España debería tener un objetivo prioritario para el año 2040 (plan 40-40): conseguir que el 40% de la energía eléctrica sea producida en centrales nucleares. Es lo mínimo para aspirar a un puesto entre los quince o veinte países más prósperos. Francia tiene ya un 70% generado en 80 reactores; en el mundo hay más de 400 (200 en UE, 100 en USA, 60 en Japón). Y se están construyendo más de 130, especialmente en Rusia y países emergentes (China, India, Brasil).
La degradación de nuestra productividad se debe a los costes laborales y energéticos. La hipocresía de la clase política por razones electorales impide que se consiga el consenso para las reformas necesarias. No se atreven a enfrentarse a la opinión pública manipulada por los medios de obediencia socialmasónica. El parón nuclear de los años 80 fue causado por el ecologismo (neocomunismo) y el terrorismo (cierre de los dos reactores de Lemóniz en Vizcaya).
Zapatero se propone el cierre de las ocho centrales actuales y subvenciona con más de 6.000 millones anuales a la energía eólica “renovable” que produce megavatios con un coste triple que el nuclear y daña gravemente el medio ambiente de aves y paisajes. Con esta financiación puede iniciarse la construcción de al menos veinte reactores para alcanzar el objetivo del 40% antes de 2040, en oposición al costoso compromiso “20-20” de Zapatero en Copenhague, 20% de reducción del CO2 para el año 2020.
Las centrales nucleares son totalmente seguras y no producen contaminación radiactiva ni CO2, causante del “supuesto” calentamiento antropocéntrico del clima. Los residuos actuales son almacenables sin riesgo en espera de las mejoras técnicas que permitan reciclarlos.