cierto que si queriendo salir de esta duda lo buscamos en internet, encontramos una explicación teológica y otra filológica. Que en principio pueden parecer satisfactorias. Pero si tenemos en cuenta que hay millones de católicos en todo el mundo que no están en condiciones de entender esas sutilezas, incluso no les es posible acceder a tales explicaciones, parece lógico pensar que en función de la esencia doctrinal del catolicismo, el planteamiento debiera hacerse -como se hacía antiguamente- de forma que pudiera ser comprendida por todos. Que no planteara dudas, e incluso interpretaciones netamente contrarias al espíritu de la doctrina que imparte o debe impartir la Iglesia Católica. ¿Error didáctico? ¿Voluntad de sembrar dudas? ¿Intención subyacente a dejar abiertas nuevas grietas por las que se pueda seguir filtrando el humo de Satanás en la Iglesia?

Y podrían seguir citándose nuevos ejemplos, que nada tienen que ver con el pretendido aggiornamento que se empleó como justificación para iniciar el asalto a la Iglesia con el Concilio Vaticano II. O que fue aprovechado para ello. Antiguamente el “miércoles de ceniza” con el que se inicia la Cuaresma, en el momento de la imposición de la ceniza, el sacerdote decía unas palabras muy acordes con el significado de la unción: “Memento homo quia pulvis es, et in pulverem reverteris” (recuerda hombre, que polvo eres y al polvo volverás) sustituida actualmnete por “conviértete y cree en el Evangelio” y como este cambio o modificación es muy reciente, da lugar a pensar que el aggiornamento no ha concluido. Y que la Santa Madre Iglesia, tras el Concilio Vaticano II, ha entrado en la profana dictadura de las modas.

Comparando y no igualando, y salvando las diferencias, las palabras que actualmente pronuncia el sacerdote tras la Consagración, son algo así como el Art. 2 de la Constitución de 1978. Donde tras proclamar que se fundamente en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, reconoce la autonomía de las nacionalidades y regiones. Invalidando con ello el Art. 14 en el que se proclama que todos los españoles son iguales ante la ley. Pues ha dejado sentado, previamente, que unos pertenecen a autonomías y otros a nacionalidades. Grietas dejadas, a propio intento, para que el humo de Satanás se filtrara en la estructura política de España a raíz de la Constitución de 1978. De igual forma a como el humo penetró en la Iglesia.

Sabemos que la religión judía, el judaísmo, sigue esperando al Mesías. Que a Nuestro Señor Jesucristo lo consideran un falso profeta al que exigieron que Roma diera muerte por haber blasfemado diciendo que era hijo de Dios: ¿Qué más pruebas necesitamos? ¡Crucifícale! Y Poncio Pilatos, aún sabiendo que era inocente, se lavó las manos permitiendo que el Justo fuera crucificado… ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos! Clamó el pueblo que se considera elegido por Dios. Pero no para dar muestra de santidad a los demás pueblos de la Tierra, sino para su dominio.

¿Fue el Concilio Vaticano II una suerte de subversión en la Iglesia Católica, una nueva herejía, por la que el humo de Satanás penetró en la Iglesia? Esta duda la dejó sembrada, con sus propias palabras, nada menos que el Sumo Pontífice.

Algo realmente inquietante que lleva a otra reflexión.


Es sabido que el judaísmo considera a Jesús de Nazaret un falso profeta. Un hereje, un advenedizo, un enemigo de Israel. A pesar de haber querido Dios encarnarse en una mujer descendiente de la casa David. Pero la animadversión del pueblo judío hacia Nuestro Señor Jesucristo tiene su origen en que pretendió que el pueblo de Israel no fuera ya el “pueblo elegido por Dios”. El predilecto. Sino que vino al mundo para que esa predilección recayera en todo el género humano. En todos los hombres. Que por serlo, son hijos de Dios y herederos de su Gloria. Ese fue el mensaje del Nuevo Testamento. Y la Iglesia Católica el instrumento para expandirlo por todo el Orbe.

