Cardenal González Martín Casi 40 años después se desvelan los entresijos del llamado "caso Añoveros", en el que Tarancón no intervino y sí el cardenal González Martín. Sabemos ahora quién convenció a Franco para que frenara la expulsión de España del obispo de Bilbao, monseñor Añoveros |
Hasta ahora, la leyenda que circulaba, y que casi todos daban por buena, era que el entonces Arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal española, cardenal Tarancón, había hablado con Franco y le había amenazado con excomulgarle si procedia a la expulsión del obispo de Bilbao de suelo español.
Gracias al testimonio del secretario personal de Don Marcelo, el sacerdote Don Santiago Calvo, que cuenta
los promenores de este suceso histórico de gran relevancia, sabiendo ahora la verdad completa del caso.
¿Qué fue el caso Añoveros? En 1974 el Obispo de Bilbao, monseñor Añoveros, redactó una homilía con la petición de que todos los sacerdotes de su diócesis la leyeran en las Eucaristías del domingo. El texto se titulaba: «El cristianismo, mensaje de salvación para los pueblos», y reivindicaba el hecho diferencial de Vascongadas y el uso de la lengua vasca.«El texto llegó enseguida a manos del Gobierno de la Nación - cuenta Don Santiago Calvo- que exigió que no se pronunciara, por considerar que constituía un atentado a la unidad de España. El Obispo insistió en que se leyera, y el Gobierno dispuso el confinamiento en su domicilio y dispuso un avión en el aeropuerto de Sondica, para trasladarle fuera de España junto con su Vicario General, Don José Ángel Ubieta, acusado de ser el principal inspirador de la homilía».
Tarancón no puedo intervenir«Monseñor Añoveros -continua monseñor Calvo- se negó a salir de su diócesis, y el Gobierno presionó sobre el Nuncio de Su Santidad, sobre el Presidente de la Conferencia Episcopal, sobre la Secretaría de Estado del Vaticano y la tensión llegó al mayor nivel. La solución podía estar en la intervención directa del Jefe del Estado y con esa intención el Cardenal Tarancón, Presidente de la Conferencia Episcopal, solicitó una visita, que no le fue concedida. Entonces ocurrió lo siguiente, que cuento en primera persona, tal como lo viví».
Cómo convenció Don Marcelo a Franco...Don Marcelo fue el único obispo que pudo entrevistarse con Franco por el "caso Añoveros", y en su conversación, pudo transmitirle algunos mensajes que lograrón convencerle para que diera marcha atrás en su idea de expulsar a Añoveros de España.
El primero argumento que utilizó Don Marcelo fue que "si expulsaban a Monseñor Añoveros, las Cancillerías de todo el mundo lo comentarían muy mal contra España y no comprenderían que el único país `oficialmente católico´del mundo expulsaba a un Obispo por haber hecho una homilía, que no tenía no tenía la importancia que la estaban dando, iban a juzgar muy duramente a España y las consecuencias internacionales podrían ser tremendas".
El segundo argumento que transmitió Don Marcelo a Franco fue que "en España hay 23.000 Sacerdotes. De ellos, en las ciudades grandes (Madrid, Barcelona, Bilbao...) habrá unos l.000, acaso menos, que crean dificultades, pero hay más de 22.000 en toda España, que están trabajando muy bien, sirviendo a la Iglesia y a España de una manera ejemplar y de gran provecho en los lugares más difíciles, donde no ha podido llegar la labor del Estado ¿No cree que sería injusto que estos más de 22.000 Sacerdotes pagaran las consecuencias de ruptura con la Santa Sede, si denuncian el Concordato, si se quedan sin la paga del Estado, si éste no ayuda a la Iglesia?".
"El pueblo sencillo, que es tan bueno, no lo iba a entender…", le dijo Don Marcelo al Jefe del Estado, y éste "al que casi se le saltaban las lágrimas", según contó el propio cardenal González, le encaminó para que hablara con el presidente de Gobierno, Carlos Arias Navarro, y encontrará una solución al asunto.
