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domingo, 20 de agosto de 2023

Las rúbricas en la Misa Tradicional

Las rúbricas en la Misa Tradicional
 20/08/2023 

¿Qué es la rúbrica?

Es la norma de obligado cumplimiento establecida por la autoridad de la Iglesia en el Misal Romano, a la que el sacerdote se ha de someter cumpliéndola perfectamente. Las rúbricas se traducen en las oraciones, gestos, diferentes posturas del cuerpo…, que realiza el sacerdote.

Crítica a las rúbricas

Es muy corriente oír decir que al oficiar la Santa Misa Tradicional se cae en un excesivo “rubricismo”. Dicen unos, que no es necesario tanto apego a las rúbricas, ni tanto protagonismo del sacerdote. Pero quienes dicen esto no aclaran qué forma sería la correcta y digna para celebrar la Santa Misa, dejando al sacerdote en una “tierra de nadie”. Otros, por el contrario, se dedican a denigrar las rúbricas y ridiculizar la forma de celebrar la Santa Misa Tradicional, sosteniendo que el someterse a la autoridad de aquellas convierte la Santa Misa algo excesivamente formal, autómata, sin “vida”, y algo muy alejado de la verdadera “participación” de los fieles.


La verdad de las rúbricas

Cuando el sacerdote es consciente de que está ante el altar de Dios; cuando es capaz de verse a sí mismo en su verdadera realidad: la más extrema miseria, la impotencia absoluta, el indigno por excelencia; cuando es consciente de que el Padre Eterno Todopoderoso le está mirando, esperando que sus indignas manos ofrezcan la Santa Víctima, en unión con el Santo Espíritu de Dios, y en presencia de la Santísima Virgen y toda la Corte Celestial; cuando el sacerdote vive esa realidad, cae en la cuenta que nada, absolutamente nada, hay en él capaz de dar gloria a Dios si oficia la Santa Misa con su propio ingenio. Al sentir su impotencia ante tan gran responsabilidad, implora la ayuda de la Santa Madre Iglesia para que guie sus labios, sus manos, su cuerpo… La Iglesia, con las rúbricas, sale al encuentro del sacerdote para decirle cómo ha de dignificar el Santo Sacrificio para dar la gloria debida a la Santísima Trinidad, y, además, excitar el alma de los fieles, avivando en ellos el deseo de profundizar en el misterio de la Santa Misa.

Vivir las rúbricas

Cuando el sacerdote entiende lo anteriormente dicho ve en la rúbrica verdadera “vida”. Esa “vida” la ve cuando besa el altar consciente que besa al Señor; cuando es consciente de que cada inclinación de cabeza es para honrar el nombre de Jesús, o María, o del Santo del día; cuando sabe que cada genuflexión es para adorar al Santísimo Cuerpo y la Sacratísima Sangre de Nuestro Señor; cuando es consciente de que cada vez que se dirige a los fieles con la mirada hacia el suelo es para recordarle a él mismo, y a ellos, que es Cristo el verdadero Sacerdote que ofrece el Santo Sacrificio; cuando realiza cada movimiento en el altar con la pausada dignidad que la ceremonia requiere; cuando cada inclinación profunda del cuerpo es para reforzar y acentuar la importancia de la palabra que se está pronunciando… Entonces, el sacerdote está haciendo “vida” en sí mimo lo que las rúbricas le indican que debe hacer.

A través de las rúbricas está viviendo, sintiendo, participando intensamente en la Santa Misa. Está dando, sin lugar a dudas, la mayor gloria a Dios Padre Todopoderoso. Y está alimentando al alma de los fieles, edificándolos.


No hay punto intermedio

No hay punto intermedio entre las rúbricas y el protagonismo del sacerdote. Sólo la rúbrica evita el protagonismo vergonzoso y, muchas veces, ofensivo, del sacerdote. Las rúbricas permiten al sacerdote poder separar su propia miseria de lo que es propio de Dios, le sitúan ante la Verdad de Dios, que es el Calvario, y permiten que el Espíritu Santo impregne al sacerdote de unción ante la realidad del Sacrificio del Cordero Divino en el altar.

Escuela de santidad

Las rúbricas en la Santa Misa Tradicional son escuela de santidad para el sacerdote y fieles. Lleva al sacerdote “de la mano” a la santidad de la acción que va a realizar: el Santo Sacrificio, que el Cordero de Dios ofrece en unión del Espíritu Santo al Padre Eterno Todopoderoso. Pero que también se ofrece por todos sus hijos, cada uno de nosotros, por su infinito Amor, para que ninguno se pierda.

Al dejarnos guiar por las rúbricas, humildemente aceptamos nuestra miseria, y dejamos que nuestra Madre la Santa Iglesia nos guie, con la certeza absoluta que haciendo lo que ella nos dice damos toda la gloria a Dios Todopoderoso.

Ave María Purísima.