Pues bien, de igual forma que actualmente el catolicismo interpreta el Génesis, no como un periodo de siete días, sino de lapsos inmensos de tiempo en el que se creó el universo, el nuevo judaísmo sionista y ateo, no espera ya la venida del Mesías que vaticinaron sus profetas, sino que piensan que ese mesías que habrá de dar al pueblo judío el dominio del mundo, es la “superior inteligencia de su raza” que alcanzará ese sueño de dominio mundial mediante ideologías, doctrinas o instrumentos, emanados de la superioridad de su propio Pueblo. Y una premisa esencial para alcanzar ese objetivo del dominio mundial, es acabar con la Iglesia Católica. ¿Sus instrumentos? Las herejías.

La primera victoria a gran escala fue la Reforma Protestante. Que si tuvo su origen, como tantas cosas, en las miserias y ambiciones humanas, pronto fue utilizada como palanca para la destrucción de la Iglesia. Nada tiene por ello de extraño la similitud entre las creencias y los ritos de las Iglesias Evangélicas y los correspondientes al judaísmo. El siguiente gran asalto a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana fue mediante la Masonería. Que aprovechando la estructura secreta, previa de la masonería operativa -cuyo objetivo simplemente era la construcción de templos y catedrales- se infiltró en una organización -que teóricamente le estaba vetada- para llegar a la masonería especulativa o francmasonería. Cuya finalidad no es la construcción de templos cristianos (como lo era la finalidad de la masonería operativa) sino la construcción de “templos ideales o espirituales” De ahí viene el concepto de ritos masónicos antiguos y aceptados. Y de forma similar a como las iglesias evangélicas o protestantes, guardan notables similitudes formales con la esencia del judaísmo, (y por ello han tenido una notable simbiosis con el mundo anglosajón) podemos decir que las diferentes obediencias masónicas también tienen en sus ritos notables referencias al judaísmo. Esa es la razón de la fácil convivencia, y mutuo apoyo, entre los tres elementos: Sionismo, Masonería y “Angloesfera” Y así como la masonería no es beligerante con las iglesias evangélicas, sucede todo lo contrario con la Iglesia Católica. Por ello, tras siglos tratando de destruirla desde el exterior, optó finalmente por hacerlo desde dentro mediante la infiltración. Igual procedimiento que el empleado contra el Régimen de Franco por el contubernio (AQUÍ). Que tras cuarenta años de cerco, al llegar al convencimiento de que era una fortaleza inexpugnable, decidió introducir un Caballo de Troya en el Régimen, con la finalidad de dar el asalto desde el interior tras la muerte del Caudillo. Cosa que finalmente lograron, por más que lo advirtiera en su mensaje póstumo. Tal vez sea el mismo “humo de Satanás” el que ha penetrado en la Iglesia y en España. Por la grieta masónica que lamentó tardíamente S.S. Pablo VI.

Porque los embates del judaísmo ateo, del sionismo, -no de la muy respetable religión judía o judaísmo ortodoxo- no se acaban con la Reforma y la Masonería. Luego vino el Marxismo, cuyo origen y paternidad son también de un “elegido” Y por ello no es de extrañar que unas minorías, hermanas del ideólogo, fueran las promotoras de la Revolución Rusa de 1917. Ni que curiosamente esta fuera financiada por otros hermanos trasatlánticos desde Nueva York.

De igual forma que el capitalismo inmisericorde -enemigo ancestral de la doctrina social de la Iglesia- es el buque insignia del mundo anglosajón, en sus emporios, tanto la City como Wall Street, conviven en paz y armonía -para mutuo apoyo y beneficio- anglicanos-anglosajones, masones y sionistas.