Un artículo para la Historia: A continuación, ReL reproduce el artículo completo de Don Santiago Calvo:
El Cardenal Marcelo paró la expulsión del Obispo de Bilbao
«Se cumplen estos días los treinta y ocho años del conocido como “Caso Añoveros”, que tuvo en vilo durante tres semanas a España entera, y de manera muy particular a los ambientes eclesiásticos y políticos. Deseo dar a conocer algunos detalles que aún no han sido publicados y que influyeron de forma definitiva en la solución de aquel problema, que ahora puede resultar incomprensible para muchos y entonces tuvo una importancia excepcional en España y fuera de nuestras fronteras.
»El asunto empezó a conocerse por algunos obispos los días 20-21 de febrero de 1974, durante una reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal en una casa de Ejercicios de El Escorial, donde Mons. Antonio Añoveros, Obispo de Bilbao, enseñó el documento a algún obispo de su especial amistad.
»En concreto consistió en que el Sr. Obispo de Bilbao (monseñor Añoveros) redactó una catequesis-homilía para que fuera leída en todas las Misas que se celebraran el domingo en la Diócesis. El texto llegó enseguida a manos del Gobierno de la Nación que exigió que no se pronunciara, por considerar que constituía un atentado a la unidad de España. El Obispo insistió en que se leyera, y el Gobierno dispuso el confinamiento en su domicilio y dispuso un avión en el aeropuerto de Sondica, para trasladarle fuera de España junto con su Vicario General, Don José Ángel Ubieta, acusado de ser el principal inspirador de la homilía.
»Monseñor Añoveros se negó a salir de su diócesis, y el Gobierno presionó sobre el Nuncio de Su Santidad, sobre el Presidente de la Conferencia Episcopal, sobre la Secretaría de Estado del Vaticano y la tensión llegó al mayor nivel. La solución podía estar en la intervención directa del Jefe del Estado y con esa intención el Cardenal Tarancón, Presidente de la Conferencia Episcopal, solicitó una visita, que no le fue concedida. Entonces ocurrió lo siguiente, que cuento en primera persona, tal como lo viví.
»El domingo, 3 de marzo, al llegar yo de la Catedral, poco después de las 11 de la mañana, pasé al despacho del Sr. Cardenal, Don Marcelo, que me dijo textualmente: “Acaban de llamarme Jubany, Cirarda y Yanes, para que intente ver a Franco, que no ha querido recibir al Cardenal Tarancón, para ver si se puede arreglar el asunto de Añoveros. La cosa, según me han dicho, está muy complicada.”
»“Por lo que me dicen -añadió- hay un avión en el aeropuerto de Sondica para obligarle a salir de España. Jubany dice que el ambiente en Barcelona está muy encrespado y que puede producirse una revolución, si expulsan a Añoveros. Yanes, Secretario de la Conferencia Episcopal, me dice que me llama en nombre del Presidente, el Cardenal Tarancón. Cirarda, desde Córdoba, dice que en Bilbao la expulsión de Añoveros traería unas consecuencias terribles. Los tres insisten que yo intente ver a Franco, que se ha negado a recibir al Cardenal Tarancón y que acaso a mí me recibirá; que, por favor, intente verle cuanto antes”.
»Después de varias llamadas logré poner en contacto al Sr. Cardenal con Don Fernando Fuertes de Villavicencio, Jefe de la Casa Civil del Generalísimo, el cual dijo que Su Excelencia le recibiría al día siguiente, a las 11 de la mañana.
»Lunes, día 4 de marzo.- A las 9 de la mañana, salimos hacia Madrid. Llegamos en una hora a la entrada de la capital. y, para hacer tiempo, pasamos a tomar un café, en un bar en la calle Antonio Leyva.
»A las 11 menos 10 bajamos del coche a la puerta del palacio de El Pardo. A las 11 en punto el Generalísimo recibió a D. Marcelo.
