El gobierno socialista por boca de Blanco ha acusado a la plutocracia que controla la prensa económica extranjera de conspiración demoníaca para desprestigiar a Zapatero y de especular contra el euro. No dice que ese poder mundial les dirigía y protegía hasta que las mentiras sobre la crisis y su solución han provocado su pérdida de credibilidad.
No dice que Suarez, González y Aznar fueron defenestrados por el poder en la sombra cuando dejaron de ser útiles para los fines del “Nuevo orden mundial”. Los instrumentos de las conspiraciones fueron diferentes: El terrorismo (200 asesinados entre 1979 y 1980) provocó al ejército que se enfrentó a Suarez; el pacto de los editores después de diez años de corrupción felipista obligó al cambio de obediencia (desde la socialmasonería al poder conservador republicano); el atentado de Atocha tumbó a los populares de Aznar a pesar de su éxito económico, por suponer un peligro (tratado de Niza) al proyecto de sumisión de Europa.
Ricardo de la Cierva en Época había avisado de una filtración masónica (logia de Estrasburgo) sobre la conspiración para iniciar en España el último ataque a la unidad y a la moral de las naciones europeas.