Tras el hundimiento de la URSS y con ello la constatación del fracaso del socialismo real, los ideólogos del NOM han revisado sus planteamientos para el control mundial. Y si hacemos memoria de los nombres de unos cuantos magnates que están en el ánimo de todos, veremos que siguen siendo los mismos perros con distintos collares. Ahora se trata, en el nuevo planteamiento táctico, de combinar dos procedimientos. Por un lado una doble tenaza. Y por el otro, distintos vectores ofensivos dirigidos al mismo fin. En el primer caso el marxismo, que sigue operativo -a pesar de haber caído la URSS- para controlar el tercer mundo, fundamentalmente África y Sudamérica. Mientras que para controlar o dominar el primer mundo, además de la incombustible masonería, se ensayan nuevos vectores de control: Aborto, Sodomía, Ecologismo, Feminismo, Cambio Climático, Terrorismo Sanitario, Fuentes Energéticas… y por supuesto empujar a guerras -con el subsiguiente cerco económico- a quien desobedezca a los que tienen como objetivo imponer el NOM. Osadía que quienes se consideran elegidos, no están dispuestos a consentir.

Pues aunque teóricamente, sobre el papel de la legislación, los Estados son soberanos, en la práctica es papel mojado. Porque los nuevos amos globales no están dispuestos a permitir que se incumplan sus órdenes. Especialmente las ideológicas: que ya se han apuntado; aborto, sodomía, feminismo, ecologismo…. También las de índole económica. Para las cuales tienen una herramienta específica: el hacerse con el control de la deuda externa de los países, empujándolos a un endeudamiento inasumible. Adaptación a los nuevos tiempos de la antigua usura medieval contra la que lucharon la Iglesia y los Reyes Católicos. Aún cuando no pocas veces caían ellos mismos en la trampa del endeudamiento.

Y al hilo de todo lo últimamente expuesto, que es una digresión, pero ayuda a entender la deriva de la Iglesia Católica tras el Concilio Vaticano II y la de la España Constitucional a raíz de la Transacción, surge la duda de si el actual Papa, que al parecer siente una profunda aversión a España, estará mediatizado por alguna suerte de “obediencia” a los hijos de la viuda o de “afinidad” con sus mentores.

Mons. Ginés García Beltrán

Como forma de “santificar” el Concilio Vaticano II -que es una forma de respaldar sus enseñanzas y deriva progresista– se va a proceder a elevar a los altares al Papa Paulo VI. Y casualmente lo hará el actual Papa Francisco. Algo que no hicieron sus antecesores. Y así vemos que otro prelado con justa fama de progresista, el presidente de la Fundación Pablo VI, Ginés García Beltrán, ha resaltado el paralelismo entre Montini y Bergoglio según se desprende de estas declaraciones: crear puentes, nunca muros, es una expresión constante entre ambos, -destacó el obispo de Getafe- convencido de que el Papa Montini nos muestra un mundo mejor a través de la aplicación del Concilio. Pablo VI es, sin duda, un personaje de la historia. Pronto lo veremos Santo.

Sin recelarse de que si el eterno enemigo de la Iglesia, el humo de Satanás, pudo entrar por alguna grieta, más fácil lo tendrá si agrandando la grieta la hacemos brecha. Y además le tendemos puentes para el asalto final.

No obstante sigamos creyendo que por ser S.S el Papa Francisco, sucesor de San Pedro y por ello guiado del Espíritu Santo, aunque quisiera, no logrará que las puertas del Infierno prevalezcan contra la Iglesia. Ni contra España. Recemos por ello.

Y una advertencia final para quienes son tan proclives, históricamente, a rasgarse las vestiduras y clamar ¡Antisemita! ¡Ha blasfemado! ¿Qué más pruebas necesitamos? ¡Crucifícalo!

Lo que hasta aquí se ha expuesto no es una tesis antisemita. Los judíos, como todos los pueblos de de la Humanidad, son “hijos de Dios y herederos de su Gloria” y por ello dignos del mayor respeto. Esto es pues, solamente, un alegato contra el sionismo y los sionistas. Que escudándose en una religión en la no creen, se han convertido en adoradores del becerro de oro. No hay más que ver quien son sus adalides mundiales.

¿Pudiera ser que esta desviación del Pueblo Elegido, transformándose en adoradores del becerro de oro, sea obra del Maligno? Pudiera ser. No lo sé. Pero entonces, tarde o temprano, serán castigados por Dios.

Es frase conocida, cuando hay dudas respecto a temas doctrinales, aquello de Doctores tiene la Santa Madre Iglesia.

Así pues, a ellos humildemente, pido su opinión.