»Cuando llevaban reunidos exactamente 28 minutos, sonó un timbre, el Ayudante Militar que estaba en una mesa del antedespacho pasó al despacho el Generalísimo y salió acompañando a D. Marcelo, el cual desde el teléfono del Ayudante llamó a D. Antonio del Valle, cuñado y Jefe del Gabinete del Presidente del Gobierno, Don Carlos Arias Navarro. Los dos mantenían muy buena relación desde que Don Marcelo fue Obispo de Astorga, cuando Don Antonio era Presidente de la Diputación de León. Don Marcelo le dijo desde dónde estaba llamando y que necesitaba ver con toda urgencia al Presidente Arias. Inmediatamente salimos para la Presidencia del Gobierno, en el Paseo de la Castellana, nº 5.
»El entonces obispo auxiliar de Cádiz, Antonio Añoveros, procede a la bendición del local de los antiguos alumnos del colegio salesiano, en 1961.
»Ya dentro del coche D. Marcelo me dijo: “Le he expuesto todo, como me lo han contado los que me llamaron ayer. Sólo ha reaccionado cuando le he dicho que en Barcelona se podría echar la gente a la calle y podría producirse una revolución. Me ha dicho: “Eso se acaba en media hora”. Cuando le he dicho que, si expulsaban a Monseñor Añoveros, las Cancillerías de todo el mundo lo comentarían muy mal contra España y no comprenderían que el único país "oficialmente católico" del mundo expulsaba a un Obispo por haber hecho una homilía, que no tenía no tenía la importancia que la estaban dando, iban a juzgar muy duramente a España y las consecuencias internacionales podrían ser tremendas.... No reaccionó. Le insistí diciendo que Monseñor Añoveros era un gran español, antiguo Capellán de las Brigadas navarras en la guerra, que era muy buen Obispo... No reaccionó.”
»“Pero, cuando le he dicho: Excelencia, en España hay 23.000 Sacerdotes. De ellos, en las ciudades grandes (Madrid, Barcelona, Bilbao...) habrá unos l.000, acaso menos, que crean dificultades, pero hay más de 22.000 en toda España, que están trabajando muy bien, sirviendo a la Iglesia y a España de una manera ejemplar y de gran provecho en los lugares más difíciles, donde no ha podido llegar la labor del Estado ¿No cree que sería injusto que estos más de 22.000 Sacerdotes pagaran las consecuencias de ruptura con la Santa Sede, si denuncian el Concordato, si se quedan sin la paga del Estado, si éste no ayuda a la Iglesia?
»El pueblo sencillo, que es tan bueno, no lo iba a entender… Esto le impresionó a Franco, que empezó a pestañear y casi se le saltaban las lágrimas. Entonces le he dicho: ¿Me permite Su Excelencia ir desde aquí a visitar al Presidente del Gobierno? Franco abrió los ojos con señal clara de asentimiento y me dijo: “Sí, vaya. Puede llamar por teléfono desde aquí”. Don Marcelo me añadió: “No sé si tendremos éxito, me da la impresión que el Generalísimo está bien dispuesto. Pero el problema puede estar en el Gobierno. En fin, Dios proveerá…”.
»Desde El Pardo nos fuimos a la Presidencia del Gobierno. Estuvo Don Marcelo con el Presidente Don Carlos Arias casi una hora. Salió con impresión pesimista sobre una posible solución satisfactoria del asunto. “Yo ya no he podido hacer más, me dijo. Ahora a rezar… Dios quiera que se encuentre una salida para que no tomen la determinación de expulsarle. Sería terrible”.
»El martes, 20 de marzo, el Ministro de Justicia, Don Francisco Ruiz Jarabo visitó a Don Marcelo, en el Colegio “Jesús Maestro”, en Madrid. Comentaron el asunto de aquellos días y la solución que había tenido el problema. El Ministro le dijo que, gracias a una intervención genial del Jefe del Estado en el Consejo de Ministros del viernes, día 8, se había salvado la situación, y le refirió con detalle las palabras del Generalísimo sobre las consecuencias graves, que se iban a seguir para los más de 22. 000 Sacerdotes que estaban trabajando de forma ejemplar, en los sitios más difíciles de España, si se denunciaba el Concordato y se expulsaba a Monseñor. Añoveros. Cuando terminó, le dijo Don
Marcelo: “Pues ese fue el razonamiento que yo le hice y esas mismas palabras le dije yo al Generalísimo en la audiencia que tuve con él el pasado día 4”.
»Ruiz Jarabo quedó sorprendido y afirmó: “Pues, Sr. Cardenal, esto lo ignorábamos los Ministros. Ud. con su intervención ha facilitado una salida airosa y nos ha salvado de una situación que hubiera sido terrible, si se produce la expulsión de Mons. Añoveros. Muchas gracias por su acierto y por la confianza que ha tenido conmigo para contármelo”.
»Los hechos fueron así. Lo refiero ahora como lo viví y anoté entonces. Los lectores pueden sacar las consecuencias que les plazca».
Santiago Calvo Valencia es canónigo de la Catedral Primada de Toledo. Fue Secretario Particular del Cardenal Marcelo González durante cuarenta y tres años y le acompañó en todas las gestiones que cuenta en este artículo
Fuente: Religión en Libertad
DON MARCELO, UNA VIDA
PRIMEROS AÑOS
Marcelo González Martín nació en Villanuela (Valladolid) el 16 de enero de 1918. Era hijo de un pequeño comerciante de Valladolid. Cursó sus estudios de filosofía y teología en el Seminario de Valladolid, y completó su formación en la Universidad Pontificia de Comillas, en la que obtuvo el grado de Doctor en Teología. Fue ordenado sacerdote en Valladolid, el 29 de junio de 1941. Su primer destino como sacerdote fue la docencia en el Seminario Diocesano de Valladolid y en las Facultades de Derecho y Medicina de la Universidad de Valladolid, en las que también ejercía como capellán.
Hombre de gran energía y fuerte temperamento, en este periodo también asume los trabajos de asesor diocesano de Acción Católica, de Cáritas Diocesana y de la obra benéfica y de los trabajos de construcción del Patronato de San Pedro Regalado. Con esta institución fue promotor de muchas iniciativas pastorales y sociales, entre las que destaca la construcción de viviendas populares, de escuelas primarias y, más tarde, dos institutos de Formación Profesional y un colegio diocesano para más de mil estudiantes. Al mismo tiempo viajó por toda España para dirigir ejercicios espirituales y realizar un ciclo de conferencias sobre asuntos de fe y espiritualidad.
OBISPO DE ASTORGA
El 31 de diciembre de 1960 fue nombrado obispo de Astorga, siendo consagrado el 5 de marzo de 1961 y permaneció en esta sede durante seis años. Fue un obispo muy activo y estuvo especialmente interesado en actividades que estrecharan la cooperación de sacerdotes y laicos, razón por la que estableció programas de reuniones de trabajo y de oración. Mejoró el seminario en dotación económica y estableció una intensa reforma de los programas de estudio, promoviendo el desarrollo espiritual y académico de los futuros sacerdotes. Fundó la emisora católica Radio Popular de Astorga y el Instituto Diocesano de Formación y Acción Pastoral, con el que se dio un gran impulso tanto a la construcción de nuevas iglesias, de hogares para familias de trabajadores y de una nueva sede para el Seminario menor. Como obispo de Astorga participó en las sesiones del Concilio Vaticano II.
ARZOBISPO DE BARCELONA
El 21 de febrero de 1966 Pablo VI lo nombra arzobispo titular de Caso Mediane y coadjutor del arzobispo de Barcelona, Gregorio Modrego y Casaus, con derecho a sucesión, y que se produjo el 7 de enero de 1967. Su nombramiento definitivo no gustó a ciertos sectores catalanistas católicos, los cuales, amparándose en las resoluciones del entonces recién concluido concilio Vaticano II, organizaron la campaña contra el Arzobispo. El 29 de octubre de 1967 asistió a la I Asamblea Ordinaria de Sínodo de los Obispos, en la Ciudad del Vaticano, institución nacida en el Concilio.
En los cinco años de su estancia en Barcelona su actividad se orientó especialmente a la reorganización de la diócesis y a la intensificación de acción pastoral y de servicio, según los parámetros del Concilio Vaticano II, por lo que los recelos iniciales contra su persona, pronto cesaron. Promovió el uso del catalán en la liturgia, para lo que contó con la inestimable ayuda de los monjes de Montserrat, y nombró siete vicarios episcopales y un pro-vicario para la mejor atención de los fieles. Reformó el Seminario mayor y el menor, y promovió la creación de la Facultad de Teología de Barcelona. Erigió nuevas parroquias, especialmente en áreas obreras, creó la Comisión de Pastoral Diocesana, la Comisión Diocesana de Medios de Comunicación Social y el Consejo Presbiteral. Desde el punto de vista eclesial, desarrolló un importante trabajo de reordenación diocesana, con la colaboración de expertos, que promovió la división de la Archidiócesis de Barcelona en cuatro territorios diocesanos nuevos.
Su intensa actividad magisterial en Barcelona consta de más de 100 documentos pastorales sobre diversas cuestiones y unos 800 sermones, tanto en la Catedral como en diversas parroquias, que fueron publicados posteriormente en cuatro volúmenes (Fuertes en la Fe, Editorial Balmes, Barcelona, 1968-1971).
ARZOBISPO DE TOLEDO Y PRIMADO DE ESPAÑA
El 3 de diciembre de 1971 fue promovido a la archidiócesis de Toledo, en la que sucedió al Cardenal Tarancón, que había pasado a ser arzobispo de Madrid y era el primer prelado toledano en la Historia que abandonaba la sede primada para hacerse cargo de otra.
Estuvo al frente de la Archidiócesis durante 23 años. Asistió a la III Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos, en la Ciudad del Vaticano, del 27 de septiembre al 26 de octubre de 1974 ya como Primado de España.
FORMACIÓN DEL CLERO Y DE LOS FIELES
Don Marcelo se encontró con una archidiócesis que no pasaba por buenos momentos: el abandono del campo durante los años 60 había vaciado sus parroquias, y disperso en un territorio de más de 20.000 kilómetros cuadrados, se encontró con un clero mal atendido y que carecía de medios de formación y de subsistencia básica. Durante sus años de pontificado en Toledo realizó visitas pastorales a todas las parroquias, incluso a las más pequeñas y apartadas y el trato con sacerdotes, religiosos, catequistas y miembros de grupos apostólicos fue constante.
Por otra parte fijó uno de sus objetivos en mejorar y acondicionar a las normas del Vaticano II los medios de formación de la diócesis, tanto para el clero como para seglares. Para estos últimos creo una importante red de escuelas de catequistas y dos escuelas de Teología para seglares, una en Toledo y otra en Talavera de la Reina.
En cuanto a la formación de los candidatos al sacerdocio, realizó intensas reformas desde su misma llegada a la ciudad: pocos meses después de tomar posesión como arzobispo de Toledo, publicó la pastoral «Un Seminario nuevo y libre», en la que establecía las normas por las que habría de regirse el Seminario Mayor de San Ildefonso de Toledo y, además, creó el Seminario de Santa Leocadia, para la formación sacerdotal de adultos, y un Seminario menor en la localidad de Mora de Toledo.
El Cardenal González Martín reguló la enseñanza académica y vinculó el Seminario como Estudio Teológico a la Facultad de Teología del Norte —con sede de Burgos—, y creó el Instituto de Estudios Visigóticos Mozárabes de San Eugenio, como fruto del I Congreso Internacional de estudios mozárabes.
Siguiendo estrictamente los consejos del Concilio, el Seminario y la Faculta de Teología de Toledo pronto se convirtieron en referente para toda la Iglesia, admitiendo alumnos de otras diócesis, tanto españoles como extranjeros, sobre todo americanos, europeos del Este y africanos, Durante su pontificado, el número de alumnos de estas instituciones experimentó un continuo aumento, en contraste con la crisis de vocaciones sacerdotales en el resto de las diócesis españolas.
Además, con el fin de promover la formación permanente de los sacerdotes, creó la Casa San José, para la organización de cursos de Teología, Pastoral y Sociología.
ACCIÓN PASTORAL
Su labor pastoral se basó en una gran cercanía a sus fieles, a quienes atendió en sus continuos viajes pastorales y para quienes celebraba numerosas sesiones de ejercicios espirituales. También promovió y creó nuevas parroquias, especialmente en Toledo y Talavera de la Reina. En 1984 inauguró la Casa Diocesana de Ejercicios «El Buen Pastor» y la Casa Sacerdotal «Cardenal Marcelo».
Convocó el XXV Sínodo Diocesano, en cuya fase inicial intervinieron más de 12.000 participantes: sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares. Las Constituciones Sinodales fueron promulgadas el 23 de noviembre de 1991, y conforman la normativa y las directrices evangelizadoras y pastorales de la Iglesia de Toledo.
Puso especial hincapié en el uso de los medios de comunicación social como herramientas educativas y para la evangelización. Para favorecer el diálogo con la cultura y con los medios y técnicas que ésta exige, creó la publicación semanal «Padre Nuestro» y la emisora diocesana «Radio Santa María de Toledo», primera experiencia radiofónica de programación religiosa especializada en España.
Su preocupación por la promoción social de los marginados y de los más desfavorecidos de la sociedad le llevó a impulsar la construcción de siete albergues para transeúntes, y el Centro Diocesano de Reinserción Social. En lo relativo a la participación de los seglares, creó el Foro Diocesano de Laicos en 1993.También estableció nuevas normas para la celebración de la famosa Procesión del Corpus Christi, favoreció la creación de nuevas cofradías y vinculó la participación de las autoridades civiles al respeto religioso.
REFORMA DEL RITO HISPANO-MOZÁRABE
A su llegada a Toledo, González Martín se encontró con una aún numerosa comunidad de rito mozárabe, pero que pasaba malos momentos por el abandono de los ritos y la dispersión de sus miembros.
El 9 de junio de 1977 procedió a la erección canónica del Instituto de Estudios Visigótico-Mozárabes. Reorganizó las parroquias mozárabes y, con la excusa de adaptar el Rito hispánico a los planteamientos del Concilio Vaticano II en su Constitución Apostólica sobre la Sagrada Liturgia, aborda una nueva revisión del Misal mozárabe, que ya no solo pretendía mantener al día la celebración en Toledo, sino restaurar la pureza primitiva de los textos y del orden de celebración. La revisión fue promovida por el cardenal de Toledo en su doble calidad de Arzobispo de Toledo-Superior responsable del Rito y de Presidente de la Comisión de Liturgia de la Conferencia Episcopal. Se nombró una Comisión de expertos sacerdotes toledanos y de otras diócesis, así como de congregaciones religiosas, que en un trabajo de nueve años, consultando archivos y bibliotecas, manuscritos y códices publicados, lograron restituir el Misal Hispánico a su auténtica y genuina pureza, eliminando las adherencias que se habían agregado a través de los siglos e incorporando lo que se había perdido en Leccionarios, fiestas de algunos santos, etc.
En 1992 fue presentado el primer volumen del Nuevo Misal Hispano-Mozárabe al papa Juan Pablo II, quien celebró la Santa Misa en este Rito, el 28 de mayo de 1992, solemnidad de la Ascensión del Señor, convirtiéndose en el primer papa que lo utilizaba en Roma.
Por petición de don Marcelo, el papa Juan Pablo II amplió los permisos para el uso de esta liturgia a cualquier lugar de España, donde la devoción o el interés histórico-litúrgico lo requirieran. En este sentido, también se favoreció la formación litúrgica del clero mozárabe y se remodeló la capilla del Corpus Christi, en la que se celebra diariamente con este rito en la Catedral.
EL PATRIMONIO DE LA ARCHIDIÓCESIS.
Otro de sus intereses fue la conservación del patrimonio histórico-artístico de la Archidiócesis, por lo que tomó iniciativas para la restauración y rehabilitación de iglesias, conventos y recuperación de obras de arte, en especial la Catedral primada (que fue restaurada y limpiada completamente) y el Museo Diocesano de Toledo , así como la cesión del convento de Santa Ursula en Toledo a la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén para realizar sus investiduras de nuevos Caballeros.
También estableció unas normas de decoro para la visita a los templos, que se habían perdido por la presión turística que sufre la Ciudad Imperial.
En el último año de su pontificado, 1995, se reconfiguró la Provincia Eclesiástica de Toledo, con la segregación de las diócesis de Coria-Cáceres y de Plasencia a la nueva Archidiócesis de Mérida-Badajoz, creada por Juan Pablo II en 1994, y la incorporación de la diócesis de Albacete, y manteniendo las diócesis sufragáneas de Cuenca, Ciudad Real y Sigüenza-Guadalajara.
LOS PROCESOS DE LOS MÁRTIRES
Durante su pontificado se reabrieron las causas de beatificación y canonización de los “mártires” de la persecución religiosa sufrida en España y en Toledo en los años 30. Cuando tuvo lugar la apertura del proceso en la catedral de Toledo afirmó:
«Con estas causas de beatificación no introducimos ningún factor de discordia en la vida española. Obramos con absoluta fidelidad a algo que está por encima de los hombres, en primer lugar, porque debemos conservar y vivir la memoria de nuestros mártires y con eso no hay implicación ninguna de amparo y protección de ideologías enfrentadas unas con otras. (...) Conservar y vivir la memoria de los mártires es un deber de cristiano. Queremos encontrar más motivos para amar a la Iglesia, porque cuando se logran estas beatificaciones el corazón se ensancha al contemplar a esta Iglesia, madre fecunda, que en cualquier momento de la historia engendra estos hijos. (...) Deseo sinceramente que en España se reconozca la grandeza de los ideales donde esta grandeza se dé. (...) Si hay grandeza en otros ideales, que se reconozca también y de hecho ya se encargan otros de hacerlo, exista realmente o no esa grandeza».
TRABAJO EN LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
Ocupó importantes puestos en la Conferencia Episcopal Española, aunque nunca optó por presidirla: fue miembro del Comité Ejecutivo y de la Comisión Permanente y presidió las Comisiones de Caridad y Apostolado Social, de Medios de Comunicación, del Clero y de Liturgia.
CARDENALATO
Fue creado Cardenal Presbítero del título de San Agustín por Pablo VI y su nombramiento fue hecho público en el Consistorio de 5 de marzo de 1973. Como tal participó en el cónclave del 25 al 26 de agosto de 1978, en el que salió elegido el Patriarca de Venecia, Albino Luciani —Juan Pablo I—, de quien era íntimo amigo. Pasado poco más de un mes, y tras el inesperado fallecimiento del nuevo Papa, participó en el nuevo cónclave —del 14 al 16 de octubre de 1978—, del que saldría elegido el Arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyla, quien tomó el nombre de su predecesor inmediato.
Mantuvo buenas y cordiales relaciones con S.S. Juan Pablo II, quien, en no pocas veces, puso la labor pastoral de González Martín como ejemplo de aplicación de las directrices de Concilio. Fue enviado especial del Papa en numerosas ocasiones, la última de ellas, ya anciano, a la celebración del V Centenario del Tratado de Tordesillas, en Valladolid, el 7 de junio de 1994.
RENUNCIA AL ARZOBISPADO
En 1993 presentó su renuncia al Papa como arzobispo de Toledo y primado de España, al cumplir 75 años, renuncia que le fue aceptada dos años más tarde, el 23 de junio de 1995. Dos días después presidió su última ordenación de sacerdotes y diáconos en “su amada” Catedral de Toledo. Durante su pontificado ordenó a 411 sacerdotes.
Como cardenal, perdió el derecho a participar en un cónclave cuando cumplió 80 años de edad, el 16 de enero de 1998.
RELACIONES CON LA POLÍTICA ESPAÑOLA
En su papel de obispo, y siguiendo las indicaciones del Vaticano II, González Martín se caracterizó por una gran independencia política, aunque no siempre apreciada, finalmente reconocida.
Tras ser nombrado Arzobispo de Toledo, y según disposición legal, tomo posesión de su cargo de Consejero de Estado en Madrid, el 23 de marzo de 1972. Desde su puesto de Consejero de Estado se pronunció en contra de la ley de Divorcio y en 1978 redactó una pastoral sobre la Constitución en la que aseguraba que esta contenía cinco graves defectos:
-Exclusión del nombre de Dios en una nación de bautizados.
-Falta de referencia a la ley natural, con lo que las leyes quedan a merced de los poderes públicos.
-Falta de garantías para la libertad de enseñanza y de seguridad a los padres para la formación religiosa de sus hijos.
-Falta la tutela para los valores de la familia y del matrimonio, abriendo las puertas del divorcio.
-Y la omisión del veto explícito al aborto.
La relación con los ejecutivos socialistas le llevó a diferentes enfrentamientos especialmente por la ley de despenalización del aborto y por la reforma educativa de Maravall y, anecdóticamente, por la desafortunada actuación del ministro de Justicia durante la Procesión del Corpus Christi de 1983. El Cardenal no tuvo ninguna dificultad en desarrollar una gran crítica a las políticas laicistas del gobierno, especialmente en materias de relación Iglesia-Estado, matrimonio y divorcio, aborto, educación, financiación de la Iglesia, etc.
DISTINCIONES Y MUERTE
-En 1972 fue elegido miembro de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.
-Fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Castilla-La Mancha en 1995.
-Desde 1998, fue académico de honor de la Real Academia de Doctores.
-Fue Premio Castilla y León de las Ciencias Sociales y Humanidades, en 2000.
-Se le concedió la Medalla de Oro de Castilla-La Mancha en 2003.
-Estaba en posesión también de la Gran Cruz Eclesiástica de la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén de la que era su Protector Espiritual en España.
Murió el 25 de agosto de 2004 en su residencia de Fuentes de Nava (Palencia) y está enterrado en la Catedral de Toledo.
PRINCIPALES LIBROS
Alimentar nuestra vida con el concilio, Madrid 1987
Amo a la Virgen de Guadalupe, Toledo 1983.
Astorga, diócesis misionera, hacia América con la OCSHA, Valladolid 1964.
Creo en la Iglesia, Madrid 1974.
El valor de lo sagrado, Toledo 1986.
En el corazón de la Iglesia, Toledo 1987.
Enrique de Ossó: la fuerza del sacerdocio, Madrid 1983.
Evangelizar, Toledo 1988.
Fuertes en la fe, Barcelona 1968.
Hijos de la luz, Predicación cuaresmal, Barcelona 1971.
Iglesia y política en la España de hoy, Salamanca 1980.
La acción pastoral del sacerdote en Barcelona, Barcelona 1967.
La Cuaresma y la práctica de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, Barcelona 1969.
La figura del sacerdote, hoy. El sacerdote y el sacrificio de Cristo, Madrid 1971.
La Virgen Maria y la juventud, Barcelona 1970.
Los valores de siempre, Toledo 1995.
Luces y sombras en la Iglesia de hoy. Necesidad de criterios claros y acertados. Barcelona 1969.
Teresa de Jesús en la Iglesia, Ávila 1983.
Un seminario nuevo y libre, ¿Más sacerdotes o más seglares?, Toledo 1973.
Unidos en la esperanza, Barcelona 1969.
Véante mis ojos: Santa Teresa, para los cristianos de hoy. 27 homilías. Madrid 2003
Fuente: Biografía del Cardenal don Marcelo
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